Con Maria Helena Antolín me veo con frecuencia en Madrid porque, como ella dice, vive entre Madrid, a donde la traen distintas ocupaciones, y Burgos, su casa desde la infancia de la que nunca se despegará.
Así pues, es en Burgos donde elegimos encontrarnos para conocer desde dentro lo que comenzó como una pequeña empresa familiar y es un fenómeno a escala global: el Grupo Antolín que ella mima desde la vicepresidencia, promocionando relaciones, marca y reputación.
Hoy la familia Antolín la componen 27.000 empleados y está presente en 26 países. Y, de entre todas las instalaciones, podríamos decir que el core es el centro de I+D+I, ya que, como me confiesa María Helena, la innovación y la investigación es lo que han situado a la compañía en el top mundial.
Cierto. Recuerdo alguna conversación con ella para nuestras #ChicasImparables, cuando me situaba a Antolín como el número 1 en fabricación de techos para los automóviles del mundo. “Hoy somos más, somos líderes mundiales en la búsqueda del tercer espacio de vida, entre la casa y el trabajo".
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Así es que allí nos vemos, no sin antes agradecerle el hueco que me hace en su agenda endiablada. A Madrid la llevan sus responsabilidades en los Consejos y, desde hace unos meses, la vicepresidencia de CEOE.
“Me gusta la visión global de las empresas, en Antolín siempre me ha gustado estar pegada a la fábrica, al trabajo de los ingenieros, de la producción, a conocer el día a día de los equipos. Hoy las fábricas son lugares modernos, que buscan trabajar con sostenibilidad, conectividad y movilidad”.
Así, encantada, me muestra la joya que está desarrollando Antolín, el cocoon, un habitáculo al que no le falta detalle pues representa ese tercer espacio mitad casa y mitad coche, con posibilidades que se nos hacen remotas.
Divertidas charlamos, curioseamos y dejamos que el tiempo vuele. De vuelta a Madrid cumplimos con la tradición de parar en el Landa. Hablamos de la necesidad de seguir impulsando vocaciones STEM entre nuestras jóvenes.
Gracias María Helena por este día maravilloso, todo un remanso entre nuestras ajetreadas tareas cotidianas.