Tras una intensa Semana de la Moda Masculina, París se vuelve a llenar de glamour con la celebración de su Semana de la Alta Costura. Del 24 al 27 de junio, una treintena de casas presentarán sus propuestas para la temporada otoño-invierno, con el savoir faire y la artesanía como bandera.
Uno de los desfiles más esperados de esta edición era, como suele ser el caso, el de Dior. La casa francesa ha sido una de las primeras en desvelar su colección, en homenaje a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos 2024 que están a punto de celebrarse en París.
Este encuentro deportivo incitó Maria Grazia Chiuri, directora creativa de la casa, a rendir un merecido tributo a todos los atletas que, desde la Antigüedad hasta hoy, han superado los prejuicios y los obstáculos para garantizar la igualdad de condiciones en competiciones deportivas. La colección se presenta, asimismo, como una reivindicación del cuerpo de las mujeres, un tema recurrente y de máxima importancia para la directora creativa.
La colección, arropada por las reproducciones de obras de la fallecida artista Faith Ringgold, realizadas por los artesanos de los talleres y de la escuela de artesanía de Chanakya, se remonta a los antiguos peplos griegos, pasando por la moda liberadora de la década de 1920, hasta la actualidad.
La diseñadora encontró parte de su inspiración en Villa Romana del Casale, en Sicilia, donde la espectacular variedad de mosaicos romanos antiguos incluye representaciones de atletas con prendas que parecen sorprendentemente modernas.
Maria Grazia Chiuri decidió, de hecho, apostar por un tejido que no pertenece de forma natural al mundo de la alta costura: el jersey, desvelado en esta ocasión como una malla metálica en tonos oro, plata y blanco. Este acaricia la silueta y abraza su forma, a través de un bustier ultraligero que estructura la silueta sin apretarla.
El efecto drapeado, referencia visual a la estatuaria clásica, omnipresente en la colección, pretende acompañar el movimiento del cuerpo. Destaca en vestidos de seda magnificados por bordados, faldas de jacquard muaré que dejan vislumbrar pantalones, y vestidos de escote asimétrico, que revelan transparencias con la máxima sutileza. La fusión de los drapeados con los pliegues cosidos crea un efecto fluido y muy natural que contradice la exigente precisión de la construcción de los diseños.
El uso de flecos ejemplifica el enfoque de la colección, repleta de movimiento y brillos. La combinación de los tejidos crea una ambigüedad perfecta, el satén se suma al terciopelo con naturalidad y elegancia. El savoir faire es evidente en todos y cada uno de los diseños: destaca, en concreto, un mono con un deslumbrante plumaje dorado, testigo del arte del oficio del plumassier.
La mezcla de estilos es, una vez más, tan sorprendente como exitosa: Maria Grazia Chiuri adorna una camiseta deportiva con hojas de oro y micro lentejuelas. El rojo, el 'color de la vida' según Christian Dior, sublima el espectáculo, y se suma al clásico dúo formado por el blanco y negro, el rosa y el dorado, que plasma el atardecer. Otro mono, adornado con espejos mosaicos, supera su función utilitaria para convertirse en una prenda de máxima sofisticación.
Esta colección de Alta Costura es la mejor combinación posible de dos mundos tan distintos: el de la Alta Costura y del deporte. Entre clasicismo, rebeldía y energía, desvela el cuerpo femenino como nunca antes anteriormente, recordando su poder. Sin ataduras, actúa con una seguridad propia, potenciada por su estilo y su allure.
En el front row del desfile, celebrado en el Musée Rodin, no han faltado los embajadores de Dior: JISOO, Rosamund Pike, Liu Yuxin, Laetitia Casta, Pretty Yende, Deva Cassel, Souhelia Yacoub y Beatrice Borromeo han sido solo algunos de ellos.