Cristina del Valle (Oviedo, 1960) lleva en su voz, y también en su melena oscura, el ímpetu de una mujer que acumula décadas de trabajo ininterrumpido en pos de la igualdad femenina. La cantante asturiana ha dedicado su carrera a defender los derechos de las mujeres, a través de vindicaciones por las que ha sido reconocida en toda Europa y América Latina por su labor altruista contra la violencia de género.
El pasado mes de marzo, se estrenó como invitada en Arréglate que nos vamos, el pódcast de magasIN de EL ESPAÑOL presentado por Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo, que en aquella entrega debut daba comienzo a una temporada de éxitos que continúa hoy.
Por el programa han pasado comunicadoras —algunas de este mismo periódico y otras a las que vemos a diario en televisión, aristócratas, científicas y mujeres que se deben a las artes y a la cultura.
Este último es el caso de Cristina del Valle, esa amiga nada peligrosa —como se titula el episodio, por su papel como solista en Amistades Peligrosas que disfruta de la naturaleza, que se ha subido al escenario para recoger premios y que al día siguiente ha viajado con doscientas personas a un país en guerra respondiendo a su pasión por la ayuda humanitaria.
"Hay algo que te construye como artista y es el sentido de la gratitud y la humildad", cuenta en el episodio. Y añade: "Para mí, cada premio significa que miles de personas que no te conocen de pronto reconocen que lo que has hecho ha servido para cambiar realidades".
Sus logros la han acompañado emocionalmente en "durísimos momentos de soledad" como los que vivió en Bagdad. "Fuimos al hospital, donde miles de niños se debatían entre la vida y la muerte. Vimos a tantas madres con sus niños agonizando en los brazos, con todas mis compañeras valientes sonriendo y abrazándolos en medio del horror", recuerda en el programa.
"Hay una escena que nunca se borra de mi mente. Frente a una pared blanca de esas habitaciones horribles me dejé resbalar, caí al suelo, me quedé sentada y de pronto dije "este mundo no tiene solución, si esta indecencia y esta inmoralidad la permitimos es que como especie no la tenemos".
En el pódcast, Del Valle hace alusión a un momento que marcó un antes y un después en su vida, y en el que se reafirmó en su necesidad vital de "sacar a la gente de sus infiernos" para también poder sanar ella misma, algo que aprendió de su propia madre, a la que tanto admira.