¿Es la elegancia una forma de ser o de comportarse? ¿Es un don? ¿Une allure como dirían los franceses, o una actitud, como piensan los anglosajones? ¿Se nace elegante o una persona se hace elegante con el tiempo y la experiencia? Pero, por encima de todo, ¿existe un concepto universal de elegancia o tantas como personas en el mundo?
[¿Qué significa ahora ser elegante?]
¿En qué se fijan los expertos que deciden? Unos hablan de "armonía"; otros, de "equilibro"; algunos de "estilo propio o personal"; muchos, de saber estar y saber moverse". Por supuesto, entre las candidatas hay muchas mujeres de la realeza o la aristocracia, actrices, modelos, influencers y hasta políticas.
Dice el viejo refrán que "el hábito no hace al monje" según lo cual, llevar algo elegante no siempre es garantía de elegancia; es más, según el dicho popular, “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
En su Tratado de la vida elegante (1830), Honoré de Balzac repasa los modos de comportarse, vestir y vivir del pueblo francés de la primera mitad del siglo XIX. Para el escritor galo, el hito supremo del buen gusto es esa “vida elegante”, diferente de la "vida del artista" y de la "vida ocupada" de quien tiene que trabajar para vivir.
Escribe Balzac: "... en nuestra sociedad, las diferencias han desaparecido: no quedan más que matices. Y la urbanidad, la elegancia en los modales, ese je ne sais quoi fruto de una educación completa, forman la única barrera que separa al ocioso del hombre ocupado. Si existe un privilegio, este deriva de la superioridad moral".
Y añade: "Eso explica el alto valor que la mayoría otorga a la instrucción, a la pureza en el hablar, a la gracia en el porte, a la mayor o menor facilidad con que se lleva un tocado, al gusto en la decoración interior y a la perfección. En fin, de todo aquello que procede de la persona".
Para la autora del libro El talismán del líder danzante (2019), Silvia Anaska Fisher, la elegancia es una cualidad más cercana al concepto japonés del shibumi, "una cualidad humana que identifica a personas que han alcanzado un alto nivel de maestría interior" y una virtud que en la cultura nipona tiene que ver con la impecabilidad y la sencillez.
Y, mientras que para los occidentales, la elegancia se asocia a lo exterior y lo formal, nuestro aspecto o nuestro comportamiento, para los orientales ser elegante es algo que va de dentro afuera y no es algo buscado, sino espontáneo. “La elegancia es el arte de estar presente tanto hacia uno mismo como hacia los demás", declaraba a La Vanguardia la escritora italo-española.
Para esta autora, "la elegancia de shibumi tiene que ver con el estado de coherencia interior y exterior” y se resume en tres virtudes: la moderación en busca de la mejora continua y constante; la confianza, o el arte de desterrar la vergüenza, y la actitud de satisfacción y gratitud hacia el momento presente".
Seguro que muchas de las virtudes mencionadas tenían algunas de las mujeres más elegantes de la historia. Y, como menciona la sabiduría popular de la que hablábamos al inicio, la moda no es el criterio predominante.
Hace dos siglos, Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa de Châtelet (1706-1749), ya estaba convencida de que "las mujeres necias siguen la moda, las pretenciosas la exageran y las mujeres de buen gusto pactan con ella".
Émilie de Châtelet sabía muy bien de qué hablaba; fue una mujer rompedora, que recibió una educación exquisita: matemática, física y filósofa francesa, tradujo la obra de Isaac Newton al francés. Amante, entro otros, de Voltaire, mantuvo con este filósofo una unión enriquecedora para ambos tanto en lo intelectual como en lo carnal.
Si hacemos una encuesta entre los expertos de moda sobre qué nombres deben estar en la lista de las diseñadoras más elegantes de la historia, seguro aparecen los de Madelaine Vionnet (1876-1975), Coco Chanel (1883-1971), Jeanne Lanvin (1867-1946), Elsa Schiaparelli (1890-1973), Diana Vreeland (1903-1989), Madame Grès (1903-1993)...
También estarían Carolina Herrera (1939-) o Diane Von Furstenberg (1946-): la primera, capaz de hacer elegante una simple camisa blanca y la segunda, de transformar una batita de estar por casa en un vestido todoterreno. Y hoy sale a menudo Marta Ortega, CEO de Inditex.
Entres las millonarias, it girls o socialités, a las que las revistas de la época llamaron elegantes sin duda saldrían los nombres de Luisa Casati (1881-1957), Peggy Guggenheim (1898-1979) o Mona von Bismarck (1897-1983), entre otras muchas que llenaron las crónicas sociales.
Si elaboramos una lista de las actrices más elegantes de la historia encontraríamos los nombres de Audrey Hepburn (1929 - 1993), Lauren Bacall (1942 - 2014) y Grace Kelly (1929-1982), también entre otras muchas convertidas hoy en mitos por la cultura popular de cada país.
Y entre las más actuales, Gwyneth Paltrow, Cate Blanchett, Julianne Moore, Diane Kruger, Elle Fanning, Emma Watson, Natalie Portman, Blake Lively, Lea Seydoux o Emma Stone o Lupita Nyong'o suelen acaparar las nominaciones a mejor vestidas en sus apariciones en la alfombra roja.
En la lista de las royals, están siempre presentes Diana de Gales (1961-1997), la reina Letizia, Máxima Zorreguieta, Rania de Jordania, Carolina de Mónaco; su hija, Carlota Casiraghi y su nuera Beatriz Borromeo, así como Sassa de Osma. Y, por supuesto, Kate Middleton.
Entre las vinculadas a la política, suelen aparecer los nombres de Jackie Kennedy (1929-1994), la modelo y cantante Carla Bruni (cuando fue primera dama de Francia) y Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. Y, si de banqueras hablamos, también entra siempre en las listas de las más elegantes Ana Botín.
Otras candidatas al trono de las más elegantes son la cantante Jane Birkin, la modelo y diseñadora Inés de la Fressange, las influencers Olivia Palermo y Alexa Chung, y hasta la nonagenia Iris Apfel, aunque algunos consideren que esta decoradora de la Casablanca personifica el dicho "si no puedes ser elegante, sé extravagante".
Entre las modelos, suelen salir los nombres de Christy Turlington, Natalia Vodianova, Rosie Huntington-Whiteley, entre otras muchas que ocupan las portadas de las revistas, las vallas publicitarias y las pasarelas.
En nuestro país, Naty Abascal, Eugenia Silva y Nieves Álvarez también son fijas en las listas de mejor vestidas. Será porque han desfilado en parís y conocen bien la ciudad pues, según Balzac, "quien no venga a menudo a París no será nunca por completo elegante".
Cada persona tiene a su alrededor una persona a la que considera la más elegante (una abuela, una madre, una hermana, una amiga...), según criterios e incluso sesgos propios e inconscientes fruto de nuestra educación.