A sus 54 años Sole Ortega, como muchas otras mujeres de su edad, se ha tenido que reinventar. Tras una infancia complicada, fuera de España, ha vivido toda su vida entre libros. Pero con la “mala caja” que hoy hacen las librerías, se le ocurrió la genial idea de ofrecer un servicio personalizado a las bibliotecas, informando y suministrando todos los fondos que necesitan para atender la demanda de sus lectores.
“Llevo toda la vida en este sector. Antes trabajaba en el asesoramiento a editoriales. Conocí el proyecto de Infobibliotecas y me apasionó”, asegura la experta en textos.
Esta empresa gallega está especializada en el suministro y gestión de fondos documentales en cualquier idioma y formato, a bibliotecas y centros de documentación. Una especie de escaparate donde las bibliotecas de todo el país pueden ver las novedades.
“Infobibliotecas es una empresa que se dedica exclusivamente al suministro de libros a bibliotecas tanto públicas, como privadas y de colegios... Es nuestro único foco. También disponemos de espacios que están abiertos al público, como es la librería Ciento Volando, pero realmente nuestra labor es suministrar a bibliotecas”, confirma.
La librería Ciento Volando situada en la calle Divino Pastor, en el barrio de Malasaña de Madrid, no sólo se preocupa de los lectores para que se sientan como en casa en sus más de 200 metros cuadrados, sino que también cuida, y mucho, a los autores.
“Para nosotros es fundamental. Y para el autor, encontrarse con el lector de a pie aquí es maravilloso. Eso lo cuidamos mucho. Es una librería que tiene alma”, concluye Soledad.
PREGUNTA: ¿Y cómo funciona exactamente el servicio de personal shopper?
RESPUESTA: Nos hemos tenido que reinventar. Nuestro fuerte es que damos un servicio completamente personalizado a las bibliotecas, ya que hoy en día las librerías son un punto fijo y los bibliotecarios, por falta de tiempo, no tienen capacidad para ir de un sitio a otro a la búsqueda de volúmenes. Así que nosotros nos desplazamos a las bibliotecas.
¿Cómo se dio cuenta de ese hueco en el mercado?
Comencé visitando bibliotecas y observé que ellos necesitaban otro tipo de servicios. Y me dije que igual que hay un personal shoper para la moda, pues porque no un personal shopper para las bibliotecas. Y bueno, diseñé el sistema de trabajo. Si una biblioteca necesita algo específico, se lo llevo desde la librería a la biblioteca.
Trabajo en la zona centro de España, atendiendo a más de 1.200 bibliotecas. Hoy puedo decir que los bibliotecarios son amigos míos porque mi relación con ellos va más allá de un presupuesto. Estoy para lo que ellos necesiten. Como si tuviera que vestir a una modelo, pero yo visto a un bibliotecario...
Está en contacto directo con las editoriales.
Sí, nosotros tenemos contacto directo con las editoriales y nuestra venta es en firme porque no hay devolución. Vamos sobre seguro. Es otra manera de vivir, de enfocar la empresa. También corremos riesgos, porque claro, todo esto depende de que te paguen... Pero es un mercado que está ahí. Infobibliotecas hace un trabajo maravilloso.
¿Qué es más difícil hoy: ser librero o bibliotecario?
Es más difícil ser librero. La vocación de librero se tiene. Lo que es difícil es que la gente entre en la librería. Hemos creado espacios maravillosos, pero al final la economía no da para que la gente pueda vivir de una librería únicamente. Y hay que reinventarse.
¿Les ha afectado la pandemia?
Infobibliotecas lleva ya muchos años, y la librería la abrimos hace cinco años. Nos ha tocado vivir la pandemia en medio de todas estas novedades, y la verdad es que se ha notado, evidentemente. Al final, hemos sufrido un parón en el arranque de los servicios de la librería. Vivir de esto y esperar a que las bibliotecas vengan a la librería es inviable, es preciso que nosotros vayamos a ellas.
Y las bibliotecas, ¿con qué dificultades se encuentran?
Sobre todo, la falta de fondos económicos. Ellos reciben subvenciones tanto de las comunidades como de los ayuntamientos y para la biblioteca ese es el principal el problema. Y luego, no tienen información, es decir, tienen que buscarla ellos. Por eso, nosotros intentamos facilitarles todo. Trabajamos mucho con las áreas. Ellos necesitan libros de determinadas áreas. Nosotros les hacemos sugerencias de libros y se los gestionamos. Estamos en constante comunicación con los clientes.
¿Qué cosas raras le han pedido?
Las bibliotecas siempre te piden libros complicados. Algunos, por ejemplo, son los libros homónimos de la biblioteca en cuestión. Éste fue el caso de la biblioteca Antonio Robles. Localizar los libros de los inicios de Antonio Robles es muy difícil. Pero bueno, ahí estamos nosotros. Te metes a subastas y donde puedes y lo vas consiguiendo... Nosotros disponemos de un equipo con las herramientas para buscar.
¿Qué tipo de publicaciones? ¿De qué materias estamos hablando?
A las bibliotecas hay que suministrarles normalmente novedades porque es lo que demandan de las personas. Pero también tienen que ir renovando sus áreas: ensayo, poesía, y mucho infantil.
Le pedirán libros internacionales...
Claro, me piden obras internacionales y además, para mañana. Pues aquí se coge el coche y se va a por el libro, porque no hay mensajeros que realicen estos servicios. Tengo la certeza de que si voy en coche, lo voy a entregar.
¿Cuántos kilómetros se hace?
Muchísimos, pero es un trabajo bonito que compensa. He sido comercial en otras empresas y creo que esta reinvención de mí misma y del negocio no tiene nada que ver con lo que he hecho hasta ahora. Sigo siendo una comercial, pero estoy orgullosa, y me he reinventado. Me conocen como la “personal shopper de las bibliotecas”.
¿Este año en la Feria del Libro se llegará a los niveles prepandemia?
Estamos ya en el nivel de 2019. Este fin de semana ha sido brutal. Creo que la gente tenía ganas de volver a la normalidad, a vernos las caras, las sonrisas y estar aquí en la feria. Vuelve a vibrar, y eso que la feria de este año tiene sus inconvenientes.
¿Como cuáles?
Por ejemplo, la megafonía de la feria que reduce mucho la información a los que vienen a verla, porque los que vienen a comprar, no saben hacia donde dirigirse. Yo creo que es un hándicap este año, y luego no poder colocar ningún cartel ni de las firmas. Hay tantas restricciones, que al final... Pero también hay mucha ilusión y la próxima semana vienen las bibliotecas, porque les hemos preparado una presentación específica para ellas.
¿Dónde llega Infobibliotecas?
Tenemos oficinas en Bilbao, Vigo, Barcelona, Cataluña y Madrid. La sede central está en Vigo.
¿Y hay un 45% de trabajadores con discapacidad?
Sí, yo soy una de ellas. Tengo discapacidad. Sufro de parálisis facial. En una parte de la cara no tengo movilidad, pero bueno, no se me nota.
No tengo una sonrisa abierta. Me encantaría poder reírme, pero tengo esta limitación. Infobibliotecas apuesta por las personas que tenemos estas dificultades. Gracias a José Ángel y Celso, fundadores de Infobibliotecas, tenemos un hueco en el mercado laboral.
¿Cuál es su sueño?
Mi sueño sería tener un food truck-biblioteca. Yo cogería mi camión y me iría a la puerta de la biblioteca de cualquier sitio. Sería la mujer más feliz del mundo. Les digo a los bibliotecarios que llegaré pitando como llegaban los panaderos a los pueblos... Esto ya sería el servicio completo de personal shopper convertido ya en food truck-book.
Tuvo una infancia complicada porque su familia fue víctima de ETA, ¿cómo lo recuerda?
Mi familia sufrió la constante amenaza de ETA. Mi padre era abogado y nos tuvimos que ir de España. Es una historia bastante triste, pero lo hemos superado porque tengo una familia estupenda con ocho hermanos maravillosos y gracias a ellos salimos adelante.
Mi madre se quedó viuda con ocho hijos y 48 años. Esto te deja marcado para toda la vida. Vivimos durante mucho tiempo en Siria. Comenzar allí fue complicadísimo y para mi padre un tremendo sufrimiento. Nunca más volvió a Irún. Salió en el año 79 de España y su máximo deseo era volver a su tierra, pero nunca volvió con vida.
La gente joven hoy no saben lo que fueron esos años. Esperemos que esto se acabe, pero perdonar, yo no perdono.
¿Cuándo volvió a España?
Yo tenía 13 años cuando volvimos. En mi casa hay ocho historias porque la percepción personal y las vivencias de cada uno son diferentes, según la edad. Estoy escribiendo un libro que tendrá que esperar aún un poco. Es complicado y hay que esperar el momento...