Ana Molina (Granada, 1980) se ha pasado más de una década ejerciendo como dermatóloga en el Hospital Fundación Jiménez Díaz y además es profesora de esta especialidad en la Universidad Autónoma de Madrid. Pero actualmente disfruta de una excedencia para centrarse en lo que más le gusta, la divulgación o como ella dice, la “medicina narrativa”.
Habla sobre todo lo relacionado con el pelo y la piel en Radio Nacional de España y Telemadrid, entre otros medios de comunicación, y también en su cuenta de Instagram, en la que aglutina a unos 170.000 seguidores fascinados por su manera tan cercana de explicar las cosas. También acaba de lanzar un libro, Piel sana, piel bonita. Todo lo que necesitas saber sobre la salud cutánea y la belleza (ed. Paidós). De su mano desgranamos algunas de las dudas más frecuentes en torno a la cosmética, la medicina estética, la celulitis, los suplementos nutricionales…
PREGUNTA:La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), de la que formas parte, acaba de presentar una original campaña cuyo lema reza “La piel no es moda”. ¿Qué mensaje intentáis trasladar?
RESPUESTA: Que la piel no es un accesorio, como un bolso o un par de zapatos que puedes cambiar cuando ya no te gustan. La piel es para toda la vida y además tiene memoria; por eso debes cuidarla y protegerla siempre.
¿Y eso significa invertir dinero en ella?
Desde luego. Yo siempre digo que “una visita al derma al año no hace daño”, pero además hay que invertir un mínimo en rutinas cosméticas: cómprate un buen filtro solar, un buen antioxidante y un buen retinol. Y si te lo puedes permitir, recurre a tratamientos complementarios, como un láser, un peeling…
¿Y cómo sabemos que ese filtro solar, ese antioxidante o ese retinol que hemos elegido son buenos? Porque la oferta cosmética es abrumadora y a veces no hay quien se aclare…
Esa es la pregunta del millón. Así como la industria alimentaria ya tiene una buena regulación del etiquetado, por desgracia leer un INCI (que es el listado de ingredientes cosméticos) resulta complicado hasta para nosotros, los especialistas. Y aunque supieras leerlo, da un poco igual, porque al final lo que importa no es el ingrediente uno a uno, sino la fórmula final.
De momento, la mejor manera de elegir los cosméticos es fiándote del consejo de un profesional sanitario, ya sea un farmacéutico o un dermatólogo, alguien que se haya empollado la literatura científica, que haya visto los estudios de eficacia… Cuando en un envase leemos “probado por dermatólogos”, eso únicamente significa que no te va a dar una alergia, pero no te asegura que el producto sea eficaz.
"La piel no es un accesorio, como un bolso o un par de zapatos que puedes cambiar cuando ya no te gustan"
¿Y el precio nos puede dar una pista? ¿Cuándo un producto es demasiado barato o demasiado caro?
Yo siempre digo que uno de los ingredientes más caros de la cosmética es el marketing. Pero es verdad que los principios activos cuestan dinero, y que por ejemplo formular un buen antioxidante en las condiciones adecuadas es caro.
Una crema barata de supermercado puede ser perfectamente eficaz siempre y cuando sepamos que su único objetivo es hidratar, porque las cremas básicas no son más que agua más grasa (aparte de los perfumes, colorantes y aditivos). Si no se le añade ningún principio más, te puede costar tres euros. Pero si además de hidratar quieres tratar, regenerar, transformar… entonces necesitas activos específicos.
¿Cuál es el principal error que cometemos al cuidarnos la piel?
No protegerla del sol los 365 días del año.
Da la sensación de que a menudo empezamos la casa por el tejado. Hay mujeres que acuden cada cuatro meses a la consulta del médico para pincharse botox y sin embargo apenas usan protector solar.
Sí, es verdad. No podemos olvidar que, cuando tú contemplas una piel bonita, de esas que te hipnotizan, lo que estás viendo es salud. Está muy estudiado que lo que más transmite belleza no es la ausencia de arrugas ni de flacidez, sino la calidad de la piel.
A veces te vienen pacientes sin una sola arruga en la cara, pero llenas de manchas; no tiene sentido… ¡Y encima seguir una buena rutina cosmética es más barato que ponerse botox o rellenos!
Acabas de publicar un libro en el que expones de manera muy clara todo lo que deberíamos saber acerca de la cosmética, el maquillaje, las varices, la fotoprotección, las enfermedades de la piel… ¿Por qué decidiste escribirlo?
La Revista Americana de Dermatología publicó hace un par de años un artículo en el que se analizaba qué perfiles están detrás de las cuentas que hablan sobre la salud de la piel en redes sociales. Según ese informe, menos del 4% de los casos se corresponde con dermatólogos. Eso contribuye a un montón de fake news, mitos y tonterías. Yo creo en la medicina narrativa, en sanar a través del conocimiento.
Ejerces esa “medicina narrativa” a diario en Instagram, donde acumulas miles de seguidores. ¿Cómo se consigue tener tanto éxito hablando de granos, depilación o psoriasis?
(Se ríe). Por el contenido. Yo no soy una influencer, sino una influ-ciencier. Tenemos que influir a la población general a través de la ciencia. Yo tiro mucho de humor, de rimas, de mensajes que a la gente le hagan gracia. Utilizo todo eso como artefactos que ayudan a la comunicación, pero lo importante al final es aportar contenido de valor.
¿Necesitamos más divulgadores y menos Marías Pombo?
Está fenomenal que haya influencers para hablar de temas de lifestyle, y de hecho muchas de ellas resultan muy inspiradoras. Pero no pueden entrar en el campo de la ciencia. Algunas no hacen más que expandir fake news: en la pandemia hemos visto a muchas influencers recomendando medicamentos para el acné. Es como si nosotros barriéramos la casa y ellas fueran echando arena por detrás. Los médicos tenemos un código deontológico que aplicamos en nuestra consulta pero también en nuestras redes sociales.
Además de tu libro y tu perfil de Instagram, has creado un podcast con tu hermana, que es psiquiatra. ¿Qué relación hay entre la piel y la mente?
Mucha. Son los dos órganos más unidos del cuerpo. Ten en cuenta que vienen de la misma capa del embrión. Lo que pasa en la piel lo sabe el cerebro y viceversa. Por eso no te puedes hacer caricias a ti mismo… Hoy en día, la única manera de regenerar tejido cerebral –neuronas– es a través de las células madre de la piel.
¿Es cierto que la toxina botulínica (popularmente conocida como botox) puede funcionar como un antidepresivo?
Sí, hay un montón de estudios al respecto. No es un tratamiento de primera línea para la depresión, pero sí se ha visto que funciona en dos sentidos. Por un lado, debido a un mecanismo propio de la toxina: al paralizar los músculos que producen emociones negativas como el enfado o ira –por ejemplo, el corrugador, que es el del entrecejo–, tiene un efecto sobre la depresión. Por otro lado, se cree que, cuando tú te ves bien, tu depresión mejora. Digamos que es un tratamiento accesorio.
Estábamos celebrando que nos habían quitado las mascarillas y ahora vas tú y explicas en tu libro que con ella puesta todos parecemos más guapos… Menuda faena.
(Se ríe). Hay un estudio, titulado Beauty and the mask, que lo dice. El fenómeno se llama terminación modal y consiste en que todos tendemos a rellenar lo que no vemos. Si te enseñan un cuadro medio tapado, tú intentas completarlo con cosas que tienes almacenadas en tu mente. Con la cara, igual.
Si no la vemos entera, tendemos a rellenarla con caras que hemos almacenado en nuestra mente, y parece que almacenamos las caras más simétricas. El problema es que los seres humanos somos asimétricos y normalmente la parte inferior de la cara es la que acumula mayor número de asimetrías. Así que sí: la mayoría somos más guapos con mascarilla, está demostrado.
Parece que muchos adolescentes se niegan a prescindir de ella…
Sí, pero en su caso entiendo que es sobre todo por el acné. Aquí el mensaje es positivo: en cuanto se quiten la mascarilla, el acné va a mejorar. Con ella puesta se monta una especie de Amazonas, un clima húmedo por el vapor de la respiración, que forma foliculitis y aparecen granitos. De todos modos, yo lanzaría el mensaje de que el acné no es algo que hay que pasar sí o sí: hoy en día tenemos tratamientos excelentes que son capaces de quitarlo para siempre y de prevenir las cicatrices.
Para lo que no hay solución es para las canas. ¿Algún día encontraremos el remedio que evite su aparición?
Parece que vamos por el buen camino. Ha habido un descubrimiento por serendipia, es decir, por pura casualidad: con algunos tratamientos del linfoma, se ha visto que el pelo de los pacientes que eran canosos de repente se repigmentaba por completo.
Esos melanocitos que pensábamos que dejaban de trabajar, que se agotaban y no volvían a producir melanina nunca más… Pues resulta que ahora hemos visto que sí, que ese proceso es reversible. Es un bombazo. De momento no vamos a usar tratamientos oncológicos para quitar las canas, claro, porque sería matar moscas a cañonazos, pero nos abre una vía de investigación superinteresante.
Aunque, por otro lado, las canas se están normalizando mucho, se está eliminando esa parte despectiva que tenían, sobre todo para las mujeres. No olvidemos que para ellas se utiliza el término granny hair –pelo de abuela–, mientras que lo de ellos es un foxy hair –pelo de zorro, o sea, algo atractivo–. Hay famosas como Ariana Grande que se están dejando las canas y vamos por el camino de la aceptación.
Ese es el eterno dilema para las mujeres: cómo tratar de encontrar la mejor versión de una misma pero sin que la estética marque nuestra vida…
Es que si metes en Google la palabra “belleza”, en las cuatro primeras páginas sólo te aparecen mujeres. Y no son mujeres normales, sino con una armonía facial perfecta, maquilladísimas, vestidas de una forma excepcional, con tacones… Eso no representa a la mayoría de las mujeres. La belleza tiene a veces una merma de libertad. Cuando decimos que nos depilamos porque queremos, ¿realmente es así? Yo he oído a muchas amigas decir que no van a la piscina porque no se han depilado; entonces eso te está restando libertad.
"La celulitis es una batalla perdida. No hay casi nada que funcione"
Otro tema controvertido: la celulitis. ¿Los cosméticos que prometen acabar con ella funcionan?
Tenemos que cambiar el abordaje de la celulitis. Es una batalla perdida. El 95% de las mujeres tienen celulitis, es un tema hormonal. Hasta las mujeres con niveles de grasa bajísimos, como las culturistas, tienen celulitis. No hay casi nada que funcione. Lo que hay que hacer para conseguir algún resultado es combinar muchas cosas.
¿Como cuáles?
Tratamientos de cabina (ondas de choque, presoterapia, inyección de sustancias lipolíticas…), tratamientos médicos, cosméticos anticelulíticos… Hay que combinarlo todo y, aun así, vamos a mejorar poquito.
Muchos especialistas, como tú, opinan que la palabra “natural” está sobrevalorada en cosmética. ¿Por qué?
Porque actualmente hay una moda según la cual identificamos que lo natural es mejor. Se ha hecho una división arbitraria entre la cosmética natural y la artificial, cuando una y otra se sintetizan en el laboratorio –aunque los ingredientes vengan de la naturaleza–, y además ambas llevan los mismos conservantes.
No hay estudios que demuestren que la cosmética natural tenga más eficacia que la artificial y mucho menos que sea más segura. Todos los ingredientes que se utilizan hoy en día en cosmética están regulados por las agencias española y europea del medicamento. ¡Es que no hay tóxicos en cosmética! Hay que huir del marketing del miedo.
¿Qué es el exposoma y por qué es tan importante en el cuidado de la piel?
¡Me encanta ese tema! Yo lo llamo “explosoma”, porque en los últimos tres o cuatro años ha explotado su interés. La palabra “exposoma” viene de “exposición”. Ya sabemos que somos el resultado de nuestros genes y de los factores a los que estamos expuestos; pues bien, ahora sabemos que el exposoma tiene mucho más peso que el genoma. Y ese es un mensaje muy positivo, porque sobre esos factores externos sí podemos influir.
El exposoma de la piel incluye siete factores principales: la radiación solar; la contaminación; los tóxicos (principalmente el tabaco y después el alcohol); la nutrición (los enemigos blancos –azúcares y harinas refinadas– son los que más nos envejecen, a través de la glicación, proceso por el cual se destruyen el colágeno y la elastina); el estrés y el sueño; la temperatura (si es alta, envejecemos más: lo hemos visto en los panaderos, que tienen la piel de los antebrazos sumamente envejecida debido al calor de los hornos) y la cosmética que nos aplicamos.
Aunque pongamos atención sobre todos esos factores, ¿al final la única manera de llegar a los 80 años con el aspecto de Jane Fonda es pasando por el quirófano?
Es verdad que con el exposoma vamos a conseguir muchísimo, pero no tanto… Se cree que dentro de unos años no va a haber caras sin pinchar. El auge de la medicina estética es tal que en el futuro no veremos caras con arrugas. Es similar a lo que ha pasado con la odontología; ahora nos parece muy normal ver sonrisas perfectas, pero hace unos años lo normal no era tener los dientes blancos y ordenados. Si sabemos mezclar el exposoma con la medicina estética hecha con cabeza, vamos a ser todos unos bellezones.
¿Hacer ejercicio envejece la cara?
El ejercicio rejuvenece, porque oxigena la piel. El problema llega cuando es excesivo. Está demostrado científicamente que existe la famosa “cara de corredor”, lo cual sería extrapolable a otros deportes. En el momento en el que la intensidad aeróbica supera un determinado porcentaje de la frecuencia cardiaca, empezamos a destruir colágeno y elastina, por lo que se genera mucha flacidez. Pero vamos, que por salir a correr tres veces por semana no pasa nada, ¡que la gente siga haciendo deporte! Sólo nos envejece en casos muy extremos.
¿Deberíamos tomar suplementos de vitaminas, colágeno, etcétera, o vale con beber un vaso de gazpacho al día?
El mensaje principal de los nutricosméticos es el de coste-oportunidad. Por ejemplo, los antioxidantes orales han demostrado ser muy eficaces para la protección solar. A otros, como los de pelo y uñas o el colágeno, aún les queda mucho camino por recorrer. Deberíamos pensar qué precio tiene un nutricosmético y si nos resulta más rentable invertir ese dinero en un retinol o un peeling. Por otro lado, los nutricosméticos no son inocuos: si los tomas, avisa a tu médico, porque pueden alterar tus parámetros analíticos.