Las tres cantantes de la ópera sobre Juana de Arco explican cómo es cantar a varios metros de altura
Sylvia Schwartz, Elena Copons y Enkelejda Shkoza son las voces celestiales de la Virgen, santa Margarita y santa Catalina que acompañan a la santa.
7 junio, 2022 02:10Noticias relacionadas
El Teatro Real estrena con una producción espectacular, Juana de Arco en la hoguera. Condenada por herejía, revive en la pira momentos de su vida en un doble flashback, por el que desfilan una serie de personajes distorsionados.
Sylvia Schwartz, Elena Copons y Enkelejda Shkoza dan voz a la Virgen, santa Margarita y santa Catalina en la obra que protagoniza Marion Cotillard.
Tenía curiosidad por saber cómo serían estas tres maravillosas cantantes. Son simpáticas, divertidas, animadas, cosmopolitas… Enkelejda Shkoza (Tirana, Albania) vive en Milán. Es también Catherine en La damoiselle élue, el poema lírico de Debussy que antecede a Juana de Arco en la hoguera en este montaje.
Sylvia Schwartz (Londres, Reino Unido) vive en Roma. Viene de dar un recital con Andreas Schiff al piano en Vicenza: “En ese teatro asombroso de Palladio. Fue como volar. ¡Es un músico tan extraordinario! Es natural. Lo oyes y dices 'ah claro, así es'”.
Elena Copons (Terrassa, España) vive en Viena y es profesora invitada en el Conservatorio Superior de Música del Liceo. Recientemente ha cantado en Barcelona un repertorio distinto, música de cámara con arpa. Las tres combinan ópera con conciertos. “Creo que nos costaría mucho quedarnos sólo con un género. Ante todo, está la música.”
La entrevista es en español. Tras una larga sesión de fotos, dispongo de 25 de minutos. Luego, tienen ensayo. Las tres están entusiasmadas con la producción.
¿Han leído el libreto de Juana de Arco en la hoguera?
Las tres: Nos lo sabemos.
¿Qué les parece Juana de Arco?
Elena Copons: ¿El personaje? Moderna, luchadora. Para su época visionaria. Quizá loca. No se sabe.
Enkelejda Shkoza: Tiene la inspiración divina. Y la mente abierta para recoger ese mensaje. No todos tienen la capacidad de percibir esos estímulos externos. Ella tenía esta sensibilidad inmensa, espiritual. La santidad la sentía suya.
Sylvia Schwartz: Esta obra es bastante fiel a la historia real, al personaje de Juana. ¡Era tan joven! De los 14 a los 19 años estuvo al frente de un ejército. Tenía esa firmeza y a la vez esa vulnerabilidad… Qué confusión debió sentir ante el tribunal. En un momento le ofrecen un abogado defensor y ella dice que no necesita a otro más que a dios.
Juana oye las voces de Catherine y Marguerite, las santas Catalina y Margarita. ¿Son voces divinas o alucinatorias?
E. S.: Absolutamente.
S. S.: Cada uno lo interpretará de manera distinta. Un gran creyente creerá que se le manifestaron las santas y San Miguel. Las descripciones en el juicio de cómo se manifestaban las visiones son bastante detalladas. Se manifestaban como una multitud de personas diminutas, como una alucinación de visión periférica que sufría Juana cuando sonaban las campanas. No se lo inventa, es lo que veía ella. Como no tenía otra educación que la iglesia y los santos, ella lo interpretó así.
Eso no resta su singularidad y lo increíblemente valiente y temeraria que fue. Se puso al frente de un ejército y levantó el asedio de Orleans. Los historiadores militares examinan cómo pudo hacer esto una niña al mando de unos pocos hombres. Su técnica era atacar sin acampar antes, que era lo habitual. Y, claro, sorprendió al enemigo.
¿Cuánto ayuda la caracterización del personaje a la hora de cantar?
E. C.: Es una partitura muy dramática que combina las partes narradas y cantadas con un ritmo genial. Siempre que aparecen Catherine y Marguerite se anticipan a un toque de campanas. El primero parece un toque de difuntos, porque anticipa su muerte y enseguida se transforma hacia una luminosidad. Para ella era una voz real. Por tanto, lo cantamos del modo más real posible.
E. S.: Sostenemos a Juana en el momento más difícil, cuando está sola, triste, desesperada… Le mostramos la luz en medio de la oscuridad.
E. C.: En tu caso - dirigiéndose a Sylvia- el consuelo es mayor. Justo en el peor momento de su martirio es cuando aparece la Virgen.
S. S.: Lo importante es que, para ella, en esta obra, somos completamente reales. Juana dice: “Tengo miedo del fuego”. Y yo le digo: “Dices que tienes miedo del fuego y sin embargo ya lo has vencido”. Es un diálogo. Y la puesta en escena refuerza muy bien la obra musical.
En el escenario están subidas en una plataforma colgante. ¿Qué se siente al cantar desde esa altura? ¿Tienen vértigo?
Las tres: No, no, no…
E. C.: Bueno, al principio produce impresión.
E. S.: Te sientes segura y, desde luego, esa altura te pone en el papel inmediatamente. En el papel de santa, de consejera, de protectora.
E. C.: Porque hay una división clara, aunque la plataforma sea transparente. Es otro mundo distinto. Desde el punto de vista del cantante, separa el cielo de la tierra. Y estamos junto a ella en ese momento final.
S. S.: Cuando están ensayando, como hay muchísima gente que organizar porque el coro es enorme, dicen “vamos a ordenar lo de la tierra y luego nos pondremos con el cielo”. Esa separación está también en la partitura. Es genial lo que han hecho.
En el cielo están ustedes. Llevan unas vestiduras doradas como de un retablo barroco.
S. S.: Y Juana también sube en un momento dado. Luego tenemos unas figurantes que están detrás de nosotras y otras dos que están flotando.
E. S.: Es una maravilla. Visualmente es algo impresionante.
E. C.: Decía Sylvia ayer que puede parecer una puesta en escena fuerte, pero es que la historia es tan fuerte…
S. S.: Hay veces en otras puestas en escena en que el desnudo y la violencia son gratuitos. No aparecen ni en la música ni en el libreto. Esta puesta en escena es una interpretación de la ópera, pero de ninguna manera nada de lo que hacen- y mira que es fuerte- resulta gratuito.
Tienen pocas intervenciones, pero importantísimas. Aparecen por primera vez en un momento de enorme dramatismo, hacia el desenlace. ¿Cómo templan la voz?
E. S.: Estamos acostumbradas. Hay que tener, como siempre, coraje para empezar y estar muy concentradas. Nosotras vamos siguiendo lo que pasa en el escenario y eso te ayuda muchísimo a participar. El coro de niños es algo conmovedor.
S. S.: Yo lo pensé ayer en el ensayo. Los primeros ensayos van muy lentos. Empezó a las 16h y no abrí la boca para cantar hasta las 20.30 h. A las 21 h terminaba. En ese momento, me alegré mucho de que este no fuera mi primer año de cantante, porque necesitaría media hora calentar la voz. Nuestra experiencia nos permite estar a tope desde el primer momento.
¿Cómo pueden mantener el control de la voz a la vez que se dejan llevar por el papel?
(Ríen).
E. S.: Son años de trabajo. Ello supone un control total de ti misma, de tus emociones y de la voz. Tienes que dar lo mejor de ti en pocos minutos. Hay que estar muy concentrada. No se te debe escapar nada, porque cada palabra, cada matiz es importante. Lo que dices y cómo lo dices, con qué fuerza, con qué intimidad, según lo pida el papel. Hay que ser fiel y verdadera. Aquí hay que ser directa, porque una santa no puede ser alocada. Debe ser como una madre. Es un amor incondicional. Como nosotras tenemos hijos, es más fácil.
S. S.: Nosotros, los cantantes de ópera, por mucho que te vuelques en el papel y que te guste actuar, guardamos un 10% siempre para estar atentos a la voz. No puedes dejarte ir completamente porque entonces la voz deja de sonar o te haces daño. Aunque estés cantando (entona de opereta) “¡Dios mío, que me asesinan!”, no dejas de pensar “ahora viene el sol”.
E. S.: Debemos tener como un tercer ojo que nos guíe… En una ópera vocalmente difícil hay que economizar las fuerzas y pensar cómo llegará la voz al final.
S. S.: Nosotras en esta ópera no, porque tenemos poco que cantar. Pero, cuando cantas un papel principal, es un maratón.
E. C.: Cuando construyes el papel, tienes que tenerlo resuelto. No puedes esperar a los ensayos para resolver cómo mides las fuerzas y la voz para llegar al final de la obra. Además, en el caso de los cantantes, somos portadores del trabajo de muchos.
¿Cantan música popular en casa o en la ducha?
E. C.: Sí, pero muy mal.
E. S.: Como Pavarotti. Mi marido me dice: “Por favor, no cantes los Rolling Stones. Lo estropeas todo, es una locura”.
(Sylvia que tiene una vis cómica canta I can get no satisfaction exagerando el vibrato. Risas).
E. C.: Cuando aprendes a impostar la voz es muy difícil salirte de esto. Tenemos algunos compañeros que combinan, sobre todo en Alemania, musical y ópera. Son técnicas distintas. Si es una canción popular la cantas más pianito, en un registro en que puedas no impostar tanto.
S. S.: Además, son tantos años de trabajo… Hice Sonrisas y Lágrimas y alguien me preguntó si quería aprender a cantar de esa manera. Y dije: Llevo 15 años trabajando para evitar que se me casque la voz. No voy a permitir ahora que mi voz aprenda a cantar así.
E. S.: Cuando me dice un regidor, pon la voz bruta… ¡No! Llevo toda la vida intentando hacer el sonido bonito y me pides que haga algo feo.
Sois habituales del Teatro Real. ¿Qué tiene este teatro de particular?
E. S.: Trabajas da dio (divinamente). El equipo es fabuloso. Están todos con la sonrisa, te aprecian, son gentiles. Los regidores, los directores, todos los departamentos... Así que estás orgullosa de trabajar en Madrid. Yo digo siempre que es un regalo. Cada vez que me llaman, vengo feliz.
S. S.: Muchísimos compañeros me lo han comentado. Tiene la profesionalidad de un teatro de primera. Cuando entro en el primer ensayo, el jefe de los regidores me da un abrazo y me dice “bienvenida a casa”. Y así es para todos, sean de donde sean. Nos hacen sentir como en casa. Súper Nuria (Nuria Moreno) y Joan (Joan Matabosch) dan el color.
E. S.: Está bien merecido el premio al mejor teatro de ópera.
E. C.: Ya lo era antes de la pandemia. Durante esta, la labor del teatro ha sido impresionante. Y ahora aún más. Todos los departamentos funcionan con calma cuando hay niveles grandes de estrés. Y el trato humano… No sé cómo escogen el elenco, pero está siempre contento.
S. S.: Es que Joan no solo selecciona voces que se combinan muy bien. Escoge las personas que se van a llevar bien, porque sabe que si hay armonía entre el elenco saltan chispas en el escenario. Pero si no hay comunicación, el resultado no es el mismo. No siendo un teatro de repertorio, cada cosa que hacen tiene que ser lo mejor…
Aparece otra alma sonriente del Real, Graça Ramos. El ensayo comienza en cinco minutos y hoy van a probar vestuario. Las tres cantantes celestiales salen corriendo, despidiéndose entre risas.