La foto de una joven madre y aristócrata española detenida por la Guardia Civil el 17 de enero de 1967 copó las portadas de muchos periódicos estadounidenses. Su crimen había sido liderar una manifestación para denunciar el desamparo que sufría medio centenar de agricultores andaluces, a quienes se les había prometido una serie de indemnizaciones por los daños provocados por el accidente nuclear de Palomares, en Almería, y que un año después seguían sin recibir.
Esa mujer era un verso libre —no procedía de la tradición antifranquista de los comunistas— que simplemente se puso al frente de las reivindicaciones de un colectivo oprimido y que clamaba contra un cúmulo de injusticias y despropósitos, como el famoso baño de Fraga y el embajador de EEUU. Su nombre era Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura (1936-2008), una figura de la nobleza que contaba con una cantidad de títulos en su carné que asombraba verla en primera línea de activismo: XXI Duquesa de Medina Sidonia, Marquesa de Villafranca del Bierzo, Marquesa de Los Vélez, y tres veces Grande de España. También era conocida como la "duquesa roja".
La aristócrata, que se había convertido en una suerte de portavoz de las víctimas del desastre, fue arrestada a la vista de todo el mundo. Le pusieron una multa de mil pesetas y la condenaron a un año de prisión, del que cumpliría ocho meses en los centros penitenciarios de mujeres de Ventas y Alcalá de Henares. Al salir, redactó una serie de 14 artículos, publicados entre 1969 y 1970 en la revista Sábado Gráfico, en los que denunció las pésimas condiciones de salubridad y el maltrato al que debían enfrentarse las reclusas en los centros penitenciaros del régimen.
Esas publicaciones "subversivas" le granjearon más problemas —por solo uno de ellos pedían diez años de prisión—, por lo que se tuvo que exiliar a Francia hasta después de la muerte de Franco. Pero traducidas al inglés tuvieron un gran éxito, especialmente la edición estadounidense de 1972. Ahora Renacimiento edita Mi cárcel por primera vez en español de la mano de Soledad Fox Maura, catedrática de Literatura y autora en el mismo sello de una estupenda biografía de Constancia de la Mora, la directora de la Oficina de Prensa Extranjera de la Segunda República.
Luisa Isabel, apasionada historiadora y novelista con más de una treintena de obras publicadas, fue pionera en poner el foco de atención sobre la vida de las reclusas durante el franquismo. En sus relatos, muy directos y efectivos, describe con una prosa cercana las pésimas condiciones que tenían que soportar sus compañeras —y no tanto ella—, que iban desde desgraciadas señoras que no habían podido pagar una multa hasta otras que en la más absoluta miseria habían encontrado un medio de vida en "la labor social de presentar jovencitas pobres a caballeros ricos".
Cisternas que no funcionaban, duchas de agua fría, ratas de alcantarilla que salían de los retretes y mordisqueaban las provisiones —"los dientes pequeños quedaban marcados en la barras de chocolate e incluso en tomates", escribió—... La duquesa roja, "la mujer más antifranquista de su clase social", una "disidente vocal, radical e intelectual", en palabras de Soledad Fox Maura, sentía que su deber era ayudar a los menos privilegiados, ya fuese un campesino cuyos terrenos hubiesen quedado incultivables por el plutonio o una mujer encarcelada, independientemente del delito que hubiese cometido.
"Hasta la fecha Luisa Isabel Álvarez de Toledo ha sido relegada a los márgenes de la historia, y casi solo aparece su nombre en prensa rosa en el contexto de pleitos por su legado. Para la sociedad española, fue una persona que traicionó el papel tradicional de la mujer. Fue activista comprometida, encarcelada, exiliada. También tiene una importancia única en el rescate y la preservación del patrimonio español", recoge Fox Maura en el prólogo citando su gran labor de recuperación del Archivo de la Casa de Medina Sidonia, el archivo histórico privado más importante de Europa.
Nacida en Estoril, a donde se habían exiliado los suyos junto a la familia real, terminaría rechazando esas raíces para convertirse en acicate de las políticas (anti)sociales del régimen y denunciando la relación de Franco con los Estados Unidos. "Quizás la historiografía feminista y de izquierdas la haya marginalizado por su alta posición social —demasiado título para ser una heroína de la izquierda—", cierra la catedrática; pero para ella, la vida de Luisa Isabel Álvarez de Toledo es "un ejemplo de un feminismo radical, y de una mujer que se dedicó a buscar la libertad intelectual y personal, a cualquier precio".