“Yo no hago moda, yo soy la moda”, dijo Coco Chanel, una de esas citas, a medio camino entre la ocurrencia y el exabrupto, que la hicieron tan famosa como sus creaciones. Ahora, cuando se han cumplido 140 años de su nacimiento y más de medio siglo de su muerte, la diseñadora francesa más icónica de todos los tiempos ha puesto Londres a sus pies.
El Museo Victoria & Albert (V&A) londinense inauguraba el pasado 16 de septiembre la primera exposición en Reino Unido dedicada a la couturière francesa, Gabrielle Chanel. Fashion Manifesto, y apenas una semana después colgaba el cartel de “no hay entradas”.
La muestra, abierta hasta el 25 de febrero de 2024, recibió críticas espléndidas: Rachel Cook, experta en moda del diario británico The Guardian, la calificó como “un vertiginoso exceso de buen gusto”, y añadió que le habían “temblado las piernas” al verla.
Lo cierto es que la exposición se inspira en otra que se realizó en 2021 en el Palais Galliera de París, pero incluye más de 100 objetos nuevos (incluidos 60 looks), lo que la convierte en la muestra que ha reunido mayor colección de piezas de la creadora. Y con ella, mademoiselle Chanel acapara de nuevo titulares y récords.
Detrás de esta exhaustiva exposición, hay dos mujeres, pues ha sido comisariada por Oriole Cullen, jefa de Textiles Modernos y Moda del V&A, y Connie Karol Burks, comisaria de Proyectos de Exposición del mismo museo de Londres, dedicado fundamentalmente a las artes decorativas y a las bellas artes.
Esta última lo explicaba así: “Gabrielle Chanel. Fashion Manifesto explora cómo ella dio forma al guardarropa de la mujer moderna, desde su entrada en la moda en 1910 hasta su colección final en 1971. Traza los elementos definitorios de su visión única de la moda que continúan influyendo en la forma en que nos vestimos hoy”.
Para contar la historia de la larguísima carrera en la moda de Coco Chanel, han reunido “objetos raros y espectaculares de varias colecciones clave de todo el Reino Unido, Europa y Estados Unidos para contar la historia de su carrera”.
En la primera sección, Towards A New Elegance (Hacia una nueva elegancia), podemos ver una camisa marinera perteneciente a la colección Primavera/Verano 1916. Se trata de una blusa tipo túnica de fino jersey de seda con cuello marinero, sencilla abertura en pico en el cuello y cinturón tipo fajín en la cintura.
“Aunque tiene más de un siglo, todavía mantiene un aspecto sorprendentemente contemporáneo”, afirma Connie Karol Burks, quien destaca también como Chanel tenía “un auténtico sentido de la modernidad, de la vanguardia, de la audacia, y lo llevaba de manera natural a sus creaciones”.
Hija de familia humilde, cuya madre murió cuando la niña tenía 11 años y cuyo padre la abandonó, dejándola en el orfanato del convento de Aubazine, la historia de Gabrielle es una oda a la superación y el esfuerzo.
Durante los seis años que pasó con las monjas aprende a coser. A los 17 encontrará trabajo como costurera de día, y de noche, perseguirá su sueño de dedicarse al espectáculo cantando en un cabaré, frecuentado por oficiales, donde recibirá el apodo de Coco y conocerá al heredero de una rica familia de empresarios textiles, Étienne Balsan.
Con él vivirá durante tres años una vida de amor y lujo y comenzará a confeccionar sombreros, que venderá entre las ricas amistades de Balsan. Entre los amigos de este, Coco se enamorará de Arthur “Boy” Capel, perteneciente a una rica familia inglesa, quien será su Pigmalión.
Con Capel descubrirá el guardarropa de un gentleman, que influirá en sus creaciones, en las que aplica el “punto jersey”, tradicionalmente masculino, al vestuario femenino, difuminando las fronteras entre ambos estilos.
Será también Capel quien, en 1910, la ayudará a abrir su primera tienda en París, en la que comienza a vender sombreros y otras prendas que van a protagonizar el guardarropa que demanda la nueva mujer.
A ese local seguirán otros en las ciudades costeras de Deauville y Biarritz, donde el estilo de vida junto al mar favorece la práctica de actividades deportivas, a las que empiezan a sumarse las mujeres y para lo que necesitan desde trajes de baño hasta pantalones, una nueva moda cómoda, ligera y simple, desprovista de todo lo pesado y lo superfluo.
Finalmente, en 1918, inaugura su casa de alta costura en París, en el número 31 de la Rue Cambon, y desde allí construirá un imperio que ha durado más de un siglo, convirtiendo la marca Chanel en una de las más valiosas y conocidas del mundo.
Con Capel comenzará también su historia de amor con Gran Bretaña, que continuará tras la muerte de este, en un accidente de automóvil, en 1919. Como es lógico, la muestra londinense se recrea en las conexiones de la diseñadora con la industria y la aristocracia británicas.
Desde su relación amorosa durante una década con Hugh Grosvenor, Duque de Westminster y uno de los hombres más ricos del país, a su amistad con Winston Churchill. Con ellos sale a cazar y pescar y del sobrio vestuario para esas actividades toma los prácticos tejidos para protegerse del frío y los reinterpreta para vestir las calles de París.
"Fui yo quien enseñó a los escoceses a fabricar tweeds ligeros, y me costó mucho convencerlos", diría la diseñadora. En la exposición podemos ver un muestrario de los fabricantes de textiles Ferguson Bros Ltd. con un diseño suyo para esta firma, así como una película de debutantes británicas de 1932 luciendo una colección especial diseñada por Gabrielle Chanel utilizando tejidos del país.
Chanel empezará a utilizar el tweed en su elegante ropa de día de alta costura durante los “locos años 20” y ya no parará hasta hacer de ello el estilo inconfundible de su marca. A ello añadirá nuevos materiales, como el terciopelo de algodón, pijamas y, por supuesto, "the little black dress" o, como se diría en francés, "la petite robe noire".
Ese “pequeño vestido negro” cambia el curso de la historia ya desde el color, antes asociado al luto y al que Chanel dota de carta propia de naturaleza. En 1926 la revista Vogue lo describe como "el Ford de la moda" pues permite la misma libertad de movimientos que el mítico coche (y también se vendía por cientos).
Y aunque fueron Paul Poiret y Mariano Fortuny quienes liberaron a la mujer del corsé, es Chanel quien se convierte en la suma sacerdotisa de la modernidad y la inventora del “total look”, es decir, vestir a la mujer de la cabeza a los pies, y venderle todo aquello que pudiera necesitar.
Y, según la comisaria Oriole Cullen, para ello hacía falta “un ingrediente invisible, el perfume Chanel Nº 5". En 1921, Coco Chanel cambia el rumbo del mundo de la perfumería, con la ayuda de Ernest Beaux, conocido como el perfumista de los zares, a quien le encarga la creación de “un perfume de mujer con olor a mujer”.
Ese perfume, al que luego Marilyn Monroe haría famoso en Estados Unidos al decir que solo utilizaba para dormir “unas gotas de Chanel Nº5”, fue la quinta muestra que Beaux le presentó a Mademoisille, quien presentaba sus colecciones el quinto día del quinto mes del año “y ese número siempre me ha traído suerte”. De ahí su nombre.
[Chanel Nº5: lo que no sabes sobre el perfume más vendido del mundo]
En 1923 conoce al coreógrafo Segei Diaghilev con el que mantendrá una amistad hasta la muerte de este. Diseña el vestuario de los Ballets Rusos y financia espectáculos suyos. Ávida de educación y de cultura, siempre se rodeó de intelectuales y artistas de los que fue mecenas.
Pintores, escultores, poetas, escritores, músicos, bailarines… cualquiera que fuera la disciplina o la corriente (modernistas, surrealistas, dadaistas, cubistas, vanguardistas…), Gabrielle Chanel siempre quería tener cerca esas mentes brillantes y creativas, pues estaba convencida de que “se triunfa con lo que se aprende”.
En 1929, la empresa se ve afectada por el crack bursátil así que, en 1931, Chanel acepta un cheque en blanco de la meca del cine y viaja a Hollywood para hacer el vestuario de las película Tonight or Never (1931) y The Greeks Had a Word for Them ó Three Broadway Girls (1932). Las actrices Greta Garbo y Marlene Dietrich se convierten en clientas.
Y aunque se declara convencida de que “es a través del cine que la moda se puede imponer hoy”, renegará de su aventura americana y de una cultura que considera “infantil” para regresar a una Europa al borde de una guerra.
Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, Chanel cierra temporalmente su maison de costura. Vive en el hotel Ritz, donde se alojan numerosos oficiales nazis y donde conocerá a Hans Günther von Dincklage, un oficial alemán que trabaja como espía para su país. Según la exposición en 1941 los nazis la registraron como una “persona de interés” por sus contactos entre los británicos y su nombre en clave era "Westminster".
Aquí comienza la etapa más polémica y controvertida de la vida de Coco Chanel. En el libro Sleeping with the Enemy: Coco Chanel’s Secret War (Durmiendo con su enemigo: la guerra secreta de Coco Chane), escrito por Hal Vaughan en 2011, se afirma que la diseñadora habría colaborado con los nazis.
Coincidiendo con la inauguración de la exposición, la BBC estrenó el documental Coco Chanel Unbottoned (Coco Chanel desabrochada), en el que se habla de su relación con von Dincklage y se afirma que ella colaboró con la inteligencia alemana. Pero investigaciones recientes en documentos desclasificados hace un par de años sugieren que también fue una agente ocasional de la resistencia francesa.
Al acabar la guerra fue detenida e interrogada, acusada de colaboracionismo, pero finalmente fue puesta en libertad, y hay quien apunta a que Churchill podría haber intervenido para que fuera liberada.
Coco Chanel se exilió entonces en Suiza, donde vivirá hasta 1954, año en que regresa a Francia y se encuentra un parís muy diferente al que dejó. Christian Dior ha triunfado con su New Look y le disputa el trono de la moda a Cristóbal Balenciaga, los diseñadores hombres se han ‘apoderado’ de la alta costura.
Pero una mujer capaz de sobrevivir a una infancia en la miseria, dos guerras mundiales, un crack económico y acusaciones de espionaje no se iba a desanimar tan fácilmente. Y decide reinventarse una vez más. A los 71 años, y después de 15 años de inactividad, vuelve a la moda con su “comeback collection” o colección de regreso.
“No soy joven pero me siento joven. El día en que me sienta vieja, iré a la cama y allí me quedaré. Siento que la vida es algo maravilloso” declara a su vuelta. En la sección The Suit, vemos una muestra a doble altura de 62 versiones del traje Chanel de las décadas de los 50 y los 60, confeccionados en tweeds de todos los colores, con patrones verdaderamente atrevidos.
En febrero 1955 se presenta el bolso acolchado diamante, llamado modelo "2.55" por el mes y el año de su lanzamiento, en piel con cadena dorada o en metal y piel que permitían llevarlo en el hombro para dejarle las manos libres a la nueva mujer trabajadora.
Vitrinas y expositores muestran bolsos y accesorios que hoy son códigos de la marca, así como ejemplos de la ingente creatividad que sigue desplegando una Chanel incansable, que se adelanta al futuro en tantas y tantas cosas, por ejemplo, en los cosméticos de tamaño de viaje “Pour le Weekend”.
Un traje pantalón negro de lentejuelas de 1937; un vestido de flores bordadas en negro y plata, una túnica de lamé rosa de 1968; bailarinas bicolor, una camelia, un broche con forma de cometa o estrella de bisutería, para hacer llegar la joyería a todo tipo de públicos… y, en una alarde espectacular, una sala reproduce la famosa escalera de espejos de Rue Cambon, con espectaculares vestidos en cada escalón.
Y, al final de la escalera,después de recorrer las diferentes secciones The Emergency of a Style (La emergencia de un estilo), Luxury and Line (Lujo y línea), Closing the House (Cerrando la casa), Chanel Codes (Los códigos de Chanel), Into the Evening (En la noche), Costume Jewellery (Joyas de bisutería), la última se llama Timesless Allure.
Allure es un término tan difícil de traducir como de poseer: atractivo, seducción y capacidad de fascinación… Ella lo definió así: “No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase”.
Gabrielle Chanel murió el 10 de enero de 1971, a los 87 años, con los alfileres en la mano, es decir, trabajando hasta el último aliento. Está enterrada en el cementerio Bois-de-Vaux en Lausanne (Suiza).
Una mujer que era una auténtica escopeta de aforismos a los que su amante y amigo Pierre Reverdy (1889-1960) bautizó como "Chanelismos". Y una creadora capaz de ‘diseñar’ el siglo XX .
El diario The Evening Standard titula su crónica de la exposición Chanel at the V&A: a must see celebration of the beauty and contradictions of fashion icon (Chanel en el V&A: una celebración obligada de la belleza y las contradicciones de un ícono de la moda). Londres se ha rendido a los pies de la 'anglófila' Coco Chanel, la misma que dijo: “Ha habido muchas duquesas de Westminster. Chanel hay una sola”.
"La influencia de Chanel se extiende durante más de seis décadas, y en todo ese tiempo fue capaz de reinventarse, renovarse y avanzar con el siglo", asegura la comisaria Oriole Cullen. Solo así pudo crear un estilo universal, en el que siempre, siempre, la mujer está por encima de la prenda.“El único modo de ser irreemplazable siempre es ser diferente”. Chanel dixit.