Tiene los ojos más bien pequeños, son como dos estrellas en medio de la noche, brillan en cuanto sonríe para saludarme. Sin pensarlo mucho dice “Shirin, mucho gusto”, le respondo con mi nombre y un saludo afectuoso. He leído sus libros antes y para la entrevista vuelvo a las páginas de Hasta que seamos libres: mi lucha por los derechos humanos en Irán (Ed. Random House 2016).
A esta mujer nacida en Irán hace 75 años le importan poco las apariencias, se mueve con una actitud jovial, apasionada. Su misión en la vida es la defensa de la legalidad y los derechos humanos, especialmente de mujeres, de la niñez y las personas perseguidas por sus ideas. Ella misma se vio obligada a salir de su país natal para huir de la persecución del Estado y poder seguir sus actividades como defensora desde el exilio en el Reino Unido. Nacida en una familia culta, Shirin Ebadi estudió leyes y a los 23 años se convirtió en la más joven y una de las primeras mujeres jueces de su país.
Preguntas: Entre 1975 y el 79 te convertiste en la primera mujer presidenta de la Corte Municipal de Teherán, en esa época ustedes eran ejemplo de la fortaleza y avances de las feministas musulmanas, entonces con la revolución se instauró la República islámica que, utilizando de manera tramposa los principios del Corán, prohibió las libertades civiles y el acceso al poder de las mujeres. Cuando tus colegas letradas y tú se rebelaron porque el nuevo régimen las expulsó de sus puestos como magistradas ¿imaginabas que habrías de exiliarte?
Respuesta: No. Supimos que no sería fácil y por eso fuimos estratégicas en nuestra protesta. Una vez que nos removieron de nuestros puestos renuncié y al pedir mi licencia para ejercer como abogada, el gobierno la negó. Entonces supimos a lo que nos enfrentábamos. Fue hasta 1992 cuando obtuve mi licencia y abrí mi despacho dedicado a la defensa de los derechos civiles que el régimen nos estaba arrebatando. También era profesora en la Universidad de Teherán. Comencé llevando divorcios y casos criminales, de pronto cada vez teníamos que defender a más mujeres y niñas víctimas de violencia de género y a disidentes del régimen.
Desde 1995 Ebadi fundó y dirigió la Asociación de Defensa de Derechos de la Infancia y en 2001 abrió el Centro de Defensores de los Derechos Humanos, la demanda de servicios gratuitos para víctimas del régimen era cada vez mayor. En 2009 sus oficinas fueron allanadas, les robaron documentos legales y amenazaron a Ebadi.
"El conocimiento de nuestros derechos y la dignidad humana son más poderosos que el miedo"
P: En 2008 el gobierno cerró tus oficinas y un año después te exiliaste en Londres. Mientras el régimen lograba acallar el disenso, te convirtiste en adalid de la libertad de expresión y la defensa de personas presas de conciencia; tu voz era ya conocida en el mundo internacional de los derechos humanos. En la medida en que adquirías mayor visibilidad el régimen islamista te espiaba y perseguía con más encono ¿alguna vez te dominó el miedo?
R: El miedo, como el hambre, son impulsos naturales. Cuando nos encontramos en peligro sentimos miedo, lo importante es reflexionar qué hacer con ello y salir adelante. Cuando alguien quiere infundirte miedo a través de amenazas lo que busca es silenciarte, desea que te detengas o que le des algo a cambio, entonces es importante entender tu miedo, seguir con el trabajo y no detenerte nunca. En mi experiencia el conocimiento de nuestros derechos y la dignidad humana son más poderosos que el miedo. Cuando has crecido en un país libre y un régimen arrebata esas libertades, no hay más opción que levantar la voz, rebelarse y seguir adelante estés donde estés.
P: El 10 de octubre del 2003 te convertiste en la primera persona iraní y mujer musulmana en recibir el Premio Nobel, decidiste seguir con la defensa de tus connacionales, recibiendo ataques del gobierno que pretendían desacreditarte –llegando incluso al absurdo de denunciarte como agente de la CIA–. Lo más grave fueron las acusaciones contra tu hija que podría llevarla a la pena de muerte, sin embargo, en tus libros reflejas que lo más difícil fue perder la batalla del fraude electoral de Mahmud Ahmadineyad y encontrar a la comunidad iraní desprotegida por los gobiernos occidentales ¿cómo manejas la frustración frente a batallas tan inmensas como las que has asumido? ¿cuáles crees que son en este momento las grandes batallas que hay que pelear y a quién le corresponden?
R: No se puede temer al fracaso, como defensoras de los derechos humanos vamos a tener muchos fracasos, a veces hay que ir diez pasos atrás para tomar perspectiva y fuerza, entonces volvemos con impulso a batalla. En y con la educación tenemos que cambiar la cultura patriarcal, porque por principio no cree en la igualdad entre las personas, allí radica el origen de la discriminación en el acceso a la justicia. La gente que tiene más poder y educación: escritores, intelectuales y periodistas deben participar en esta batalla cultural. En este momento específico tenemos que unirnos para erradicar la homofobia, el racismo y la xenofobia que son fronteras invisibles entre las personas. Para defender los derechos humanos tenemos que poner el corazón al frente. Cuando hay empatía en el corazón de las personas siempre hacemos lo que es correcto.
P: Has dicho que los hombres machistas educan hijos machistas ¿a quién le corresponde educar en el feminismo? ¿crees que las mujeres musulmanas viven mucha más violencia que las occidentales?
"Como defensoras de los derechos humanos vamos a tener muchos fracasos"
R: Las madres deben educar hijas e hijos feministas. No puedes pedirle a un machista que eduque a su hijo en contra de sus propios principios. Cada vez hay más hombres feministas y eso es fundamental para crear un cambio cultural. Mi padre me educó en igualdad con mis hermanos, a esos hombres les corresponde trabajar mucho por la igualdad. Otro asunto importante es que religión debe estar siempre separada de la política, porque los políticos utilizan el sentimiento religioso y manipulan la fe de las personas para dividir a las sociedades. En todos los países hay violencia contra mujeres y niñas, la raíz de esa violencia no está en la religión, está en la cultura patriarcal y la injusticia en los casos de la violencia de género está en el machismo de los juzgadores y negacionistas. Mira, cuando analizamos la impunidad nos damos cuenta de la relación entre los criminales y quienes detentan el poder político y judicial, en la violencia de género sucede lo mismo: los que creen en la discriminación seguirán promoviéndola. A nosotras nos corresponde señalar a quienes promueven la impunidad, no solamente a los agresores.
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