Al abrir las puertas de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida) en la calle de la Ballesta, unas campanillas anuncian la llegada de quien entra. Se diría que pones los pies en una tienda más de la calle, con decenas de piezas de moda colgadas en los percheros a disposición del público.
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El olor a tela nueva, a hilos y a buen género lo invade todo. No en vano, la mayoría de los tejidos son donados por grandes casas de moda. Al fondo, divisamos a algunas de las mujeres que hacen posible este proyecto, enfrascadas en su costura, detrás de sus máquinas de coser…
Nos recibe Rocío Mora, directora de APRAMP, la abogada y activista que heredó la causa de su madre, y donde lleva trabajando desde hace ya 30 años.
Coincidiendo con el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Asociación ha puesto en marcha una campaña bajo el claim: #PorEllasyPorTodas, contra la violencia de género. “Una campaña participativa, en la que queremos que la sociedad no permanezca de brazos cruzados ante esta forma brutal de violencia”, confirma Rocío.
Y continúa: “Llevamos trabajando en ella desde hace más de un mes con las mujeres, para que toda su esencia sea lo que ellas sienten, qué es lo que las mueve para tomar la decisión de decir basta ya a la violencia, para tener una nueva vida en libertad y con dignidad”.
“Y sobre todo, porque ya el Convenio de Estambul y España reconocen que la trata, que la explotación de mujeres y niñas en su mayoría, es una forma de violencia y por tanto, queremos recordar que es una forma de violencia de género, y que hay que visibilizarla como tal”.
¿Qué objetivos persigue la campaña que se pone en marcha el 25N?
Queremos dar voz a aquellas mujeres que a diario están luchando para que otras tengan oportunidades, las que están en nuestras calles, en nuestros polígonos industriales, en pisos particulares, y ahora también en las redes sociales. Queremos que de alguna manera seamos capaces de escuchar ese testimonio brutal de violencia, que pide salir de esta situación y, sobre todo, alternativas.
Los datos que manejamos desde APRAMP lo dicen todo. Más de 1200 mujeres al año han sido atendidas en todos nuestros centros a nivel nacional, y esas mujeres ya han dado el paso primero para informarse, para tener intervenciones sociales, jurídicas y sanitarias y sobre todo, muchas de ellas, ya han dado el paso para formar parte de un proceso penal, que efectivamente lo que hace es señalar a esas personas que cada vez son más invisibles y que no queremos que se olviden. Pero de una forma positiva, porque sí se puede salir de la violencia de género.
Hablamos de violencia de género...
Eso es. Queremos recordar que existen muchísimas formas de violencia de género y la trata y la explotación son unas de ellas. Es decir, hay que poner voz a todas las realidades, porque si no lo visibilizamos, la sociedad no va a saber si está delante de una víctima, si necesita ayuda y sobre todo, no va a saber que existen organizaciones especializadas, que sí que podemos ayudar a estas mujeres.
Creo que ante una situación, que no deja de ser un delito, hay que trabajar de manera conjunta, hay que sumar y eso es lo que APRAMP hace todos los días. No trabajamos solas, trabajamos con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, con Guardia Civil, con Policía y trabajamos para señalarles y para que ellas vuelvan a recuperar su vida.
¿Habéis puesto el acento en la imagen?
Sí. La imagen que hemos elegido es ésta (una mujer con la cara tapada con su mano con la palma abierta y pidiendo basta) teniendo en cuenta que tenemos que proteger a estas mujeres, y que muchas son testigos protegidos de este grave crimen organizado.
Estas mujeres que han participado nos pedían que no solo se movilizara a la sociedad de manera individual, sino que pudieran participar todas ellas, que en este momento se encuentran lejos de esa violencia que han vivido a lo largo de su vida, siendo protagonistas de su propia historia de superación.
¿Con cuántas mujeres se ha contado para la campaña?
Participamos con 47 mujeres que forman parte de nuestro equipo técnico a nivel nacional. Esta campaña no solo se va a desarrollar en Madrid, que es donde tenemos la sede. También contamos con centros de acogida en Murcia, en Andalucía, en Almería, en Salamanca, y en todo Castilla León, en Extremadura y en Asturias, pero lo queremos hacer extensivo a toda España.
También queremos poner el foco en los medios de comunicación. Creo que tenéis una labor apasionante, pero también de absoluta responsabilidad ante la erradicación de la violencia de género. Si no ponéis voz a esas campañas, seguramente habrá muchísimas mujeres que no se identifican como tal y es algo que nos pasa cada día.
¿Qué objetivos se persigue con esta campaña?
Queremos que participe el mayor número posible de personas subiendo su foto a las redes, y sobre todo, que focalicen en que la trata y la explotación son una forma de violencia. Nunca me hubiese imaginado que nuestra campaña de TikTok llegara a más de un millón de seguidores el primer día que salió la campaña.
Con esto quiero conseguir lo mismo, es decir, que de manera anónima la gente suba sus imágenes, pero también personalidades de la política y del ámbito social, así como los periodistas que nos están apoyando. Creo que es fundamental que cuando se haga ese gesto (poner la mano delante de la cara en señal de stop) seamos capaces de identificar que detrás hay una víctima de trata, una víctima de explotación sexual, una víctima de violencia.
¿Cuál es tu papel?
Yo soy una vocera de todas estas mujeres y soy una vocera porque me toca. Hay que protegerlas, tienen que participar y sentir que están participando de un proyecto. Así lo hacen desde hace más de cuatro décadas en APRAMP, pero en todas nuestras campañas estamos poniendo el foco en su voz.
Si ellas no nos dicen dónde fallamos, vamos a seguir fallando. En todo ese proceso de recuperación, por el que ellas pasan, si no hay alternativas reales, si no hay una formación para estas mujeres y una acogida, porque la mayoría de estas mujeres se quedan en España, pues desde luego no estaremos haciendo nada.
Lo que hacemos aqui con la ropa, con la moda ha transformado la vida de muchísimas mujeres, pero también el trabajar en esa unidad móvil a nivel nacional, el ir a estos lugares, el informar a otras personas con su propio testimonio... Ahí sí que están poniendo su cara y su testimonio en primera persona. Y eso ayuda a muchísimas mujeres que ven que sí se puede salir de la violencia.
Un informe de la ONU confirmaba que la prostitución es el segundo negocio que más dinero mueve en el mundo. ¿Ha cambiado en algo en este 2023?
El mayor cambio que se ha producido es que en estos momentos, la trata de mujeres es online y eso significa que todos nuestros esfuerzos tienen que ir dirigidos a jóvenes que están utilizando estas redes sociales.
Tenemos que advertirles que detrás de esto hay muchísimo dinero en juego de mafias y de proxenetas, que se encuentran detrás de su propio ordenador, detrás de Instagram, de TikTok... Estas jóvenes que pueden estar siendo engañadas, pueden estar siendo coaccionadas y pueden estar siendo contactadas recibiendo regalos, y dinero, que sepan que cuando alguien pone un like se queda on line y no se puede borrar nunca.
Hicisteis una campaña para Tiktok.
Sí, en abril presentamos una campaña, TikTok contra la trata en la que contamos con grandes influencers, como Mar Lucas, otra instagramer y una mujer que era víctima de trata.
Con estos tres testimonios, quisimos transmitir cómo están captando, cómo están extorsionando y cómo finalmente sus vidas se quedan on line para toda esa gente que está sacando el máximo de beneficio de ello. Y no te quiero decir con la Inteligencia Artificial que se avecina...
No estamos diciendo que no se utilicen esas herramientas, estamos diciendo que se utilicen con protección. También estamos pidiendo, y así lo hemos hecho cuando hemos ido a Bruselas a la Unión Europea, que hay que regular la protección. No puede haber niñas de 12 y de 13 años en redes que se monetizan.
Hemos ido a institutos de primaria y secundaria con una superviviente, que lo sufrió en una red social, con una campaña que ha llegado a más de un millón de personas y hemos obtenido el testimonio de niñas, que han pasado por esta situación y que lo quieren denunciar. Yo creo que es apasionante para una entidad como la nuestra poder colaborar para que muchas niñas se sientan protegidas.
Llevas tres décadas defendiendo los derechos de las víctimas de explotación sexual. Desde tu perspectiva, ¿qué es lo que ha cambiado en estos 30 años?
Tenemos muchísimas cosas por hacer, aunque hemos avanzado bastante. Hemos conseguido ser referentes para muchísimas mujeres y sobre todo para muchas niñas que están pasando por esta situación. Tenemos a su disposición teléfonos 24 horas, tenemos centros de acogida abiertos y de alguna manera, todo este trabajo proactivo y de información está sirviendo para que ellas lleguen y den el paso por sentirse apoyadas por una entidad como es APRAMP, que ahora somos visibles. También es cierto que al ser más visibles podemos ser foco de ataques claramente, pero tenemos que seguir trabajando por ellas y por todas.
Espero de este Gobierno seguir avanzando y tener una ley que avale todo lo que estamos pidiendo organizaciones como la nuestra. Nosotros formamos parte de la Red Española contra la Trata. Somos 30 organizaciones, pero nosotros trabajamos directamente con ellas, los 365 días, 24 horas los siete días de la semana.
Es duro encontrarte vidas absolutamente destrozadas, pero es bastante motivador encontrar que estas mujeres hoy tienen un proyecto que desarrollar.
¿Qué os ha dicho la flamante ministra de Igualdad ayer?
Este es un nuevo Gobierno y hay que esperar, pero lo que sí que pedimos es que tenga muy claro de qué estamos hablando, y que siga trabajando para que tengamos esa ley que todas las organizaciones estamos pidiendo. Sobre todo, que tengamos políticas que vayan muy dirigidas a dotar de herramientas.
Una organización como la nuestra puede hacer un itinerario individualizado de inserción a cada mujer, pero es el Estado quien tiene la responsabilidad de devolver los derechos fundamentales a estas mujeres.
Por tanto, vamos a seguir avanzando para que no haya lagunas legislativas. Aquí no se trata de hablar de caridad, siempre me he considerado como la puerta de entrada de muchísimas mujeres que piden certezas y que piden apoyarse para tener una nueva vida. Ninguna de las mujeres que nosotros atendemos deciden libremente venir a un país para ser explotadas sexualmente y para sufrir violencia en su grado máximo de forma continuada.
En un día como el 25 de noviembre, no podemos mirar hacia otro lado y tenemos que apoyarlas y tenemos que trabajar con ellas porque son las que marcan el camino de un proyecto.
¿Se puede salir, se puede recuperar a una víctima?
Sí. Las 47 mujeres que hoy tienen una formación se ha conseguido porque hemos podido desde la Asociación, y eso lo digo en voz alta, que tengan una formación, el haber podido estudiar en una universidad y tener una titulación les posibilita estar trabajando en lo que quieren.
Son mujeres líderes y libres, a las que continuamente hay que reforzar porque son atacadas, porque a los sitios donde vamos no somos bienvenidas por las personas que están explotando a otras mujeres.
Nosotros tratamos de seguir actualizándonos, poniéndonos al día en cómo están captando, cómo están extorsionando y cómo están esclavizando y ejerciendo violencia estas mafias.
¿Cuál es el proceso que sigues con cada una de las personas que han sufrido este tipo de violencia?
Nosotros hacemos un proceso proactivo. Ninguna mujer nos va a llamar a la puerta y va a decir que yo soy una víctima de trata. Ese trabajo lo hacemos en todas las sedes donde APRAMP tiene oficina, con un equipo multidisciplinar, con un horario muy amplio.
La manera que tenemos para acercarnos a las mujeres es a través del servicio de unidad móvil, que está formado por trabajadoras sociales, pero sobre todo por supervivientes, que tratarían de hacer un mapeo de dónde vamos a encontrar a potenciales víctimas de trata.
No somos bienvenidas a estos lugares porque evidentemente tenemos un objetivo claro y es dar alternativas a esas mujeres que están sufriendo esta grave violación de derechos fundamentales.
¿Qué es lo más difícil?
Lo más difícil es la detección, pero es donde nosotros somos más eficaces. Tenemos un servicio de emergencias 24 horas. Es un teléfono que recibe muchas llamadas, diciéndonos: 'Estoy aquí, quiero que me saques de aquí'.
Muchas de las mujeres llegan con una situación de emergencia y tenemos que utilizar la coordinación con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero también muchas veces hay muchas mujeres que llegan de manera ambulatoria a nuestros recursos.
En la unidad móvil estamos viendo a más de 280 mujeres diarias, de las cuales 15 llegarían diariamente a nuestros centros de acogida. Y desde aqui hacemos un trabajo posterior de itinerario individualizado de inserción.
No todas las mujeres vienen en igual situación, algunas ni siquiera tienen una identidad y tenemos que empezar a trabajar con los países de origen para dotarles de una identidad propia. Este centro de formación es el primer paso para que las mujeres se agarren a algo real.
En cuanto a este espacio, qué es lo que hacéis aquí.
12 mujeres supervivientes hoy son monitoras de otras mujeres que de manera muy individualizada, deciden que quieren transformar sus vidas desarrollando piezas de vestir, o bien las han creado diseñadores que vienen a hacer su colección o directamente tú y yo, cualquier persona de la calle, puede venir y pedir una pieza a medida, ya sea un pantalón, o un vestido para una boda.
Hemos hecho colecciones y hemos estado en la Mercedes Benz Fashion Week, que significó un punto de inflexión. Durante la Covid, también tuvimos la capacidad de confeccionar mascarillas para proteger en un primer momento, cuando no había material, a los servicios esenciales.
Aqui hemos hecho de todo, hay muchísimos talleres, en distintas líneas porque no es una formación al uso. Lo que intentamos es buscar yacimientos de empleo para ellas, y muchas veces tenemos que empezar desde cero porque en ocasiones ni siquiera conocen el idioma, o no saben leer ni escribir. En ocasiones, son mujeres que han salido de sus paises que están envueltos en un conflicto bélico.
Cuando hay un conflicto bélico, la moneda de cambio suele ser suelen ser las mujeres y las niñas. En el caso de Ucrania tuvimos un impacto bastante fuerte con la prevención que se hizo en origen. Nosotros alzamos la voz porque ellas nos lo dijeron y porque teníamos a mujeres ucranianas que lo estaban viviendo.
Has sido distinguida Rocío como heroína de la lucha contra la trata por el Departamento de Estado de Estados Unidos, ¿qué ha significado esto para ti?
El certificado de ese momento está aquí (apunta a la pared). Está ahí porque son ellas. APRAMP se convirtió en un ejemplo. Y creo que todas las supervivientes han significado un ejemplo de lucha. Sus voces en muchas ocasiones no son oídas. Hablamos de ellas, pero ellas no participan en todo lo que significa esta lucha.
Se lo dediqué a ellas, porque para mí ellas son mis heroínas, quienes me dan esa cercanía a la realidad.
Fue tu madre quien comenzó a construir la Asociación. Cuando tenías 18 años, ibas hasta la Casa de Campo para ayudar a las mujeres.
Eso es. En aquella época por fin tuvimos un vehículo, una unidad móvil, para poder atender a todas las mujeres a horas nocturnas. Aprendí muchísimo. Todas esas mujeres estaban en La Casa de Campo de Madrid.
La verdad es que teníamos un vehículo, pero no teníamos financiación para para pagar nocturnidad, y entonces existía el voluntariado y dediqué mis cinco años de carrera a estar en la calle, a estar con ellas.
Formamos un equipo con mujeres supervivientes y he visto toda la transformación a lo largo de los años. Fui testigo de como en el año 2000 comenzaron a venir mujeres de otros países y se las definía como víctimas de trata. Conseguimos después de muchos años que evidentemente nuestro Código Penal, el 177 Bis, tuviera una definición de trata, hace menos de diez años.
Tenemos que seguir evolucionando. Hoy es mucho más difícil esa detección, no es que no estén, están más invisibilizadas y en este momento lo que sí que pido es tener herramientas para que, aquella mujer que esté en una situación de explotación tenga la posibilidad de salir y que creemos un camino fácil para ella igual que para cualquier víctima de violencia.
He sido testigo de cómo ha ido evolucionando la violencia de género y muchas veces me enfadaba de que no se hablara de la explotación y no se hablara de la trata como una forma de violencia de género. Hoy sí puedo hablar de ello, y hoy ya hay medidas establecidas por el Gobierno español, por el propio Parlamento que tienen que cumplirse.
Aunque llevemos muchos años y vayamos cambiando muchísimas cosas, seguimos teniendo la misma esencia. Entonces yo no trabajo para ellas, yo trabajo con ellas y es un proyecto de ellas. Yo soy vocera de miles y miles de mujeres que están pasando por esta situación. Y lo seguiré haciendo.
Madre e hija, habéis trabajado muchísimo por acabar con esta lacra, pero ¿qué te distingue de tu madre?
Mi madre es una trabajadora social que hizo lo más difícil, que es crear un proyecto para mí increíble, pero para otros absolutamente cuestionada. Mi madre fue una visionaria y una luchadora nata, pero yo no soy así. Yo lo que he intentado es plasmar todo lo que he estudiado. Esto es una cuestión de derechos fundamentales y no es una responsabilidad mía, es del Estado español. Yo soy un trampolín, soy un puente para que estas mujeres lleguen a lo que el Estado les tiene que devolver.
Nos quedan muchísimas cosas por hacer, pero no estoy sola. Yo creo que estoy al lado de muchísimas mujeres que son heroínas de verdad.
A veces, cuando no siento fuerzas, y no tengo energías, solo tengo que ponerme al lado de cualquiera de ellas.
Cada vez que me visto con algo que ellas han hecho, me siento absolutamente viva, protegida, acompañada. Siempre me preguntan si lo que llevo puesto lo han hecho en APRAMP. Creo que nuestra sede de la calle Ballesta es un ejemplo de de superación, de buen hacer, de buen trabajo y sobre todo, que la moda transforma vidas.
¿Has sentido miedo alguna vez por tu vida o por alguna de las de las personas de tu equipo?
Siempre siento mucho miedo por todo lo que hacen en primera línea, con esa unidad móvil. Sí, siento muchísimo miedo. De hecho, todas nuestras estrategias han estado muy blindadas, con una metodología muy cerrada que solo sabíamos los equipos a la hora de salir. Últimamente creo que nos protegemos muchísimo más porque desde Policía Nacional, Guardia Civil y Fiscalía de trata, que no de extranjería, nos dicen que estamos muy expuestas.