A Claire McCardell (1905 - 1958), solo la conocen los expertos en moda. Aunque su biografía le otorga el crédito de haber creado el american sportswear, esta diseñadora de Maryland no inventó la ropa deportiva, sino ese estilo casual y pragmático que permitió a la mujer estadounidense incorporarse al mundo laboral en los años cuarenta y cincuenta. 

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"La mayoría de mis ideas nacen del intento de resolver mis propios problemas, que son como los tuyos", escribía la diseñadora en su libro What Shall I Wear? The What, Where, When and How Much of Fashion, publicado en 1956. 

"Necesito un vestido con el que pueda preparar la cena y luego salir a recibir a los invitados", añadía, y se nos vienen a la cabeza escenas de la serie Mad Men en las que mujeres impecablemente vestidas con un espectacular traje de cóctel sacan del horno la cena, con unas grandes manoplas de cocina.

Como al resto de las mujeres de su época, explicaba la diseñadora, "me gustaría poder cerrarme las cremalleras o abrocharme los botones yo sola”. Y lo logró. Mientras imponía las bases del estilo americano, mucho más práctico y relajado que el francés.

Y, sin embargo, incluso los amantes de la moda que se saben de memoria la vida de Coco Chanel desconocen el rostro de esta mujer que llevó a cabo una revolución silenciosa que cambiaría el futuro de la moda. La nueva exposición de otoño del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York intenta solventar esa injusticia. 

Con los fondos del Costume Institute o Instituto de la Indumentaria, Mujeres vistiendo a mujeres muestra modelos y objetos de la colección permanente del Museo que cuentan la historia de esas diseñadoras cuya creatividad y visión llevaron la moda hasta límites entonces desconocidos.

Algunas lo hicieron de forma anónima, ‘escondidas’ tras sus maridos, como Adèle Henriette Negrin (1877-1965), la esposa de Mariano Fortuny y Madrazo, que ayudó a este a crear el vestido más famoso de la Historia de la Moda, el Delphos, que se llevaba sin ropa interior y liberaba a la mujer del rígido corsé.

Delphos Gown, Fortuny, 1932 MET

Otras se ocultaron bajo una marca o apodo, como Germaine Émilie Krebs, quien creó bajo los nombres de Alix y Madame Grès y se convirtió en la reina de los drapeados, o Lucy Christiana Duff-Gordon, con su firma Lucile.

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Como explicó Max Hollein, director ejecutivo del MET, durante la presentación de la muestra: “Esta oportuna exposición invitará a los visitantes a reflexionar sobre las contribuciones vitales de las mujeres a la moda desde principios del siglo XX hasta el presente a través de la incomparable colección del Costume Institute”.

Women Dressing Women —añadió— también continuará la dedicación del Museo a amplificar voces históricamente subestimadas mientras celebra el trabajo de aquellas que se han convertido en nombres conocidos”.

Para ello, la muestra expone unos 80 objetos que recorren el legado artístico de las modistas y las casas de moda dirigidas por mujeres, desde los inicios del siglo XX hasta la actualidad, a través de cuatro conceptos clave para entender lo que la mayoría tuvieron que luchar: anonimato, visibilidad, agencia y ausencia/omisión.

Y así podemos conocer la trayectoria de Claire McCardell, cuya imagen tras el cristal —retratada por el fotógrafo Erwin Blumenfeld en 1945—, protagoniza el cartel de esta nueva exposición en el MET, que se inaugura a primeros de diciembre y estará en el museo hasta marzo. Y también sus conexiones con otras creadoras de moda europeas.

McCardell comenzó sus estudios de moda en la Escuela Parsons de Nueva York y, en 1927, se trasladó a París para continuar allí su formación. En la entonces capital mundial de la moda, la estadounidense y sus compañeros europeos compraban vestidos de Madeleine Vionnet, y los desmontaban para analizar y comprender cómo estaban hechos. 

Por eso no es de extrañar que Stanley Marcus (presidente de los almacenes Neiman Marcus) describió así a Claire McCardell: "Es una de las diseñadoras verdaderamente creativas que este país ha producido... Ella es para Estados Unidos lo que Vionnet fue para Francia". 

Si tenemos en cuenta que Vionnet fue la inventora del corte al bies, se comprende mejor la importancia de la comparación. Pero, a diferencia de la modista gala, y de quienes la precedieron o acompañaron en la alta costura, McCardell creaba ropa cómoda y funcional, y a un precio asequible para la clase media, gracias a la producción en serie.

Future Dress, Claire McCardell, 1945 MET

Mujeres vistiendo a mujeres ofrece esta nueva visión: cómo la industria textil se convirtió en un vehículo para la autonomía social, financiera y creativa de la mujer. Y el recorrido por sus salas comienza mostrando el trabajo artesanal de mujeres anónimas y desconocidas que sabían coser e hicieron de ello la forma de ganarse la vida desde casa o en pequeños talleres o tiendas. 

Para mostrar el concepto de visibilidad, la Galería Carl e Iris Barrel Apfel se centra en las diseñadoras que trabajaron en París, el centro histórico de la alta costura, y el ascenso de las creadoras al Olimpo de la moda. Entre ellas destaca Jeanne Paquin (1869-1936), que a la innovadora falda tubo de Paul Poiret incorporó un juego de plisados escondidos para facilitar la movilidad de las piernas.

La casa Paquin, una de las más famosas de la capital gala, surge en la época de la Belle Époque, es decir, en la última década del siglo XIX (1890) pero, como explican los comisarios de la muestra, la memoria colectiva recuerda a Charles Worth (1825-1895), muy anterior, o a Paul Poiret (1879-1944), pero no a Jeanne Paquin. Y eso que hizo muchos méritos para ello: fue la primera presidenta de la Cámara Sindical de la Alta Costura y la primera modista en recibir la Legión de Honor

Ya entrado el siglo XX,  siglo, Louise Chéruit (1866-1955) recogerá el testigo de Paquin en París, pero serán Madeleine Vionnet (1876-1975), Gabrielle "Coco" Chanel (1883-1971) y Elsa Schiaparelli (1890-1973) las que empezarán a cambiar las reglas del juego.

Durante el periodo de entreguerras aumentan exponencialmente las mujeres al frente de las principales casas de lujo. Las hay muy famosas, como Jeanne Lanvin (1867-1946), o menos conocidas, como la española Ana de Pombo, que estuvo al frente de Paquin y después sería secretaria de Coco Chanel. 

El recorrido continúa en la Galería Lizzie y Jonathan Tisch, donde la muestra utiliza el concepto de agencia para revelar cómo los cambios generacionales llevaron a nuevas oportunidades para las mujeres, que entrarán en masa a la industria de la moda, ya sea abriendo tiendas multimarca o perfeccionando la comunicación de moda. 

Andrew Bolton, conservador del Costume Institute, destacó a este respecto que "las mujeres han sido fundamentales para el éxito del Costume Institute desde su creación —entre sus miembros fundadores hay varias mujeres inspiradoras— y el departamento sigue dedicado a reconocer los logros artísticos, técnicos y sociales de las mujeres. Esperamos tener la oportunidad de rendir homenaje a muchas de las diseñadoras, donantes y académicas que han contribuido a dar forma al Costume Institute y, más ampliamente, a la historia de la moda."

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La exposición se cierra contando las historias de diseñadoras olvidadas y cuyo trabajo fue, en ocasiones, deliberadamente omitido. Es, por ejemplo, el caso de Ann Cole Lowe (1898-1981). Nacida en Alabama, nieta de una esclava y del dueño de una plantación, fue la primera afroamericana en convertirse en una conocida diseñadora de moda.

Uno de sus trabajos más famosos fue el vestido de novia de Jacqueline Bouvier para su boda con John F. Kennedy, en 1953. Sus diseños únicos eran los favoritos de las mujeres de la alta sociedad en los años 50 y 60. Hasta el punto de que el diario The Saturday Evening Post la describió, en 1964, como "el secreto mejor guardado de la alta sociedad".

Montaje de Magas del retrato de Ann Lowe y de Jackie Kennedy con su vestido de novia

Aunque ahora, en aras de la diversidad, se está haciendo un esfuerzo por dar a conocer esas historias de superación, Lowe tuvo que soportar el racismo e incluso la omisión, pues la propia Jacquie Kennedy, cuando le preguntaron quién había hecho su vestido, solo dijo que era de "una modista de color". 

La muestra Women wearing women reivindica la figura de esta mujer, que no solo hizo uno de los vestidos de novia más icónicos y de una de las mujeres más emblemáticas de la historia de Estados Unidos, sino también los de sus damas de honor. 

Sus creaciones llenaban los armarios de las mujeres que encabezaban las listas de las más elegantes de la época pero ni su nombre ni su imagen eran conocidos más allá de los círculos de la industria.

Otro de los nombres silenciados es el de Elizabeth Hawes, pionera de la moda sin distinción de géneros y represaliada por sus ideas feministas, que fueron calificadas de “subversivas” por el FBI. 

De su colaboración con el diseñador Rudi Gernreich el FIT (Fashion Institute of Technology) destacó en un homenaje que ambos eran “dos artistas modernos en la moda”. Hawes y Gernreich vaticinaron la moda de género fluido pero fue ella, y no él, quien presentó las faldas para hombres en 1937.

La exposición descubre a estas creadoras que ampliaron el canon de la moda occidental, mediante algunas piezas de la colección del Costume Institute que nunca antes habían sido expuestas, lo que la hace todavía más interesante. 

Según Mellissa Huber, comisaria de The Costume Institute, esta exposición “brindará la oportunidad de interactuar con las historias de diseñadoras innovadoras que desempeñaron papeles fundamentales en la concepción de la moda tal como la conocemos hoy”. 

La muestra establece conexiones entre creadoras de distintas generaciones, países y estilos creativos. Para Karen Van Godtsenhoven, co-comisaria invitada de la exposición: “El hilo conductor entre diferentes generaciones de mujeres profesionales revela cómo las generaciones posteriores han construido y ampliado el legado de sus predecesoras”.

Entre las diseñadoras contemporáneas cuyas prendas se exhiben hay nombres muy conocidos, como Rei Kawakubo  (1942-), la creadora japonesa parapetada tras la firma Comme des Garçons; la también japonesa Hanae Mori (1926-2022), la francesa Sonia Rykiel (1930-2016), las británicas Zandra Rhodes (1940-), Katharine Hamnett (1942-) y Vivienne Westwood (1941-2022); la italiana Miuccia Prada (1948-) o la alemana Jil Sander (1943-).

Rei Kawakubo with Models in CDG MET

Hay otras no tan conocidas, como Barbara Hulanicki (1936-) creadora de la firma BIBA, en la que Anne Wintour comenzó a trabajar en moda, a los 15 años. En 2021, con 85 años, Hulanicki creó una nueva marca, Hula, con la empresa de realidad virtual BrandLab360. 

Mención especial merecen en la muestra las estadounidenses Betsey Johnson (1942), Diane von Furstenberg  (1946-), Norma Kamali (1945-), Donna Karan (1947-) y Yeohlee Teng (1951-). Y quienes las siguieron, como la diseñadora nacida en China Vivienne Tam (1957-).

O la belga Ann Demeulemeester (1959-); las estadounidenses Isabel Toledo (1960-2019), una de las favoritas de Michelle Obama, y Tory Burch (1966-), o Maria Grazia Chiuri, que hizo historia al convertirse en la primera mujer al frente de Dior (1964-).

Entre las “elegidas” para representar a todo el colectivo de creadoras, a la cosecha de los años 70 pertenecen diseñadoras británicas como Sarah Burton (1974-), que aceptó el desafío de sustituir a Alexander McQueen, y Phoebe Philo (1973-), que ha sido directora de Chloé y de Celine; la uruguaya Gabriela Hearst (1976-) y las estadounidenses Kate (1979-) y Laura Mulleavy (1980-), las dos hermanas al frente de la firma Rodarte.

La española Ester Mañas (1974-), al frente desde 2019 de la firma Ester Manas, y la estadounidense Jamie Okuma (1977-) se presentan como representantes de la moda con fronteras más desdibujadas respecto al arte y mayor vocación de diversidad y sostenibilidad.

Parfleche Dress, Jamie Okuma, 2021 MET

Entre las diseñadoras nacidas en los 80 y 90 no podían faltar la holandesa Iris Van Herpen (1984-); la californiana Hillary Taymour (1987-), de la marca Collina Strada; la irlandesa Simone Rocha (1986-); las estadounidenses Pia-Pierre Davis & Autumn Randolph, de la firma No Sesso, y la de origen congoleño Anifa Mveumba (1990-), de la marca Hanifa, y la francesa Marine Serre (1991-).

Todas ellas se consideran las “nuevas voces” que están cambiando las reglas del juego de la moda: ya sea por ampliar las posibilidades conceptuales del diseño contemporáneo, por incorporar nuevas definiciones de la feminidad, por su mentalidad sostenible o por la pluralidad y diversidad que define el espíritu integrador de la moda actual.

Pero nada habría sido posible sin las que, un siglo antes, lucharon por cambiar las reglas del juego. Por eso, la exposición recupera nombres como el de Nina Ricci (1883-1970), la italiana que conquistó y perfumó París con sus populares perfumes. 

Y otras historias olvidadas, como la de la artista de origen polaco y afincada en Francia Sarah Lipska (1882-1973), escultora que colaboró con distintas firmas para crear tejidos y objetos de decoración, y diseñó el vestuario para algunas de las obras de los Ballets Rusos de Serge Diaghilev. 

O la de Valentina Nicholaevna Sanina Schlee (1899-1989), más conocida como Valentina, una diseñadora ucraniana nacionalizada estadounidense, que tuvo su tienda abierta desde los años 30 hasta finales de los 50, y vistió a actrices de Hollywood como Greta Garbo.

En la meca del cine estuvo también Bonnie Cashin (1915-2000), creadora del vestuario de una treintena de películas, que abrió después su propia tienda en Nueva York, puso de moda el poncho entre las neoyorquinas y diseñó el tote bag para Coach.

Coat, Bonnie Cashin, spring 1958 MET

La muestra no se olvida de Vera Maxwell (1901-1995), ex bailarina que, a mediados de los 40, montó su propia firma, y pasó a formar parte del grupo pionero de diseñadoras estadounidenses que crearon el sportswear. 

Maxwell diseñó desde ropa deportiva hasta el guardarropa de primeras damas como Rosalynn Carter y Pat Nixon. Y se unía así a Clare Potter (1903-1999), Tina Leser (1910-1986) y, por supuesto, a Claire McCardell. Todas ellas fueron mujeres que vistieron a mujeres y de paso, cambiaron el rumbo de la moda e hicieron historia, porque “todas podemos crear tendencia, aunque sea para una misma. Algo que te identifique, con lo que seas tú” (McCardell dixit).



La exposición Women dressing women del Costume Institute, en el Museo Metropolitano de Nueva York, se podrá ver desde el 7 de diciembre de 2023 hasta el 3 de marzo de 2024.