"Un salón privado y bar, en 300 metros de templo al sartorialismo, presidido por dos amplias mesas de corte donde se le dará forma a nuestra pieza". Así describe la Sastrería Fernández Prats su espacio, ubicado en el número 4 de la calle Hermanos Pinzón. Su definición le hace justicia: la sastrería brilla por su sofisticación y calidez.
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Creada en 2019 por Joaquín Fernández Prats (Madrid, 1976), se convirtió en tan solo unos años en una referencia para los entendidos en moda y elegancia. Y no es casualidad, Joaquín es uno de los expertos de mayor renombre nacional.
Con tan solo 14 años obtuvo el título de cortador y oficial por la Asociación de Sastres de Madrid. Estudió en la escuela de sastrería La Confianza y comenzó a coser en los talleres más importantes de la capital, para después hacerlo en el departamento de Sastrería de El Corte Inglés.
Su vocación era casi natural: "Mis padres son sastres. Entonces siempre he estado en el taller entre hilos. No me desagradaba ver lo que pasaba. No era buen estudiante, así que al final me decidí por el mundo de la sastrería y la verdad es que se me ha dado bastante bien. Es algo que me gustaba, pero que no tenía como algo fijo. Pero no era ninguna responsabilidad familiar". Nunca se planteó otra vía profesional y el tiempo le dio la razón.
En la actualidad, trabaja con unas 30 personas a diario (12 de forma directa) y atiende cada día tanto clientes famosos como desconocidos. Confiesa que le encantaría vestir a Rafael Nadal, "un referente tanto en el deporte como en su estilo de vida", y al rey Felipe VI.
Cuenta con más de 2.000 referencias de tejidos, de firmas tan prestigiosas como Loro Piana. A los trajes, se suma una amplia variedad de camisas, pero también de corbatas de marcas españolas o italianas como Marinela o Calabrese. Está desarrollando, asimismo, una colección propia de siete pliegues, considerado como el súmmum del mundo de la corbata.
Gemelos, tirantes y calcetines de edición limitada, de la marca Gallo, también se pueden conseguir en la parte boutique. La sastrería no compra a productores, se desarrolla el diseño de principio a fin con el fin de conseguir una estética y un estilo propio.
Su confección es exclusivamente europea: fabrica en Toledo, Italia y Portugal. "De media, hay que contar dos meses, desde que haces la prueba, pides el tejido, haces la primera prueba, se lleva a cabo la impresión y realizas la segunda prueba. Si incluye chaqué, puede tardar hasta cinco. Los tejidos más utilizados son la lana y el lino, en verano, y el cashmere en invierno, excluyendo los sintéticos", según nos explica Ismael Miró, jefe de producto de la sastrería.
¿El lema de Fernández Prats? "Tenemos la buena hechura de los ingleses y la modernidad de los italianos". Aun así, Joaquín considera que España no tiene nada que envidiar: "España tiene que darse a conocer en todos los productos y todos los oficios que tiene, porque no nos conocen fuera de las fronteras. Los blogueros internacionales nos han puesto en la sastrería, en el mapa. España tiene unos sastres maravillosos, pero no nos hemos dado a conocer".
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Considera que España se distingue, a nivel técnico, en el trabajo del "reborde de las mangas, el arqueo de las solapas. Eso no lo hacen en casi ningún lado de Europa. No hacemos una línea muy armada, ni muy desarmada o desestructurada. Estamos en el punto justo".
Aunque la sastrería resulte atemporal, algunos gustos han cambiado: "A raíz de la pandemia, muchos clientes se han abierto al armario de sport porque lo tenían abandonado. Nos permite darle un toque divertido. Pero los trajes grises, azules… es el día a día de los empresarios. Es lo que más hacemos".
Aun así, permanece atento a las tendencias: "Te vas fijando en ciertos diseñadores y marcas, es bueno estar pendiente de la moda, indudablemente. Además, el cliente te lo exige, cuando viene, para contar con un asesoramiento. Tienes que estar muy al día de las tendencias".
En todo caso, "la gran mayoría de nuestros trajes sí son atemporales. Luego, hay un público que pide moda. Lo bueno de la sastrería es que tiene sostenibilidad. Nosotros guardamos una referencia, si viene un cliente con su chaqueta y se le ha roto una manga, la mandamos a fábrica, ven si hay tela, se le cambia y tiene un traje nuevo. En cualquier otra firma, la tirarían".
Pero el sastre afirma que no lucha contra la moda rápida: "Nosotros apostamos por la calidad, por el buen hacer y porque sean prendas que te duren 15 o 20 años. No podemos pelear con la moda rápida porque no es nuestra lucha. Peleamos por lo artesano. Pero no nos podemos comparar con la moda rápida porque es inviable".
Actualmente, presidente de la Asociación de Sastres de Madrid, tiene un objetivo claro: "Estamos trabajando en dar a conocer el oficio, hacer talleres. También trabajamos en que nos certifiquen la titulación. Vamos a hacer un congreso en el 2025 muy importante. Este año, haremos también un evento en el Museo del traje, para transmitir que la sastrería abarca todo tipo de público y es una marca España".
Porque en la actualidad, los prejuicios persisten: "Hay mucha gente que piensa que venir al sastre es para un hombre mayor. Otra muy numerosa va a lo fácil, a comprar la prenda ya hecha. Falta una cultura general del buen vestir". Una cultura del buen vestir que sí brillaba en otras décadas, como la de los 60 o 70, según el sastre.
Aunque su público sea casi exclusivamente masculino, sí se abre de forma progresiva a la sastrería femenina. El experto reflexiona sobre sus diferencias, en cuanto a confección: "Siempre habrá alguna pequeña diferencia entre el sastre de hombre y de mujer, pero tampoco muy grande".
Entre sus proyectos, destacan la creación de una o dos tiendas más (ya dispone de un espacio en el hotel Wellington, ubicado en la calle Velázquez de Madrid), y contar con más profesionales para sus talleres, además del lanzamiento de una colección de prêt-à-porter femenina.
Los secretos de un buen traje
Ya lo decían diseñadores como Yves Saint Laurent, un buen diseño puede soportar la moda de 10 años. Y si hablamos de un diseño a medida, es, sin duda, para toda la vida.
Cabe partir de una premisa básica: "Cada cuerpo es diferente. Un traje a medida es para cada uno, se saca un patrón personalizado y se prueba. Cada cliente tiene unas características diferentes. Aquí intentamos ensalzar la figura", recuerda Joaquín Fernández Prats.
Elegir un buen traje depende de unas pautas básicas: "Un buen traje está perfectamente encajado, los largos de las mangas y del pantalón quedan perfectos. Se ve la función de medida por el arqueo de las solapas, se ve cómo sienta el traje". El experto recomienda invertir en básicos: "Un traje azul, otro gris, un ojo de perdiz… esos son los que en principio no tienen que faltar. Luego, cuando uno ya uno tiene un poquito de armario, una raya diplomática, un cuadro galés…".
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Tanto la confección como el tejido son fundamentales: "Las dos son, en efecto, importantes. Ahora, en la temporada de verano, es más complicado porque los tejidos son más finos, entonces hay que cuidarlos más. En la temporada de invierno es más fácil, porque son más gruesos, pero tiene que ir acompañado. Si hay un buen corte y una mala confección, o una un buen corte o una mala confección… en este nivel tiene que ir todo acompañado", concluye el sastre.