"Para mí, una 'red flag' es que mi pareja no escuche la misma música que yo", comenta Jimena, de 24 años. "¡O que no me felicite a las doce de la noche en mi cumpleaños!", añade su amiga Marina. "O que sea un inculto, o un vago...", ríe Jimena. Para ella, periodista hambrienta de nuevos conocimientos y obsesionada con un género musical en específico, resulta impensable prolongar una relación con alguien con el que no pueda mantener una conversación que implique una cierta cultura, o no pueda poner su música favorita a todo volumen mientras esa persona esté en casa.
Aunque estos detalles pueden condicionar a la joven a la hora de comenzar una relación sentimental, lo cierto es que los expertos coinciden en que no son red flags. Las redes sociales han sido la causa principal de confusión con respecto a su verdadero significado: algunos influencers y creadores de contenido suben vídeos comentando lo que para ellos es una 'bandera roja' antes de conocer a alguien, y suelen transmitir opiniones y puntos de vista que muchas veces se alejan del significado original del término.
Este vídeo es solo uno de los muchos ejemplos que podemos encontrar en TikTok y en otras plataformas sobre lo que hoy se consideran red flags. Pero, ¿por qué este término ha dado lugar a confusión?
Conductas intolerables
Las red flag son, según los psicólogos, "indicadores tempranos de comportamientos o situaciones problemáticas que podrían ser perjudiciales a largo plazo". Es decir, conductas y señales negativas como pueden ser el ghosting ("fantasma", en castellano, porque desaparece de todos los canales de comunicación), los abusos físicos o verbales o las humillaciones. Estos indicadores pueden darse en cualquier tipo de relación, aunque es más frecuente que sucedan entre parejas sentimentales.
Paula García García, psicóloga clínica, también considera que existe una cierta confusión entre lo que son las preferencias, los límites y las red flags. "Las preferencias y los gustos personales no generan conflicto, pero son puntos de unión en la pareja. Generan vínculos y permiten compartir experiencias. Las banderas rojas son situaciones no negociables por su gravedad, y no deben confundirse con otros términos", explica.
Está claro que Jimena, la que habla al inicio, busca una relación en base a sus preferencias e inquietudes personales. Puede resultar algo lógico, pero, ¿se trata de un factor determinante para crear un vínculo con alguien, o se han reducido los niveles de tolerancia?
Para el filósofo Jorge Freire, es una cuestión meramente superficial: "La sociedad actual tiende a frivolizar todo: las relaciones humanas, el amor, la amistad. Cuando tú tienes un amigo que no es igual a ti es porque te aporta algo que quizá tú no tienes. Estoy a favor de la idea del amor entre contrarios. Hay que aprender a distinguir entre aquellas cosas que realmente son intolerables y otras ideas sin trascendencia".
Respeto y tolerancia
Vivimos en una sociedad que nos obliga a convivir con gente muy distinta y a generar una serie de acuerdos para poder establecer relaciones. "Al final, terminamos asumiendo a personas sin conocerlas. La palabra respeto viene de respectus, lo que es un miramiento que nos hace echar la vista atrás. Observamos a las personas en su totalidad, las miramos de arriba abajo y las asumimos, o no, tal cual son. Pero la tolerancia no es eso", señala Freire.
"Tenemos una idea de tolerancia que es intolerante"
La imagen actual de lo que es el aguante, según el filósofo, es tremendamente restrictiva. "Aunque resulta paradójico, tenemos una idea de tolerancia que resulta intolerante. Toleramos cosas de los demás, pero hasta un cierto punto: rodéate de gente que sean bellísimas personas, pero solo si piensan de determinada forma, si tienen determinadas ideologías, determinados gustos... Esa mentalidad es lo opuesto al respeto y el problema es que, habitualmente, confundimos ambos términos".
Las redes sociales
Los creadores de contenido juegan un papel esencial dentro de las redes sociales, pero los mensajes que difunden no son siempre adecuados. Muchas veces dan lugar a confusión y a prejuicios que, como sociedad, tendemos a seguir de manera inconsciente. Para Freire, los consumidores de esos contenidos tampoco quedamos exentos de responsabilidad.
"Las redes sociales son las responsables de algunos de los mensajes más perniciosos de los últimos años. Nos mueven hacia un consumo acrítico, con ellas se amplifican muchos mensajes que asumimos plenamente y, al final, terminamos siendo totalmente inconscientes de aquello que hacemos y observamos. El tema de las red flags es un gran ejemplo: las ideas erróneas se extienden porque no las sometemos a crítica. Como decía Orwell, debemos estar en guardia ante las frases hechas, frente a los tópicos, y construir un pensamiento mucho más crítico".
Una sociedad exigente
Para Lucía (23) una red flag es que la persona con la que está construyendo un vínculo no conteste al WhatsApp cada poco tiempo. "Si tarda en contestarme a un mensaje, siento que hay poco interés", argumenta. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta la inmediatez a la que nos hemos acostumbrado con las redes sociales y la posibilidad existente de mantenernos en línea las 24 horas del día.
Este cambio de valores lo desarrolló en profundidad (aunque sin llamarlo "red flag"), la socióloga y escritora Eva Illouz en su libro El fin del amor. En él recoge la complicada vuelta a la soltería de Elsa, una mujer francesa que va topándose con tipos que arruinan la relación por "una pequeñez". La autora se explaya en el cambio de paradigma que han sufrido las relaciones en la actualidad, incapaces las partes de fijarse un compromiso común:"La falta de estructura ritual y de anclajes normativos deja al sujeto librado a sus propios medios para descifrar las intenciones del otro y para desarrollar sentimientos claros y constantes". Esto conllevaría a la incertidumbre y esta, a su vez, a la volatilidad. De ahí, explica, la dificultad de que las parejas duren como las de antes.
"Solo los necios mantienen toda la vida las mismas opiniones"
La psicóloga García incide en que, además de por exigencia, buscamos continuamente posibles banderas rojas en otras personas por temor a volver a sentir dolor, por nuestras creencias internas. "Si alguien elige manipularnos, mentirnos o engañarnos, no lo podremos controlar. En ese caso, necesitaremos sanar nuestros miedos y traumas para poder conocer a una persona nueva, asumiendo los riesgos que eso supone", asegura.
El auge del narcisismo
Una red flag curiosa para Alba (22) es que su pareja o vínculo sentimental no le invite a absolutamente todo. Como respuesta, Freire hace alusión al narcisismo que vivimos en nuestros días.
El filósofo tiene muy claro que este es el mayor problema al que nos enfrentamos en los tiempos modernos: "En esta época tendemos a mirarnos más el ombligo que en otras, nos miramos en interioridad, y eso siempre es mal asunto. Una cultura obsesionada consigo misma es una cultura a la que le irá mal, inevitablemente".
Considera que, habitualmente, primamos la palabrería vana antes que las acciones. Muchas veces le damos más importancia a cómo nos manifestamos públicamente, cómo nos adherimos a ciertas causas, cómo manifestamos nuestro parecer o incluso a la forma en la que mostramos nuestros sentimientos, más que a lo que realmente hacemos.
Quizá por eso confundimos términos y achacamos significados e interpretaciones ególatras a terminologías que van encaminadas hacia otro rumbo completamente distinto. La confusión de lo que es y no una red flag es solamente un ejemplo de estas nuevas perspectivas erróneas que estamos construyendo como sociedad.