Durante mucho tiempo el béisbol ha sido el deporte por excelencia en Estados Unidos. Desde su introducción en el país a finales del siglo XVIII hasta los años noventa del siglo pasado, ha sido el deporte favorito de los estadounidenses. Sin embargo, durante todo este tiempo también ha sido predominantemente masculino y son pocas las mujeres que se han logrado hacer un hueco en este símbolo nacional.
Una de ellas fue Amanda Clement (Dakota del Sur, 1888-1971), considerada la primera mujer árbitra profesional de béisbol. Clement es recordada, no solo por abrir las puertas a otras amantes de este deporte, sino por su fuerte activismo por la introducción de las mujeres en el béisbol.
Nacida en Hudson en 1888, Clement siempre fue una fanática del deporte. Practicó baloncesto, atletismo, gimnasia, tenis y, por supuesto, béisbol. Pese a su pasión por el deporte, su primer partido como umpire (árbitro) de un partido de béisbol llegó un poco de casualidad en 1904, con solo 16 años.
Fue con su madre a Iowa para ver jugar a su hermano Hank, que era lanzador en un equipo semiprofesional. El árbitro no se presentó y Clement, que tenía experiencia en el béisbol, se lanzó a dirigir el partido. Tal y como cuenta South Dakota Magazine, los jugadores quedaron tan impresionados por el trabajo de Clement que le rogaron que arbitrara en el siguiente partido, esta vez pagándola por su trabajo.
En un primer momento su madre se resistió, pero finalmente aceptó y Clement volvió a arbitrar. Ese partido de Renville-Hawarden de 1904 es el primero registrado en el que una mujer arbitra y es remunerada por ello.
A partir de ahí su éxito fue inmediato. Además de ser buena, la noticia de una mujer árbitra comenzó a atraer tanto a los espectadores como a los equipos, que cada vez pedían más sus servicios. Todo ello se unió al hecho de que en aquel momento el béisbol gozaba de una gran popularidad en el país y se promocionaron mucho las ligas semiprofesionales, por lo que se requería de muchos árbitros.
Uniformada con una camisa y una falda, Clement trabajó durante seis años y viajó por todo el Medio Oeste (Dakota del Norte y del Sur, Minnesota, Iowa y Nebraska, principalmente), llegando a arbitrar unos 50 partidos cada verano y cobrando entre 15 y 25 dólares por cada uno.
Fue nombrada "árbitra campeona del mundo" y los medios se hicieron eco de su prestigio. Society for American Baseball Research, recoge varios artículos de periódico en los que se dice de Clement que es "poseedora de un ojo de águila, rara vez comete un error". Asimismo, causaba tanta sensación que otro periodista afirmó que la joven recibió más de 60 propuestas de matrimonio de todo el país a medida que su reputación crecía. En respuesta a esas insinuaciones, Clement fue tajante: "Estoy casada con el béisbol".
Clement estaba comprometida con el béisbol y con su educación. Rechazó todas las peticiones de matrimonio y ahorró todos sus ingresos para costearse la universidad. Fue a la Universidad de Yankton y la Universidad de Nebraska-Lincoln (dos años en cada una) y estudió Educación Física. Durante su época en Yankton jugó al baloncesto, un deporte que también arbitró.
Aunque arbitró profesionalmente durante solo seis años, su pasión por el béisbol hizo que siguiese ejerciendo ocasionalmente hasta los 40 años. Fue profesora de educación física en centros como la Universidad de Wyoming o la escuela de Jamestown (Dakota del Norte); entrenadora del equipo de baloncesto independiente de Hudson e incluso organizó campeonatos de tenis. Tras la muerte de su madre en 1934, se mudó a Sioux Falls (Dakota del Sur) para ejercer como trabajadora social, puesto que mantuvo hasta su jubilación.
Lucha por las mujeres
Aunque durante su tiempo como árbitro no todo fueron elogios por parte de la prensa y el público, Clement se sorprendió por el buen trato que recibía por parte de los jugadores, que no la insultaban como sí que acostumbraban a hacer con los hombres. "En lugar de decir 'te mato', decían: 'Disculpe, señorita, pero ¿no fue eso un poco alto?'", contaba Janet Mills, amiga de Clement.
Tal y como expone The National Baseball Hall of Fame, Clement utilizó este hecho como argumento para intentar que las mujeres pudiesen acceder al arbitraje de las Ligas Mayores (Major League Baseball, MLB), que en ese momento les estaban vetadas.
"Si las mujeres fueran árbitros, nada de esto sucedería. ¿Crees que cualquier jugador se acercaría a una chica guapa y le diría: 'Tú, ciega, idiota, bizca, si no dejas de joderme te mato'. Por supuesto que no lo haría. Los jugadores no son malos. De hecho, mi experiencia es que tienen más caballerosidad de lo habitual y no creo que haya nadie en el país que le hable groseramente a una mujer árbitro", declaró Clement.
Pese a sus esfuerzos, no consiguió que las mujeres pasasen a las Grandes Ligas. Es más, todavía es un deporte dominado por los hombres y ninguna mujer ha arbitrado en la MLB, aunque varias han estado cerca.
Destaca Berenice Gera, que en 1969 denunció a la Liga de Béisbol Profesional de Nueva York por discriminación. Tras cinco años, los juzgados le dieron la razón y entró a trabajar en la New York–Penn League (una liga menor). Sin embargo, dejó el arbitraje tras un partido. Unos años después llegó Pam Postema, otra pionera en este deporte. Es la que más alto ha llegado después de arbitrar en 1988 los entrenamientos de primavera de la Major League Baseball (MLB), una serie de partidos de exhibición anteriores al inicio de la liga. Por desgracia, no llegó a arbitrar en la liga oficial.
Por todo ello todavía es importante reivindicar la figura de Amanda Clement, fallecida tal día como hoy hace 50 años y que defendió la capacidad de las mujeres en cualquier deporte: "No hay ninguna razón por la que una mujer joven no pueda arbitrar y ser una dama perfecta. Sostengo que es tan femenino como jugar al tenis", dijo en una ocasión.