Anna Barbaro (Reggio de Calabria, Italia) es bióloga especializada en genética forense y criminalística. Su profesión le viene de familia, pues su padre fundó el Studio Indagini Mediche E Forensi (SIMEF), un laboratorio dedicado al ámbito de la salud y la investigación criminal. Lo hizo en una época especialmente cruenta para la sociedad italiana, pues los estragos de la guerra entre las mafias durante los años 80 y 90 se traducía en muertes y desapariciones contadas por decenas cada día.

La realidad que vivió durante su infancia, debido al trabajo de su progenitor y a la violencia descontrolada que imperaba en su ciudad natal, la llevaron a formarse en estudios forenses y criminología. Así, Barbaro se convirtió en una de las primeras mujeres en dedicarse a este sector masculinizado y en una sociedad fuertemente patriarcal. "Cuando llegaba a la escena de un crimen me miraban mal y se preguntaban: '¿Qué hace esta mujer aquí?, debería estar en casa'", cuenta. 

Durante su destacada trayectoria se percató de que cada vez eran más las mujeres que mostraban interés en formarse en esta área. Esto la motivó a fundar la Worldwide Association of Women Forensic Experts (WAWFE), con el objetivo de visibilizar a las profesionales que se dedican a las ciencias forenses alrededor del mundo, tanto en instituciones públicas como privadas, así como para favorecer el intercambio de información científica y técnica entre las expertas. 

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"El proyecto ha tenido mucho éxito, pues tenemos a varias mujeres involucradas en la coordinación y que son de distintos países del mundo, incluso de aquellos donde su papel está deslastrado, como en Arabia Saudí o la India. También hemos recibido mucho apoyo por parte de hombres que quieren trabajar por promover el rol de las mujeres en la comunidad científica internacional", apunta Barbaro. En el marco de este trabajo asociativo realizan manuales, conferencias y formaciones de toda índole donde procuran hacer sinergias con otros profesionales vinculados a la investigación criminal.

La escena del crimen

Barbaro compagina su actividad divulgativa con el trabajo de campo, asistiendo a escenas de crímenes sin resolver en su Reggio de Calabria natal, pero también por toda Italia. Lo hace recogiendo muestras de todo tipo para, posteriormente, analizar su ADN. Su labor no es cosa menor, pues tal y como ella misma afirma, "la investigación de la escena del crimen es la fase más importante de toda la investigación criminal. Los errores que se comentan en esta etapa van a comprometer la resolución del caso". 

Anna Barbaro. Cedida

Su minucioso trabajo de investigación complementa al de otros perfiles profesionales involucrados en la resolución de un crimen. En este sentido, la genetista foerense aclara la diferencia entre el trabajo que desempeña un criminólogo y un criminalista. "Existe mucha confusión sobre estas figuras, también influenciados por lo que vemos en el cine o la televisión. Los criminólogos se encargan de hacer una evaluación de la personalidad del criminal, mientras los criminalistas realizan los análisis propios de un laboratorio, como pueden ser los de genética o balística", detalla. 

Los métodos disponibles en la actualidad son altamente sofisticados y han cambiado mucho en los últimos años. "Cuando empecé a estudiar en la universidad, apenas se comenzaba a hablar del primer método desarrollado por Alec Jeffreys para analizar el ADN. Se utilizaban muchos métodos manuales, ni siquiera se había descubierto el marcador de amelogenina, que se utiliza para determinar el sexo. Luego pasamos a utilizar cinco marcadores, ahora contamos con 27", señala.

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Sin embargo, aunque el desarrollo científico en esta materia estaba dando sus primeros pasos, Barbaro vio todo el potencial que existía en esta rama de la criminalística. "Todo ha avanzado tanto, que en el laboratorio hemos podido especializarnos en medicina forense. En SIMEF hemos sido los primeros en toda Italia en obtener la acreditación para enviar directamente los perfiles de ADN a la base de datos nacional, incluso antes que la policía y los carabinieri, a quienes tuvimos que enseñar", cuenta. 

Para entonces, el proceso de análisis de las pruebas requería un alto grado de conservación de las muestras genéticas. "El estado de conservación debía ser perfecto para poder extraer ADN, ahora lo podemos hacer con pequeñas cantidades. Por ejemplo, cuando nosotros tocamos una superficie, dejamos una pequeña cantidad de nuestras células y de ahí ya podemos extraer el ADN. Esto ha permitido resolver muchos casos que antes hubieran sido imposibles", detalla. 

"Actualmente, también podemos obtener características fenotípicas de la persona que ha dejado una muestra cualquier tipo de resto genético en la escena del crimen. Esto nos permite establecer datos como el color del cabello o los ojos. Esto es importantísimo, ya que si la información genética de un sospechoso no se corresponde a ninguno registrado en la base de datos, podemos colaborar con la investigación realizando un perfil físico que permita a las autoridades hacer una búsqueda", continúa. 

Anna Barbaro. Cedida

Barbaro señala la importancia de aislar correctamente la escena del crimen, además de realizar una correcta cadena de custodia de las pruebas para evitar la contaminación de las mismas. Esto último cobra especial relevancia en aquellos escenarios que tienen lugar a campo abierto. Además de la cadena de custodia y el posterior análisis de las muestras y toda la documentación del proceso, la genetista forense destaca la importancia de saber explicar los resultados del laboratorio criminalístico ante un tribunal: "Esto, al final, es lo que va a decidir si una persona es o no culpable".

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Aunque los avances han sido notorios, todavía hay un gran reto que solventar: la posibilidad de la datación de una muestra. Esto viene a decir que, hasta ahora, los análisis forenses pueden determinar si un presunto culpable estuvo o no presente en la escena del crimen. Sin embargo, lo que no puede detallar es el momento exacto en el que estuvo. Anna Barbaro se encuentra desarrollando un método que permita establecer la datación de las muestras junto a la Universidad de Alcalá. 

Todos estos elementos se van a discutir en el tribunal, por lo que mientras más precisos sean, mejor. "Los profesionales de la abogacía han aprendido mucho sobre criminalística, por lo que poder contar con la posibilidad de datar la presencia de un sospechoso ayudaría a que no se pusiera en duda los resultados de la muestra", dice. Esto, junto a los métodos next generation, como el análisis de datos de manera masiva, permitirán una mayor certeza del trabajo de laboratorio que realizan profesionales como Barbaro ante cualquier tribunal.