“¡Esta es la isla! [muestra una fotografía aérea en el móvil, con alegría]. Es muy particular, ¿no crees?”, explica en exclusiva a magasIN Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, la gran coleccionista italiana y una de las mayores del mundo.
Miembro de los consejos internacionales del MoMA y la Tate Gallery, entre otros muchos honores, la presidenta de la fundación que lleva sus apellidos nos recibe hoy en la sala Anselma del Ateneo madrileño, donde se presenta una exposición de su programa de jóvenes comisarios. Su proyecto ha pasado de ser estelar a convertirse en una constelación.
Una enorme fundación en Turín, una colina en Piamonte, ahora una isla veneciana, decenas de colaboraciones en diferentes lugares del mundo y, pronto, quizás, ¿una
nueva sede en Madrid?
[Patrizia Sandretto: "Mi desafío es conjugar la colección con el mecenazgo"]
“Esta parte [separa la imagen con los dedos, para agrandarla] es para la llegada de barcos pequeños”, prosigue, “y esta otra, para el vaporetto de línea con el que llegarán los visitantes desde Venecia. Habrá dos espacios para el arte: la pequeña colina entre ambos edificios servía para que, si uno de los dos explotaba, el otro quedase protegido [se trata de 'antiguas fábricas de pólvora', explica]. Después podemos construir dos
casitas más. En la isla no habrá electricidad externa, la energía se va a producir allí, va a ser algo único para el arte, y totalmente sostenible”.
Una isla, añade Patrizia Sandretto, que guarda significados para los peregrinos, vinculada al teatro y al arte povera. Un proyecto histórico, a unos minutos de las orillas de la ciudad de los canales. Sandretto comisiona cada año decenas de obras nuevas y ofrece residencias para artistas y comisarios, pero este nuevo espacio sin
duda colocará a la Fundación en el top mundial por su carácter simbólico.
Mientras tanto, como sigue explicando, parte de su colección está expuesta estos días en el palacio Strozzi de Florencia, uno de los más bellos del Renacimiento italiano, donde ella misma subraya con orgullo que “se ha expuesto previamente a Jeff Koons, a Donatello y ahora, a la colección Sandretto. Para mí es muy importante producir y comisionar nuevas obras, no solo exponer obras anteriores. Después tenemos una colina en Guarene [donde comisionan dos veces al año, y enseña de nuevo en su móvil unas imágenes de Marguerite Humeau, 'que ha jugado con el masculino y femenino de las uvas'].
Coleccionista desde los años noventa
¿Siempre supo que quería ser coleccionista de arte moderno?
Yo empecé a coleccionar en 1992, hace 31 años. Fue en Londres, conociendo a artistas, hablando con ellos. El arte contemporáneo me pareció una fantástica oportunidad para visitar los talleres de artistas que trabajan, ver en qué están involucrados, conocer sus motivaciones...
La mía es una colección generacional, ahora, en 2023 colecciono a artistas que tienen la edad de mis hijos, pero empecé coleccionando a mis coetáneos. Y sin embargo, siempre he comprendido que coleccionar no era bastante para mí, porque yo quería ser más activa en este mundo del arte.
¿Por eso creó su fundación?
Sí, en 1995 decidí constituir la Fundación Sandretto Re Baudengo como una institución sin ánimo de lucro. Para ayudar a los artistas y para, como objetivo igualmente importante, educar [explica que invita a cerca de 40.000 niñas y niños cada año a visitas y laboratorios, también trabaja con colectivos en riesgo de exclusión]. Ayuda a los artistas y comisarios, educación y formación son las tres cosas básicas más importantes.
¿Cómo describe usted su gran colección?
Mi colección es importante [se detiene unos segundos]. Se trata de más de 1.500 piezas. Son todas obras muy contemporáneas, desde finales de los ochenta. En paralelo, solamente de fotografía histórica tengo más de 3.000 fotografías realizadas desde 1839, que es cuando empieza la historia de la fotografía, hasta 1900 y después fotografía contemporánea.
Intento que mi colección pueda viajar por el mundo. El año pasado estuvo en CAC de Sevilla y Valladolid, ahora está en Florencia. El año que viene estará en un centro institucional español que aún no se ha comunicado. Toda esta actividad se ha hecho desde Turín, con el apoyo de Guarene, ahora empezamos en Venecia...
El deseo de Madrid
¿Y cuándo tendrá sede en Madrid?
En 2017 constituimos la Fundación con los mismos objetivos que la de Turín. La idea desde entonces ha sido encontrar un espacio donde poder hacer exposiciones, invitar a los artistas, producir obra y hacer una labor de educación, con laboratorios para los niños y los adultos.
Hemos intentado aquí en dos ubicaciones, pero al final no hemos tenido la suerte, pero yo sigo creyendo muchísimo en España, en Madrid. Mientras seamos nómadas, cada año vamos a encontrar el mejor lugar en este país para colaborar con los mejores comisarios y artistas. Lo que yo hago en Italia y a nivel mundial es muy reconocido por el sistema del arte contemporáneo, y pienso que podría ser un proyecto que funcionara bien aquí.
¿Qué haría falta?
En Turín, el ayuntamiento que tenía un área que era una industria de coches e hicieron un concurso y apliqué a él y después lo reconstruí. Es difícil encontrar un espacio en un lugar central, pero quizá la comunidad o el ayuntamiento tengan un lugar en el que se pueda hacer una reestructuración y crear un centro.
Ya te digo que lo hemos intentado y aún no hemos tenido suerte. Mientras llega la posibilidad, sigo haciendo exposiciones y proyectos en España.
¿Qué es lo que más le gusta de Madrid?
Que es de verdad una capital. Tiene mucha fuerza creativa y es un puente con los países latinoamericanos.
En Italia somos más pequeños, Madrid tiene toda esta relación con tantos países por el idioma. Tiene muy buenos museos, Prado, Reina Sofía y Thyssen, pero queda espacio para proyectos como el mío, nosotros queremos hacer algo complementario para los más jóvenes, para los artistas y comisarios, producir obras y contribuir a educar en la cultura y el arte.
¿Sigue existiendo una cierta resistencia social al arte contemporáneo?
El arte contemporáneo no es fácil. Y no pienso que debamos hacerlo fácil. Todo arte ha sido contemporáneo, también el de los egipcios y el medieval ha sido contemporáneos [sonríe ampliamente]. Ahora vivimos en un momento en el que tenemos la responsabilidad de ayudar a los artistas vivos para hacer el arte del presente.
El arte que yo quiero es el que te habla del presente, del mundo en el cual vivimos. No es solo decoración, pintura y cuadros que colgar en la pared de una casa. El arte es mucho más. Los artistas, a través de sus obras, nos explican, no es que nos den respuesta, nos explican cómo es el mundo.
En 2008 hicimos en Turín hablando de ecología una exposición: había un grupo de artistas que hablaban de los combustibles de los aviones, es decir, los artistas con visión son avanzados a su época. Ahora todo el mundo habla de climate change. Pero ellos hablaban de esos mismos temas hace quince o veinte años.
¿Seguimos sin entender el arte actual o es una cuestión de prejuicios?
Existe un prejuicio porque hasta hace veinte años no se hacía mucho por explicar. Todo lo relacionado con el presente es más difícil de entender y de explicar. Ahora los museos e instituciones trabajan mucho sobre la mediación y la educación.
Muchas veces los padres vienen a visitarnos en Turín el fin de semana porque los
niños visitan programas durante la semana los traen. De todos modos no es que el arte te tenga que gustar, se trata de que genere una reflexión, preguntas y abra el pensamiento.
Comprender y coleccionar
Es famoso su ‘ojo para el arte’ (eye-catch). ¿Ha cambiado la forma en la que colecciona?
Viajo mucho, tengo asesores y comisarios. Pero tiene que ser arte en el que yo crea. Cuando comencé a coleccionar, no entendía nada. Era laureada en economía, cuando comencé a visitar galerías era muy difícil para mí. He tenido que estudiar mucho, aprender y hacer muchas formaciones.
Lo importante es ponerse delante de una obra de un modo muy humilde para comprenderla. Conocer al artista te ayuda. A veces compro una obra porque tiene algo importante que cuenta, otras veces porque trata un tema muy bien explicado, o porque es interesante para mi colección.
Para cada obra de mi colección, sé el momento en que la he comprado, si he dialogado con el artista, y por qué la he adquirido. Es también mi historia. Se crea un ‘hilo rojo’
entre el artista y coleccionista, un mapa de tu vida, la biografía del artista y la tuya se unen a través de esas obras. Nunca pensé en comprar para especular, también cuando comencé el mercado era muy diferente.
¿Siempre le gusta conocer a cada artista? Puede ocurrir que una obra sea más interesante que quien la genera...
Estoy de acuerdo. No todos los artistas son abiertos y disponibles. Pero muchas personas son maravillosas, cuando vienen a Turín, viven en nuestra casa, comisarios
y artistas, por la noche comemos juntos y hablamos de mil temas. Cuántas cosas he aprendido y comprendido últimamente desde la juventud de muchos de ellos. La inteligencia artificial y muchos otros temas son interesantísimos. Ellos me llaman ‘Italian mamma’ porque la mayoría son de la generación de mi hijo.
¿Cómo es el buen arte, en su opinión?
Los buenos artistas antes de todo, han estudiado, conocen el pasado, y saben utilizar todos los medios necesarios para conectar con los temas importantes del mundo en que vivimos. Conocen el pasado, viven el presente y se preocupan del mundo futuro. Los conectan. Nos ponen enfrente de los temas. No son muchos.
¿Y el formato?
No es una cuestión de eso: puede ser pintura, fotografía, escultura. Ahora, hay artistas que trabajan con nuevos medios y son muy interesantes. La inteligencia artificial
me interesa, el NFT, no. No creo en los NFTs. Colecciono arte digital desde 1992, no es que no me interese lo nuevo... pero NFT es un certificado digital, para mí no ha
cambiado el mundo.
En cambio, los artistas pueden utilizar AI, inteligencia artificial, y hacer obras que son muy interesantes. No es solo que un algoritmo haga muchas obras por generativo, sino que sea una herramienta. Pero los NFT no me interesan.
¿Qué cambiaría o añadiría al sistema del arte contemporáneo?
Los precios han crecido inesperadamente en estos treinta años, pero también han puesto atención sobre el mundo del arte. Se habla más del arte desde esos artistas. Pienso necesitamos más buenas escuelas y academias y no todos los países las tienen.
Liderazgo femenino
¿Qué mujeres le inspiran?
Cuando yo comencé a coleccionar había pocas mujeres. En mi fundación, en el año 2004 dedicamos toda la programación de un año sólo a mujeres. No estaba de
moda hacerlo. El mercado del arte es más difícil para mujeres. Para mí, una obra es lo mismo que sea hecha por un hombre o una mujer, pero hay que apoyar a las artistas mujeres. Para mí ha sido muy importante todo lo que he leído de Peggy Guggenheim. Lo que hizo fue muy importante.
¿Qué artistas españolas le gustan más?
Muchas, como Teresa Solar, Glenda León y June Crespo. También Mónica Mays y Cristina Mejías. Hay muchas que no están tan reconocidas como merecen y en eso también colaboro, en su reconocimiento [menciona también el premio StellaRe de su fundación, desde el 2006]. Así como trabajo con muchas comisarias y galeristas, y no olvidemos a las coleccionistas [sonríe].
Colaboro con el museo de Filadelfia y creamos un comité de 17 instituciones en Italia que colaboramos para abrir al público el arte y mostrar a artistas, y somos muchas mujeres y hombres por el arte italiano.
Si no hubiera sido coleccionista, ¿qué hubiera sido?
Mamma [sonríe]. Bueno, mi idea era trabajar en la industria familiar, pero el arte lo llenó todo. No puedo imaginarme no haber vivido con mis artistas y comisarios. Paso más horas en la fundación que en mi casa y he entendido cuán importante es también lo que puede significar el arte para las discapacidades.
Comencé a coleccionar hace treinta años, tan largo recorrido ha sido una oportunidad increíble de aprender sobre la vida. He tenido mucha suerte de encontrar en mi vida lo que relamente me gustaba y quiero devolver a la sociedad lo que he recibido.