En la familia de Eulalia González (57 años) la carrera policial corre en la sangre. "Mi padre y todos sus hermanos, mi abuelo y mi bisabuelo… He vivido siempre rodeada de policías", cuenta. Y, sin embargo, ella nunca imaginó llegar a vestir el uniforme. "Pese a tener ejemplos tan cercanos, yo creía que no había mujeres en la policía y no me lo planteaba como una opción", recuerda. Estudió periodismo casi por descarte -"no tenía mucha vocación pero la carrera me gustaba"- pero se desilusionó pronto con la profesión: "Te pagaban tarde y mal", bromea. Ahora, Eulalia González es comisaria principal de la Policía Nacional, subdirectora general del Gabinete Técnico y una de las dos mujeres en la cúpula del cuerpo.
Recogió el testigo de su padre poco tiempo después de acabar la carrera de periodismo y se convirtió en la primera mujer de su familia en dedicarse a la profesión. "Fue él quien me dijo que sí había mujeres en la policía, que por qué no miraba las condiciones, que a lo mejor me podía interesar. Yo no había pensado nunca en entrar en el cuerpo, no sabía que una mujer podía ingresar en la policía, pero después de hablarlo con mi padre lo miré y me gustó". Ingresó en la escuela de Ávila en 1987, con 24 años, y descubrió su vocación. "Me encanta, lo vivo con mucha ilusión y, mirándolo ahora, no lo hubiese dejado por nada, ni lo cambio por otra profesión", dice.
Allí pasó los siguientes dos años, el primero viviendo en la academia, y el segundo en un piso compartido con dos de sus compañeras. En su promoción eran 37 alumnos y sólo cinco eran mujeres. "Es verdad que éramos muy pocas pero nunca he tenido ningún problema, ni he sentido ninguna dificultad añadida o discriminación por ser mujer", recuerda. "Eso no quiere decir que no la haya habido, mis compañeras que entraron en 1979, que fueron las primeras en abrir camino, han tenido que sufrir actitudes de todo tipo".
P. ¿Por ejemplo?
R. Paternalismo, machismo… pero no sólo dentro de la policía, sino en la sociedad. Iban por la calle y la gente no se creía que eran policías porque eran mujeres. Ellas tuvieron que romper esa barrera de las primeras veces. Una vez superada, las cosas se empezaron a ver con cierta normalidad.
Antes de 1979 no había mujeres en la policía. En 1978, en plena Transición, el BOE del 14 de marzo publicó la convocatoria de las primeras pruebas de selección para el entonces Cuerpo General de Policía, en las que se reservaban cien plazas para "miembros femeninos". Un año después, el 30 de junio de 1979, juraron el cargo 42 mujeres.
Desde entonces, mucho ha cambiado y, en la actualidad, las mujeres representan un 15% del total del cuerpo de la Policía Nacional. "A inicios de los años noventa representábamos un 1%. El avance ha sido notable". Una revolución que está empezando en las nuevas generaciones que acceden a la academia. "Entre los que ingresan en la escala básica hay cerca de un 25% de mujeres y si miramos en la escala ejecutiva, la cifra sube al 40%. Son muchas y es muy buena señal", dice orgullosa.
Para ello también ha contribuido la Oficina Nacional para la Igualdad de Género, creada en 2018, dedicada a la igualdad de género en todos los ámbitos de la policía nacional y de la que Eulalia González también es responsable. "Es una de las cosas de las que más me siento orgullosa de haber impulsado", dice con una sonrisa. "Estamos haciendo un estudio que arrojará muchos datos valiosos cuando lo terminemos, para saber quiénes piden los permisos, quiénes ascienden, quiénes hacen cursos de formación… Cuando sepamos todo esto será más fácil saber qué hay que hacer para fomentar la igualdad", explica.
A lo largo de nuestra conversación, Eulalia recalca que no ha tenido más trabas en el camino por ser mujer, pero escuchando la determinación con la que habla, no es difícil imaginar que las hubiese superado, una tras otra, si hubiese hecho falta. Esta madrileña es una mujer determinada y hecha a si misma que, en sus palabras, se limitó a trazar un camino y a seguirlo. Y así, escuchando como lo dice, parece hasta fácil.
"Hay muchas oportunidades de ascender y desarrollar una carrera dentro de la policía, si uno quiere y se aplica. Lo bonito cuando entras en una organización es aspirar a lo máximo. Fue lo que hice yo. Mis hijos llevan toda la vida preguntándome cuando voy a dejar de estudiar", cuenta entre risas.
Corresponsabilidad, la clave
Sin embargo, Eulalia sí reconoce que detrás de cada ascenso tiene que haber un soporte familiar que no siempre existe. "Las posibilidades de ascender son reales y están ahí, pero luego cada uno, con sus circunstancias, tiene que valorar si puede hacerlo, si encaja con su vida", explica. "Desarrollar una carrera en esto exige sacrificio. Hay horarios dispares, lo más normal es que te cambien de residencia… y es verdad que algunas mujeres lo pueden tener más difícil porque estamos acostumbrados que sean ellas las que renuncien a sus metas por su familia”.
En su caso no fue así. Su marido, con el que lleva 30 años casada y 10 más de novios, siempre ha sido un apoyo fundamental. Él la ha animado a seguir creciendo y la ha seguido allí donde hizo falta. "Nos casamos, él se vino conmigo a mi primer destino, en Barcelona, luego nos volvimos a Madrid. Cuando me nombraron comisaria me fui a Tenerife y él se pidió una excedencia. Siempre hemos estado toda la familia junta y gracias a eso no he tenido ningún problema", recuerda. "Mi marido ha sacrificado muchas cosas de su trabajo para que yo pudiera ascender en el mío. Es una decisión personal, que cada uno tiene que valorar".
P. ¿La corresponsabilidad es el primer paso para la igualdad?
R. Sin duda. Si no existe en tu casa, en tu entorno, es muy difícil. Sin el reparto de tareas, sin el apoyo familiar no se puede. Sin corresponsabilidad es imposible llegar a la igualdad real.
P. ¿Medidas como igualar las bajas de paternidad ayudan?
R. Por supuesto. Cuando se tiene un hijo, aunque sólo las mujeres podemos dar a luz, la responsabilidad es de los dos. Y más en los tiempos en los que estamos, que los dos trabajan fuera de casa, tienes que organizar tu vida en ese sentido. La responsabilidad de los primeros meses de un hijo no puede ser solo de la madre. Los hombres tienen que vivirlo también.
Su primer destino fue Barcelona, en la recién estrenada Unidad de La Mujer, que empezaba a dedicarse a los temas de violencia de género entonces. "En las primeras unidades dedicábamos agentes del sexo femenino exclusivamente a estas labores, de estar en contacto con mujeres en riesgo, o maltratadas porque, en ese momento, en que todavía no había tanta sensibilización para este tema, las mujeres se sentían más cómodas para denunciar".
Pese a todos los avances, la violencia de género sigue siendo una lacra difícil de erradicar, que sobrepasa ya las 1.000 víctimas mortales desde que se empezó a hacer recuento, en 2003. "Se ha hecho mucho desde entonces pero, más que las medidas policiales, importa la educación, el cambio de mentalidades", dice.
Para ello, la Policía Nacional imparte algunas charlas en colegios con la intención de concienciar a los más jóvenes sobre el problema. "Se adaptan a la edad de los participantes e intentamos romper estereotipos y llamarles la atención para determinadas situaciones que ya tenemos incorporadas como normales y que no lo son. Que aprendan a identificar situaciones de acoso, de control, entre ellos mismos, y que pidan ayuda, para que no llegue a más”.
La importancia de los referentes
Eulalia fue la primera mujer de su familia en ingresar al cuerpo nacional de policía y el referente, -que ella no tuvo-, para que otras siguieran sus pasos. Detrás de ella fueron su hermana pequeña y su hija, de 28 años. Y, a juzgar por los dibujos que cuelgan de la pared de su despacho, donde recibe a MagasIN, sus sobrinas recogerán el testigo. Entre parches de policía de otros países y ciudades, hay hojas de papel coloreadas con agentes de policía uniformadas, de coleta alta y sonrientes. "A mis sobrinas y a mis sobrinos les tengo a todos convencidos ya. Todos quieren ser policías", cuenta riéndose.
En ese despacho luminoso, presidido por la bandera de España y la foto de Felipe VI, Eulalia pasa la mayor parte de su tiempo. La pandemia del coronavirus vino a cambiar algunos procesos de trabajo, pero la adaptación fue rápida. "Hay cosas que no se pueden hacer desde casa y por eso algunos, como yo, seguimos viniendo a trabajar a la oficina. Pero hemos adaptado muchas cosas para que vengamos menos personas y podamos minimizar los riesgos. Nos coordinamos, hacemos muchas reuniones por videoconferencia e intentamos organizarnos para que la gente no termine trabajando todo el día. Al final funcionamos muy bien y el trabajo sigue saliendo".
P. ¿En qué consisten sus labores?
R. Me encargo de la asistencia y apoyo al director general. Como somos un órgano muy transversal aquí entran situaciones de todo tipo, desde responder a preguntas parlamentarias, a las quejas del defensor del pueblo, o cuestiones de transparencia y el área de derechos humanos e igualdad.
Al lado de la mesa donde trabaja, junto a la ventana, hay una mesita más pequeña con unos 15 cochecitos de policía de juguete y un ‘playmobil’ de una mujer policía. "Son de mi hijo pequeño. Siempre que me iba de viaje le traía uno y ahora que ya no los quiere pues me los he traído aquí". Él, con 26 años, también seguirá los pasos de su madre. "De pequeño se sabía hasta las categorías de los puestos", cuenta.
Eulalia asegura que ella no ha influido en la decisión de ninguno de su dos hijos pero no esconde su orgullo. "Los hijos hacen caso a todo el mundo menos a sus padres. Pero claro que me alegro de que los dos quieran ingresar en la policía. Sobre todo que hagan lo que les gusta. Ahora ya somos cinco generaciones".
Nadie sabe mejor que Eulalia la importancia de los referentes. Ella, que nació en una familia de policías y no sabía que una mujer podía aspirar a serlo, fue luego el espejo donde su hermana y su hija se pudieron mirar. "El año pasado se celebraron los 40 años de la mujer en la policía. Tuvimos muchas iniciativas y lo hicimos para darle la visibilidad que se merece, que se vea que hay mujeres en todas las escalas, que estamos en puestos de responsabilidad y en todas las categorías", recuerda. "Es importante que podamos ser un referente para las niñas, que vean una salida profesional dentro de la policía porque la profesión es muy variada y tienen muchas posibilidades de desarrollo", añade.
Una salida que cada vez más aparece en el horizonte de las más pequeñas. "El otro día vi una encuesta de estas que hacen a los niños de qué quieren ser de mayores: en los niños, policía aparecía de tercero y en las niñas había subido de la octava a la cuarta posición. Por eso la visibilización es tan importante, para que sepan que no hay profesiones de niños ni de niñas. Pueden ser lo que ellos quieran".
En este sentido, la Policía Nacional desarrolla sus campañas de participación ciudadana, en colegios, con charlas para dar a conocer sus labores y despertar la curiosidad en los más pequeños. "El cuerpo tiene 200 años. Nosotras ingresamos en 1979 y ya hay un 15% de mujeres, de los cuatro puestos más importantes que hay – Director Adjunto Operativo y tres subdirectores – dos somos mujeres. Con el tiempo llegaremos".
Preguntada por las cuotas, Eulalia González dice no estar a favor porque "creo que las personas tienen que estar en los puestos por su valía, no por ser hombre o mujer". Pero, en cambio, sí defiende que los equipos deben ser mixtos: "En los equipos tiene siempre que haber mujeres porque hay que buscar la diversidad".
Tras más de 30 años de carrera en la Policía Nacional, a la hora de mirar atrás y ver el recorrido, Eulalia no esconde el orgullo, sobre todo el que ve reflejado en la cara de sus padres. “Han estado en todas mis juras y no sabes lo que es eso para ellos, un orgullo enorme. Sobre todo para mi padre, que nunca ascendió, verme a mí en este puesto… está muy contento”, cuenta.
Eulalia González ha llegado a donde se ha propuesto llegar y quizás ahora, como le preguntaban sus hijos, deje de estudiar. "A lo mejor ahora, sí", dice entre risas. "Estoy muy a gusto, muy contenta con todo lo que he hecho".