Shere Hite fue la artífice del célebre The Hite Report, el innovador estudio publicado en 1976 que desmitificó la sexualidad femenina. “Explicó cómo las mujeres tienen orgasmos, y fue odiada por ello”.
La autora del obituario, publicado en The New York Times en diciembre de 2020, condensaba magistralmente en esas escuetas líneas del titular la vida y obra de una mujer condenada a una feroz cancelación, la cual terminó por borrarla de la memoria colectiva y (casi) de la historia del feminismo.
No es pues de extrañar que muchas personas hoy en día se pregunten ¿quién fue Shere Hite? o ¿por qué no sabía de su existencia ni de su trabajo? El documental The disappearance of Shere Hite, dirigido por Nicole Newnham, responde satisfactoriamente a esas interrogantes.
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También (re)descubre a la artífice del célebre The Hite Report, un amplio e innovador estudio publicado en 1976, que desmitificó la sexualidad femenina, originó todo tipo de polémicas e incomodó a los más conservadores.
Que las mujeres no necesitaban de una penetración para alcanzar el orgasmo, que la masturbación femenina era un motivo de celebración porque con la misma las féminas podían conseguir el placer donde y cuando quisieran, constituían algunas de las conclusiones de la exhaustiva investigación llevada a cabo a través de un minucioso sondeo.
“El propósito de este cuestionario es entendernos mejor, tanto colectiva como individualmente”, encabezaba la serie de preguntas. Más de 3.000 mujeres, de diferentes estratos sociales y edades de todo EE.UU., enviaron de forma anónima sus respuestas a lo largo de cinco años.
Sus observaciones llegaban a la 28 East 56 St. de Nueva York, donde se encontraba la sede del Proyecto de Sexualidad Feminista iniciado por Hite, que no era más que su propia casa.
Para situarnos en el contexto histórico, era la época de la segunda ola del feminismo, del histórico Roe vs. Wade, aunque en los periódicos estaba terminantemente prohibido que se imprimieran palabras como vulva, orgasmo, vagina o útero.
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Como dato curioso, en aquel tiempo las mujeres estadounidenses no podían tener una tarjeta de crédito (sin permiso del esposo), a pesar de que eran el blanco de campañas publicitarias que las motivaban a la vida laboral. Corrían pues tiempos convulsos, de esquizofrenia social y política.
The Hite Report se convirtió en un éxito instantáneo. Tambaleaban creencias con matices de leyenda urbana, cuestionaba investigaciones anteriores (como las de Alfred Kinsey y la de Masters y Johnson)...
Pero, sobre todo, en una sociedad absolutamente dominada por las estructuras patriarcales, el estudio perturbó el ego de los penetenientes al temerse irrelevantes, una interpretación que Hite no contemplaba. La popularidad de Shere Hite iba en aumento.
Empezó a hablar en la televisión de masturbación y clítoris para explicar con propiedad la sexualidad femenina. Hubo quienes celebraron su trabajo, en cambio, otros emprendieron una sostenida campaña de descrédito que, en los años 80, acabó por diluir a la investigadora sexual, alimentando la amnesia colectiva y haciéndola desaparecer del ideario estadounidense.
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Reivindicarla es pues la finalidad del excelente filme de Nicole Newnham, en el que la actriz y coproductora Dakota Johnson narra en primera persona fragmentos de los diarios de la escritora.
En The disappearance of Shere Hite, estrenado en la reciente edición del Festival de Sundance, se reconstruye ese proceso de disolución, se le sigue la pista, prácticamente se le devuelve a la vida.
La vemos (mal) viviendo como estudiante de postgrado, esquivando el desdén del mundo académico dominado por una élite de hombres, modelando para pagar las cuentas.
Y la vemos asimismo haciendo equilibrio sobre la ola de un éxito inesperado que le significó holgura económica y popularidad, pero también amarguras, rodeada de belleza en su casa (obras de arte, flores, fotografías...), “para olvidar el dolor”, diría.
Chica Playboy y feminista
Shirley Diana Gregory (Misuri, 1942), de origen humilde, de padres jóvenes que la dejaron al cuidado de sus abuelos, estudió Historia porque “no entendía el presente”, escribió en su diario.
Poseedora de belleza e inteligencia, antaño cualidades consideradas antagónicas, a ambos atributos le sacó provecho. Su elegancia, con cabellera rizada cobriza y piel casi traslúcida, traspasaba la fascinación del lente de la cámara.
Con el modelaje la experta en la Revolución francesa se pagó un doctorado en la Universidad de Columbia, así espantó la recurrente estrechez económica, y su relación con el modelaje se convirtió en un idilio de larga duración que cuestionaba.
Posó para Playboy, así como para varios fotógrafos, y hasta el ilustrador de los carteles de James Bond tomó su cuerpo para las dos mujeres del póster de Diamantes para la eternidad (1971).
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Precisamente el eslogan de un anuncio de Olivetti, para el que había posado, estalló en su interior. “La máquina de escribir es tan inteligente que ella [se refería a la modelo] no tiene por qué también serlo”.
Shere se indignó tanto que nutrió la manifestación de las feministas de la Organización Nacional de Mujeres que protestaban a las puertas de esa empresa. El acercamiento a ese colectivo constituyó su entrada definitiva al movimiento feminista, y de su activismo se intensificó su necesidad de investigar sobre la sexualidad femenina.
Armó un grupo de voluntarias y se puso manos a la obra durante un lustro. Al revolucionario The Hite Report, que según la revista Newsweek ocupa el trigésimo lugar de los libros más vendidos de todos los tiempos, le siguió The Hite Report on Men and Male Sexuality (1981), sobre la sexualidad masculina y cuya conclusión develó una preponderante rabia reprimida así como una marcada tendencia hacia la infidelidad en los hombres estadounidenses.
Esta vez los ataques hacia la autora, principalmente desde los medios de comunicación y de un sector determinado sociopolítico, fueron mucho más crueles y feroces, cuestionando su metodología de trabajo, pero sobre todo su ‘atrevimiento’.
The disappearance of Shere Hite recoge un vergonzoso momento orquestado en el show de Oprah Winfrey. Hite, en solitario, enfrentándose a un público masculino que parecía una enardecida jauría que la insultaba y despotricaba.
Lo más notable, aparte de la extrema violencia y la cara de Oprah que denotaba un evidente ‘me he equivocado con esto’, era el hecho de que casi nadie en ese público había leído el libro; y es que ¿cómo se atrevía una mujer a hablar de la sexualidad masculina?, vociferaban los del supuesto 'sexo fuerte' poniendo en evidencia su fragilidad (y toxicidad).
Ni se preocuparon por tomar en cuenta que Hite apoyó su investigación y resultados en las respuestas de más de 7.000 hombres de todo EE.UU. La sostenida campaña de descrédito no daba tregua, sin embargo, Shere continuó trabajando.
Como fin de la trilogía luego publicaría el estudio Woman and Love: A Cultural Revolución in Progress (1987), que revelaba la concepción del amor y su trivialización, así como “la frustración emocional y desilusión progresiva” que sienten las féminas en sus relaciones de pareja (con hombres).
Esta investigación no solamente pasaría casi desapercibida, sino que también fue tildada por la revista Time de “ataque a los hombres”. Las críticas destructivas y la mala prensa, aunadas a las amenazas de muerte y al sonoro menosprecio, la fueron deteriorando tanto mental como físicamente.
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Al no soportar más el acoso, de un día para el otro Share abandonó Nueva York para refugiarse en Europa. Si bien no fue la única feminista que en esa época se enfrentó a tan cruentos ataques (Gloria Steinem es otro caso emblemático), a Hite se le borró por completo.
En el recuerdo de pocos murió en Nueva York a los 77 años, debilitada por sus enfermedades (Párkinson y demencia), despojada de los derechos de sus libros y, por ende, en la ruina. Su caso recuerda al de muchas otras mujeres de generaciones más recientes denostadas por los medios de comunicación y por ciertos sectores de la sociedad.
No nos engañemos, no hemos mejorado, y parece que tampoco hemos aprendido. En la era de las redes sociales, la caza y ‘despellejamiento’ alcanzan niveles despiadados, y a diferencia de antaño, lo que ya existía, hoy lo denominan la 'cultura de la cancelación'. Shere Hite explicó cómo era el orgasmo femenino, y la odiaron por ello, por “romper con un silencio funcional”, tal como diría en un programa de televisión de los 80.
Censurada y silenciada en EE.UU, poco a poco fue desapareciendo del panorama, y lo más alarmante es que se desvaneció de la manipulable memoria colectiva. El proceso de ‘borrado’ de su persona y obra resultó tan infalible que, a partir de la generación X ni su nombre se menciona, se desconoce. Recuperar, reivindicar y valorar su legado es pues un acto de justicia.