Gabriele Münter, la pintora expresionista que desafió a su generación

Gabriele Münter, la pintora expresionista que desafió a su generación Cedida

Magas-Mujeres en la Historia

Gabriele Münter, la pintora expresionista que desafió a una generación y a la que el museo Thyssen rinde tributo

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Gabriele Münter (Berlín,1877— Murnau,1962) no era una artista convencional. Ni lo pretendía. Su obra no busca complacer ni se detiene en la mera representación de lo visible: es un pulso entre la emoción y la forma, un diálogo intenso entre la naturaleza y el espíritu.

Pionera del expresionismo alemán, Münter fue una figura clave del movimiento El Jinete Azul (Der Blaue Reiter), el legendario grupo de artistas expresionistas con sede en Múnich. Aunque su arte no se limitaba a seguir corrientes o escuelas, era una búsqueda personal de su mundo interior, una investigación más allá de lo evidente.

No era una artista que se conformara con observar el mundo: lo vivía, lo filtraba a través de sus emociones y lo devolvía en forma de colores vibrantes sobre la tela. Aunque su nombre estuvo a menudo ensombrecido por sus contemporáneos masculinos, su legado no sólo perdura, sino que vibra, desafía y nos obliga a mirar de nuevo.

El Museo Thyssen de Madrid ha organizado la primera retrospectiva de esta artista en España, con más de 145 pinturas, dibujos, grabados y fotografías. Gabriele Münter: la gran pintora expresionista nos invita a descubrir una obra que abarca desde principios del siglo XX hasta los años 50.

El propósito de esta exposición es dar a conocer a una de las artistas más relevantes de la colección, aunque poco conocida fuera de Alemania. Durante mucho tiempo, Münter fue reducida al papel de "la mujer de Kandinsky". Esta muestra busca reivindicarla como una artista independiente, destacando su trabajo artístico y conceptual.

Un camino a contracorriente

Hablar de Gabriele Münter es hacerlo de una mujer que supo abrirse camino en un mundo diseñado para excluirla. Nacida en Berlín, en una época que restringía las aspiraciones de las mujeres al ámbito doméstico, Münter decidió romper con las reglas.

A los 21 años emprendió un viaje de dos años a Estados Unidos junto a su hermana. Durante ese tiempo, compró una cámara Kodak con la que registró todo aquello que captaba su atención. Aunque aún no había decidido convertirse en artista, la fotografía se sumó de forma muy significativa a su vida.

Münter viajó a Estados Unidos y fotografío todo lo que llamaba su atención

Münter viajó a Estados Unidos y fotografío todo lo que llamaba su atención Cedida

Este espíritu inquieto la convirtió en una mujer abierta al cambio, exploradora de todo tipo de artes. A lo largo de su carrera, creó autorretratos y fotografías en las que proyectaba su sombra, explorando el mundo que la rodeaba. Su interés por capturar instantes, vistas urbanas y el mundo laboral se reflejaría más tarde en su pintura, estableciendo un diálogo entre ambas disciplinas.

Münter rompía con las limitaciones impuestas por su tiempo y con los estándares que se esperaban de una mujer. Utilizó sus autorretratos para construir una identidad propia, alejada de los roles tradicionales de principios del siglo XX. Fumaba, practicaba deporte, convivía con hombres casados. Era una mujer muy revolucionaria para su tiempo.

Una vida itinerante

En una época en la que las mujeres no eran admitidas en muchas academias de arte, Münter estudió en instituciones alternativas. Tras regresar de Estados Unidos, ingresó en la escuela Phalanx, fundada por Kandinsky. Al poco tiempo, se enamoraron y juntos viajaron por Europa y el norte de África, instalándose en París durante un año. 

Empezó a desarrollar un estilo único, donde los colores hablan más que cualquier palabra. En Murnau, un pequeño pueblo bávaro que se convirtió en su refugio artístico, encontró inspiración en la pintura sobre vidrio típica de la región. Sus retratos adquirieron colores más intensos, y las naturalezas muertas se impregnaron de espiritualidad. 

Münter produjo paisajes, retratos y obras simbólicas durante su exilio en Suecia

Münter produjo paisajes, retratos y obras simbólicas durante su exilio en Suecia Cedida

Los viajes con Kandinsky, la época expresionista y la Primera Guerra Mundial marcaron profundamente su vida. Obligada a exiliarse en Suecia durante cinco años, continuó comprometida con el arte, explorando nuevas influencias. Allí produjo paisajes con figuras, retratos por encargo y obras simbólicas que exploraban el estado de ánimo, especialmente el de las mujeres.

Al regresar a Alemania, su círculo artístico se había desvanecido. Kandinsky, de vuelta en Rusia, había iniciado una nueva relación. Münter centró entonces su atención en el dibujo y en retratar a mujeres libres y emancipadas, reflejo de su entorno.

Salas del Museo Thyssen dedicadas a la obra de Münter

Salas del Museo Thyssen dedicadas a la obra de Münter Cedida

Su vida itinerante la llevó por Berlín y París antes de asentarse definitivamente en Murnau. Tras la Segunda Guerra Mundial, su arte fue redescubierto progresivamente, y numerosas exposiciones comenzaron a reivindicar su figura. Algunas de sus últimas obras fueron versiones de trabajos anteriores, donde reflexionaba sobre su trayectoria.

La otra parte del relato

Ser mujer y artista en aquella época significaba rebelarse contra las expectativas sociales. Las viñetas satíricas del momento mostraban a hombres diciendo: "Hay dos tipos de mujeres artistas: las que quieren casarse y las que no tienen talento". En este contexto, muy pocas mujeres podían dedicarse profesionalmente al arte. Sin embargo, Münter rompió con esta resistencia.

Participó activamente en la Nueva Asociación de Artistas de Múnich y formó parte del colectivo El Jinete Azul, rechazando las convenciones académicas y explorando la espiritualidad en el arte. Su obra sigue siendo aclamada por su uso vibrante del color, su sensibilidad hacia el arte popular y su papel pionero en el expresionismo. Hoy, Münter es reconocida como una de las artistas más importantes del arte moderno alemán.

Cuando se enamoró de Vasili Kandinsky, él estaba casado. Una vez más, ella desafió las convenciones sociales y decidió vivir con él, lo que desató un escándalo. Para una mujer de clase acomodada, se esperaba un destino muy distinto. Münter tomó decisiones que subvirtieron los cánones, pero que también la apartaron de la aceptación social.

Estos estereotipos han influido en la percepción de su legado, a menudo opacado por la figura de Kandinsky. Sin embargo, Münter no vivió a su sombra. Incluso después de su separación, continuó desarrollando su carrera artística, luchando contra las dificultades de ser mujer en un ámbito dominado por hombres. Su vida romántica no definió su arte: fue su compromiso con la creatividad lo que marcó su lugar en la historia.