"La música es el lenguaje del alma, podemos entender tantas cosas a través de la música". Con estas palabras, la cantautora cubana Ángela Álvarez recogió el premio a la mejor nueva artista que recibió la pasada madrugada del viernes 18 de noviembre. Un galardón que la ha convertido, a sus 95 años, en la música más longeva que ha ganado nunca un Grammy Latino.
Álvarez compartió premio con la mexicana Silvana Estrada, de 25 años. La diferencia generacional entre ambas demuestra que nunca es tarde para que se cumplan tus sueños. "Ella representa el comienzo y yo el final", bromeó la cubana durante la gala de entrega de premios.
"Un sentimiento inexplicable". Esas tres palabras fueron las escogidas por la cantautora cubana para expresar lo que supone para ella alzarse con el Grammy Latino. Eso y "una alegría tremenda".
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Algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que Álvarez grabó su primer disco el año pasado, cuando ya había cumplido los 94. Este, formado por 15 canciones en forma de nana escritas por ella misma, son el culmen de toda una vida amando la música y tocando instrumentos.
Su aventura musical, tal y como explica la Agencia EFE, comenzó gracias a uno de sus nietos, el compositor Carlos José Álvarez. Fue él quien la animó a que diera el salto a la música profesional tras décadas dedicándose a ella como aficionada, en el ámbito familiar. Su nieto fue el que la convenció para que persiguiese sus sueños independientemente de su edad.
Álvarez recibió con tal alegría el Grammy Latino que arrancó a cantar una canción, como ella misma dijo, de "sentimientos felices" ante la sala de prensa del Michelob ULTRA Arena, donde se celebraron este año los principales galardones de la Academia Latina de la Grabación.
"Pedacito de patria, pedacito de cielo, eres tú mi consuelo, a ti quiero volver y contemplar tus paisajes para extasiarme de nuevo", interpretó la ya rebautizada como "la abuela de los Grammy Latinos".
Artista de nacimiento
Lo más sorprendente de Álvarez, más allá de su edad, es que nunca ha recibido formación musical. Sin embargo, a sus 95 años su voz mantiene todo el potencial y "un gran estado de forma". Ella se quita méritos y asegura que todo se debe a la gracia de Dios: "Él sabía que esto pasaría así y lo que él decida estará bien para mí. No pido más".
La cantante empezó a tocar siendo niño, de la mano de su madre y su tía. "Desde niña siempre me gustó la música. Yo tenía unas tías a las que quería mucho y que tocaban el piano. Cuando había reuniones de familia, ellas me decían 'ven para que cantes' y yo lo hacía. Eso me gustaba mucho, sobre todo cuando toda la familia aplaudía. ¡Uy, eso me emocionaba!", explica Álvarez en declaraciones a la BBC Mundo.
En el colegio aprendió a tocar la guitarra y ya siendo adolescente empezó a componer. La música siempre ha formado parte de su vida, incluso en los momentos más difíciles.
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"Cuando sentía algo que me emocionaba, empezaba a componer. Sobre todo cuando me fui de Cuba. Yo viví en Puerto Rico, que tiene el mismo clima de Cuba, y cuando iba por las carreteras y veía las cosas que me recordaban a Cuba, ahí componía. En México también compuse. Dondequiera que yo iba y me gustaba, sentía el deseo de decir lo que yo estaba sintiendo", recuerda en la cadena británica.
Todos esos sentimientos acabaron formando parte de los cuadernos, ahora raídos, de Álvarez. Y son de esas libretas de donde salieron las 15 canciones que conforman su primer álbum.
Con Cuba en el corazón
Pero la historia de esta nonagenaria está llena de luces y sombras. En mayo de 1962 tuvo que ver partir solos a sus cuatro hijos de Cuba a Miami (Estados Unidos). Ella tendría que haber volado con ellos, pero un funcionario del aeropuerto le impidió embarcar en su vuelo.
Varios meses más tarde, Álvarez consiguió viajar a EEUU, pero sus hijos siguieron formando parte de la 'Operación Peter Pan', que dio cobijo a miles de menores cubanos no acompañados, durante varios años. Para conseguir 'los papeles' y unos ingresos mínimos que le devolviesen la tutela de sus hijos, la cantautora pasó por todo tipo de trabajos no cualificados, los únicos a los que podía acceder sin hablar inglés.
Trabajó recogiendo tomates en el campo o limpiando oficinas hasta que los servicios sociales de su país de acogida le consiguieron un empleo y un alojamiento formal en Pueblo (Colorado), donde vivían sus hijos.
La reunificación familiar, según explica BBC Mundo, llegaría varios años después gracias a un programa mexicano destinado a sacar a cubanos de la isla. "Yo le conté que mi esposo era ingeniero y trabajaba en la industria azucarera y que no iba a ser carga de México. Entonces, lo sacaron de Cuba con un trabajo en un ingenio en el estado de Veracruz. Ahí le dieron una casa y entonces él me reclamó y yo fui con los niños para México", explica Álvarez a la cadena pública británica.
Ahora, la cantante confiesa que "su Cuba" sigue en su corazón.