El arte y la literatura siempre han sido medios de transmisión de ideas, ya sean políticas, religiosas o sociales. De igual forma, la propaganda ha sido difundida a través de un sin fin técnicas y medios distintos. Durante la Segunda República uno de estos medios fueron las novelas rosas dirigidas a mujeres, que entremezclaban una historia romántica con un mensaje político, ya fuese socialista, comunista o incluso anarquista. Aunque han quedado en el olvido, se trataban de historias muy bien recibidas por las mujeres que sabían leer y se publicaron centenares de ellas con tiradas de más de 50.000 ejemplares (un importante logro en aquella época).
Una de las más leídas fue sin duda La Novela Ideal, relatos que se publicaban en formato revista y formaban parte de la edición de La revista blanca (1923-1936), una conocida publicación editada por los anarquistas Juan Montseny Carret y Teresa Mañé.
Cuando Ana Alonso la descubrió, le pareció "una historia increíble" y le dio la idea para escribir Los colores del tiempo (Espasa). Esta novela de ficción se ambienta en la España de la posguerra y cuenta la historia de Adela, una mujer republicana que pasa de ser costurera a maestra, y a la que los relatos rosas anarquistas le cambiaron la vida.
Tal y como cuenta Alonso a MagasIN, la protagonista, una viuda que debe criar sola a su hija, es una mujer "que ha vivido la República y la guerra como una militancia anarquista y de repente se da cuenta de que todo ese mundo se ha desmoronado. Tiene que reinventarse a sí misma y, como miles de republicanos que se quedaron en España tras la guerra, encontrar la forma mantener su dignidad sin renunciar a quién es realmente, pero aceptando la nueva realidad".
Un día, Adela lee Una mancha de carmín y se da cuenta de que es uno de aquellos libros anarquistas que tanto le gustaban, pero que ha sido modificado para pasar la censura del régimen. A partir de ahí, su vida da un giro y se adentra en aventuras que nunca hubiera pensado. Pasa de dar clase en el pequeño pueblo leonés de Pardesivil a formar parte de círculos culturales de Madrid y aliarse con mujeres muy distintas como Gloria Fuertes o Federica Montseny.
El legado de la novela rosa
Esta última era la hija, también anarquista, de Juan Montseny Carret y Teresa Mañé, y fue la primera mujer en ocupar un cargo ministerial en España durante la Segunda República. Además, escribió más de 60 títulos de La Novela Ideal. "Una mancha de carmín me la inventé yo inspirándome en los títulos reales que han llegado a mis manos", explica Ana Alonso.
"Eran libros rosas, pero también instrumentos de propaganda y hay que recordar que cada partido tenía como su colección. No destacaría ninguno en particular porque era esa literatura popular que tenía esa función sobre todo pedagógica. Lo curioso de todas ellas es cómo una típica historia de amor se puede contextualizarse de manera que transmite un mensaje de intento de concienciación social".
Para la autora de Los colores del tiempo, estos libros son "más bien una curiosidad que algo que desde el punto de vista literario haya que rescatar", pero "no hay que desdeñar la labor pedagógica que realizaron". "Como se cuenta en el libro, también durante la posguerra la novela rosa fue para muchas mujeres la forma de salir de ese ambiente opresivo en el que se encontraban y descubrir otros mundos. Ese es el papel de la literatura popular".
Su propia madre, en la que también se ha inspirado para escribir el libro, tenía novelas rosas en su casa, tanto de la época franquista como La Novela Ideal. "Hay que pensar que los lectores comunes seguramente tampoco percibían tanto cambio en las historias desde la Segunda República al franquismo. Cuando le comenté a mi madre que quería escribir sobre La Novela Ideal ella me decía que en su casa había tenido varias. Tenía mezcladas las novelas rosas de la posguerra con las anteriores y tampoco percibía mucha diferencia".
Además, en su mayoría eran escritas por mujeres, que muchas veces no tenían oportunidad de dedicarse a otro tipo de literatura. "Muchas terminaban en ese mundo de la novela rosa porque tampoco se les abrían con facilidad otras puertas. Al mismo tiempo, tenían muchísimas lectoras las mujeres e incluso si no tenían mucha formación la lectura formaba parte de su vida. Creo que es algo que no debemos olvidar cuando pensamos en la mujer durante la posguerra".
Cada trama de estas novelas podía ser diferente pero, por ejemplo en el caso de las anarquistas, "los héroes siempre reflejaban la lucha de clases". "Es interesante porque siempre había un contacto como de lucha de clases. A lo mejor es la joven que es seducida por el terrateniente latifundista y luego viene el campesino concienciado que la cuida cuando ella se queda embarazada. Había ñoñería, pero ambientada en esa lucha de clases".