“¿Mujeres? Claro que sí, te puedo decir un montón…”, contesta alegremente la cineasta Nata Moreno (Zaragoza, 1979). Y pasa a relatar inmediatamente que desde pequeña admira a Frida Kahlo, y de Coyoacán se va directa a Boston con Sylvia Plath y de ahí a Kensington con Virginia Woolf. “¿Sabes lo que pasa? Que son carreras por omisión, se han tapado muchísimas, pero en los siglos pasados ha habido tantas mujeres creadoras como hombres y muchas de ellas son flipantes”.
Coixet, Arnold, Campion… son otros de los nombres de mujeres creadoras de la actualidad que sobrevuelan esta entrevista. Pero Moreno, que ha sido actriz, dramaturga, directora de documentales y ahora ultima su primer largo de ficción, se cuestiona el significado de la palabra éxito en esta entrevista con MagasIN. “¿Qué es éxito?”, pregunta, con la entonación de quien le quita la importancia a algo sólo con pronunciarlo despacio. “Habría que analizar el significado de esa palabra… ¡es tan relativo!”
“Yo ahora tengo un hijo de siete años”, explica sinceramente, “y mi intención es hacerle entender que hay un gran disfrute en el error. Todo este mundo de la velocidad de la expresión, de las redes, de la exhibición sin nada más allá, al final lo que genera es una gran frustración. No nos podemos olvidar del disfrute, el círculo de exigencia enferma las mentes”.
Para Moreno, “hacer es también dedicar la tarde a cualquier cosa y entender que ha sido efímero y no pasa nada, porque solo tenemos el aquí y el ahora. No te puedes frustrar por tocar bien el piano hoy mismo. Las cosas más delicadas necesitan procesos delicados. ‘Planta flores, Nata’, me dijo un amigo psiquiatra, ‘coges la tierra, metes las semillas, las tapas, las riegas y las cuidas, encontrarás un gran placer en eso’”. Recuerda la cineasta en este punto también una frase de su admirado Fellini. “Algo así como ‘no pretendáis que genere arte de la noche a la mañana’, porque las cosas requieren su tiempo”.
"Lo que se me opone más a tu sueño en la vida en ese momento es el ser que más amo, es una de las contradicciones mayores"
Probablemente, cuando alguien atraviesa definitivamente un bloqueo creativo y esta superación se convierte en histórica por algún motivo, como por un premio o un gran reconocimiento, sea difícil avanzar hacia nueva conversación. Las entrevistas con Nata Moreno que se encuentran online suelen girar alrededor de su documental premiado (Ara Malikian: una vida entre las cuerdas, que ganó el Goya y el Forqué en 2019) y su capacidad para decodificar y mantenerse como creadora autónoma al lado de su pareja, el conocido violinista libanés con legión de fans.
Una vocación
En esta conversación no sale apenas Malikian, ni el primer documental de Nata Moreno sobre la vida de su marido en Líbano. Moreno relata en cambio su propia infancia desde que nació en 1979, cuando su padre estaba haciendo una especialidad médica en Castellón, aunque que ha vivido siempre en Zaragoza. Con un peculiar sentido del humor explica que “mi familia es desestructurada como el 90% de ellas, ¿no crees?, pero con un nivel de amor altísimo, y tengo unos padres que me han visto, me han dejado ser y me han potenciado”.
Hace unos días, encontraron en sus casa unos vídeos caseros de los años 90 en los que Nata aparecía jugando, con unos diez años. “Estaban todos mis primos en un parque, y yo me acercaba a cada uno y les iba diciendo cosas como ‘cuando la cámara se gire, tú sonríes’, o ‘para que sea más gracioso, te tropiezas con esa piedra’. Uno de pequeño empieza a dar señales de sus capacidades, yo me recuerdo todo el día haciendo visionados con una máquina de Cinexin, ¡y cerraba las ventanas y tapaba los bordes de luz con mantas y hasta les ponía meriendas!”.
Para ella, parafraseando a Tarkovsky, el cine “atrapa el tiempo de una manera única, es un milagro, ¿no crees? Contiene todo: la palabra, la música, la arquitectura, el sonido del ambiente… no es que te relaten cómo sucede algo, ¡es que lo estás viendo!”.
No resulta difícil visualizar a Moreno llegando a Madrid llena de esa energía creativa con 20 años para estudiar Arte Dramático y trabajar como actriz. Tampoco, dado su nivel de motivación, buscando más allá en la investigación de dramaturgias. Mayorga es un nombre clave que menciona en la conversación, también el montaje en el que fue una de las actrices principales en los Teatros del Canal madrileño.
“¿Para saber sobre cine, qué recomiendo?”, responde a una pregunta. “Depende de tu carácter y nivel de obsesión. Hay muchas formas de ir aprendiendo por ti mismo. Yo por ejemplo me pongo una película 12 veces, y me fijo en cómo se atreve con cada plano la autora, estudio mucho informalmente. El cine es muy técnico y eso es algo que no puedes probar de forma espontánea el día del rodaje”.
El reto de conciliar
Actualmente, Nata Moreno está ultimando los detalles para su próxima película como directora: “Llevo cuatro años perfilando y escribiendo este guion, que va a ser una peli de ficción, inspirada en el hecho de compaginar el trabajo con la maternidad”. Para ella, “la palabra conciliación no hay quien la entienda”.
Su propia experiencia y dificultad le sirvió de punto de partida para idear esta historia que ya cuenta con el apoyo del ICAA y Netflix, y que seguro que reunirá nuevos partners y múltiples fans. “La protagonista tiene que conciliar su deseo de ser madre con el de ser artista”.
Señala cómo, aún habiendo escrito desde hace años, “un guion es una cosa muy grande y compleja. Es muy dedicado, llevo dos años encima de este guion, desarrollando los personajes, hasta llegar a una versión que me gusta”. En esta, explica, algunos de los personajes toman decisiones y reaccionan de maneras que no esperaba, por coherencia del texto.
Para Nata Moreno, “hoy el mundo está muy revuelto, pero estoy segura de que el arte y el cine son clave. Empezando por la escritura, cuya naturaleza propia nos permiten dar un salto a un lugar que te evada de tu realidad propia. Sólo con un texto puedes viajar a lugares que no llegarías nunca. Un papel, unas frases, te llenan tu habitación de ballenas”.
"El proceso creativo es como la duda, parece que están mal vistos"
Se trata de “una historia sobre la búsqueda de la identidad, de cómo recuperar el sentido de la vida, el deseo y el placer, a veces se nos olvida. Mi hijo tenía 8 meses y recuerdo perfectamente que yo estaba en el proceso creativo de tener que analizar y escanear fotos para el documental, y a mi hijo le estaban saliendo los dientes, era inviable irme ni un rato, es muy fuerte el planteo: lo que se me opone más a tu sueño en la vida en ese momento es el ser que más amo, es una de las contradicciones mayores”.
El poder de la creatividad
“Nuestro país es uno de los que menos presupuesto tienen para cine, comparado con Francia o Inglaterra”. A esto suma “los requisitos si eres principiante”. Reconoce que es “un proceso que desilusiona, pero hay que atravesarlo”. Para ello, Moreno señala que a veces tuvo que analizar “de qué familia vengo, qué relación tengo con la culpa y el abandono, mi abanico de valores es algo muy interesante de investigar, pero más que eso, es la clave para avanzar con los bloqueos personales”.
La cineasta habla también de un concepto interesante, el “entorno trampolín. Creo que las personas creativas siempre tendemos a tener a otras personas creativas alrededor. Mi pareja es un ángel en el universo, pero yo estoy en la misma vibración, otra cosa es cómo se despliega luego. Un creador es un creador, una creadora es una creadora y vibra en creación: si no puede desplegarlo, por mil factores, por dónde está, por el país, el momento personal o la economía, tú vas a su casa y en detalles de cualquier tipo dices ‘es una creadora’, porque el arte sale y se despliega”.
En este momento, Nata explica especialmente que “el proceso creativo es como la duda, parece que están mal vistos. Pero es que el propio proceso creativo es error-duda, si no, es que no es creativo. Si una obra existiera no la rodaría, no la pintaría, no hay que olvidar nunca que el instrumento es el humano que lo hace y que incluso para los más talentosos requiere muchísimo esfuerzo”. Ella misma recuerda a Paco de Lucía cuando afirmaba “me he vuelto un esclavo de esta guitarra”.
Para poder tener “mi canal expresivo bien y no conflictuarme, hay aspectos de mi vida en los que soy estricta, como con el deporte, con la hora de levantarme y acostarme, con mis líneas de pensamiento y la meditación, con quien me relaciono… intento tener afinado mi ser para poderle dar la cabida a la creación”.
“Siempre partiendo de la base de las limitaciones que tenemos”, confiesa Moreno, “yo me lo escribo en el escritorio: hice una nota que pone ‘No escribas una obra maestra’ y otra 'está todo escrito, haz algo diferente'. Me doy el permiso. Cada vez que empiezo algo nuevo, con todas las limitaciones que impone el resto de realidades a las que nos enfrentamos. Hago ese ejercicio de darlo por perdido: si algo no sale perfecto, no pasa nada, no morirás”.