Rocío Caparrós (42 años) vive casi a la velocidad de la luz. Se levanta muy temprano y a las seis de la mañana ya está recorriendo las calles de Sevilla, su centro vital desde hace años. Ocho kilómetros que la mantienen "viva y equilibrada". Una especie de sol alrededor del cual gira todo su universo. De hecho, esta experta en Derecho del Espacio Ultraterrestre asegura que si le dieran a elegir un lugar en toda la galaxia donde asentarse, Andalucía siempre sería una opción (aunque no la única).
Es desde hace siete años la responsable de Relaciones Institucionales de Airbus en la capital andaluza, pero su formación es casi única en España: "No quería seguir una rama del Derecho donde ya había muchos profesionales y preferí explorar nuevos espacios. El espacio ultraterrestre era algo novedoso, exótico, para la humanidad y para el mundo del derecho".
Y lo exótico fue especializarse en cómo se debe regular todo lo que pasa más allá de 90 kilómetros de alto desde el asfalto de la calle. En su momento ella era casi única en nuestro país pero el futuro ya está aquí y los letrados ultraterrestres empiezan a surgir con fuerza.
"En los últimos años ha empezado a crecer el número de especialistas porque es una necesidad imperiosa ir regulando tanto lo que puede acontecer allí como el efecto que pueden tener las actividades que, aún desarrolladas en la Tierra, tengan su impacto a partir de 90 kilómetros de altura".
Antes de entrar en la Facultad de Derecho se planteó ser arquitecta, pero finalmente decidió que quería "ejercer de jurista, una especie de arquitecto de la ley", como ella misma lo define. Y en este caso, tiene que construir [normas] sobre un espacio vacío, donde está todo por definir pero que ya forma parte de nuestras vidas.
Por eso, desde ese interés por lo espacial y por lo legal, insiste en que este derecho no es una cosa de película, ni de ciencia ficción y mucho menos de un futuro muy a largo plazo: "Aunque parezca lejano en el tiempo hay que ir pensando en dar respuesta a preguntas como ¿con qué pasaporte volamos al espacio? o ¿es obligatorio que un satélite esté asegurado?", ejemplifica.
De hecho, Rocío Caparrós es una de las pocas personas en España que puede hablar con conocimiento de causa puesto que no sólo tiene la formación sino también la experiencia para alertar de que hay que ir formando ya a legisladores ultraterrestres: "El derecho del espacio se da muy de pasada en la universidad, no hay oportunidad de flechazo pero es muy importante".
La conquista del espacio, como se llama desde hace mucho tiempo a la carrera de algunos países más avanzados por ganar el espacio, no lleva intrínseco sólo una cuestión de poder estatal, sino también mucho dinero en juego que supondrá el control de materias que pueden ser claves para el desarrollo de la sociedad.
"El espacio ultraterrestre es una dimensión que se impone en nuestras vidas. Hay muchas expectativas y proyectos que pasan y pasarán en ese escenario. Hay intereses de estados y empresas. Pensemos en la cantidad de recursos que se pueden encontrar allí arriba, por ejemplo, en los obtenidos a través de la minería espacial, habrá que establecer una Alta Autoridad que gestione que sean accesibles a todos los estados con independencia de que puedan o no acceder al espacio".
La pandemia, entre otras crisis que se han vivido últimamente, ha demostrado la dificultad que tienen las organizaciones internacionales para imponerse ante los intereses de determinados estados o empresas. Por eso, es difícil imaginar que pueda existir cierto consenso a la hora de regular el espacio exterior.
Sin embargo, Rocío Caparrós tiene claro que "no hay otra opción más que el acuerdo y una gobernanza multilateral y global" y que ya tenemos modelos a lo que podría asemejarse la legislación de las estrellas: "Una fórmula que podría inspirarnos es la zona económica exclusiva que establece el Derecho del Mar".
En este momento, el trabajo de estos especialistas no es tanto regular lo que ocurre ahora en ese universo sino prever las normas que marcarán su colonización en pocos años: "El derecho del espacio ultraterrestre se aplica donde no existe la soberanía de los Estados, a unos 100 kilómetros, que es aproximadamente la distancia que hay entre Sevilla y Córdoba. Es patrimonio común de la humanidad y es necesario el derecho para anticipar situaciones a que nos pueden llevar los avances tecnológicos o para frenar a potencias que podrían tener muy fácil el acceso a esa dimensión", advierte.
Los juristas como ella llevan años trabajando en fórmulas para una actividad donde hay mucho dinero en juego y, sobre todo, la posición de liderazgo: "Lo ideal sería que en la futura exploración y utilización del espacio la fórmula de éxito fuera el partenariado público privado, que Estados y empresas unieran recursos para llevar a cabo una exploración responsable, sensata, respetuosa con el Derecho Internacional Público, siempre, en beneficio de la Humanidad".
De hecho, existe ya un comité dentro de Naciones Unidas, COPUOS, donde se cocinan estas normas. "Es un comité hibrido compuesto por juristas y especialistas técnicos en materia espacial. Se trata de una rama de Derecho Internacional Público, el papel de Naciones Unidas y la voluntad de los Estados es crucial".
Y pide, aunque sólo sea por una vez en la historia de la humanidad, amplitud de miras: "Hay que articular respuestas jurídicas a realidades que aún están más en el futuro que en el presente", advierte.
Con una especialización tan novedosa, es normal que esta jienense haya hecho la mayoría de su carrera fuera de nuestro país y tuvo la suerte de ir de la mano de uno de los impulsores de este sector. "Gabriel Lafferranderie, a quien conocí cuando entré a la Agencia Espacial Europa en París, era el presidente el Centro Europeo de Derecho Espacial y exdirector del Departamento Jurídico. Con él trabajé los últimos años de su carrera y di los primeros pasos en la mía. Marcó mi trayectoria profesional, fue una experiencia vital".
De esos años, Rocío tiene claro que lo importante "es evitar la rigidez, apoyarse en una estrategia y ser lo más humano posible en todo lo que se haga", aunque estemos hablando del mundo extraterrestre.
De un pueblo de Jaén...
Rocío Caparrós siempre ha sido capaz de subir a las estrellas y bajar desde cualquier punto del planeta, hasta desde un pueblo de Sierra Mágina (Jaén), Belmez de la Moraleda, de 1.500 habitantes, donde nació.
Sabe que el entorno y lo que vives en la infancia te condiciona mucho, y a ella le ha marcado el ímpetu creador e inventor de su abuelo. "Crecí escuchando que mi abuelo inventó una máquina que se patentó en Italia llamada "Inveni&Caparrós" y que había sido una revolución en el proceso de extracción del aceite de oliva. Probablemente eso despertó mi interés por lo científico".
Es fácil adivinar que, de tanto mirar al espacio, le hubiera gustado explorarlo: "Me hubiera encantado ser astronauta porque he tenido la oportunidad de trabajar cerca de varias y son mujeres inteligentes, resolutivas, pragmáticas que tienen la capacidad de ver y analizar el mundo desde diferentes ópticas. Ser astronauta no es solo volar al espacio, es una actitud".
Una actitud que ella trata de imponer en su día a día aunque haya tenido que pasar del espacio al sector aeroespacial y de defensa con Airbus también por una estrella, esta vez chiquitita: "Fue cuando nació mi hija Triana, a la que he criado yo sola".
Ahora sigue por el camino estelar siendo una especie de "diplomática de empresa" en Airbus para "hacer que la sociedad sea sensible a que somos una empresa estratégica para el desarrollo económico y social del país" y una especie de "traductora de lo que hacen y deciden los ingenieros para que se entienda en el mundo institucional o político y eso fructifique". Siempre con proyectos que sitúan a esta compañía a la cabeza de la vanguardia tecnológica.
No se cansa de mirar hacia arriba y sigue pensando que los viajes al espacio serán pronto una realidad para cualquiera, no sólo un privilegio de los científicos o los ricos: "Los que viajen al espacio no siendo funcionarios civiles internacionales son turistas que buscan vivir una experiencia exótica, no van a una misión científica. Lo ideal sería que todo el mundo pueda tener acceso a los viajes espaciales en igualdad de condiciones y lo más pronto posible".
Crisis como la que estamos viviendo lleva a muchos a pensar que no se estaría mal volar a otra dimensión fuera de toda esta pesadilla. "En la pandemia, me acordaba de lo seguros que estaban en la Estación Espacial Internacional y me preguntaba por lo que estarían pensando los astronautas sobre este maldito virus", bromea Rocío siendo muy consciente de que ella podría ser muy feliz en cualquier punto del espacio: "Siempre he soñado con ir para mirar lo pequeña que es la Tierra en el Universo y relativizar los problemas".
Desde 2018, forma parte del Foro Masmujeres donde, entre otras cosas, apuestan por crear figuras de referencia para ayuden a las niñas a llegar más alto que la Luna. "Tengo muy claro el impacto positivo que provoca en los niños y las niñas tener referentes por lo que apoyo cualquier foro, iniciativa o movimiento que considere que la mujer está tan capacitada como el hombre y que, en consecuencia, fomente la igualdad laboral".
Aunque estudió Derecho, donde la presencia de mujeres es más o menos parecida a la de hombres en las clases, ahora trabaja como directiva en un sector, el tecnológico, donde no siempre se da una proporción tan similar. "Hay que ser consciente de que las carreras no tienen género y que los puestos de dirección tienen que distribuirse de forma equitativa. Si partimos de un desequilibrio en la igualdad de oportunidades hay que promover que todos lleguemos".
En esos territorios con muchos "hombres de pelo gris", como ella los llama, Rocío ha apostado por convertir cualquier sensación rara en un impulso para defender "que el equilibrio sea la normalidad". "La actitud, la predisposición y el talento no entienden de género", advierte.
Es una amante de los libros, donde seguramente tuvo su primer contacto de pequeña con el espacio, y, en un sentido muy amplio, una ciudadana del universo puesto que está segura de que podría vivir en cualquier sitio, literalmente: "Creo que el lugar es lo de menos, lo importante es la actitud. He sido muy feliz en los sitios donde he estado: Leiden, París, Jaén, Belmez y Sevilla... Pero tras esas experiencias, fijaría una primera residencia en Andalucía y una segunda en algún lugar del espacio ultraterrestre".