Las mujeres también son merecedoras de placer y para aprender a gozar bien y entender los beneficios de conocer el cuerpo, Sonia Encinas publica Feminidad Salvaje: Manifiesto de una sexualidad propia (B Ediciones, 2022) un libro que pretende romper todos los arquetipos sexuales que alejan a las mujeres del placer.
"Muchas veces pensamos que el sexo es una cosa para otros, que nosotras no somos merecedoras de ello y ese es el primer bloqueo. Nuestra sexualidad es nuestra, de nadie más", cuenta la autora. En cada una de las páginas de este relato, Encinas demuestra lo valioso que es entender la sexualidad desde una perspectiva feminista donde, reconectar con el cuerpo y las emociones, es más necesario que nunca.
Tras estudiar periodismo, esta sexóloga encontró su pasión en las teorías de género que, rápidamente, le llevaron a especializarse en ello encontrando sus máximos aliados: sexología y género. Y aunque en principio pretendía dedicarse a la divulgación, comenzó a hacer acompañamiento sobre crecimiento sexual y erótico a mujeres, por lo que terminó especializándose en terapia sexual y de pareja.
"Hemos aprendido que las mujeres no sudan, no mean, no cagan y no menstrúan"
Sexualidad y estereotipos
Las actitudes machistas, el consumo de pornografía y prácticas que no representan la realidad han originado que, a lo largo de los años, la sexualidad se llene de estereotipos. "Por eso también decimos muchas veces que la sexología o es feminista o no será, porque al final, podemos estar abordando la sexualidad reproduciendo los mismos estereotipos machistas de siempre y no estar ayudando a que la gente se acerque a una plenitud sexual", explica Encinas.
Esta experta lo tiene claro: "Hemos vivido y reproducido una sexualidad que gira en torno al hombre". Nos convertimos en cuerpos que sólo servían para dar placer, "dadoras de placer", dice. Satisfacer al hombre era nuestro objetivo para poder merecer amor. Sin embargo, ellos, "han aprendido una sexualidad y un deseo irrefrenable".
Pregunta.: ¿Cómo pueden influir esos estereotipos en la forma en la que nos relacionamos sexualmente?
Respuesta.: Lo que realmente influye es que hemos aprendido una sexualidad heterocentrista, porque los referentes son única y exclusivamente heterosexuales en el imaginario sexual y erótico. Encima también todoreproductivista y coitocentrista, todo gira en torno del coito, por tanto, todo gira en torno al pene. Y luego, además, con roles muy claros: a nosotras siempre nos enseñaron a protegernos de lo sexual, porque esto nos pone en riesgo y porque no somos merecedoras de placer. Hasta el siglo XIX se seguía pensando que las mujeres éramos fisiológicamente incapaces de tener un orgasmo. Por tanto, es muy reciente el que se haya puesto sobre la mesa que las mujeres también tenemos placer y, de hecho, nuestros clítoris tienen el doble de terminaciones nerviosas que el pene.
P.: ¿Cómo han aprendido los hombres esa sexualidad?
R.: Les han enseñado que ellos son merecedores del placer potenciando su sexualidad, su erótica. Han reforzado un imaginario erótico bastante sesgado. Por otro lado, yo digo también que ellos han aprendido una sexualidad muy pobre, porque, al final, todo gira en torno al pene basándose en unos referentes eróticos muy concretos. Pero luego, cuando tienen que salir del pene, tampoco saben muy bien qué hacer. Ellos son sujetos de deseo que son merecedores de placer y encima expertos, se piensan que son los que sabrán hacernos gozar.
Cuando la perspectiva de género se introduce en todos estos pensamientos e imágenes preconcebidas, "las mujeres nos damos cuenta de que esto no funciona", cuenta la sexóloga. Y es que el problema no es individual, descubrimos que también es colectivo: "no es que yo no me corra, no se corren miles y millones de mujeres a través de esta única política sexual", detalla Encinas. Entonces, la mujer empieza a cuestionarse todo lo relativo a su sexualidad y el hombre, al fin, deja de ser el epicentro.
Otro aspecto que Encinas reivindica y del que considera necesario alejarse es la mirada hacia una mujer sexual con un cuerpo de escándalo y unas medidas concretas. "Pensamos que una es merecedora de placer y de amor cuando cumple con un canon de belleza concreto", explica. Esto, según cuenta la experta, nos ha llevado a buscar toda la vida un canon de belleza que no existe.
P.: ¿Qué deberíamos tener en cuenta para que nuestra sexualidad sea sana y feminista?
R.: La clave de todo es empezar por preguntarte qué necesitas tú, qué te hace gozar y qué es lo que te da placer. Qué es lo que a ti te excita y qué es el que deseas. Al final, la clave es que te pongas tú como protagonista de tu vida sexual. Lo fundamental es colocarnos en el centro de nuestra sexualidad.
Placer y autoplacer
Aunque para Encinas definir el placer es algo complejo, no duda en la importancia que tiene llegar a él: "nos conecta con el disfrute, es un estímulo que nos hace disfrutar, que nos conecta con el bienestar y placer en sí mismo". Considera que el sistema capitalista nos aleja de él, debido a que "los ritmos que se necesitan para producir son antivida y si no hay vida, no hay espacio para gozar". El placer entonces se convierte en la última prioridad, "no tenemos tiempo".
Por eso, esta sexóloga cuenta que hay que convertirlo en algo prioritario y, sobre todo, ser conscientes de la necesidad del autoplacer. Y alerta: "no podemos poner nuestro placer en manos de otra persona, tenemos que hacernos responsables de nuestro disfrute".
"No podemos poner nuestro placer en manos de otra persona, somos responsables de nuestro disfrute"
En este sentido entra en juego el mejor aliado: la masturbación. "La masturbación es el recurso más sencillo que tenemos para gozar, para entender nuestro cuerpo, para darnos placer cuando queramos y de la forma en la que queramos", destaca.
La educación sexual
El placer es algo que se prohibió a las mujeres desde niñas, se les alejó de este concepto. Por este motivo, Encinas, retoma entre las líneas de su libro una conversación íntima basada en la propia experiencia sobre cómo, la falta de información, le hicieron sentirse avergonzada por situaciones completamente naturales.
Para poder conocer bien la sexualidad desde jóvenes, dice, es necesario "entender el cuerpo con sus ritmos, sus placeres, y poder relacionarnos con él desde la curiosidad. Sin censura, sin penalización. Que no se me prohíba el acceso a mi cuerpo".
P.: ¿Qué importancia tiene que los niños y jóvenes aprendan sobre educación sexual?
R.: La educación sexual facilita que nos vivamos con consciencia. La educación sexual tradicional también se aborda mucho desde la prevención, desde el miedo. Entonces, desde luego, el asunto pendiente a día de hoy es trabajar los afectos, es entender que cualquier relación sexual, sea cual sea, como sea, la duración que tenga y con quien sea, incluso, contigo misma, implica un afecto hacia ti y hacia la otra persona. Hemos aprendido el sexo como algo mecánico, con referentes que además vienen de la cultura del porno.
P.: Quizás la falta de información ha llevado también a romantizar ciertas situaciones, como el primer coito.
R.: Esto tiene de malo la expectativa que se genera. Todo gira en torno al coito, lo romantizamos y eso refuerza la idea de que es tan importante esa primera vez. Nos pone una marca que indica que ya está hecho y marca la diferencia entre ayer, cuando no tuviste coito, y hoy, que ya sé que lo tienes. Cuando llegamos al coito llegamos sin la educación sexual suficiente para saber cómo tenemos que llegar. No sabemos qué es la excitación, no sabemos qué es el deseo, ni entendemos por qué nos han dicho que el primer coito duele y damos por hecho que va a doler. Llegamos sin estar preparados para ello, sin que nos apetezca y sin estar físicamente excitadas para tenerlo.
Rechazo a la menstruación
A las mujeres se les ha hecho creer que la práctica sexual sólo conlleva riesgos, pero también conlleva responsabilidades. No existe una edad concreta para tener prácticas concretas: "Estamos hartas de escuchar que sólo hay riesgo y está bien, hay que decirlo, pero sobre todo requiere ciertas responsabilidades con una misma y con la otra persona, si es compartido", enfatiza Encinas.
Y ese estigma también ha ido acompañado, a menudo, de la menstruación. La experta lo tiene claro, "los fluidos de la mujer están completamente penalizados en el sistema patriarcal". Esto ha llevado a que los fluidos femeninos sean invisibilizados e, incluso, asquerosos: "Hemos aprendido que las mujeres no sudan, no mean, no cagan y no menstrúan".
El rechazo a la menstruación también lleva a pensar la inviabilidad de sentir placer durante esos días. A lo que Encina objeta: "Realmente el orgasmo y el placer son analgésicos naturales para los días de sangrado, nos podrían ayudar a vivir estos días con mayor salud, pero no será así si lo que tenemos es resistencia y rechazo".