Son las 21:30 horas y Lisette Oropesa (Nueva Orleans, 1983) descuelga el teléfono desde cualquier ciudad del mundo. “Hello, hola, no, no estoy en New York [ríe], estoy en Milano para I Capuleti e i Montecchi, que se va a representar en alla Scala”, responde amablemente y en la misma frase utiliza un alegre español con acento cubano, un inglés americano muy cerrado y un italiano septentrional diríamos, modulado. “Acabamos de empezar los ensayos en el escenario del teatro, las semanas anteriores los hemos hecho en otro lugar en las afueras, por primera vez lo hacemos ya con la puesta en escena final”.
Su debut en el Teatro Real de Madrid fue hace cinco años, con la interpretación de Gilda, la hija de Rigoletto -su papel más representado-, que fue muy aplaudida. Sin embargo, lo que nunca olvidará será su actuación más reciente, La Traviata de Verdi en el 2020 -con una ocupación del 70% y todas las restricciones que acuciaban en una época en la que el coliseo de Madrid era el único que permanecía abierto en toda Europa-, “cuando bisé l’aria del final que canta Violetta [se refiere a Addio del passato, en el acto tercero, una despedida de los recuerdos del pasado]… tengo un algo muy especial con el Teatro Real, es un público que me encanta”. No en vano, hizo historia al tratarse de la primera mujer que hizo un bis en el Teatro Real. Los aplausos se escuchaban hasta desde fuera del templo madrileño, según cuentan algunos trabajadores.
“Mi familia es de Cuba, pero tengo bisabuelos españoles, de Segovia y Barcelona concretamente. La mitad de mis raíces son españolas y no sé si es algo especial que tenga el público español con otras cantantes latinas, pero a mí me ha recogido, me ha abrazado. Por eso, cuando me invitaron el año pasado al Teatro de la Zarzuela para las arias [romanzas] de las zarzuelas españolas y cubanas dije que claro que sí, y volveré a España cada vez que sea posible”.
"Cuando me invitaron al Teatro de la Zarzuela dije que claro que sí y volveré a España cada vez que sea posible"
Oropesa cuenta cómo su madre llegó a los Estados Unidos el simbólico “año 1968”. Su padre “en los años ochenta” y ella nació “americana y en 1983. En los Estados Unidos yo diría que tener padres de otro país es lo normal, bueno, sobre todo en Nueva York más que en Louisiana, y más que nada es un orgullo”.
Cuando era joven, estudió flauta durante doce años, algo que algunos críticos han relacionado con su técnica, la práctica de este instrumento de viento. “Dejé de tocar cuando tenía 18 o 19 años y todavía toco de vez en cuando. No tengo mucho tiempo para seguir con ello, claro, es un instrumento de viento y tiene algo que ver con cantar… El registro de la flauta, la altura, es parecida al tipo de canto que yo hago, no tan alto como la flauta, pero hay algo de rapport con los agudos, y claro que me ha ayudado en mi formación”.
Después de ganar las audiciones del Consejo Nacional de Met Opera, Oropesa ingresó en el Programa de Desarrollo de Artistas Jóvenes de Lindemann y se mudó a la ciudad de Nueva York. Cantó su primer papel importante, Susanna de Le Nozze di Figaro, en el Met, a la edad de 22 años. Actualmente, tiene un amplio repertorio y, junto a Ermonela Jaho, Sondra Radvanovsky y Ana Netrebko, es sin duda una de las divas operísticas más cotizadas del mundo.
Su aparición suscita siempre interés allá donde llega para la prensa generalista, la especializada y para el gran público. Sorprende saber que ella es una corredora nata [ha completado seis maratones y es defensora del fitness]. Ya no sale a correr cada día, pero explica a MagasIN “siempre he corrido tres veces por semana, a menos que haya alguna razón que me impida salir”. Cuando lo hace, “no llevo mi teléfono ni llevo auriculares, intento pensar sólo en mi respiración, en la Naturaleza… Correr es como meditar, a veces cuesta trabajo lo cotidiano, puede ser tan estresante”.
Cuidar cuerpo y mente
Pocas personas saben, más allá de los expertos, el espectacular esfuerzo físico que supone llevar a cabo una representación operística. “Claro, tiene que ver con la respiración, pero también con la salud del cuerpo y la salud mental. Hay que memorizar mucha música, puesta en escena y actuación, hablar diferentes idiomas, hay que estudiar muchísimo para hacer este trabajo”, reconoce. “En realidad un cantante nunca deja de trabajar y piensa que además nuestra herramienta es parte de nosotros, tú vas a tu casa y no desconectas, te llevas tu voz, no puedes abandonarla nunca… tenemos que practicar mucho, es difícil separar la voz y el canto”.
Admite que a menudo los cantantes de ópera están “siempre escuchándonos, pensando en cómo estás, qué has comido, si tienes dolor de cabeza… ¡y ahora más que nunca!”. Ella no ha pasado por la Covid-19, pero esta época ha sido muy complicada por los cuidados y también por los cambios constantes.
“Ahora la rutina no la tenemos más, vivimos de día en día con los cambios que ocurren constantemente: hoy por ejemplo, por la noche me dicen que tengo que empezar mañana a las diez o a las cuatro. No tengo control de nada, porque cada dos días están cambiando las leyes… trato con toda la fuerza que tengo de mantener algún tipo de control o agency [acción, procedimiento] o fuerza de voluntad en mi vida”. Intenta cuidarse bien físicamente y protegerse mentalmente “no leer cosas que me afecten mucho, no estar triste por cosas que no podemos controlar más”.
Ha decidido, a pesar del riesgo, seguir trabajando. Para ella, es una responsabilidad porque “hay gente que necesita esto más que nunca, la música, la belleza y transportarse”. En su visión, “una cantante, un artista, no pueden pensar todo el tiempo en lo malo… ya nos costaba trabajo antes, ahora más. Este trabajo ya era de los más duros del mundo, ahora es más difícil todavía, no somos enfermeros, no somos doctores ni médicos. La parte de reflexión es que la presión que tenemos cada día sólo por hacer una función se relativiza, a veces pienso que las funciones no son tan importantes, hay cosas más importantes”.
"Aproximadamente, cada quince años, hay una artista que se hace famosa por algo que no es cantar"
¿Necesitamos la cultura? Para Oropesa, “necesitamos la cultura e incluso necesitamos el entretenimiento, necesitamos disfrutar, no sólo si nos sobra tiempo o si tenemos más dinero, todo el mundo necesita hacer otras actividades, sean las que sean”. Para relajarse, no escucha ópera. “Ópera escucho sólo en directo si tengo un amigo que va a cantar y tienen una transmisión, pues le escucho para apoyarle. En mi casa, para relajarme, pongo música de yoga o meditación”, confiesa.
“Todos tenemos mitos musicales, ¿cuáles son los tuyos?”, continúa la conversación. “Nunca escuché en vivo a ninguna de las sopranos de la época de oro, ni a la Caballé ni a la Callas”, responde, “pero me acuerdo muy bien de la primera vez que escuché a Natalie Dessay en Lucia di Lammermoor. Cada vez que salía a hacer la escena de la locura, la hacía siempre diferente, cambiando algo, improvisando”. Para Oropesa, “se trata de un ejemplo de artista en el escenario, de no ser sólo una cantante”, explica. Cree de hecho que “aproximadamente cada quince años hay una artista que se hace famosa por algo que no es cantar”.
Resulta una pregunta a veces vacía qué tiene un intérprete de su personaje, pero en este caso, parece obligado saber qué le ha aportado Gilda de Rigoletto, dadas sus repetidas interpretaciones en la Ópera Nacional de Holanda, el Teatro dell'Opera di Roma, la Ópera de Los Ángeles, la Ópera Metropolitana, la Ópera Nacional de París y el Teatro Real, entre otras grandes casas de la ópera. Oropesa no evita la respuesta, de hecho, da una sorprendente.
“Ella es la hija de un hombre que tiene una discapacidad y mi padre también la tenía, era una distrofia muscular y por eso él caminaba extrañamente y no podía agacharse ni sentarse… Me acuerdo desde muy chiquita de lo que significaba tener una persona en casa que estaba sufriendo, porque sufría si se caía, por no poder levantarse, aunque estaba acostumbrado a estar en esas condiciones. En las conversaciones que tiene Gilda con Rigoletto, él está sufriendo y por eso está enojado con el mundo. Él es una persona llena de dolor, no quiere que Gilda tenga a nadie cerca y que esté protegida. En cierto modo, mi padre era igual, no quería que tuviéramos noviecitos ni nadie en casa por la idea de que él no podría protegernos, yo recuerdo haberme sentido así”.
Las ambiciones de una diva
Pregunta: ¿Qué papel le encantaría interpretar y cree que está esperándola en un futuro?
Respuesta: I puritani de Bellini [responde sin dudar]: he soñado tanto con debutar esta ópera… si todo sale bien, espero que sea en los próximos años en Nápoles.
¿Los papeles, o algunos de ellos, deben esperar a un momento específico que escapa al control del intérprete?
Hay que esperar que te toque un papel como ese que menciono, aunque sueñes con cantarlo. -Explica que las óperas más conocidas como La Bohème o La Flauta Mágica son un éxito de taquilla asegurado, independientemente de quién las interprete, pero que las óperas que no son tan populares necesitan encontrar apoyos, y que sus protagonistas sean reconocidos e incluso tengan algo que aportar especial-.
¿Qué tiene I puritani que le gusta tanto?
I puritani es difícil porque tiene de todo. No puedes poner una soprano solo lírica o solo con coloratura. Es una ópera ligera, pero dramática, es muy diferente según avanza. Muchas cantantes pueden cantar una parte, pero no el papel entero. Hay que esperar a tener la madurez suficiente, pero no esperar demasiado para no perder la coloratura.
Parece que dibujara un gráfico en el que dos líneas se cortan para determinar.
En cierto modo es así. Aunque el papel de tenor yo creo que es aún más difícil. Aquí hablamos de que los sobreagudos escritos son imposibles, es algo casi heroico.
Recomiéndenos dos títulos para un aficionado.
Fui hace poco a ver en el Teatro Real La Bohème [enfatiza, impresionada] y fue como la primera vez, qué linda es esa ópera, ¡Dios mío! A veces se me olvida, cualquier persona debería de ir, porque es preciosa, es corta, es intensa y es divertida, es maravillosa. Las bodas de Fígaro es larga pero es perfecta, la historia es interesante, tiene arias inolvidables y la música es sublime. O Madame Butterfly, a cualquier opera de Puccini podrías traer una persona que no conoce…
¿Y para alguien experto?
Yo diría que depende de la persona, hay amigos que puedes traer directamente a ver a Wagner y a otros que no, ¡tienes que conocer bien a tus amigos! [ríe]. Si alguna persona no ha visto Norma, pues, debería hacerlo, es espectacular. Y si sabe mucho, del canto largo, bien cantado… Donizetti, Rossini…
Aparte de bajando el precio, ¿cómo se puede acercar la ópera a los más jóvenes?
La gente tiene que dejar de pensar que la ópera trata de temas que no existen más. Además, ¡la gente se fascina con las cosas históricas! Hay un millón de personas que las ve, algo de 1.600 en cualquier plataforma de las de ahora. La época no es el problema, la época está bien, lo que hay que sacar es la mentalidad y mirarlo de una manera más moderna.
¿Por ejemplo?
Tú puedes mirar a La Flauta Mágica, que se hace casi siempre de la misma manera, y entender que las mujeres son estúpidas y malas, y eso es ridículo porque en realidad no tiene que ver con lo que dice la ópera, lo puedes hacer al revés y la ópera sale perfecta. Resulta que al final el príncipe tiene la flauta mágica y tiene que tocarla para pasar por las pruebas y dificultades, y es la soprano la que le dice "yo te enseñaré cómo hacerlo, yo conozco cómo tocar el instrumento, yo misma te guiaré". Es esa mujer la que enseña al príncipe. Un director que cambie un poco la perspectiva buscará la fuerza del papel femenino.
Y no habría que cambiar nada…
No hay que cambiar nada, ni una nota… Hay que buscar el heroísmo del personaje femenino, que está muy presente.
¿Qué diría en este sentido del mundo de la ópera?
Hice una entrevista cuando era joven y ya hablaba de las mujeres, dije que eso de ser soprano, de ser la diva de una ópera, es uno de los únicos trabajos y profesiones en que una mujer tiene poder y exigencia porque canta la mitad de la ópera, ella es el título a veces.
¿Hasta qué punto es importante la visión externa para usted?
Tenemos que tenerlo siempre, alguien que conozca bien tu voz y te diga si un papel será óptimo en dos años o tres años. Y conocerte también personalmente para decirte si estás en el camino o no, porque es fácil caerse un poco.
¿En qué sentido caerse?
Por terminar obsesionado con el trabajo y yo misma a veces lo estoy, pero lo peor son los casos de jóvenes que se pierden en la tristeza si hacen mal una audición o un trabajo.
¿Qué les recomendaría?
El rechazo está en nuestro mundo y en todos, hay que tener la fuerza y la mentalidad de seguir adelante. Hay noches que no cantas bien, público que no está contento y es normal, por eso hay que tener mucha seguridad en ti mismo, porque eso es fácil que te afecte. Se puede trabajar eso y el apoyo de otra gente es importante en ese proceso. No es una carrera que hagas solita, salir a escena sí, lo único que haces tú solita es salir a escena y cantar. El resto es todo compartido.
Pero la responsabilidad es muy individual finalmente
Es una carrera un poco extraña, te sientes solo, te sientes rodeado de gente que te está diciendo "cambia esto o aquello". Pero luego la responsabilidad de tu voz y tu carrera se quedan contigo, la culpa se queda contigo... Por eso considero que se debe encontrar y tener algún tipo de centro, mantenerte en tu camino… Mi padre siempre decía “carrera”, pero no como trabajo, sino como camino por el que correr, en inglés path.
¿Qué le pide a 2022 y 2023?
Que pase todo esto, poder cantar y ensayar sin mascarilla… Hay cosas que antes no me di cuenta de cuánto las iba a extrañar… Salir tranquila a cenar a un restaurante, no tener que hacerme los pinchos [se refiere a las continuas PCR a las que se somete desde que comenzó la pandemia] y algo más…
¿De qué se trata?
Que quiero abrazar y besar… ¡a cada uno de mis fans! [ríe]. Cuando salimos del Teatro de la Zarzuela el pasado año, yo siempre saludo a todo el mundo, pues allí estuve con distancia y con mascarilla y yo tenía unas ganas tremendas de sonreír y de decirles gracias, porque soy una persona muy cariñosa, y eso es lo que más me molesta… tenemos que mantenernos distantes. Quiero poder abrazar a mis fans sin miedo, sin aguantarme. Y que todo lo malo sean recuerdos… [Ojalá sea así para que los amantes de la ópera pronto podamos decir, como canta Violetta Valéry en el aria del final de La Traviata, Or Tutto, tutto fini].