Patricia López Arnáiz, nominada al Goya por su papel de madre de una niña trans: "Escuché muchos testimonios"
La actriz protagoniza '20.000 especies de abejas' y opta al máximo galardón en la gran noche del cine español.
8 febrero, 2024 02:16Sus ojos verdes, enormes y líquidos, están por todas partes. Patricia nos mira con su poderosa fragilidad desde la gran pantalla en la película 20.000 especies de abejas, flotando en el escenario del Teatro María Guerrero de Madrid con la función La casa de Bernarda Alba, o saltando con la serie Galgos.
[¿Cuál es la trayectoria de Patricia López Arnaiz, nominada a los Goya 2024?]
Patricia López Arnáiz (Vitoria, 1981) está en un momento espléndido de su carrera. A sus 42 años es, sin ninguna duda, una de las mejores actrices españolas del panorama actual, y trabaja sin descanso en proyectos muy diversos de cine, teatro y televisión, entregándose con alegría y sensibilidad a cada oportunidad que cae en sus manos.
Ahora puede elegir y construye sus personajes con honestidad impecable, con una delicadeza personalísima que emociona, con esa versatilidad y ductilidad que la hacen única. Patricia rompe moldes y sorprende siempre.
La hemos visto en producciones como La otra mirada de TVE, La peste de Movistar+ o en la serie de Netflix, Intimidad, donde nos deslumbró con su personalidad sensible en el complejo rol de Begoña Uribe, víctima de un ciberdelito contra la intimidad. Y, por supuesto, en grandes películas como Mientras dure la guerra, La hija o La cima, entre otras muchas.
En 2021 la actriz vasca gana los premios de cine Forqué, Feroz y Sant Jordi por su papel protagonista en Ane de David Pérez Sañudo, y se posiciona en primera línea, impulsada sin duda por el premio Goya a la Mejor Actriz Protagonista por la misma cinta.
Ahora, en cines y en plataformas, en el largometraje 20.000 especies de abejas de Estíbaliz Urresola, interpreta a la madre de la niña transgénero que protagoniza el filme.
Madre e hija recorren un camino difícil hacia la visibilidad y la búsqueda de identidad en un paisaje tan íntimo como público, lleno de certezas y escollos, dentro y fuera del ámbito familiar. Un viaje de amor y dudas que nos lleva, sí o sí, a empatizar con esa madre tan vulnerable como decidida.
Su emocionante interpretación le ha valido numerosos galardones: Mejor Actriz en el Festival de Málaga 2023, Mejor Actriz Protagonista en el Festival de Cine de Hong Kong, así como el premio Feroz 2024 o la nominación al Goya en la categoría Mejor Interpretación Femenina Protagonista.
Muy diferente al anterior es el personaje protagónico que interpreta en la serie Galgos. Patricia entra en la piel de una mujer de buena familia, la empresaria Blanca Somarriba, perfeccionista, ambiciosa, ganadora, aparentemente fría, pero rota por dentro; llena de aristas y contradicciones casi invisibles a los otros.
Además, durante la primavera del año pasado, la actriz rueda el largo titulado Nina, de Andrea Jaurrieta, un thriller, o wéstern femenino contemporáneo, en cuyos detalles finales sigue trabajando. Se estrenará próximamente.
Aquí y ahora, es el escenario del Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional quien absorbe su energía y su tiempo, donde López Arnáiz se transforma cada tarde en Angustias, desplegando talento, fuerza y silencio espeso, a través de su personaje en La casa de Bernarda Alba de Federico García-Lorca, bajo la dirección escénica de Alfredo Sanzol.
En medio de esta vorágine de trabajo, promociones, premios y nominaciones, ¿dónde y cómo está Patricia?
Es uno de esos momentos en los que, por mucho que busques la fórmula del equilibrio saludable, hay estrés. Por las tardes estoy con el teatro y por las mañanas con la promoción de la serie Galgos. Además, faltan cosas por hacer en la película Nina de Andrea Jaurrieta, y las galas… Estoy gestionándolo todo lo mejor posible porque estoy muy contenta.
Ganadora del Goya a Mejor Actriz en el 2021 por el largometraje Ane, ¿cómo recibe ahora su nominación por '20.000 especies de abejas'?
Hacer la película ya ha sido un premio muy grande. El proceso ha sido precioso, un trabajo especial para mí, muy estimulante, en el que he estado muy bien acompañada. Desde que arrancamos la película en Berlín, el año pasado, ha sido increíble la cantidad de gente que ha ido a verla.
Es uno de los proyectos por los que más me ha parado la gente por la calle para decirme que se ha emocionado mucho y positivamente. Me siento satisfecha de haber colaborado en un proyecto que aporta belleza a la gente.
La nominación fue una sorpresa para mí porque, al ser un protagonista compartido, no tenía claro que pudiera estar nominada. La recibo con mucha alegría.
¿Qué aprende sobre un tema tan delicado y complejo como es la transexualidad a través de su papel en la película?
Para hacer este trabajo escuché muchos testimonios de familiares de personas trans, investigué sobre cómo había sido su proceso, que era, concretamente, lo que me tocaba vivir a mí a través de mi personaje.
Yo no pretendía tener una opinión clara sobre el tema porque, precisamente, tenía que trabajar ese estado de confusión, de novedad, puesto que a mi personaje se le presenta una situación, a través de su hija pequeña, completamente nueva para ella.
Lo que me ha aportado la vivencia de hacer la película es aprender sobre la convivencia con un conflicto de identidad. Para mí, la vivencia era similar, o puede pasar con muchas otras cuestiones diferentes, no sólo con la identidad de género sino también con otros conflictos de identidad.
En el caso de la película, a esta madre le aparecen miedos que podrían haber aparecido, por ejemplo, con el tema de la homosexualidad. Miedos y dificultades que aparecen porque son cuestiones que, socialmente, pueden generar conflicto en una familia.
Los conflictos de identidad son difíciles de entender a través de la mirada más convencional del sistema. He trabajado sobre lo que eso despierta en alguien como una madre que, finalmente, lo que quiere es que su hijo o hija tenga una vida fácil, tranquila. Y cuando prevé que pueda tener dificultades, lo vive como un conflicto.
Es usted una actriz porosa e imaginativa a la par que disciplinada. Cuando prepara y profundiza en un personaje, ¿confía y se deja llevar por la propuesta de dirección? ¿Trabaja mucho en casa su mirada personal para aportar luego su propuesta?
Lo que hago en casa es un estudio más racional, más intelectual, aunque también de imaginación. Analizo, trabajo mucho con el texto para encontrar el esqueleto o la síntesis de la síntesis. Es un ejercicio de entendimiento del texto que me va descubriendo los motores que mueven al personaje, las intenciones, qué desea, qué teme.
También trabajo mucho con la imaginación, recorriendo los lugares, poniéndome en la situación y viendo qué me pasa ahí. Con esa propuesta hablo con dirección, ponemos puntos en común o me ayudan a hacer una nueva comprensión.
Luego viene el trabajo con las compañeras o compañeros de reparto, ahí empieza a ponerse en juego otra parte de ti: el cuerpo y el contacto con la otra persona. Descubres qué es lo que la otra te aporta. Es un trabajo que surge del momento presente, cuando estás delante de tu compañera, mirándote a los ojos, aparecen cosas nuevas, todo se va nutriendo, toma raíz y sentido.
En rodaje también descubres muchas cosas. Ocurre muchas veces que tienes que rodar la última escena de la película el primer día de rodaje, y es una pena porque, aunque tú vas con todo preparado, realmente no has hecho el recorrido emocional de la historia.
¿Es desde lo pequeño, explorando la singularidad, como se construye una buena y delicada interpretación? ¿Los detalles y las pequeñas cosas son las que hacen grande a un personaje?
Efectivamente, este trabajo es como un árbol, cuanto más hacia dentro y más fuerte sea la raíz, más hermoso va a ser el árbol por fuera. La forma que va a tomar el personaje se construye dejándote calar, con disposición, a través de la porosidad, la entrega, dejando que las cosas te toquen.
Luego los detalles surgen solos. Una no es consciente siquiera, nacen de ese trabajo previo de comprensión del personaje del que hablábamos, que te coloca en un sitio de naturalidad. La naturalidad está, efectivamente, en esos gestos pequeños.
¿Es siempre fundamental el trabajo en equipo para que se ilumine y crezca un trabajo individual, e incluso para que llegue a ser destacado o premiado posteriormente?
Sí, nunca trabajamos solos, cuando piensas en lo que tienes que decir cuando te van a entregar un premio y te pones a reflexionar, a mí siempre es eso lo que me aparece: tú eres la punta del iceberg.
Que seas premiado por un trabajo tiene que ver con la escritura del guion, con el personaje que te han propuesto, con la manera en la que te han dirigido, con todo el elenco que te acompaña, con tener delante a una compañera que trabaja de una manera o de otra... Todo eso influye en un porcentaje altísimo en tu trabajo. Por el contrario, cuando no hay encuentro con el otro, en ese aspecto tienes que avanzar remando en contracorriente.
Cuando tienes delante una persona que te mira de verdad y a la que tú puedes ver de verdad, escuchar de verdad, puedes soltar la presión de tener que decir tu frase o hacer tu movimiento, o de tener que estar en contacto con un recuerdo concreto. Solo entonces puedes olvidarte de todo eso, soltarlo, y estar enfrente de esa persona recibiendo lo que te da. Eso es brutal y es lo que hace que tú hagas un buen trabajo.
Por eso mismo, cuando un trabajo personal es premiado es gracias al esfuerzo de todo un equipo de personas que han ido a favor, es así.
¿Cuánto y cómo le ha cambiado la experiencia de todo lo vivido a lo largo de estos siete intensos años de carrera profesional?
Es raro porque, esto que estoy viviendo ahora me ha pillado en un momento de cambio personal, quizá también por mi edad. Siento que he tenido momentos confusos, de hacerme preguntas.
Me ha ocurrido todo a la vez, empezar a trabajar fuerte en esto, irme a vivir al campo…. Creo que, alrededor de los 40 años hay algo de lo que te despides. Mi vida ha cambiado mucho, soy la misma persona, pero se han transformado mis rutinas, la manera de vivir, las elecciones, lo que haces cada día.
En mi caso, han sido cambios en muchos ámbitos, momentos de desconcierto e incluso de tristeza por sentir esa pérdida. Es como un duelo por despedirse de la juventud y de cierta forma de vivir que era más improvisada o había más tiempo libre.
Ahora el trabajo se ha colocado como eje central, todo se modifica y ordena alrededor de eso. Siento que los cambios forman parte de mi evolución, de ir aceptando esta nueva etapa de la vida, mis nuevas edades.
Usted es una de las actrices más apreciadas y valoradas de España. ¿Hay un antes y un después de la película 'Ane', en 2021?
Sí, creo que a partir ahí se produce un momento de explosión, pero, al mismo tiempo, hay algo que se posa. A partir de Ane se genera un sistema de trabajo, empiezan a llegar muchas propuestas que me interesan, y estoy más reposada gracias al hecho de poder elegir.
Está en emisión la serie 'Galgos' en la que interpreta un personaje diferente. En mi opinión, lo interesante es cómo usted busca y expone la fragilidad de una mujer aparentemente fría, distante, poderosa…
Efectivamente, es un personaje nuevo para mí, que no había hecho antes, que pertenece al mundo empresarial, adicta al trabajo, perfeccionista. Pero, al final, creo que todos tenemos vulnerabilidades y nuestro carácter se construye a partir de heridas, necesidades no cubiertas. Hay gente que exhibe sus vulnerabilidades de una manera más abierta y otras que no las muestran.
Todos los caracteres se construyen desde ahí, y eso es lo que me interesa, intentar que los personajes me toquen desde su herida.
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Actualmente está inmersa en el teatro con 'La casa de Bernarda Alba'. ¿Había tenido alguna vez el sueño de interpretar esta función?
Nunca he soñado tan concreto, pero lo que sí había soñado es con hacer teatro así, a lo grande, una función maravillosa y tan bien acompañada.
¿Qué supone enfrentarse con un personaje tan complejo como es Angustias y el encuentro con la palabra poética de Lorca?
No pienso en resultados y, aunque es verdad que es una persona rara y compleja, no sé realmente como es Angustias. Es lo mismo que me ocurre a veces en los rodajes, en el montaje de una función de teatro no acabas de ver al personaje hasta que termina el proceso en el que se va construyendo.
No estoy pensando para nada en cómo tiene que ser Angustias, lo que estoy haciendo es vivirla, estar ahí, en el conflicto. Y desde ahí ver lo que nace.
¿Cómo lleva la otra cara de la profesión, las galas, las fotos, las promociones, los premios, los viajes, las alfombras rojas?
Hago el ejercicio de aceptar que todos los trabajos implican una parte que te gusta más y otra que te gusta menos. Es verdad que la parte de la promoción es lo que menos disfruto, pero viene pegado. La parte que me gusta es hacer mi trabajo de actriz.
Esa otra parte supone un desgaste energético brutal, cuatro días de un festival, hablar en público, la exposición mediática… Todo eso es como rodar durante mes y medio, 14 horas al día. A mí, por como soy yo, me puede alterar mucho.
Estoy buscando la manera, la fórmula para que no me suponga tanto gasto energético, voy gestionándolo. Con el tiempo he ido aprendiendo a medir y buscar el equilibrio para compaginarlo con el trabajo de interpretación, que es donde realmente quiero estar al cien o al doscientos por ciento.
¿De qué cosas o personas se nutre para recargar esa energía, para estar con los pies en la tierra o para despegarse del suelo? Para volver a sí misma…
La vuelta a casa, mi santuario, es lo que más me sirve. Vivo en un pueblito del País Vasco, en el campo. Regresar a mi templo me sirve para recuperar energía y poder seguir.
Lo bueno que tiene el campo es que produce esa sensación de bienestar de manera muy inmediata. Es como volver al sitio de la preactriz, volver a mí antes de que yo me dedicara a esto, porque este es un trabajo muy invasivo, está súper presente en tu vida. Al volver a casa me siento persona en el planeta antes de cualquier profesión. Y me sirve mucho ver a mi familia. He generado, con la edad, mucho arraigo que no tenía siendo más joven.