Es imposible resumir la trayectoria de Carmen Giménez (Casablanca, 1943), su incesante actividad. Sus exposiciones al frente del Ministerio de Cultura en los años 80 marcaron una época. Fue Carmen, en contra de la opinión general, quien luchó por ubicar el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, actual Reina Sofía, en el edificio de Sabatini.
Su rigor, excelencia y conocimiento del arte la han llevado a ser conservadora de la Fundación Solomon R. Guggenheim durante más de 23 años. Una duración insólita en un museo americano. Desde ahí propició la creación del Guggenheim Bilbao que este año celebra su 25 aniversario. Gran conocedora de la escultura, eligió para el museo bilbaíno el mejor conjunto de Richard Serra.
Experta en Picasso, reivindicó la españolidad del pintor, considerado en aquella época francés. Y consiguió que se cumpliera el sueño del artista: tener un museo en su ciudad natal, Málaga. En 2023, inaugurará la exposición Picasso. Materia y cuerpo que conmemora el 50 aniversario de su muerte y que luego viajará al Guggenheim de Bilbao.
Me encuentro con Carmen Giménez en su casa, que bien pudiera ser un reflejo de ella. Una sucesión de escaleras sin límite, de distintos espacios, pero con coherencia estética. Perfeccionismo, calidez y bohemia. Un mundo, una vida, un refugio.
Nació en Casablanca, hija de republicanos exiliados. ¿Qué ambiente se vivía?
Nací durante la II Guerra Mundial. Como el protectorado francés ya había pasado a manos aliadas, apenas se notaba el impacto de la guerra. Había un ambiente cosmopolita y una colonia importante de españoles.
Mi padre, que era muy inteligente, fue presidente del Centro Republicano en el exilio. Siempre lo vi haciendo discursos políticos. Pero nunca quiso hablar de la guerra civil, ni siquiera cuando quisieron entrevistarlo ya en democracia.
Nos educó con rigor. Vivíamos de manera sencilla, rodeados de libros. Siempre recordaré la reproducción del Guernica a la entrada de nuestra casa. Mi madre se murió poco antes de que yo cumpliera 16 años. Esta pérdida prematura marcó mi vida.
¿Cuándo vio España por primera vez?
En 1954 nos llevaron por primera vez a ver España desde la frontera francesa. No poder conocer nuestro país, el país de mis padres, era una gran frustración y algo incomprensible para una niña.
¿A qué se debe su acento francés?
Me matricularon en la École Publique francesa a los 7 años. Yo leía, escribía y hablaba español, y mal francés. Todo era español en casa. Cuando empezamos a aprender francés decíamos “la mesé”, “la tablé”…
En aquella época, los franceses nos miraban por encima del hombro. Éramos un país pobre y poco refinado para ellos. Nos podían humillar mil veces. Yo era muy orgullosa e hice tal esfuerzo con ese idioma que todo el mundo me toma por francesa (dice riendo...). Es una ironía de la vida, porque yo nunca quise ser francesa, pero siento un gran respeto por su cultura.
¿Estudió la carrera en París?
Sí. Empecé Ciencias Políticas, como mi hermano José Antonio. Estábamos muy marcados por la situación de España y queríamos cambiarla. Pero, como a mí me gustaba el arte, me cambié a la École du Louvre. Más tarde, cuando vine a España, me di cuenta de que no teníamos nada de españoles. Sin embargo, esta condición de extranjera en mi propio país me ha servido para desenvolverme en cualquier ámbito.
"El MEAC (Museo Español de Arte Contemporáneo) tenía una estructura franquista que no funcionaba así que creé la mía propia en el Ministerio"
¿Con qué país se encuentra cuando llega a España en 1967?
Antes, en París, había conocido a la tía Lily de mi amigo John Trafford (que, más tarde, sería mi marido y exmarido). Esa mujer fue fundamental en mi vida y decidió en buena medida mi trayectoria futura. Quería abrir una galería conmigo en España, pero mi marido le dijo, con razón, que yo no tenía sentido del negocio, que era una “Fitzcarraldo”. Ella tenía una gran colección de arte y me presentó a los grandes coleccionistas.
¿España? Era un país complicado con una presencia de Franco brutal. La mujer no contaba para nada. Solo me ofrecían trabajo de secretaria y yo ya sabía que quería dedicarme al arte.
En 1983, Javier Solana crea para usted el cargo de directora del Centro Nacional de Exposiciones del Ministerio de Cultura.
Yo era independent curator. No me gusta el término “comisaria de exposiciones”. Manolo Fernández-Miranda -por el que sentía un gran aprecio- propuso a Javier Solana que me fichara. Yo no quería. El Ministerio de Cultura era complicado. Manolo decía que lo sabía, pero que al igual que él había tenido que hacer un sacrificio y dejar cosas importantes para ayudar a España, él me pedía a mí como hija de republicano que ayudara a este país. Luego, yo podría continuar con mis andanzas. Javier Solana, con mucha finesse, me invitó a quedarme al menos un año. Imposible rechazar la oferta.
Francisco Calvo Serraller califica su labor en el Ministerio como “la década prodigiosa de la difusión del arte en nuestro país y de su apertura internacional”.
Cuando inauguré la exposición “Correspondencias”, yo no existía para Paco Calvo. Había un entorno muy hostil hacia mí. ¿Tal vez por mi condición de “extranjera”? Sin embargo, fue a verla y me hizo una magnífica crítica. Fue el principio de una gran amistad que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida. A él he dedicado mi última exposición, Picasso El Greco en el Kunstmuseum de Basilea.
En el Ministerio de Cultura…
Primero entré como asesora de Solana. Le dije que le podía ayudar con mi conocimiento del arte y contactos internacionales, pero en cuanto a fundraising, yo no conocía las grandes familias españolas, ni empresas. Sí conocía el mundo judío por mi exmarido y porque siempre he tenido una gran afinidad con ellos.
El programa de exposiciones del Ministerio todavía no había despegado. Hice borrón y cuenta nueva. Y ese mismo día entró también Alfonso Otazu, que fue muy importante en la creación de la Fundación de Apoyo a la Cultura impulsada por Javier Solana. Se sentó frente a mí, nos miramos y flechazo. Fue capital en mi historia. Recientemente ha escrito un libro donde cuenta la historia de aquellos años.
¿Qué recuerdo guarda de aquella época?
En el Ministerio empezaba a trabajar a las nueve de la mañana y terminaba a las tantas de la noche. Paraba en casa solo para dormir. Mi hija en aquel momento estudiaba en París. No tenía marido. Mi vida era exclusivamente mi trabajo.
Solana me dio mucha libertad y la posibilidad de hacer todo lo que hice. Fueron unos años increíbles, también llenos de dificultades. No era posible contentar a todos y algunos le pedían a Solana que me echara. Él estaba feliz porque de fuera solo recibía felicitaciones. Realmente me apoyó de un modo incondicional y le estoy muy agradecida. Tengo un magnífico recuerdo de aquella época.
"Mis padres me enseñaron a amar este país. Quiero mucho a España"
Como el antiguo Hospital San Carlos se convierte en Centro de Arte Moderno…
El MEAC (Museo Español de Arte Contemporáneo) tenía una estructura franquista que no funcionaba así que creé la mía propia en el Ministerio. Yo, francamente, no podía ser más antifranquista, porque así me educaron.
El Dr. Barros, un personaje muy interesante amigo de Buñuel, quiso enseñarme el Hospital San Carlos, que se había quedado vacío. Cuando vi aquellos espacios, pensé que tenía que cerrar el MEAC y poner ahí el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo. Curiosamente, a casi nadie le pareció una buena idea. Yo pertenezco a una generación para la que fue muy importante el minimalismo y el postminimalismo: Richard Serra, Carl Andre, Dan Flavin, Donald Judd… Esos espacios eran perfectos para estos artistas.
Inauguración de la primera exposición en el antiguo Hospital San Carlos.
Había dos ideas. Yo quería hacer un Centro de Arte Moderno y Contemporáneo, pero Solana dio cabida también a la posibilidad de crear un espacio múltiple. Me dieron dos meses para hacer la exposición inaugural. Confronté a los tres artistas españoles más importantes de entonces con tres extranjeros. Chillida con Richard Serra, Saura con Baselitz y Tapies con Twombly. Coloqué la pintura en la planta de abajo y la escultura arriba, adaptándome y configurando los espacios.
“España es un país que empieza…”.
Me prestaron unos Twombly maravillosos porque yo ya tenía una trayectoria importante en EEUU. Cuando llegó el correo con los cuadros tuve que ser franca y explicarle la situación: “Esto es España… vuestras condiciones de conservación son de país avanzado… Esto es un país que empieza…”. Congeniamos y almacenamos los cuadros mientras las paredes recién pintadas se secaban.
Fue una inauguración por todo lo alto, con gran repercusión internacional. De repente, Javier Solana se dio cuenta. Lo había convencido de que era un espacio perfecto como Centro de Arte Moderno y Contemporáneo.
Creación de la Fundación del Centro de Arte Reina Sofía.
Todos querían que fuera la directora del Museo, porque había luchado por ello. Yo no me veía ahí. A mí me gusta empezar las cosas, crearlas. No la labor de dirección ni la burocracia. Pensé que me quedaría un tiempo y me marcharía. Las cosas tienes que saber dejarlas.
Tomás Llorens no me parecía la mejor opción como director, sin embargo, me dejé convencer por Paco Calvo. Curiosamente por esas ironías de la vida, en cuanto lo nombraron me quiso echar... No se habían terminado las obras del edificio. Lamenté profundamente que sustituyeran las maravillosas carpinterías originales del edificio de Sabatini.
De Madrid a Nueva York: conservadora de la Fundación Solomon R. Guggenheim.
Tom Krens había sido nombrado director de la Fundación Guggenheim. Un año más tarde, en 1989, me ofrecía el cargo de conservadora de Arte del siglo XX. Yo no lo tenía tan claro, pero la oferta era irrechazable y mi labor en el Ministerio de Cultura había concluido. En EEUU me han tratado muy bien y he trabajado muy a gusto.
Ha dado a conocer el arte español en el extranjero y viceversa, con exposiciones de gran rigor y excelencia.
Mis padres me enseñaron a amar este país. Quiero mucho a España. Yo tenía esa capacidad para ayudar, esa voluntad. Así me lo transmitieron también.
El Museo Guggenheim Bilbao celebra este año su 25 aniversario. ¿Por qué la Fundación Guggenheim eligió Bilbao como sede?
Tom Krens quería expandir la red del Guggenheim por el mundo. En seguida me di cuenta de que el proyecto que tenía para Salzburgo no se iba a realizar. Y vendría muy bien en España… Alfonso Otazu fue fundamental. Nos recomendó hablar con el Ministerio de Hacienda en vez de con el de Cultura, organizó las entrevistas, etc.
Bienvenido Mr. Marshall…
Tom Krens no sabía dónde estaba el País Vasco. Lo convencí para que viniera. Se organizó algo parecido a Bienvenido Mr. Marshall. Alfombra roja en el aeropuerto.
Sobrevolamos en helicóptero el País Vasco. Recepción por todo lo alto en Ajuria Enea.
La idea inicial era transformar unas atarazanas en museo, pero Krens dijo en seguida que no, que había que invitar a un arquitecto y hacer el museo en la ribera. Tom hacía jogging y en una de sus carreras descubrió el lugar donde está hoy el museo. Tenía un excelente ojo para la arquitectura. Se ha demostrado que es un lugar fantástico. Se organizó un concurso donde se impuso el magnífico proyecto de Frank Gehry.
Tom quería que yo dirigieran el proyecto. Una tarde estuvimos hablando desde las seis hasta las dos de la madrugada. Él intentaba convencerme, pero yo no quería, no podía hacer este trabajo. Pensé que tenía que dirigirlo un vasco. Juan Ignacio Vidarte era la persona idónea.
"Recuerdo con emoción que Carmen Calvo me dijo que estaríamos las tres mujeres, siempre juntas: Christine, Carmen y yo"
Museo Picasso de Málaga.
En 1990 José Guirao me encargó la primera exposición de Picasso que se hizo en Málaga, Picasso Clásico, que se inauguró en 1992 y para la cual se reformó el Palacio Episcopal. Christine Ruiz- Picasso, muy impresionada con aquella muestra, nos invitó a José y a mí a su casa en el sur de Francia. Quería hacer una donación importante para la creación de un museo Picasso en Málaga, ciudad natal del artista.
Conversaciones con la Junta de Andalucía.
Después de muchos vaivenes y gracias a la siempre inestimable ayuda de Alfonso Otazu, logramos una entrevista personal entre Christine y Manuel Chaves. Chaves nombró a Carmen Calvo consejera de Cultura con la misión de llevar a cabo el Museo Picasso de Málaga. Y Carmen Calvo me nombró oficialmente directora del proyecto. Recuerdo con emoción que Carmen Calvo me dijo que estaríamos las tres mujeres, siempre juntas: Christine, Carmen y yo. Así fue.
Bernard Ruiz-Picasso (hijo de Cristine Ruiz-Picasso) y Paulo Picasso (único hijo de Picasso con Olga Khokhlova, su primera esposa) se involucraron a partir de ese momento de forma activa y generosa. Fue fundamental para el éxito del Museo Picasso Málaga.
El Museo ha recibido numerosos premios de arquitectura por su restauración y su elegante integración en el entorno.
El Museo Picasso de Málaga se planteó desde el principio como un proyecto integrado en el centro histórico de la ciudad. Se eligió al arquitecto Richard Gluckman, con quien ya había trabajado, y a la paisajista María Medina. La reforma del Palacio de Buenavista le dio una dimensión histórica a su arquitectura.
Hay que recordar que aquella zona de Málaga sufría un grave deterioro y la creación de este Museo transformó el lugar. Como directora del proyecto me tocó supervisar el proceso completo. Estuve todo el tiempo a pie de obra. Poco después de la inauguración me echaron.
De vuelta a Nueva York.
Como yo no había dejado mi cargo en el Guggenheim de Nueva York, seguí ahí hasta mi jubilación. La jubilación suele ser a los 65, pero me la retrasaron a los 72, formalmente, porque he seguido colaborando. Actualmente, preparo la exposición Picasso. Materia y cuerpo, para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Picasso. Se inaugurará en Málaga en abril de 2023 y en septiembre viajará a la sede del Guggenheim de Bilbao.
España le debe muchísimo. ¿Cómo se siente tratada por este país?
(Silencio, sonrisa) Francamente no siempre he sido bien tratada por este país, como comprenderás… Después de crear el Reina Sofia y una vez puesto en marcha, tuve que dejar el Ministerio y marcharme a EEUU. En el Museo Picasso Málaga en el cual tuve un papel fundamental desde el principio, me echaron una vez inaugurado. No soy política, solo me ha interesado mi trabajo y hacerlo lo mejor posible. Soy una superviviente. He sabido reconducir las situaciones adversas, que son parte de la vida. Prefiero quedarme con lo bueno.
“He entregado lo mejor de mi vida al estudio y la difusión del arte”, dijo en el discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Sin duda, el arte ha sido y es mi pasón, y continúo entregando lo mejor de mí al arte.
¿Qué le parece el arte actual?
Hay artistas mejores que otros. Pero pienso que todo se ha vuelto un batiburrillo comercial. Qué curioso, termina el minimalismo y el postminimalismo y empieza el mercado de precios desorbitados… Los precios de muchos artistas que fueron número uno cayeron al dejar de serlo. Esto pasa constantemente.
Yo no “vibro” de la misma forma con el arte actual, pero si puedo ayudar a un artista joven lo hago. Lo animaré a que continúe. Por dónde es cosa suya. El mundo ha cambiado y tampoco puedo estar en contra. La realidad se impone. Creo que es también una cuestión de edad. En este momento, espero que esta guerra termine, que este mundo se calme y podamos vivir en paz, que es lo más importante.