El feminismo ha empezado el año de luto tras el fallecimiento de la histórica feminista argentina, Elena Tchalidy, el pasado 4 de enero. Fue una referente para muchas. Dedicó su vida a reivindicar los derechos de las mujeres y luchar contra la violencia de género.
“Grandeza” y “luchadora” son las palabras con las que sus compañeras de batalla, Ester Mancera y Virginia González Gass, la definen.
Elena Tchalidy nació en Salta (Argentina) en 1928, aunque se mudó pronto a Buenos Aires con su padre y una prima, de origen griego, donde pasó la mayor parte de su vida. Se quedó huérfana de madre a muy temprana edad. A los siete años se despidió de ella en la puerta del colegio y nunca más volvió a verla. Le dijeron que había fallecido, pero nadie le dio nunca una explicación.
Tendría quince o dieciséis años cuando conoció a Manuel Outeiriño, un joven gallego que había emigrado de España junto a su madre y su hermana. El joven limpiaba, por aquel entonces, zapatos al pie de una de las iglesias más populares de Argentina. Poco después trabajó en una juguetería y terminó siendo dueño de tres.
Outeiriño era militante socialista y fue quien introdujo a Tchalidy desde muy temprana edad en el mundo de la política. Se casaron muy jóvenes y no se separaron nunca, hasta que ella quedó viuda hace treinta años.
Elena Tchalidy empezó a estudiar Química, pero finalmente se graduó como ingeniera agrónoma y, aunque su vida la dedicó a la lucha por los derechos de las mujeres, sus conocimientos en ingeniería los pudo aplicar durante toda su carrera. En una entrevista que le hicieron estudiantes y se publicó en Enlaces Territoriales, Elena cuenta que estudió en la universidad para tener una profesión y, además, al hacerlo no sufrió discriminaciones.
Militante socialista
Una de sus compañeras socialistas fue Virginia González Gass, exlegisladora de la ciudad de Buenos Aires, quien recuerda que se hicieron amigas pronto. En esta etapa, Tchalidy tenía una escuela de jardinería y allí se reunían fuera del ámbito laboral: “Allí festejábamos Año Nuevo, los cumpleaños...”.
Tchalidy, aunque nunca ocupó un cargo público, fue candidata a senadora, diputada, legisladora… “Eran épocas en las que las políticas de alianza eran un poco complicadas en el socialismo. El partido se dividió, se creó la Confederación Socialista y ahí la conocí, en el año 77”.
Por aquel entonces ya estaba en el partido la histórica feminista Alicia Moreau de Justo, ‘la veterana’, quien introdujo y acompañó a Tchalidy en la lucha por los derechos de las mujeres.
Madres de la Plaza de Mayo
Durante la dictadura, Tchalidy organizó reuniones de mujeres y dio cobertura a las ‘Madres de la Plaza de Mayo’. Los argentinos vivían bajo estado de sitio y no podían reunirse más de dos personas. El 30 de abril de 1977 un grupo de madres comenzó a juntarse en la Plaza de Mayo para denunciar la desaparición de sus hijos.
Como no podían reunirse en la calle, lo que hacían era pasear alrededor de la plaza de dos en dos. Alicia Moreau y Elena Tchalidy comenzaron a presentar habeas corpus (reclamar información a la justicia) y a enviar información a medios de comunicación de otros países para que se conociera lo que estaba pasando. Además, Tchalidy abrió una oficina que tenía para que las madres se reunieran. Finalmente, se descubrió que los desaparecidos habían sido asesinados.
La lucha por las mujeres
En los últimos años de la dictadura, Tchalidy empezó a organizar reuniones de mujeres para hablar sobre sus derechos, jugándose la vida. González Gass recuerda que organizaron varios grupos de mujeres y en el 83 empezaron a reivindicar el divorcio. Ahí vieron lo importante que era que la mujer fuese independiente económicamente.
Uno de los problemas que también salió a relucir era el del cuidado de los hijos. Para hacerle frente, una de las iniciativas que puso en marcha Tchalidy fue la creación de una guardería que fuera autogestionable. Las mujeres podían dejar a sus hijos mientras fueran a trabajar y cuando no estuvieran en su puesto de trabajo podían acudir allí a cuidar a sus hijos y los de otras.
Para recibir ayuda del Gobierno local (financiación, comida, personal…) debían pasar seis meses, entonces Tchalidy, aprovechando sus conocimientos de ingeniera agrónoma, llevó un camión de tierra, la despositó delante de la guardería para crear un huerto y empezaron a cultivar, de tal forma que podían obtener verduras y hortalizas para alimentarse. La guardería, que lleva funcionando más de treinta años, lleva el nombre de Alicia.
Encuentros de mujeres
Tchalidy asistió a Nairobi, donde se celebró la III Conferencia Mundial sobre la Mujer (1985). La socialista González Gass recuerda que el tema que llevaron era el del trabajo doméstico. “Yo hice un refrito sobre el trabajo doméstico, que no es remunerado, cuántas horas le lleva…”. Además, subraya que el mensaje que querían transmitir era que el trabajo doméstico no es un sistema de explotación capitalista, sino social.
“Elena y yo solíamos compartir la idea de que el obrero más explotado llega a casa, se pone las pantuflas y mira la televisión. Sin embargo, la mujer más explotada, llega a casa, lava a sus hijos, hace la comida y otras tareas, y una vez las termina, entonces puede descansar”.
Un año después de Nairobi, se celebra en el Teatro San Martín (Buenos Aires) el primer Encuentro Nacional de Mujeres (1986), ahora plurinacional. Se trató de una reunión de distintos grupos de mujeres para hablar de los problemas que las afectan. Actualmente se celebran de manera anual y va cambiando la ubicación, las mujeres se reúnen durante tres días para formarse, participar en talleres y debatir.
Fundación Alicia Moreau de Justo
Alicia Moreau de Justo, histórica feminista y socialista argentina, acordó con Elena Tchalidy que cuando falleciera pondría en marcha una fundación con su nombre para continuar con su lucha contra la violencia de género. Y así ocurrió, Moreau falleció a los 101 años y Tchalidy creó entonces la Fundación Alicia Moreau de Justo. La Fundación se dedica a prestar atención psicológica y asesoramiento legal a las víctimas de violencia de género.
González Gass recuerda lo difícil que era hacer a las mujeres tomar conciencia de lo que era la violencia de género. Sin embargo, hubo un hecho que ayudó a concienciar a la sociedad. El 14 de febrero de 1988, el famoso boxeador Carlos Monzón mató a su novia tirándola por la ventana. “Ahí las mujeres empezaron a tomar conciencia de lo que es la violencia familiar”. Entonces la Fundación Alicia Moreau de Justo comenzó a trabajar con más empuje y empezaron a recibir multitud de llamadas de mujeres que querían consultar el tema de la violencia.
Por otra parte, Ester Mancera estaba colaborando en un comedor comunitario en el barrio de La Boca (Buenos Aires), un socialista estaba a cargo del local y le dijo que como le interesaba trabajar con mujeres debería conocer a Elena Tchalidy, una mujer que trabajaba acompañando a víctimas de violencia de género. El socialista armó una reunión y las presentó.
“Quiero que te vengas a trabajar conmigo a la Fundación Alicia Moreau de Justo”, recuerda Mancera que le dijo Tchalidy. “Vio que me gustaba trabajar en los barrios con las mujeres y que podía ser una buena compañera”. Compartieron su última etapa juntas, trabajando mano a mano por las mujeres. “Elena era una mujer con mucho carácter, muy determinada, si creía que las cosas se tenían que hacer así, se iban a hacer así”.
Uno de los últimos mensajes que dejó Elena Tchalidy es que “lo que tiene que hacer el feminismo es luchar por que las mujeres tengan lo que les corresponde como mujeres”. Además, incidió en que no tiene que importar la ideología cuando se habla de luchar por los derechos de las mujeres porque todas luchamos por las mujeres.