Las historias de Cecilia Corcuera Berasategui y Carmen Arabia i Gironés han permanecido ocultas desde hace casi ocho décadas, olvidadas, confinadas entre las incontables carpetas con documentos de los archivos. La primera de origen vasco y su camarada nacida en Cataluña, ambas emigradas al otro lado del Atlántico, constituyen un caso excepcional: son las dos únicas mujeres españolas que se alistaron en el Ejército de Tierra de Estados Unidos (US Army) durante la II Guerra Mundial. O al menos las dos primeras en ser identificadas.
Sus nombres han sido rescatados gracias al proyecto de investigación Fighting Basques: Memoria de la Segunda Guerra Mundial, dirigido por la Asociación Sancho de Beurko y en el que colabora la federación de Organizaciones Vascas de Norte América. Una iniciativa que ha documentado la participación, defendiendo la bandera estadounidense en su lucha contra Hitler, de 1.196 combatientes nacidos en España. Todos los alistados tenían entre 18 y 45 años y nacieron entre 1896 y 1927. Y los investigadores se llevaron una gran sorpresa cuando en la lista de veteranos descubrieron los casos de estas dos mujeres.
La soldado Corcuera y la teniente Arabia fueron destinadas al Cuerpo de Mujeres (Auxiliares) del Ejército (WAAC por sus siglas en inglés), creado en 1942 y que llegó a estar formado por 150.000 integrantes. No se trataba de una unidad asignada a participar en acciones bélicas en el frente —ninguna mujer del ejército estadounidense combatió oficialmente en primera línea—, sino que sus tareas estaban enfocadas a "liberar a un hombre para el combate". Es decir, trabajos burocráticos, logísticos y de comunicación.
"No creo que sean las únicas, probablemente había muchas más", desliza Pedro J. Oiarzabal, codirector del proyecto junto con Guillermo Tabernilla, respecto a las anómalas aventuras bélicas de Cecilia y Carmen. "Descubrir los casos de estas mujeres es mucho más difícil porque perdían el apellido del padre cuando se casaban: podían tener uno antes de la guerra y luego verse obligadas a cambiarlo al contraer matrimonio". El investigador confirma que el cómputo de mujeres combatientes con raíces españolas en el Ejército de EEUU durante la II Guerra Mundial aumenta notablemente si se tiene en cuenta a las nacidas en suelo americano, como la coronel María Rementeria, de padres vizcainos, nacida en el estado de Idaho.
En las diversas ramas de la maquinaria bélica norteamericana participaron alrededor de 350.000 mujeres. Cecilia y Carmen son las únicas que pueden ubicarse como naturales de España. Reconstruir sus biografías ha sido una quimera, más todavía sin poder identificar a sus descendientes. "Queríamos hacer hincapié en estos dos casos, en visibilizar sus experiencias e intentar hacer una especie de discriminación positiva", señala Oiarzabal en relación a la lista de combatientes españoles que han logrado elaborar. Un gran esfuerzo memorialístico realizado con motivo del quinto aniversario del proyecto. Aquí sus historias.
Cecilia Corcuera
Nacida en 1916 en Arraia-Maeztu, un pequeño municipio de Álava, su padre, un marino mercante, decidió emigrar a Norteamérica, primero a Canadá y luego a EEUU, asentándose definitivamente en Ámsterdam (Nueva York). Allí encontraría trabajo como vigilante nocturno en una de las muchas fábricas de alfombras de la ciudad. En 1920, Cecilia, su madre y su hermano Philip se sumarían a la aventura americana de Pedro. La niña, que por entonces tenía cuatro años, pudo conocer al fin a su progenitor.
Cecilia estudió en el instituto Wilbur H. Lynch y más tarde obtuvo un empleo como tejedora en una fábrica de alfombras. El 8 de marzo de 1943, en Albany, capital del estado neoyorquino, se alistó en el Cuerpo de Mujeres del Ejército. Lo hizo a los 26 años y siguiendo los pasos de otro de sus hermanos, Joseph, que había sido reclutado un mes antes. Mientras el servicio militar era obligatorio para los hombres, ellas podían ofrecer sus servicios voluntariamente.
La joven fue incorporada al servicio de Puertos de Embarque, una rama del Cuerpo de Transporte del Ejército encargada del envío de tropas, armas y pertrechos en instalaciones portuarias —unidad que trasladó a 30 millones de soldados en suelo estadounidense y a otros siete en el extranjero—, según se extrae de los emblemas que luce en su uniforme en la única foto que se conserva de ella. Los investigadores no han podido clarificar las tareas que tuvo que asumir Cecilia, pero creen que realizó el servicio militar sin salir de EEUU.
Corcuera fue licenciada al término de la contienda con honores y con el rango de soldado de primera clase. En 1950 contrajo matrimonio con otro veterano, James Louis Murphy, falleciendo en 1984 en Ámsterdam a los 67 años. Ella es una de los 117 vascos nacidos en la actual Euskadi y alistados en el Ejército de tierra de EEUU que lucharon contra el fascismo.
Carmen Arabia
La segunda de las protagonistas nació en Sant Feliu de Guixols, Girona, en 1905. Su familia emigró a EEUU en 1914, asentándose primero en Brooklyn. Su padre logró un empleo como contable para una de las fábricas de corcho más importantes de todo el país: la International Cork Company. La muerte de José Emilio en 1928 empujó a Carmen y a sus tres hermanas a mudarse a Queens, donde convivirían con el marido de una de ellas, que había sido secretario del centro catalán de Santiago (Cuba) y más tarde del Centre Nacionalista Catalá de Nueva York.
Carmen estudió en el Hunter College de Nueva York, una institución destinada exclusivamente a las mujeres, y en la Universidad de Columbia. Cuando estalló la II Guerra Mundial era secretaria y administrativa de una oficina. No tuvo reparos y decidió alistarse, a sus 38 años, en el Cuerpo de Mujeres del Ejército. "Había un fervor superpatriótico, la sociedad te empujaba a dar ese paso", analiza Pedro J. Oiarzabal.
La catalana, a mediados de 1944, fue enviada con la graduación de teniente al Pacífico, sirviendo en Papúa Nueva Guinea y Filipinas. Quedó a cargo de la sección de idiomas extranjeros del Departamento de Censura en Port Moresby, que supervisaba la correspondencia de los soldados estadounidenses para que no revelasen información sensible o confidencial. Además de ser aislada física y socialmente junto con las otras féminas para evitar el acoso de sus camaradas varones, tuvo que sobrevivir al clima tropical con un equipamiento de invierno. Al término de la guerra se casó en dos ocasiones, falleciendo en 1996 a los 90 años.
El proyecto Fighting Basques, centrado en analizar y cuantificar las experiencias de los emigrantes vascos y navarros y sus descendientes en la lucha contra el fascismo, tiene por objetivo desentrañar esas biografías anónimas que en su mayoría se han ido esfumado por el paso del tiempo, pretende que las historias de Cecilia Corcuera y Carmen Arabia sirvan como "llamada de atención" para trabajar sobre esa memoria que se pierde. "Queda una labor ingente por realizar, muchas preguntas que necesitan ser respondidas", cierra Oiarzabal.