Tenía cuatro años la primera vez que escribí, o más bien, narré, un cuento de fantasía. Y me refiero al verbo 'narrar' porque con esa edad ni siquiera sabía escribir bien, pero las ganas de hacerlo me podían tanto que pedía a mi madre que lo hiciera por mí mientras yo relataba las historias. Los cuentos que me había leído ella hasta entonces, me sabían a poco.
['Diario de una bordadora', un libro sobre mujeres, frustraciones y un tema tabú: la no maternidad]
Ya no quería limitarme a fantasear sobre finales alternativos de lo que me leía, quería crear mi propia historia. No era mucho más mayor la primera vez que leí Harry Potter o Las crónicas de Narnia, y me quedé maravillada con la posibilidad de que la magia fuera real; creo que con ocho ya le conté a mi madre entre llantos que yo quería ir a uno de esos mundos de fantasía.
Así crecí, entre libros fantásticos con todo tipo de criaturas, romances dramáticos y mucha acción. Todos y cada uno de ellos provocaban en mí un sentimiento común, la necesidad imperiosa de vivir en alguno de ellos.
Sonará cómico, o al menos no muy cuerdo por mi parte, pero siempre he sentido una conexión especial con todos estos mundos y me ha llegado a frustrar mucho el tener que limitarme a leerlos… hasta que comprendí que podía escribirlos.
Ya que no he podido ser la elegida de un reino de fantasía, ¿por qué no escribir a una protagonista que sí que lo es? ¿A una que puede vivir lo que yo no puedo? Y, tras una adolescencia escribiendo relatos y una novela de fantasía publicada en Wattpad, así surge Alessa, mi tan apreciada protagonista de Crónicas de Hiraia (Molino, 2023).
Estaba en Italia con Malena, una buena amiga, cuando me decidí a enfrentarme a esta novela. Acababa de terminar de escribir Enaidmell, mi novela de Wattpad, y caminábamos por Milán hablando sobres mis siguientes proyectos. Le conté, bastante avergonzada, que últimamente no dejaba de pensar en lo mucho que me gustaría poder ser la protagonista de una novela de fantasía y enterarme mágicamente de que mi destino estaba en un mundo con criaturas mitológicas.
Ella, en lugar de reírse o juzgarme, me respondió con la frase que hizo que esa tarde sacara mi libreta y me pusiera a apuntar ideas: "Si tú no puedes vivirlo, ¿por qué no escribes a una protagonista que sí que pueda?"
Y de eso trata el comienzo de Crónicas de Hiraia. Alessa, una estudiante de Medicina aparentemente normal que se convierte en la heroína de fantasía con lo que siempre ha soñado. ¿Pero es todo esto así de sencillo? Eso me preguntaba yo cada vez que fantaseaba con ser ella.
A pesar de todo, poniéndome en el lugar de todas esas protagonistas que he leído, siempre pensé en lo surrealista que me parecía que un personaje aceptara su destino de manera tan repentina. Yo no quería que Alessa fuera así, quería que tuviera miedo y que a la hora de la verdad le asustara dejar su verdadero mundo, pero que a la vez siempre tuviera esa esencia de lectora enfrentándose al mundo de sus sueños. Y hablo de sueños en el sentido literal de la palabra.
Alessa comienza a tener una serie de sueños acerca de un mundo de fantasía y un chico en concreto. Poco a poco, esos sueños comenzarán a ser más y más vívidos hasta que no sea capaz de distinguir la barrera entre la realidad y su mundo onírico.
Tal vez fuera por la influencia de mi época cinematográfica favorita, las distopías de la década del 2010, o simplemente por un deseo irrefrenable de relatar más y más acción, pero la idea de incluir pruebas en el libro me resultaba muy tentadora. Mis referencias como autora no solo se limitaban a mi tan amada fantasía épica. Pasé la adolescencia viendo películas distópicas que han acabado forjando mi pluma.
Y así surgió esta idea. Tres pruebas son la condición que le imponen a ella para poder quedarse en ese mundo y que demuestre su valía. Pero, cuando Alessa descubra Dybria y al chico con el que soñó, comprobará que no todo con lo que ha vivido era exactamente real. Que su bondad ahí no tiene cabida, y que el valor principal que rige a ese pueblo es la crueldad. Y que él, precisamente, no es el joven amable que conoció, es el teniente de un ejército ruin y despiadado.
Una historia de fantasía, romance, mucha acción, magia, y una buena moraleja o crítica social. Eso es lo que me propuse con la obra. Quería que el lector sintiera que en cualquier momento podía ser el elegido de su novela de fantasía favorita, y vivir una historia de amor dramática y épica.
Aprendí tantísimo con los libros que necesitaba expresar en lo que yo creo. No sé si lo he conseguido, pero yo estoy tranquila porque sé que yo querría leer esta obra, y que la Alba niña que escribía cuentos lloraría al saber que al final fue capaz de conseguirlo. Lo logré.
El libro comienza con la siguiente dedicatoria:
A todos los lectores que sueñan con vivir su propia historia de fantasía. Tal vez ahora sea el momento.
Y lo repito. Espero que si dais la oportunidad a mi historia os sintáis un poco más cerca de la fantasía y del amor, que disfrutéis de cada página y que, sobre todo, creáis en la magia. Yo siempre lo he hecho.