La vida de María Vega de Seoane dio un giro de 360 grados. Tras probar distintas profesiones, ahora es dueña de su propia empresa, Atelier Pottery. En una entrevista, nos cuenta cómo empezó todo y cómo sobrelleva el día a día.
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¿Cuál es su trayectoria profesional? ¿A qué se debe tanto cambio?
Este cambio se debe a que he ido haciendo lo que yo creía que me gustaba y las oportunidades que he tenido en la vida. Estudié comunicación corporativa, marketing, publicidad y relaciones públicas. Con 18 años, no tenía idea de lo que quería hacer en la vida. Me fui a París para estudiar la carrera, y trabajé en Ralph Lauren en el departamento de moda. Allí, encontré una familia y aprendí un montón.
Mi marido decidió que quería dejarlo todo y darle una oportunidad a su sueño: ser cocinero. Estuvo trabajando en varios restaurantes y nos surgió la oportunidad de irnos a París, a hacer un curso de Cordon Bleu. Dejé mi trabajo durante 1 año, y a la vuelta de París, mi marido montó un restaurante, que luego llegaron a ser cinco. Ayudarle en este emprendimiento me divertía mucho. Yo estaba en la sala y él en la cocina. Fueron 10 años de experiencia.
A la vez, hice un programa de tele, Celebraciones fáciles. Luego, me hice un Cordon Bleu de pastelería, y me puse a hacer tartas muy espectaculares y creativas. Pero me di cuenta de que en mi casa, había traído azúcar y mantequilla, la base de la cocina francesa. Vi que no nos sentaba bien y dejé todo el tema de tartas.
Me puse a investigar e hice un máster en Health Coaching. Estuve un año con el síndrome del estudiante de medicina que estaba muy obsesionada, pero a la vez me encontraba muchísimo mejor. Me llamó El Corte Inglés para ver si quería colaborar con ellos como asesora gastronómica de alérgenos y cocina saludable. Estuve dos años con ellos y a la vez, me contrataron el Grupo Vips y Starbucks para hacer también proyectos.
Entonces, ¿cuál fue el pasó a crear su empresa?
Fue una etapa muy bonita, pero muy estresante y empecé a estar muy cansada. No podía más. No le di mucha importancia hasta que un psicólogo me dijo que tenía una depresión. Entonces estuve un año en el que me costaba todo mucho. Y me dijeron, 'Mira tú que eres muy creativa, ¿Por qué no te apuntas a clases de pintura o a clases de algo creativo que hagas con las manos?'. Entonces ahí fue cuando empecé con la cerámica. Se unieron los astros y resulta que una amiga mía empezaba un negocio de clases de cerámica. Me apunté con ella y desde el primer día, me encantó. Me sentía como si llevara toda la vida haciéndolo.
Después de un año, me compré mi horno y me instalé en el garaje de casa, y en septiembre de 2019, empecé todo. Monto mi taller, y en 2020, nos confinan. Entonces, he pasado toda la pandemia haciendo cerámica. Soy muy autodidacta y empecé a hacer unas medallitas que tuvieron muchísimo éxito.
Me gustaría hacer cursos de cerámica y cursos de joyería, pero ahora estoy a lo que estoy, sacando mi empresa adelante. Me levanto todas las mañanas de un salto porque tengo proyectos divertidísimos que me motivan muchísimo y que me hacen muy feliz. Estoy muy orgullosa de mí misma, de lo que estoy consiguiendo, de lo que he conseguido.
Dejar su "vida" para volver a empezar todo necesita una gran valentía, ¿cómo lo ha hecho?
La verdad es que sí, mucho cambio, pero no sé si fue valiente porque me lo pedía el cuerpo, me pedía cambiar, dejar de hacer lo que estaba haciendo porque me aburría, me amargaba. Ahora llevo cinco años con esto y estoy muy centrada, muy contenta y creo que esto va para largo.
Creo que por un lado me da mucha envidia. Me hubiera gustado encontrar esto con 23 o 24 años porque sabría mucho más, pero creo que todo lo que he hecho me ha llevado hasta aquí y no habría sido lo mismo. Tengo un bagaje y una experiencia que también yo creo que hace que la teoría sea lo que es hoy en día.
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¿Cómo se definiría hoy en día? ¿Una emprendedora? ¿Una artista?
Yo me definiría mucho más como artista, porque soy malísima en números. He tenido que aprender y ahora hasta me gustan. Mi madre no se lo cree, pero ahora llevo mis cuentas, todo súper ordenado. Si tú quieres vivir de lo que te gusta, por lo menos tiene que ser rentable tu negocio, si no, no vivas de eso. Me considero mucho más artista que emprendedora, pero también lo soy.
¿Cuándo creó su comercio y cómo eligió el nombre Atelier Pottery, una mezcla de inglés y francés?
Primero abrí una tiendita en Gabriel Lobo pero se me complicó un poco todo. Llegó un momento en el que tenía tantas cosas que cerré la tienda. En mi taller, tengo mis clases, produzco y tengo un showroom, en el que hacemos cenas y lo alquilamos para eventos. Es un sitio súper especial y se respira un ambiente de paz, de tranquilidad, y de buen rollo. Hace poco, abrí una tienda en una zona comercial, que para mí es mucho más fácil de llevar.
Antes de esto, tenía también un blog y un canal de YouTube donde ponía recetas saludables. Siempre me he llamado el atelier de Meri. Entonces, no podía ser otra cosa que el Atelier Pottery. Una mezcla de inglés y francés a lo mejor tiene sentido porque estudié en la universidad americana de París.
En su página web, dice que expresa su creatividad a través de la cerámica y que permitió desestresarle, ¿cómo lo hace?
No sabéis la maravilla que es encontrar la manera de sacar tu creatividad y que fluya. Encontré la cerámica, que es verdad que es un medio súper polifacético porque se pueden hacer muchísimas cosas. Cualquier día de estrés, me desestresa y me relaja. Doy las gracias por haber encontrado esto porque es una pasada. Me encanta y me da alas.
Creo y me inspiro de muchísimas maneras. Me inspiro viendo el color del agua del mar, unas rocas, con una canción, o con una persona que de repente veo vestida de una manera que me gusta. Entonces me voy guardando todos esos ingredientes, como yo los llamo, en una carpetita y luego es un smoothie de todo eso.
Hay veces que aunque yo tenga en la cabeza una cosa, luego sale otra, que incluso queda más bonita. Y en todo este proceso, necesito estar sola. Suelo hacerlo los sábados, los domingos o los lunes por la mañana, y me divierte mucho. Cuando empieza a salir toda esa creatividad, me siento libre. Y cuando la colección es tangible y sale a la luz, es una satisfacción que no comparo con nada en el mundo.
¿Cuál es el proceso de creación? ¿Cómo funciona la cerámica?
El proceso de la cerámica es bastante complejo. La gente cuando se lo cuentas, flipa, porque no se imaginan que es tan largo y tan complejo. De una pella de barro, creas una vajilla, unos pendientes o un jarrón. Esta creación tiene que secarse, depende de lo grande que sea, depende de si tiene uniones, si llueve o hace mucho calor. Hay muchos factores que hacen que pueda tardar más en secar.
Cuando está seco ya lo puedes lijar. La lija hace que puedas perfeccionar más la pieza. Luego se mete en el primer horno que se llama bizcocho. Cuanto más temperatura lleves la cerámica, más resistente es y más cerrado tiene el poro. Entonces, el primer bizcocho lo llevas a 1000 grados. Tienes otra oportunidad para perfeccionar la pieza otra vez, y lo puedes volver a lijar y limpiar bien para aplicar el esmalte con un pincel y volver a ponerlo en el horno. El esmalte es una especie de polvo de vidrio con agua.
Esta segunda cocción se llama el esmaltado, llevas al horno a 1200-1300 grados. Una vez tienes la pieza ya esmaltada, hay también terceras opciones, que es cuando pones oro. Por ejemplo, las iniciales de las medallitas van en oro. Es un oro de 18 quilates, que se funde en el horno a 850 grados, y es otro día más del horno.
¿Cuánto tiempo tardas para crear una pieza?
Sólo de horno llevamos cuatro días. Es un proceso muy artesanal, que te enseña a ejercitar la paciencia, porque como no respetes los tiempos, las piezas explotan en el horno. Es un proceso muy pausado. El que quiera algo fácil y rápido que se vaya a una tienda de cosas hechas. Esto es artesanal, es especial, no hay dos cosas iguales y es espectacular.
¿Qué materiales utiliza para realizar sus productos?
Los materiales que utilizo son barro de alta temperatura y porcelana. Me gusta la porcelana, pero a veces, para algunas joyas, la porcelana de lejos parece como plástico, entonces me gusta darle ese toque un poco rústico, un poco especial y uso barro de alta temperatura. Las dos opciones son maravillosas.
Hago una colección al año y hay muchas piezas que se quedan como básicos, solo cambio el color. En un futuro me gustaría usar oro y piedras preciosas mezcladas con cerámica. Todas mis fornituras tienen un baño de oro de 24 quilates. Yo soy de joyas cómodas, de no quitártelas en todo el verano.
Por ejemplo, mi última colección se llama Twiggy Jaipur. ¿Por qué? Twiggy me pareció una modelo muy moderna de su época, mona con vaqueros. Era como, muy ella siempre. Con eso quiero transmitir que mi colección de joyas es tanto para llevar con vaqueros como para ir a una cena elegante. Es una colección muy cómoda porque yo soy doña comodidad. ¿Y Jaipur? Con los esmaltes que le daba a las piezas lo que quería era emular una piedra preciosa. Y Jaipur, en la India, me trae muchos recuerdos de piedras preciosas.
¿Cuál es su inspiración principal?
No lo sé. Es verdad que me gustan mucho las flores y las figuras geométricas. Me encanta el campo, la naturaleza y los animales. Además, creo que lo estoy fomentando mucho en mi casa y en mis hijos, porque creo que los que vivimos en la ciudad necesitamos ese chute de naturaleza para bajarnos un poco a la realidad de la locura de mundo que estamos viviendo. Pero me inspira un olor, un color, una evidencia.
¿Cómo elige sus colaboraciones y qué quiere transmitir a través de sus colecciones?
De momento no he tenido tiempo para buscar colaboraciones, porque siempre han venido a mí. Necesito tener buen rollo y que me inspire el proyecto. Después de muchos años, aprendí que cuando no hay buen rollo, no te gusta la marca y tienes que forzar, me cuesta.
A través de mis colecciones quiero expresar calidad, quiero expresar volver otra vez al artesanal y a que no todo es inmediato. Quiero disfrutar de lo que hago, transmitir a la gente que disfruto lo que hago, con cariño. Cuando entrego piezas muy especiales, es como si hubiera enviado a mi hijo al campamento por primera vez. Lo llevo muy adentro porque transmito mucha energía.
¿Cuáles son sus proyectos? ¿Tiene una colaboración en mente?
Pues ahora tenemos una colaboración muy guay que voy a llamar amiga mía, porque nos hemos conocido y nos hemos adorado. Me parece una tía estupenda. Se llama Amaia y tiene una marca infantil en Londres. Es quien viste a todas las royals, a toda la familia real inglesa y a personalidades súper importantes. Tiene cosas muy bonitas, con un estilazo que te mueres. Voy a hacer unas medallitas para su marca, para su tienda de Londres y para sus córners de El Corte Inglés de Castellana.
También viene una colaboración de decoración de Navidad con Brumalis. Es otra amiga con la que hay muy buen rollo, nos entendemos fenomenal y es muy fácil trabajar con ella.
¿Qué consejo le daría a alguien que quiere crear su propia empresa?
Que luche por lo que tiene en el corazón y que va a ser duro. En España es complicado emprender, pero que si hace lo que le gusta, yo creo que no va a trabajar nunca. Siempre hay días de disgustos, que tienes que aprender cosas que no te gustan, pero que hay que aprenderlas y hacerlas. Pero la satisfacción de sacar un negocio adelante, que encima te gusta y tiene éxito, eso sí.
Y a mí me lo pedía el cuerpo y me ha dado mucho mi empresa. Me ha dado a conocer a gente y el reconocimiento de personas. La revista Forbes me dio el premio de las 100 empresarias más creativas de España. Y de repente te levantas un día, y dices 'oye, he sido yo, que lo he hecho yo todo. Que soy una crack'. Y creer en mí misma y darme palmaditas en la espalda.