Asistir a un funeral no es plato de gusto para nadie. Pero, si ya tenemos dudas sobre cómo debemos vestirnos para ir a una boda u otro acontecimiento festivo, cuando se trata de asistir a unas exequias, los interrogantes se multiplican.
[Cómo vestirse para un funeral: 10 prendas clave]
Como sucede en muchas otras ceremonias, cada cultura tiene sus propios usos y costumbres. En China, por ejemplo, hasta hace unas décadas, el vestido de las novias era rojo, por ser este el color de la buena suerte y la prosperidad.
En Sudáfrica, sin embargo, este tono es el del luto, por simbolizar la sangre del fallecido, como sucedía también en el Antiguo Egipto y en el Imperio Romano. Mientras que en China el color blanco se reserva para los ritos fúnebres, como hacen también en Japón e India.
El blanco es el color que simboliza el luto en la cultura oriental y el negro, en la occidental; sin embargo, en Europa, durante la Edad Media, el blanco era habitual entre las mujeres enlutadas, sobre todo entre las reinas.
Serían los Reyes Católicos quienes introducen el negro como color del luto al promulgar, en 1502, la llamada Pragmática de luto y cera, que establecía las normas de comportamiento a seguir tras la muerte de un ser querido.
Ese conjunto de leyes regulaba desde la indumentaria de los asistentes hasta el número de cirios y velas (de ahí el nombre de la pragmática) que se podían colocar alrededor del ataúd. También establecía el tiempo y término del luto (que podía llegar hasta los dos años para las viudas) o la obligatoriedad para los vecinos de dar el pésame.
Con el tiempo, esas normas se fueron flexibilizando, pero las diferencias culturales permanecen, e incluso entre países europeos u occidentales, hay diferencias en cómo celebran los funerales los nórdicos y los del sur de Europa.
Y, en Estados Unidos, por ejemplo, después del servicio religioso, en el que se glosan los méritos de la persona fallecida, se celebra una reunión en casa del difunto, para celebrar una comida o cena en su memoria, a la que todos los invitados llevan algún plato preparado.
Conviene también aclarar que no es lo mismo el entierro o cremación (que suele ser una ceremonia estrictamente familiar), que la visita al tanatorio para dar el pésame a la familia. En este último caso, si nos hemos enterado de improviso, y no podemos pasar por casa para cambiarnos de ropa, lo importante, por supuesto, es ir a dar un abrazo a los familiares de la persona fallecida.
En el caso de la misa funeral que se celebra, un tiempo después, en la parroquia del difunto, como solemos saber con antelación la fecha, el lugar y la hora, es deseable seguir unas ciertas normas no escritas. Porque, conviene precisar, no se trata de reglas de obligado cumplimiento sino de una forma de manifestar nuestro respeto y cariño.
Y existe también lo que se llaman "misas de recuerdo", que se celebran en los años siguientes a la muerte, para conmemorar el aniversario del fallecimiento, y en las que se relajan las normas sobre cómo ir vestido.
La tradición clásica manda vestir de negro y, si no tenemos ninguna prenda de este color, decantarse por alguna en gris o en azul oscuros. En el caso de los hombres, en el que es raro tener un traje negro, lo ideal es un traje oscuro y una corbata negra.
Para la mujer, un traje de chaqueta o un vestido de corte clásico y de color negro u oscuro son siempre un acierto. Pero también se puede optar por un pantalón y una blusa o jersey negros. Eso sí, los vaqueros y los suéteres rotos o desgastados, aunque sean de este color, mejor dejarlos en el armario.
Si nos decantamos por una falda o vestido negros, es aconsejable que el largo llegue bien debajo de la rodilla y mejor obviar las minifaldas. También hay que evitar los grandes escotes, las transparencias o las aberturas y cutouts para ellas, o los pantalones cortos y las chanclas para ellos, por poner solo algunos ejemplos.
En algunos lugares, por ejemplo en Andalucía, se mantiene la costumbre de llevar una mantilla negra, y en Inglaterra se sigue llevando un sombrero o tocado cuyo tamaño es directamente proporcional a la importancia de la persona fallecida. Por eso, en los llamados funerales de Estado todo está pensado y planificado al milímetro, incluso la indumentaria de los invitados al mismo.
En esta galería de fotos, repasamos las imágenes de las honras fúnebres de la reina de Inglaterra y analizamos cómo los invitados se ajustaban, de muy diferentes formas, al protocolo exigido para un funeral de Estado.
Hemos seleccionado aquellas fotos que muestran cómo, dentro de la obligatoriedad de un color, el negro, y de la sobriedad que un evento así requiere, son muchas las formas de cumplir con el dress code que la invitación a las exequias de la soberana requerían.
Saber cómo vestir en un funeral, tanto en uno de estado como en uno menos formal, es una muestra de respeto y de cariño hacia el difunto, pero también hacia su familia. Son momentos difíciles (no por esperados, menos dolorosos) y, en medio de tantas emociones, una vestimenta sobria y elegante es nuestro mejor regalo.
Hace muchos años, nuestras abuelas, al quedarse viudas, debían vestir de luto o guardar el luto durante años, ya fuera tras la muerte de su marido o bien por el fallecimiento de su padre o su madre. El rigor de la norma era tal que, incluso a la joven que había perdido a uno de sus progenitores, no se le permitía casarse de blanco, como bien cuenta Federico García Lorca en La casa de Bernarda Alba.
En esa época, para asistir a ritos fúnebres se exigía el llamado "luto riguroso", es decir, los asistentes debían vestir completamente de negro. La moda, como forma de comunicación no oral, mostraba así la pena y el dolor que se siente por la pérdida de un ser querido.
El dolor no solo se manifestaba a través del negro, sino también mediante la ausencia, casi total, de maquillaje y de joyas: "Se establecía el azabache como la piedra oficial del luto, y se debían evitar de las de colores (esmeraldas, rubíes...) y también las piezas demasiado grandes", comenta el historiador Ricardo Mateos Sáinz de Medrano.
Pero ¿qué sucede cuando se trata de un funeral con menos pompa y circunstancia? Hemos revisado algunos looks, desde el funeral por Ivana Trump a algunos otros en nuestro país, pasando por la misa en recuerdo de Felipe de Edimburgo, en busca de ideas y distintos estilos para adaptarse al protocolo no escrito.
En todos ellos hay un denominador común: el cariño por la persona fallecida y el respeto a sus últimas voluntades. Por eso, aunque el negro o el gris son colores con los que siempre se acierta al asistir a una funeral, esto puede cambiar si, haciendo realidad sus deseos, se escoge otro color.
Descubre, en nuestra galería de imágenes, diferentes formas de cumplir con lo que manda la tradición para los funerales, aunque sean menos formales que uno de Estado. Aunque, cuando asiste a una ceremonia de este tipo, las normas de etiqueta advierten de que debe evitarse cualquier nota de color, actualmente se permiten los colores ligeros, como los empolvados.
Según esos usos y costumbres, la falda debe cubrir al menos hasta la rodilla y los pantalones, mejor anchos que muy ajustados. Los estampados deben ser delicados y poco llamativos. El calzado ha de ser discreto y cerrado y los complementos, negros y discretos. Pero luego, cada uno, adapta estas 'normas', según su leal hacer y entender.
Afortunadamente, hoy en día, el protocolo ya permite la asistencia templos y cementerios con una mayor flexibilidad en la vestimenta, pero hay que recordar que un funeral o un entierro no son una pasarela de moda y que la discreción y el buen juicio deben extremarse.
La ceremonia o acto religioso que se celebra en honor a un difunto debe estar marcado por la sobriedad y la formalidad, así que hay que evitar llamar la atención, como recuerda el refrán que critica el afán de protagonismo de quienes buscan siempre ser: "El niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro".
Si asistimos (que es voluntario), debemos hacerlo con mucha consideración y respeto, no solo en la forma de vestirse, sino también en la de comportarse. En última instancia, lo importante no es lo que elijas para vestirte, sino empatizar con el sufrimiento y la pena que puedan estar sintiendo los familiares y amigos de la persona fallecida.
Incluso si tú tienes la suerte de no haber sufrido una pérdida similar, la cortesía y la prudencia marcan discreción, modales tranquilos, guardar silencio, no hacer comentarios inoportunos y evitar las carcajadas o aspavientos.
Pero recuerda: no hay complemento más favorecedor que una sonrisa ni estilo más convincente que la naturalidad y la amabilidad, si están respaldadas por la admiración y el cariño. Como dijo el gran Sigmund Freud: "La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas".