Anoche vivimos una imagen histórica, conmovedora, impactante: una legión de mujeres brillantes celebrándose y abrazándose entre sí, entendiendo que su camino es uno y es común. El Top 100 de mujeres líderes en España se caracteriza hoy por ser una celebración luminosa, al margen de cualquier polémica -esto, por el contexto social y político, es ya es noticia, tristemente-, por trascender las diferentes ideologías de sus referentes y por mirar con la misma admiración a una líder que a otra, sin importar su ámbito: igual de imprescindible resulta la presentadora más popular de la televisión que la ministra más aguerrida o que la científica comprometida e intelectualmente aislada que no sale de su laboratorio. Por fin unos premios que miran en horizontal al talento. Por fin unos premios que entienden que el mérito nunca debe ser carne de polémica. Por fin unos premios que miran por igual al pasado, al presente y al futuro.
Dijo Coco Chanel que el acto más valiente es pensar por una misma -y en voz alta-. Dijo Angela Davis que el feminismo es la idea radical de que las mujeres somos personas. Dijo Clara Campoamor que la libertad se aprende ejerciéndola. Y dijo Simone de Beauvoir que el feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Por todas las mujeres que hablaron por nosotras, por todas las que hablan hoy y, muy especialmente, por las que conseguiremos que tengan palabra en el futuro, se ha celebrado esta noche de martes en el Teatro Real la X edición de la gala del Top 100 de Mujeres Líderes en España, un ránking luminoso ideado por Mercedes Wullich y del que ahora recoge el relevo Cruz Sánchez de Lara.
La alianza entre EL ESPAÑOL y Atresmedia, que ha retransmitido la gran celebración, ha congregado -bajo el abrazo del icónico terciopelo rojo del anfiteatro- a más de 800 personas, entre las que se encontraban algunas de las personalidades más relevantes de la sociedad española, del ámbito de la política, la empresa y la cultura, en una fiesta emblemática donde se ha puesto el foco en el poderío femenino que ya brilla y en el que hay que reivindicar.
Al fin y al cabo, como decía Hilary Clinton, “las mujeres son la mayor reserva de talento sin explotar en el mundo”. Eso sí, habrá que matizar que preferimos que no nos exploten y que elegimos, a poder ser, no explotar -ni imitar algunas de las malas praxis de los históricos liderazgos masculinos-. Queremos hacerlo a nuestra manera. Queremos inventar una nueva forma de ser poderosas sin renunciar a la ética y a la mirada humanista.
Después de los besos, los abrazos, los reencuentros y un prolífico photocall -ojalá las cámaras pudiesen captar también la inteligencia y la trayectoria de todas nuestras invitadas: confiamos en que alguna de nuestras ídolas del futuro resuelvan cómo-, la fiesta ha empezado fuerte con un show de enérgicos tambores con motivos morados, como quien avisa la llegada del nuevo mundo que ya empezamos a acariciar con la punta de los dedos. La revolución siempre es hoy. Y así cada día.
La gala, presentada por la encantadora Eva González y apoyada por el humor chispeante de la cómica Sara Escudero, ha arrancado con las palabras de la ideóloga de la lista, Mercedes Wullich, aceleradora de mujeres, una líder profundamente inspiradora. Ha contado Wullich que cuando era pequeña, a sus 11 años, fue a una fiesta de disfraces vestida de Batman y que a todos les chirrió su elección. “Mi madre trabajaba y tenía siete hijos. Era normal que yo fuera así y no de dama antigua o de princesa. Yo quería huir de lugar en el que estaba con mi capa y mi máscara de hombre murciélago”, ha sonreído.
“Mi abuela me preguntó que qué había pasado y yo le dije que se suponía que debía ir de otra cosa. Sin inmutarse, y defendiendo mi libertad, me dijo algo: ‘Que nunca nadie dé nada por hecho’”. Ha recordado Mercedes que escucha con cierta sorpresa a muchas voces que hablan de “salir de la zona de confort”: “Me pregunto por qué. ¿Acaso conocéis a muchas mujeres que estén en su zona de confort?”, ha lanzado, despertando el murmullo cómplice del público. Se ha referido también a que la prosperidad, la alegría y el éxito de las mujeres siempre pasan por enfocarnos y “aliarnos”.
Ha deseado una habitación propia para cada una, como exigió Virginia Woolf. Ha soñado en alto con que su nieta de tres años pueda ser astronauta, o presidenta… o Batman, si lo quiere. Ha pedido tiempo y silencio para poder desarrollar nuestros proyectos.
La histórica de PP y antigua presidenta del Congreso, Ana Pastor, ha sido la primera Honoraria de Oro en pronunciar discurso y ha agradecido su premio porque reconoce el “trabajo constante y vocacional de quien siempre ha querido ser una servidora pública; es a lo que he dedicado toda mi vida, desde mis inicios como médico hasta que tuve el inmenso honor de presidir el Congreso de los Diputados”.
Ha dedicado su galardón a todas las mujeres que la han acompañado en algún momento de su carrera profesional y ha citado a Emily Dickinson: “Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie”, subrayando que “actos como éste nos permiten tomar conciencia de la altura de las mujeres”.
Hemos tenido el gusto de escuchar también a la Honoraria Mabel Lozano, con su rupturista “buenas noches, queridas, y digo queridas porque esta es una noche de mujeres: vamos a hablar en femenino”. Lozano ha hecho hincapié en proteger y amparar “a las mujeres y niñas desnudas de derechos”, siendo especialmente relevante su trabajo contra la explotación. Lo resumió con maestría Letty Cottin Pogrebin: “Cuando los hombres están oprimidos es una tragedia. Que estén oprimidas las mujeres es tradición”.
La Honoraria Cristina Garmendia, por su parte, ha hecho alusión a la necesidad de una “meritocracia real”, independientemente de dónde vengamos o de en qué cuna hayamos nacido, y ha aupado “a todas las personas que trabajan cada día por la igualdad de oportunidades”: “Cuando la logremos, habrá muchas más mujeres anónimas en estos rankings”.
[Estas son las ‘Las Top 100 Mujeres Líderes en España’ de la X Edición por categorías]
Rosa María Calaf, mítica corresponsal, ha echado la vista atrás hacia la época en la que las redacciones no tenían ni baño para mujeres. “Tuvimos que pelear por esos espacios”, guiñó, aunque está segura de que esa pelea está dejando de ser contra alguien en concreto, porque va remando a favor toda la sociedad.
Hemos disfrutado, además, de dos actuaciones maravillosas de Chambao y Marta Sánchez -que se ha arrancado por una versión lírica de La chica ye-yé-. Esta última artista lo ha dicho claro, clarísimo: “Es difícil compaginar nuestra profesión con ser amas de casa, pero a la vez es lo más bonito que tenemos las mujeres. ¡Más lavadoras, chicos!”.
No ha faltado un homenaje a las que ya no están con nosotras, mujeres inolvidables como Carmen Alborch, Carmen Balcells, Montserrat Caballé, Carme Chacón, Ana María Matute o Almudena Grandes, entre muchas otras.
Por último, la anfitriona, Cruz Sánchez de Lara -vicepresidenta de EL ESPAÑOL y editora de MagasIN, la revista que reivindica la visibilización de las mujeres en todos los ámbitos- ha apuntado que el liderazgo femenino “antes lo ejercíamos donde nos dejaban, pero ahora lideramos en todas partes”. Emocionante su recuerdo a “las valientes de Ucrania, de Irán, de Afganistán, de Siria…”: “Es incoherente que en 2023 la inteligencia artificial conviva con la barbarie humana”, ha lamentado, celebrando también el “relevo generacional” del que mujeres como ella llevan el testigo.
“Siempre he querido ver brillar a las demás. Cuando me dicen ‘eres generosa’, siempre digo ‘no, soy egoísta’. ¿Sabéis el placer que da ver a tanta gente contenta hablando entre sí de una palabra que coge mala fama porque la usamos para pelearnos? La palabra es ‘igualdad’”. Sánchez de Lara coloca su mirada brillante y humanista siempre en el futuro y en la inspiración de las más jóvenes: “Las niñas tienen que aprender que lo importante es ser felices, no famosas”. Mientras tanto, estas líderes seguirán dándonos ejemplo y haciendo lo que decía Baudelaire: ser sublimes sin interrupción.