La música asturiana Leticia Baselgas reivindica la pandereta como un poderoso instrumento de pecusión.

La música asturiana Leticia Baselgas reivindica la pandereta como un poderoso instrumento de pecusión. Laura Rodríguez

Protagonistas

Leticia Baselgas (LR) y el posfolk asturiano: “Con la pandereta se puede tocar blues o rock”

La artista asturiana Leticia Baselgas forma parte, junto a Rubén Bada, del grupo LR, que lleva reivindicando el lugar de la pandereta como instrumento de percusión y herramienta de empoderamiento de la mujer asturiana desde 2015, mucho antes de que estuviese de moda.

26 febrero, 2022 02:40

Durante décadas –tal vez demasiadas–, en nuestro país, no se entendía a la panderetera como si fuese una artista. Tampoco en el norte, donde estas mujeres siempre han sido una figura clave de esa música que muchas veces se adjetiva como tradicional. Durante mucho tiempo, también, las pandereteras fueron tomadas por “la voz de la Arcadia”, la voz de la tradición, de la historia, de la identidad. Así, al menos, ha venido ocurriendo en Asturias, una de las regiones donde más poder tiene este instrumento y las mujeres que lo tocan.

Pero, especialmente en las últimas décadas, ser la voz de la Arcadia no ha sido suficiente para todas esas músicas que, como Leticia Baselgas (Gijón, 1984), han venido reivindicando la pandereta como instrumento de percusión y no como, cuenta, "una cosa que te puedes colgar del vestido como complemento".

Baselgas es la L del dúo posfolk asturiano LR. Un grupo que lleva desde 2015 llevando la música tradicional asturiana, y especialmente la pandereta, a otro nivel. La R del grupo es Rubén Bada, el compañero de música y de vida de Baselgas. En sus canciones, la guitarra de él habla con la voz y la pandereta de ella; se comunican como pocos pueden. Todo, gracias a años de trabajo y conversación melódica. “Lo que hicimos desde el principio fue elaborar una voz, un diálogo entre la pandereta y la guitarra”, explica la asturiana.

Leticia Baselgas y Rubén Bada son LR.

Leticia Baselgas y Rubén Bada son LR. Laura Rodríguez

Esa capacidad de hablar a través de la música es, precisamente, lo que caracteriza a LR: “Conseguimos que dos voces completamente distintas, dos vertientes de la música asturiana –el folk de Rubén y mi raíz, mi pandereta– confluyesen”, asegura Baselgas. Y es que, explica, "una vez que trasciendes esa idealización o dejas de estar presa de esa idea de ser la voz de la Arcadia, empiezas a darte cuenta de que con tu música incluso trasciendes al propio instrumento".

Baselgas habla con pasión de la música y los dos instrumentos que domina: su voz y su pandereta. De esta última cuenta que la tocó por primera vez en 1994, aunque asegura que tanto el mundo como su relación con este instrumento ha cambiado mucho desde entonces.

Cuando eres niña en una región como Asturias, donde este instrumento forma parte de la cultura y la tradición, "nadie te explica que la pandereta es un vehículo, una herramienta. No te enseñan que es un medio para expresarte". En cambio, asegura, al menos en la década de los 90 del siglo pasado,"te enseñan a idolatrar el objeto pandereta y la relación que tú vas a tener simbólica con esa idea de la panderetera".

"Vamos a seguir defendiendo la música asturiana siempre, con pandereta o sin ella"

Reencontrarse con la tradición

Para entender el proceso de deconstrucción que llevó a Baselgas a romper con la parte más tradicional de la pandereta y de sí misma como panderetera, y encontrar su propia voz en este instrumento, es necesario entender primero sus raíces. En Asturias, especialmente en el siglo XX, "se construyó una narrativa alrededor de la pandereta muy determinada por cosas como el grupo de baile, o con la idea de que las pandereteras siempre tocan de dos en dos, de tres en tres, o en grupos grandes", explica Baselgas, que también es doctora en Historia del Arte y profesora de instituto. 

Todo gira en torno a que "nosotras somos las herederas de un patrimonio, es decir, las aborígenes; la verdadera voz del pueblo somos nosotras y tenemos que salvaguardar ese patrimonio", asegura. Y añade: "Nos hacen pensar que nuestro cuerpo es un catalizador: no tienes derecho a interpretar porque eres la herencia, eres un medio por el que transita una música que tú no puedes reinterpretar".

La pandereta, como elemento esencial de la música tradicional, se enseña sin partitura. "Tampoco te dicen que tienes que cantar a la vez que tocas, no te hablan de música per se", cuenta. Y es que este instrumento ha estado mucho más relacionado con la etnografía, la identidad, la sociología o la historia. Por tanto, confiesa Baselgas, "se crea una narrativa alrededor de la pandereta que tiene más que ver con la idea de ser asturiana y de representar una voz arcaica; se idealiza el pasado y se representa a través de la imagen de la mujer como vehículo".

Además, en el contexto asturiano, hasta hace bien poco, ha habido "cierta tendencia a que la mujer cuando tocaba la pandereta vistiese siempre el traje tradicional". Y, en cierto modo, este instrumento se entendía como algo que pertenecía, dice Baselgas, "al espacio privado". Sin embargo, hubo un momento de inflexión que llegó con el cambio de siglo: "Nosotras mismas [las asturianas] nos recreamos en la idea de definirnos como pandereteras en base a la música".

Se unió, así, a una ola de mujeres que quisieron dejar de ser una herramienta que acompañaba a otros músicos para empezar a reivindicarse a ellas mismas como creadoras. Con el paso de los años, allá por principio de la década de 2010, confiesa que se dio cuenta de que "la música es un vehículo de comunicación". Y eso, recuerda, "en un contexto en el que no se entendía a la pandereta como música, ni a las propias pandereteras como música".

Que empiece el diálogo

Baselgas admite que cuando una se da cuenta de que la panderetera interpreta la música que "pasa por su cuerpo" y de que la pandereta no es más que un instrumento, algo cambia. "Descubres tu capacidad interpretativa y empiezas a darte cuenta de la cantidad de recursos musicales que tienes". Y, sobre todo, asegura, de que "la pandereta puede tocar ritmos que no los tradicionales asturianos, porque es un instrumento de percusión que con tu voz puedes armonizar".

Y en medio de todo este proceso de deconstrucción, Baselgas descubrió que la pandereta era su forma de expresarse. "Me apetecía contar mi propia historia a partir de mis dos instrumentos: la voz y la percusión". Y añade: "La herencia mía de verdad, más allá de que estuvieran interpretadas con una pandereta o con una gaita, es la música". Y así empezó a 

Nos encontramos en el año 2012, cuando empiezan a vislumbrarse pinceladas de ese germen florecerá años después: la vuelta al origen, a la tradición, a la voz del pueblo, en la música. "En ese momento me di cuenta de que necesitaba, yo, como mujer, dejar de llevar a mi espalda todo el peso de la tradición, que me estaba oprimiendo, y empecé a liberarme". 

Por fortuna, Baselgas admite que se reecontró con Bada, que entendió a la perfección que ella "no quería estar en este requexín tocando siempre lo mismo". Y reconoce: "Rubén, como músico que es, me empoderaba en ese sentido". Entre los dos emepzaron a hablar sobre qué era la música, también tradicional. Y de una manera orgánica nación LR, que "fue para mí una liberación", reconoce. Y lo explica: "Descubrí no sólo que había entendido la dinámica real de la música tradicional asturiana, sino que había encontrado mi vehículo de expresión, una forma de vida; fue el mayor acto de amor que tuve por la música".

Porque, se pregunta, "qué mejor homenaje hay para una canción que tiene siglos de historia que que yo la traiga a mí, que la coma y que la vuelva a sacar desde mi realidad de mujer del siglo XXI". 

Todo sucedió en un momento histórico en el que, en Asturias, ya había quien le daba vueltas a la pandereta, aunque, como recuerda Baselgas, "no acababa de espolletar". Se seguía tocando en grupo, la mujer era un coro… "no había una imagen individualizada como ocurría en Galicia". Y por eso LR decidió hibridar su arte partiendo de la base de que "las músicas de raíz van a la que los ritmos vitales de la Tierra, y a Rubén siempre le gusta mucho decir que van a la par que los de los pastores", cuenta la panderetera.

"¿Por qué una panderetera no va a poder tocar un blues o un rock? Parten de lo mismo: la música es música, todo confluye". Su música es un diálogo, y tal vez ese sea el motivo por el que LR funciona como pocos. 

"No somos de segunda"

Baselgas reivindica su poder y lugar como artista. "Cuando me entrevistan no me preguntan por música, por cómo se compusieron las canciones, por las melodías, por los arreglos, eso se lo preguntan a Rubén, cuando quizá sea mío", confiesa. Y sentencia: "La historia la quiero contar yo, con mi voz, no que la cuenten otron por mí, pero a muchos eso no les interesa, prefieren seguir manteniendo esa idea idealizada de la Asturias maravillosa, del pasado maravilloso. Y a mí me jode, porque soy una persona que vivo en el ahora, en el día a día. Soy feminista, soy radical, soy luchadora, y estoy intentando que mi patrimonio siga vivo, pero a través de mis propias ideas, no de la idealización del pasado".

La asturiana no se conforma: "Estoy cansada de esa actitud pasivo agresiva de decir que somos de segunda o músicas ocultas". Para romper con los yugos del pasado, recomienda subirse al escenario, pandereta en mano y puño alzado, reivindicando el espacio, y hacer música, dialogar, salir a tocar a otros países, con otra gente, y "llevar el patrimonio desde tu propia interpretación a otros lados, sacándolo de verdad, no dejándolo en el museo ni en una anécdota folclórica".

Y es que, recuerda, "las barreras muchas veces están en la mente. Pero las bocas se callan y los discursos se cambian cuando te reivindicas como música, te dignificas como pandereta, y te subes al escenario". Porque, concluye Baselgas, "la música es nuestro medio, es nuestra forma de vivir. Por eso LR vamos a seguir defendiendo la música asturiana siempre, con pandereta o sin ella".