En el apacible año de 1966, en Baskerville, California, una estudiante de enfermería llamada Lupe Hernández se encontraba inmersa en el mundo de la salud y la atención médica. Lo que no sabía en ese momento era que su ingenio y dedicación la llevarían a crear algo que se convertiría en una pieza clave para la higiene personal décadas después: el desinfectante de manos.
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La inspiración de Lupe surgió de una realidad preocupante que afectaba a muchas personas en aquel entonces: la falta de acceso a agua y jabón para lavarse las manos. Aunque hoy en día podemos dar por sentado la disponibilidad de estos recursos básicos, en los años sesenta, no todos tenían la misma suerte.
El origen de la idea
Lupe, siendo una estudiante de enfermería, era consciente de la importancia de la higiene en la prevención de enfermedades, y se propuso encontrar una solución para aquellos que no podían lavarse las manos de manera adecuada.
Fue así como Lupe Hernández ideó una fórmula que cambiaría la forma en que nos cuidamos. Observó que el alcohol en forma de gel podría ser una alternativa efectiva para desinfectar las manos cuando el acceso a agua y jabón era limitado.
Su mente creativa y su deseo de hacer una diferencia la llevaron a experimentar y perfeccionar la receta hasta encontrar la mezcla adecuada que proporcionara una limpieza efectiva sin necesidad de agua.
En 1966, Lupe presentó su innovador desinfectante de manos y obtuvo la patente correspondiente. Este hito marcó el comienzo de una revolución en la higiene personal, proporcionando una solución práctica y accesible para millones de personas en todo el mundo.
La pandemia del Covid-19
La importancia de la invención de Lupe Hernández se hizo aún más evidente durante la pandemia de la COVID-19, que estalló en el año 2019. El virus altamente contagioso puso de manifiesto la necesidad imperante de mantener las manos limpias como una medida crucial para prevenir la propagación de la enfermedad.
En este contexto, el desinfectante de manos se convirtió en un aliado indispensable en la lucha contra el virus. Durante este período, la demanda de desinfectantes de manos se disparó, y Lupe Hernández se convirtió en un ícono inadvertido de la lucha contra la propagación del virus.
Su invención, concebida décadas atrás con el propósito de ayudar a aquellos que no podían lavarse las manos fácilmente, se volvió esencial para personas de todas las edades y estratos sociales.
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La simplicidad y eficacia del desinfectante de manos de Lupe Hernández se destacaron durante la crisis sanitaria. Su invención no solo se convirtió en un elemento crucial en la prevención de enfermedades, sino que también simbolizó la importancia de la innovación y la perseverancia, especialmente en momentos difíciles.
El papel del Lupe Hernández
El legado de Lupe Hernández no solo radica en su invención revolucionaria, sino también en su capacidad para identificar y abordar problemas de salud pública.
Contribuyó no solo a la mejora de la higiene personal, sino también a romper barreras y demostrar que las ideas innovadoras pueden surgir de cualquier rincón del mundo.
La historia de Lupe Hernández es un recordatorio poderoso de cómo una mente creativa y dedicada puede marcar la diferencia en la vida de millones de personas. Su desinfectante de manos, concebido en la década de 1960, se convirtió en un salvavidas durante la pandemia de la COVID-19, subrayando la importancia de la higiene personal y la innovación en la salud pública.