La periodista de Esquire y New York Lisa Taddeo (Nueva Jersey, 1980) exigió, en éste, su primer libro, que a nadie se le ocurriese teñir de rosa la portada. Escribe sobre mujeres, pero no sólo para mujeres. No tolera la reducción, la infecta etiqueta de literatura barata, la marginalidad a la que históricamente han estado sometidas las obras firmadas por mujeres y que, además, hablan de otros seres con los que comparten género -fundamental para entender su trabajo: ella no busca heroínas que representen a ningún colectivo, piensa que cada humano sólo puede hablar por sí mismo-.
Siempre pareció -aún parece- que para aspirar a la universalidad había que tratar las filias y las fobias de los hombres, sus oscuros mecanismos internos. Por la boca de ellos hablaba el mundo. Ya estuvo, ya estuvo bien. Taddeo se ha pasado ocho años de su vida persiguiendo, como aquél que dice, a tres mujeres muy diferentes a fin de interrogarlas sobre su erotismo, sus deseos, su sexualidad. Dice la autora que en dos de los grandes temas sobre los que orbita nuestra existencia -el sexo y la muerte- acostumbramos a mentir. Su pulso periodístico buscaba airear esa realidad pudorosa, esa verdad incómoda que no es ni más ni menos que naturaleza y contradicción humana.
Lo ha hecho. El resultado, Tres mujeres (Principal) lo demuestra: ya anda traduciéndose a diversos idiomas y arrasando en medio mundo. En él habla de Maggie, que acaba de perder una demanda por abuso sexual contra un profesor del instituto con el que mantuvo una compleja relación cuando tenía 17 años. Y de Sloane, dueña de un restaurante en Rhode Island, que se acuesta con otros hombres para complacer a su esposo. Y de Lina, una ama de casa, casada con dos hijos, mantiene un tóxico “affaire” con su novio del bachillerato.
El mismísimo Gay Talese tuvo la osadía de decirle que para igualar su obra La mujer del prójimo, lo único que podía hacer era acostarse con hombres casados y escribir un libro. Ya saben, Gay, ese prestigioso periodista del libro inventado -El motel del voyeur-. "Fue un comentario muy sexista, por supuesto", reconoce Tadeo a este periódico. "Pero no me ofendió. Sólo me impulsó a intentar escribir un libro mejor". Aquí lo tiene, señor Talese.
¿Cómo seleccionó a Lina, Sloane y Maggie entre tantas mujeres con tantas historias diferentes? ¿Qué representa cada una de ellas para usted?
No “seleccioné” a las tres mujeres finales tanto como ellas me eligieron a mí. Lo hicieron al darme lo mejor de sí mismas, lo hicieron al no pedirme eliminar ninguna parte de sus testimonios. Muchos de los otros temas que he tratado han abarcado una amplia gama de sexualidades, géneros, razas. Algunos querían guardar silencio por completo. A todas las personas con las que hablé, les dije: “Cuéntame todo lo que puedas, y luego, si quieres retirarte de esto, lo hacemos”.
Hubo una persona con la que hablé durante largos meses y que me interesaba mucho, no realmente por su orientación sexual y por su raza, sino por la profundidad de su experiencia en un país dividido y, a menudo, cruel. Me fascinó. Fue difícil para mí pasar tanto tiempo escribiendo sobre alguien, mudarme a las zonas en las que había vivido y luego destrozar ese trabajo, matarlo por completo. Pero también eran seres humanos, y yo era sensible a eso. Ese era el punto que yo deseaba: respetar la experiencia de los seres humanos.
Lina, Maggie y Sloane me dejaron entrar por completo en sus corazones, mentes y habitaciones. El punto fue que estas tres mujeres no se detuvieron ni pretendían hablar por todas las mujeres, pero sí que hablaban por sí mismas en voz muy alta, y estaban dispuestas a seguir haciéndolo. Imagina que alguien te dice: “Mira, voy a irme a vivir a tu barrio, te voy a seguir y te voy a hacer preguntas sobre lo más profundo de tu alma”. Y luego publica esos sentimientos. ¿Suena bien? Como puedes imaginar, eso es difícil de aceptar y de encontrar.
Hablemos de Lina, una ama de casa, casada con dos hijos, mantiene un tóxico “affaire” con su novio del bachillerato. ¿Por qué se ha desexualizado a las mujeres que son madres? ¿Cree que la sociedad también ha desexualizado a las amas de casa -da la sensación de que tienen que vivir por y para el hogar y la familia y que serían incapaces de ser infieles o de ser rupturistas en el sexo, por ejemplo-?
Sí, estoy totalmente de acuerdo, han sido desexualizadas por la sociedad. Incluso por ciertos maridos. Lejos de las grandes ciudades aún se acentúa más esta tendencia. Después de que una mujer dé a luz, queda relegada a la maternidad y a las tareas domésticas.
Sloane, dueña de un restaurante en Rhode Island, se acuesta con otros hombres para complacer a su esposo. ¿Cómo analiza este caso? ¿Cuántas veces las mujeres hacemos de nuestra vida sexual lo que quieren los hombres, en base a su deseo?
Muy a menudo hablaba con mujeres furiosas contra la infidelidad que enviaban correos electrónicos desagradables a la otra persona, a la que no era su pareja, después de cometerla. h escuchado a personas decir que todas las mujeres del libro son infelices. Que sus asociaciones son deprimentes. Pero el matrimonio de Sloane, es, de hecho, uno de los más felices que he conocido. Es confuso, claro, como cualquier relación. Pero su autoconciencia dentro de esta confusión es convincente.
A algunos lectores les parece una aberración. Bien. ¿Ella estaba complaciendo a su marido? Sí. Pero le estaba complaciendo sintiéndose, al a vez, la mujer más bella y deseada del mundo. Ella complacía a su esposo de una manera muy diferente a la que solemos complacer a nuestros maridos. Si ella le hubiera dicho a su esposo en cualquier momento que no quería hacer eso, no hubiera pasado nada, a él le habría parecido genial. Dicho esto, la conocí cuando estaba repensando su papel en su matrimonio y en su círculo en la sociedad. Era confuso. Y eso todos lo experimentamos.
En su libro se sale de los arquetipos de “femme fatale” y “víctima”, pero, ¿cree que a ojos de la sociedad las mujeres seguimos teniendo sólo dos opciones: ser vírgenes o ser putas?
Si. Al mismo tiempo, creo que cada una de estas mujeres se encontraba en momentos diferentes de sus vidas. Todas somos ambas, creo. No existe tal cosa como una mujer fatal. No existe tal cosa como una víctima. Hay matices. No hay blanco y negro.
¿Qué nos llaman cuando nos llaman putas?
Creo que es una forma de menospreciar a las mujeres, especialmente por parte de los hombres que se sienten inseguros. Cuando otras mujeres llaman “puta” a una mujer, es porque se sienten amenazadas o avergonzadas por las mismas cosas que encuentran en ella. En esa “puta” se ven también a sí mismas.
¿Por qué se ha creído históricamente que las mujeres somos menos lujuriosas que los hombres?
Porque hemos estado viviendo bajo un gobierno patriarcal durante siglos. Ahora que las mujeres hablan más sobre su vida sexual, surge un grupo de hombres (los incels) que se muestran enfurecidos contra ese derecho. Las llaman “putas” o “perras”, como dijiste anteriormente.
¿Qué ha aprendido del deseo femenino escribiendo este libro?
Desafortunadamente, que escuchar la profunda angustia de alguien es, a menudo, la única forma de dejar de condenarlo. Estas tres mujeres han vivido momentos de pura pasión, se han sentido exaltadas, codiciadas, amadas; y a su vez, han renunciado y han perdido mucho por culpa de esos momentos. Se han enfrentado al escrutinio público y al privado. Han sentido agonía por sus elecciones, pero también han experimentado la misma agonía por situaciones que ni siquiera fueron elegidas por ellas o que hicieron en contra de su voluntad. Son heroínas y víctimas de sus propias historias, y eran historias que cambiaban según la hora del día.
He aprendido que la figura de nuestras madres pesa, que influye en cómo nos desarrollamos y cómo navegamos en nuestros deseos en el presente. Lo más difícil para mí fue aceptar la forma en que las mujeres se juzgan entre sí. Ese matiz es vital para entenderse. Todos tenemos miedos y no debemos proyectar nuestros miedos en las elecciones de otras personas.
¿Cree que el deseo femenino es más complejo que el masculino?
Sí. Los hombres son más capaces de compartimentar. Esposa, trabajo, hobby, hogar. Piensan en cada cosa cuando lo necesitan, están únicamente ahí en esos momentos. Mientras tanto, los compartimentos de las mujeres giran constantemente. Fusionan compartimentos, piensan más profundamente. Al menos, eso es lo que he encontrado. Por eso comencé a centrarme en las mujeres, me interesan más.
¿Cuál es la anécdota o la historia que más le ha sorprendido descubrir sobre el deseo femenino mientras investigaba para esta obra? La más excéntrica o sorprendente para usted.
Una mujer que tiene relaciones sexuales con hombres en una película pornográfica. Una película dirigida por su novia.
¿Por qué cree que hay mujeres que tienen fantasías sexuales de violación? ¿Por qué un cierto feminismo condena las fantasías de sumisión? ¿Cree usted que responden a mecanismos patriarcales y que ni siquiera en el deseo somos libres?
Porque cualquier cosa que no esté en línea con una determinada cosmovisión es inaceptable. Todo tiene que ser blanco o negro. Creo que es muy cierto esto para las mujeres que juzgan a otras mujeres. En el mundo de Lina, muchas de las mujeres de su alrededor no han oído hablar del Me Too. Las tres mujeres de mi libro me dieron mucho y me eligieron, claro, pero no son representativas de las mujeres modernas. Ninguna persona es representativa de su género o su raza. Espero que se den cuenta de que aún tratamos a algunas mujeres como a las sombras de nuestro pasado de las que queremos huir. Finalmente estamos hablando de lo que NO queremos como género. Bien.
Pero las mujer de mi libro fueron vilipendiadas por ser honestas acerca de lo que sí querían. Espero que mi libro ayude a la conversación en torno a que las mujeres piensen más en cómo miran a sus hermanas. El feminismo, para mí, no consiste en la revalorización de la mujer, no sólo. También significa tolerancia, amarnos entre nosotras mismas y a los demás y no abandonar a aquellas que aún no se han suscrito al movimiento.
¿Qué opina sobre las críticas de “puritanismo” al movimiento feminista?
Pienso que EEUU, específicamente, sigue siendo un país muy puritano. Nuestro feminismo intenta escapar de eso yendo tanto en otra dirección que dejamos atrás a otras hermanas que aún no se han dado cuenta de esto.
¿Qué es lo que los hombres aún no saben del deseo femenino?
Tantas cosas…