Retrato de Yayoi Kusama

Retrato de Yayoi Kusama Cortesía de Ota Fine Arts, Victoria Miro y David Zwirner

Protagonistas

Llegan al Guggenheim las alucinaciones de Yayoi Kusama: ¿qué significan sus ‘lunares’ de colores?

Las obras de la artista japonesa de 94 años aterrizan en el museo bilbaíno, donde estarán expuestas hasta el próximo otoño. 

23 junio, 2023 02:32

Alucinante, en sentido literal. Así es la obra de la artista japonesa adorada por Louis Vuitton: Yayoi Kusama. Tiene 94 años, y vive en el Hospital Psiquiátrico de Tokio, donde se internó voluntariamente en el año 1977.

[Yayoi Kusama: cuando el arte te salva de la locura y del suicidio]

Sin embargo, lo interesante de esta artista no es el hecho de que haya convivido desde hace años con una enfermedad mental, si no cómo ha logrado manejarla e incluso impulsarse en ella hasta convertirse en un icono global de la resiliencia.

En entrevistas recientes, la artista explicaba cómo las alucinaciones la sacuden todo el tiempo, y eso le ha permitido dar forma a sus obras de arte.

Auto-obliteración (Self-Obliteration), 1966–1974.

Auto-obliteración (Self-Obliteration), 1966–1974. © YAYOI KUSAMA

“He sufrido desajustes mentales, pero mi propia compulsión de pintar y crear me ha salvado de las alucinaciones hacia la locura que he tenido desde niña y de las neurosis y dificultades psicológicas que me hacen estar hospitalizada”, relataba a la revista Vogue.

El conjunto de su vida y obra, ambas imbricadas, llega ahora a Bilbao, en la gran exposición que el Guggenheim mostrará desde finales de junio y hasta el próximo otoño.

La muestra, que promete ser una de las más visitadas de nuestro país, está dividida en sucesivos capítulos temáticos (Infinito, Acumulación, Conectividad radical, Naturaleza cósmica, Muerte y Energía de la vida) y reúne más de doscientas obras, entre las que se incluyen pinturas y esculturas, instalaciones inmersivas, libros (novelas y poemas), performances…

Fortaleza personal

Precoz, comenzó a dibujar en su niñez sobre las telas de los fardos vacíos de semillas del negocio familiar, con pinturas que creaba ella misma con tinturas y arenas.

Retrato (Portrait), 2015.

Retrato (Portrait), 2015. © YAYOI KUSAMA

En su juventud, tras abandonar una casa dominada por una madre violenta en Matsumoto, Nagano [que prohibía a Yayoi ser ella misma, pintar y le decía que debía casarse y ser ama de casa], llegó a la Gran Manzana para vivir del arte y allí, en el Empire State. Se cuenta que Yayoi prometió que un día usaría toda su energía creativa para “conquistar” la ciudad y el mundo entero.

En la escena neoyorquina del siglo XX, la opinión se dividía en dos: algunos la comparaban en importancia con figuras como Pollock y Warhol y otros denostaban su trabajo.

Fue precisamente una mujer, la galerista Beatrice Perry, quien apreció especialmente sus obras y las puso en valor.

Con gestos sencillos, repetitivos hasta lo meditativo, Kusama comenzó a realizar allí sus famosos lienzos como redes y a completar muebles y objetos cotidianos con anexos a los que llamaba 'Accumulation Sculptures' [esculturas de acumulación].

Inclasificable, a medio camino entre lo conceptual, lo minimal y lo feminista, ella misma señala que sus verdaderas inspiraciones son más bien ax Ernst y el surrealismo de Dalí y Miró.

Son muy conocidas también sus performances reivindicativas (de la feminidad y del arte) como la titulada Walking Piece (1966).

Internada voluntariamente

A mediados de los setenta, Kusama volvió a Japón, y en el año 1977 se internó voluntariamente en el Hospital Psiquiátrico de Tokio, donde reside desde entonces.

Dejó de lado la performance y practicó, como se verá en la exposición, el collage y las esculturas inmersivas como sus famosas cien “nubes-almohadas” (The Clouds, 1984).

LV x YK Vestido con cremallera Infinity Dots.

LV x YK Vestido con cremallera Infinity Dots.

Kusama regresó en poco tiempo al dibujo, la pintura y las instalaciones. Según cuentan, es Marc Jacobs, una de las personas con mayor olfato para las tendencias mundiales, quien visitó a Kusama en Tokio y decidió que sus obsesiones (y su propia figura humana en los escaparates y fachadas en grandes dimensiones) debían pasar a
ser parte de la Maison Vuitton.

La propia Yayoi declaró: “Marc Jacobs es un diseñador increíble con un gran talento artístico. Las creaciones de Louis Vuitton son muy conocidas, por lo que esta colaboración con toda seguridad será algo que atraerá el corazón de las personas en todo el mundo”.

Sus propuestas, ciertamente, se han convertido en best-seller mundial.

Y no se equivocó. Cada año, sus ‘polea dots’ o puntos de colores se están expandiendo por más lugares. Es raro visitar París, Nueva York o cualquier otra gran capital y no cruzarse con un escaparate que las contenga.

Si no hubiera sido por el arte, me hubiera suicidado hace mucho tiempo”, afirmó la artista.

Estos días, el museo Guggenheim se llena con sus creaciones, para homenajear a una
mujer que utilizó su debilidad como una fortaleza, conquistando, como un día se propuso, desde el Empire State, el mundo entero.