En 2015, Sofía y Carlos, con 18 y 24 años respectivamente, se embarcaron en una aventura empresarial ‘con mucho amor’. Aunque sus carreras profesionales no coincidían, ambos compartían el sueño de crear su propia empresa.
El interés de Carlos por el calzado comenzó a los 19 años, cuando buscaba regalarle unos zapatos de tacón a su novia de entonces, pero no encontraba opciones adecuadas. Esa frustración despertó su curiosidad por el mundo del calzado.
Carlos y Sofía tenían diversas ideas de emprendimiento, pero los zapatos se convirtieron en su nicho favorito. Carlos, incluso, se acercaba a desconocidos en la calle para fotografiar sus zapatos y usar esas imágenes como referencia para entender mejor las tendencias de moda. "Tenía un book montado, pero no tenía ni idea de las tendencias o de conceptos de moda", recuerda.
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Carlos conoció a Sofía en el verano de 2014, poco antes de irse a estudiar fuera de España. A pesar de la distancia, comenzaron una relación. "La conocí en agosto, me encantó, pero tenía una noticia mala que darle", recuerda el empresario.
Así es como estuvieron viéndose ese mes de verano y el empresario no se atrevía a decirle que se iba fuera a vivir. El día antes de irse tuvieron una conversación: "Sofía, te tengo que contar una cosa, me voy mañana a Dublín todo el año". Sin embargo, Carlos no esperaba la respuesta de ella: "Me da igual, no quiero que rompamos, seguimos a distancia".
Sofía empezaba la universidad y Carlos el máster en Irlanda. "Todas las tardes nos conectábamos para seguir construyendo todo lo que teníamos". Carlos se encargaba del plan de negocios, y Sofía de diseñar zapatos y generar ideas.
La intención era crear una marca de zapatos distintiva, que no solo siguiera las modas pasajeras. ‘¿A qué te recuerda MIM? Tiene zapatos, tiene de todo’, era la filosofía detrás de este proyecto. No querían ser otra marca que funcionara solo mientras estuviera de moda.
Así es como empezaron a desarrollar un plan de negocios y buscar financiamiento, más adelante, del que recuerdan que ningún banco quería ayudarles.
Sin embargo, Sofía y Carlos, persistieron y contactaron a proveedores, buscaron soluciones a las barreras de entrada y, por ahora, nada salía adelante. Los proveedores exigían pedidos mínimos de 1000 unidades por modelo a los jóvenes.
Para lanzar la firma, Sofía diseñó una colección de 79 modelos diferentes. "Fue una locura porque todas las marcas suelen empezar con 4 modelos", cuenta Carlos. Aun así, los proveedores les pedían 79.000 pares de zapatos, con un desembolso de medio millón de euros.
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Ante el imposible económico, la pareja buscó otras opciones para poner en pie MIM. Así es como dieron con la embajada española que les proporcionó un servicio para conectar con proveedores, y finalmente, un proveedor de Topshop les ofreció fabricar 20 pares por modelo, haciendo una suma de 1.750 pares.
Carlos y Sofía decidieron abrir su primera tienda física en la calle Princesa, cerca de zonas universitarias. "Nuestras familias nos ayudaron a preparar la tienda", reconocen. La tienda se abrió con los 1.750 pares de zapatos. Pero lo que no esperaban es que en tres semanas agotaran toda la producción.
Con el éxito inicial, abrieron una segunda tienda en la calle Fuencarral. Fue entonces cuando el dueño de Scalpers los contactó para comprar una parte de la empresa. En 2018, Scalpers entró a participar en MIM, y con la ayuda de Instagram, su popularidad creció rápidamente, alcanzando 300k seguidores tras un sorteo en Black Friday.
Durante los próximos 3 años, siguieron juntos, trabajando el uno con el otro y haciendo crecer la marca. "Juntar un negocio con el amor es muy difícil".
Carlos asegura que estaban a todas horas pendientes de los problemas y con el estrés que conllevaba montar una empresa solos. Incluso, reconocen que los roces pudieron dominar algunas situaciones: "Teníamos detrás de la oreja el ‘no lo podemos dejar’ porque éramos una empresa".
Los creadores de MIM, tras 4 años de relación y fases de éxito como marca, decidieron acabar la relación de pareja y recuerdan aquello con dudas a la hora de seguir trabajando.
Carlos nos cuenta que la reunión más embarazosa que tuvo fue con Scalpers cuando querían comunicar la ruptura dejando caer que alguno de los dos no continuaría. Lo que Carlos no esperaba fue la respuesta de los inversores que, con mucho pésame, les instó a seguir con la normalidad que conllevaba liderar la empresa.
"El primer día, después de dejarlo, que fuimos a la oficina no lo viví mal", comenta el empresario. Con la misma madurez que afrontaron el inicio de sus carreras, también lo hicieron concienciados de que no habría segunda oportunidad en el amor. "Hicimos muy bien poniendo por delante a la empresa y sentamos las bases para llevarnos como hermanos", mantiene Carlos.
Hoy, Carlos y Sofía rechazan la etiqueta de ‘exnovios’ porque sienten que su relación, forjada a través de MIM, los ha unido más que nunca. "Es una relación que nunca se podrá acabar porque somos socios y como hermanos”.
Sin duda alguna, MIM Shoes (con intenciones de quedarse como MIM) es una marca de zapatos que ha destacado por su perseverancia y que ya cuentan con su tienda en el barrio de Salamanca.
Está claro que, aunque Carlos y Sofía acabaran separándose, les sigue uniendo el proyecto de sus vidas siendo "como el perro y el gato" pero queriéndose mejor nunca.