9 años. Son los que han pasado desde que Pedro del Hierro (1948-2015, Madrid) se despidiera del mundo, dejando, en cierto sentido, huérfano un sector en constante cambio. Su frase más célebre "Soy el único que hace moda" refleja la importancia de la aportación del diseñador.
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Expuesto al mundo del arte desde su más temprana edad (su padre era el pintor Pedro Mozos, "cuya pintura se ha respetado siempre y ocupa un lugar propio en la encrucijada entre la tradición y la innovación", según el crítico José Marín Medina), Pedro del Hierro no tardó en mostrar un fuerte interés por la moda. Estudió Arquitectura y Bellas Artes en el Ateneo Politécnico de Madrid.
En 1971, abrió su taller, tres años más tarde, presentó su primera colección otoño-invierno en un pequeño ático y para una clientela muy reducida. Su éxito no se hizo esperar: se percibió como la nueva promesa de la moda española. Dos años más tarde, y con tan solo 28 años, ingresó en la Cámara de Alta Costura por su visión innovadora. Ese mismo año, su nueva colección obtuvo una clamorosa acogida. Ya no era una promesa, a partir de entonces, se empezó a denominar "maestro".
Su talento traspasó las fronteras españolas: sus colecciones se empezaron a exhibir en Nueva York pero también en América Latina y por supuesto en Europa. En 1981, se convirtió en el primer creador de moda española con boutique propia en grandes almacenes. Simultáneamente, el diseñador siguió con la presentación de colecciones de Alta Costura así como la realización de vestidos especiales para personalidades y acontecimientos de gran repercusión internacional. En 1985, irrumpió en la Pasarela Cibeles, precedida poco antes por la Gaudí.
Tras esta etapa, el diseñador creó una línea llamada Harito, destinada a la venta libre y otra llamada Pedro del Hierro de series limitadas y realización artesanal. En 1988, dio el salto a la moda masculina y empezó a distribuir sus diseños a través del Grupo Cortefiel. Su marca se integró en el grupo a partir del año 1989, más tarde, se comercializaron sus diseños en sus propias tiendas, PdH.
Sus reconocimientos estuvieron a la altura de su talento: en 1992, recibió el Premio Bailays a la Moda Española por la mejor colección presentada en Pasarela Cibeles (otoño-invierno 1991-1992), en 2001, el Alfiler de oro en la Pasarela Costa del Sol y en 2003, se convirtió en miembro de honor del Círculo de Escritores de la Moda, tras retirarse formalmente.
En 2011, la exposición Color, belleza y tiempo, presentada en el Museo del Traje, fue el homenaje más sonado al modisto: constaba de una veintena de vestidos que la firma Cortefiel donó entonces al museo. La diseñadora Carmen March se puso al frente de la dirección creativa de la firma en 2013. Alex Miralles y Nacho Aguayo retomaron las riendas tres años más tarde, hasta la actualidad, con el propósito de perpetrar el legado del diseñador: crear modelos atemporales, elegantes y de calidad, sin perder de vista la innovación.
"He entregado toda mi vida a la moda, he tenido la suerte de vestir a personas bellísimas, sabiendo siempre que la belleza no es cuestión ni de altura ni de medida, sino de una forma de ser, de saber mostrarse a los demás", declaró en 2011, apenas unos años antes de su fallecimiento.
Entre costura y prêt-à-porter
Pedro del Hierro formó parte de una generación de diseñadores profundamente implicados en el reconocimiento de una moda de calidad, sin perder de vista la importancia de la originalidad y la creatividad de la moda prêt-à-porter.
"Es el último diseñador que fue admitido en la alta costura, en el final de esa etapa. Fue el último que se incorporó a esa agrupación y asociación que existía de la alta costura en España, que era como un club de profesionales, en el que estaban Balenciaga o Elio Berhanyer, y luego pasó al prêt-à-porter", recordó Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME), tras el fallecimiento del diseñador.
Pedro del Hierro fue un "pionero" en su alianza con la industria textil, pero ante todo era un creador con un profundo conocimiento "de lo que era una mujer de verdad" sin perder de vista "la búsqueda de la belleza contemporánea", señaló a su vez Carmen March.
Entre sus clientas más famosas, destacaron Carmen Romero, la esposa de Felipe González, que vistió sus diseños en varios viajes oficiales. Desfilaron Juncal Rivero, Eugenia Silva y Nieves Álvarez con sus diseños.
A ellas, se sumaron aristócratas como Aline de Romanones y miembros de la realeza como Béatrice d'Orléans, Cristina de Hohenlohe o Carla Royo-Villanova. Quizá sea la mejor prueba del alcance del diseñador, capaz de idear diseños para mujeres diferentes y, sin embargo, unidas por el buen gusto.
Uno de sus diseños más sonados fue, sin duda, el vestido de novia de Bárbara Cano, quien contrajo matrimonio con Bruno Gómez-Acebo, hijo de la Infanta Doña Pilar, en 2002. Optó entonces por un diseño de seda y encaje, con escote barco y velo de tul, firmado por el diseñador.
Entre los rasgos estéticos más destacados de Pedro del Hierro se encuentra, sin duda, la asimetría. La autora Rosa Pereda destacó en el marco de la exposición en homenaje al diseñador: "Escribí alguna vez que el especial gusto por la asimetría es, en Pedro del Hierro, una constante estructural especialmente significativa. Esos vestidos en los que la tela se reparte desigualmente. Esos otros, que juegan con la estructura y la desestructura de lado a lado. Esos que visten y desvisten por mitades, para mí tienen un sentido que alguna vez llamé trágico. Lo que él ha llamado la estética del defecto".
La pasión por el color y los juegos de volúmenes que el diseñador se esmeró en reinventar cada temporada se han preservado con el paso del tiempo. No es casualidad que artistas de diferentes edades y procedencias, como Melina Matthews, María Botto o Lucía Jiménez sigan apostando por una firma que mantiene intacto el legado de su creador.