Le tengo especial cariño a Dama Blanca. Ella supuso un cambio determinante en mi vida, tanto personal como profesional. Y es que a partir de esta novela empecé a considerarme una verdadera escritora, y eso reforzó mi confianza.

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La vida es una ininterrumpida sucesión de experiencias y decisiones, un constante cambio del que a veces no eres consciente.

Mi madre estuvo enferma durante cinco años; un lapso en el que empleé la escritura como una herramienta terapéutica. Con ella podía desahogarme, dar forma a proyectos, metas…, tratar de encontrar mi propósito en la vida (una intención que a menudo supone una losa adicional con la que cargar), podía escucharme a mí misma, llorar, perdonar, comprender, aceptar…

Portada del libro 'Dama Blanca'.

Fue una época de muchas horas de hospital, introspección, de probar, descartar, retroceder, volver a empezar… A veces estamos tan centradas en tratar de ver lo que nos rodea o encontrar ese faro en el horizonte, que no nos vemos a nosotras mismas; somos unas desconocidas, bien porque no nos escuchamos, bien porque no nos permitimos hacer o ser.

Durante esos cinco años rellené muchos cuadernos tratando de saber quién era. Aún descartaba la idea de ser escritora. Fue después de perder a mi madre cuando tuve la imperiosa necesidad de dejar los cuadernos a un lado y escribir una historia; algo que pudiera servirle de ayuda a otras personas. Y lo hice.

A pesar de las resistencias, escribí una novela de desarrollo personal. Y es que cuando sientes que debes hacer algo, lo haces a pesar del miedo, de las dudas o la incertidumbre.

No fue la primera novela

Dama Blanca no fue mi primera novela; ni siquiera mi primer thriller. Durante mis inicios como escritora escribí varias novelas de distintos géneros literarios. Sin embargo, hubo un momento en el que comprendí que había llegado la hora de elegir. ¿Qué género quería escribir? Estaba en un cruce de caminos y cada senda me llevaría a una dirección.

Tomar una decisión puede ser difícil, pero no porque la decisión lo sea, sino porque nosotras mismas nos obligamos a que debe ser la perfecta y definitiva. Como si no hubiera vuelta atrás; como si equivocarnos fuera a costarnos la vida; como si dar un rodeo no fuera parte del proceso.

Estuve varios meses bloqueada, angustiada, estresada. Tenía la agónica sensación de que se me agotaba el tiempo. Las ideas se amontonaban en mi mente, y eso me ahogaba aún más, ya que, por un lado, no podía escribirlo todo y, por otro, seguía siendo incapaz de elegir. '¿Qué género literario me gusta más?', '¿En cuál me desenvuelvo mejor?'.

Y cuanto más bloqueada estaba más me exigía tomar una decisión. Hasta que la decisión fue darme tiempo; el que fuera necesario: un día, una semana, un mes… Fluir.

Un día regresaba con mi marido de pasar una tarde en la playa. Empezaba a anochecer, la carretera peinaba al medio un horizonte de cultivos de arroz que se mostraban oscuros y misteriosos.

Mi mente dibujó un escenario realista y espeluznante donde una chica adolescente estaba tirada entre los arrozales. Entonces el corazón me dio un vuelco: no solo tenía el comienzo de Dama Blanca, sino que había decidido cuál sería el camino que tomaría: escribiría thrillers. Hay una frase que me lleva acompañando todo el año, que me vino a la mente después de una de mis meditaciones: 'Cuando estás en armonía surge la magia'.

Los caminos van a seguir ahí

Me gusta recordármela cuando caigo en la ansiedad. Y es que deberíamos acostumbrarnos a escucharnos, a permitirnos los tempos que necesitemos, porque los caminos van a seguir estando ahí, y los que se pierdan, si es que alguno se borra de nuestro mapa, es porque no merecía ser recorrido.

Tenía un sutil perfil de la víctima y el escenario; me faltaba el resto. Así que, al día siguiente me senté en el sofá con el cuaderno y un boli y empecé a bosquejar Dama Blanca, la que más tarde se convertiría en el primer caso del inspector Yago Reyes.

Estuve varios días pensando en el nombre del inspector y en cuál sería su historia: un hombre común, joven, ambicioso y profesional, con sus fantasmas y sus sueños.

Luego le tocó el turno a su compañera Aines Collado: orgullosa, empática, disciplinada… El nombre les confirió un carácter único, una fuerza, una personalidad. Cuanto más escribía sobre ellos, más reales parecían. Había desentendimiento entre ellos, pero formaban un tándem perfecto.

Era mi primer thriller ambientado en España y el proceso de documentación fue duro y largo, ya que existe determinada información a la que no es fácil acceder. Pero mientras me documentaba seguía perfilando personajes, escenas, sospechosos…, dándole cuerpo a las grandes incógnitas de un thriller, en Dama Blanca no solo quién lo hizo, sino cómo y por qué.

De modo que, pasé meses incapaz de desarrollar una historia, hasta que llegó Dama Blanca con una energía arrolladora y me absorbió. No obstante, jamás imaginé que los lectores la acogeríais con tanto cariño.

La autopubliqué, tal y como había hecho con mis anteriores novelas, y durante meses, muchos meses, se convirtió en una de las novelas más vendidas de la plataforma.

Esa acogida fue la que me animó a escribir otros casos del inspector Yago Reyes. Y es que, los caminos pueden ser tan largos y emocionantes…

Este año, de la mano de Duomo ediciones, Dama Blanca ha podido llegar a las librerías de toda España, estar un paso más cerca de ti. Así que, querida lectora, deseo que disfrutes leyéndola tanto como yo cuando la escribí.