En un salón clásico y entre cortinas, la Alta Costura se abría paso con Balenciaga y su 53.ª colección de Alta Costura para el otoño-invierno 2024-2025, presentando una innovadora variedad de subculturas. Bajo la dirección creativa de Demna Gvasalia, la colección se caracteriza por las técnicas artesanales en la que ha contado con colaboraciones de artistas de renombre.
El georgiano ha logrado unificar elementos del streetwear, el goth, el skater y el metalhead en formas que oscilan entre lo minimalista y lo glamuroso. Este enfoque se refleja en las prendas y en los estilismos de los invitados al desfile. Además, Balenciaga ha contado con un front row variado de personajes: de la elegancia de Nicole Kidman o Naomi Watts, al estilo grunge de Katy Perry.
La colección ha mostrado influencias de archivo modernizadas con procesos y acabados contemporáneos. Así hemos podido verlo con la simple camiseta transformada con satén de buceo negro, evocando la inspiración de Warhol al elevar un objeto cotidiano a una obra de arte.
Este espíritu se ha reflejado en varias piezas que reinterpretan los códigos distintivos de Cristóbal Balenciaga: la silueta cocoon o las mangas tres cuartos.
La colección incluía chaquetas envolventes de cuero, denim y nylon que aportan volumen. Las mangas tres cuartos adornaban sudaderas y camisetas pintadas a mano por Abdelhak Benallou, mientras que un abrigo trompe l'oeil de piel sintética, teñido a mano por Gary Gill, destacaba por su complejidad artesanal, tardando más de dos meses en completarse.
La sostenibilidad también juega un papel crucial en esta colección. Un vestido de columna blanca está confeccionado con bolsas de plástico recicladas, mientras que otro vestido drapeado está hecho de una sola pieza de cuero sin costuras, asegurado con un broche gigantesco. Los materiales inusuales, como el papel de aluminio y la piel sintética procesada con técnicas tradicionales, han sido otro de los elementos inesperados.
El broche a este desfile de Balenciaga ha sido un vestido de novia ‘efímero’, reinterpretando el gazar, un tejido ultrafino de la época de Cristóbal Balenciaga. En una actuación coreográfica, el equipo de alta costura drapeó y esculpió 47 metros de material directamente sobre la modelo, creando una experiencia visual y sensorial que tardó 30 minutos en prepararse y 30 segundos en desintegrarse.
Balenciaga ha demostrado una vez más su capacidad para innovar sin perder la esencia que les identifica elevando su arte a través de la expresividad en sus diseños.