Nadia Arroyo, directora de Cultura de la Fundación Mapfre: la mujer que trae a Madrid la exposición más vista
La directora de Cultura de la Fundación Mapfre es una de las mujeres más influyentes del mundo del arte español. Ahora, nos invita a visitar la exposición de Marc Chagall.
17 febrero, 2024 02:07Una enorme fila de personas espera pacientemente en la puerta. Son las diez de la mañana, pero más de cien visitantes aguardan a que se abra al público la sala de la Fundación Mapfre en el paseo de Recoletos.
[La actriz Marta Etura: “Las creencias radicales nunca aportan nada bueno”]
Nada más entrar, un lienzo de grandes dimensiones del año 1958 que representa un colorido circo de criaturas fantásticas inaugura un recorrido de unas 160 obras por la obra de Marc Chagall.
Nadia Arroyo, la directora de Cultura de la Fundación Mapfre, recibe a Magas. Se trata de una de las mujeres más influyentes del mundo del arte español: lleva en su puesto más de una década, y ha sido promotora por ejemplo de las exposiciones de Leonora Carrington o Picasso y Julio González, además de ser jurado habitual de diferentes premios y becas.
Chagall y el antisemitismo
Ahora, nos presenta una singular muestra que sin duda, arrastrará miles de visitantes de todo el mundo hasta el mes de mayo, alrededor de una nueva lectura de Chagall, el autor en permanente exilio y reivindicación contra el antisemitismo.
“Una muestra de estas características puede tardar tres años o más en organizarse”, explica Nadia Arroyo a Magas. “Tiene mucha complicación. En este caso nos sumamos a dos museos franceses, el de Niza y el de Roubaix, aunque el prestador mayor es el Pompidou y hay muchos otros préstamos. Hemos compartido así costes y hemos producido una muestra para las tres sedes, editando un catálogo en español y en francés. Como Fundación, tenemos el músculo para poner proyectos así en marcha con agilidad“.
De toda su historia, explica la directora de cultura de la Fundación, la exposición más visitada “fue la del Impresionismo en el año 2010: eran las obras maestras del museo D’Orsay, y fue una barbaridad”, recuerda la directiva.
Añade: “En un momento en que no existía el sistema de reserva online, tuvimos horas de filas de espera y las salas estaban abarrotadas“.
Desde que ella ejerce como directora de esta programación, el best-seller ha sido “Leonora Carrington. Yo comencé en el cargo en 2019, justo con la Covid. Tuvimos Rodin y Giacometti, que parecía que iba a ser también de gran afluencia, pero con la pandemia, aunque la alargamos fue imposible. En otoño, aunque se hablaba de recuperación de visitantes, nosotros no lo notamos completamente. Donde hemos notado la recuperación total ha sido con Leonora, que arrasó, y conectó con el público de una manera muy emocional: ella y su persona, su obra y su vida, que es desde luego fascinante“.
“Estamos avanzando mucho en la atención de los temas de salud mental”, añade respecto a ese éxito, “ha habido tanto tiempo que se han ocultado las enfermedades mentales y ahora estamos atendiendo a esa realidad. El arte siempre ha ayudado en las enfermedades mentales, es una de las vías más importantes”, asegura.
Para Arroyo, los éxitos de visitantes no dependen tanto de una cuestión de estéticas de una época sino de preocupaciones sociales. “No sé si tiene que ver con las estéticas, pero sí con las emociones de una época. El surrealismo reconecta con nosotros porque nos habla de esa parte tan humana que es el subconsciente. Ahí tienes nuestros sueños, nuestros miedos, nuestra parte más humana y más oscura… Con Leonora, el público conectaba con su vida, esa travesía increíble, y con temas con el de las enfermedades mentales, el esoterismo y la ecología, realidades actuales e inquietudes que están en todos de un modo u otro. Algo similar ocurre con esta nueva y singular lectura de Chagall ahora”.
Una vocación cumplida
Nadia Arroyo estudió Historia del Arte gracias a las clases de una profesora de COU. “Nos conseguía envolver a todos, y a mí me fascinaba la materia, yo sentía el momento del disfrute durante el estudio, desde el arte visigodo a los modernos”.
A su familia le preocupó su futuro profesional, pero ella tomó la decisión y, tras un breve paso por la Fundación Juan March, una beca en el Museo del Louvre y una pequeña galería en Madrid, llegó en el 2006 a la Fundación Mapfre, una entidad en la que fue adquiriendo cada vez más responsabilidad. Primero fue coordinadora, luego responsable de itinerancia y terminó dirigiendo todo el área de cultura de la Fundación [de las cinco existentes].
“Mi primer contacto con las exposiciones fue el público, en la recepción de una sala. Es complicado, son muchas horas y a veces es gratificante y a veces duro”, recuerda. “Con el paso del tiempo, tengo en mi retina el haber vivido la transformación de esta institución, no es sólo que conozco el discurso, he sido parte de él. Nunca sentí el vértigo porque crecí con el equipo, con una seguridad que te acompaña”.
El cambio a la modernidad es la línea programática de la institución. “Esos años en los que el arte empieza a transmitir una transformación y se convierte en reflejo de la modernidad de la sociedad contemporánea. Nosotros vamos de la mitad del XIX a la mitad del XX: evidentemente en Chagall llegamos a los 60 y con Leonora a los 80, pero en ellos los vinculamos más su lenguaje a la primera mitad del siglo XX”.
Desde el año 2009, Mapfre también programa grandes retrospectivas de fotografía, de artistas clásicos o contemporáneos consagrados, con muestras que además suelen viajar por Europa y América, como relata. Asimismo, bajo su dirección en Barcelona la Fundación Mapfre creó un nuevo centro específico añadido a la sede central, añadiéndose dos líneas, “los archivos históricos, con una gran tradición en Cataluña y las colaboraciones con escuelas, eligiendo estudiantes para dar cabida a nuevos talentos”. Esto ha dado lugar a un premio internacional y seis exposiciones al año.
Público o públicos
¿Cómo es el público de artes plásticas? “En Madrid, a partir del 2020 decidimos juntar ambas programaciones”, señala. “El público de foto era más paritario, y más joven. El de artes plásticas más femenino y de mayor edad. Tras la pandemia bajó el índice de edad. Estando en manzanas colindantes, antes no se cruzaba el público. Una parte muy minoritaria veía las dos expos, de foto y artes plásticas. Ahora al menos un 40% del público ve las dos exposiciones”, recalca con satisfacción Arroyo.
“En general, hay un público más numeroso de artes plásticas que de fotografía. En foto, el público es muy fiel y más conocedor, pero queríamos ayudar al público general a apreciar el valor de la fotografía artística. El público general que visita las exposiciones sigue siendo mayoritariamente femenino, y eso ocurre en general con la cultura”.
En el sistema cultural, “tengo cierta comunicación con los directores de otras exposiciones. Vamos a tener un Raimundo de Madrazo en el año 2025, por eso hablé antes y consulté con Falomir; con él, con Solana y con Segade, nos comunicamos, especialmente porque en otoño del 24 y el 25 el surrealimo va a tener una gran importancia. Nos hemos sumado a una celebración internacional del Pompidou”.
Sobre por qué el surrealismo es una estética predominante en la actualidad, explica, “lo vamos a ver las próximas exposiciones. Es el movimiento, el ismo más internacional y más extenso en el tiempo que existe, porque estamos hablando del primer manifiesto del año 24 y en nuestra exposición, que irá a París y Hamburgo, estamos con muchas obras de los años 60, con muchas mujeres que llegaron más tarde. El surrealismo entronca con la psicología, y no está delimitado a un lenguaje artístico, ni a una técnica, pintura o escultura, ni a si es más figurativo o abstracto. Estás hablando de esos fantasmas. Es como una caja de Pandora que se abrió en ese momento y que sigue abierta”.
Chagall en Madrid
“Chagall siempre ha conectado con el público”, termina la conversación caminando por la sala. “Pero también ambos artistas atraen un público no tan de exposiciones que viene por ese mensaje comunicado de una nueva visión de un artista que es un faro del siglo XX. En realidad no sabemos cuánto el público está cambiando, y ahora tiene ganas de descubrir nuevas mujeres artistas, por ejemplo. La vanguardia está por delante de la realidad. El arte actual tiene que estar cuestionarnos el futuro, los incomprendidos terminan definiendo lo nuevo”.
Ahora Chagall, un artista que siempre arrasa con el público, explica, “lleva en la sala sólo cuatro días y no sabemos, claro, pero todo indica que la acogida puede ser enorme. Este Chagall es una nueva lectura. Siempre lo imaginamos onírico, con su mundo de fantasía, casi surrealizante y aquí lo estamos viendo conectado con su realidad, de la primera mitad del siglo XX. Habla de la Primera Guerra Mundial, del exterminio nazi, a través de su obra expresa esos miedos, esa ansiedad, angustia y denuncia, en conexión con su discurso artístico. Un Chagall oscuro, más duro… y más de paz”.
El recorrido a la muestra de Chagall termina con los proyectos monumentales expuestos, en concreto con la serie de bocetos para las vidrieras de la ONU, en alusión al árbol de la vida y un enorme Ícaro en caída con las alas derretidas, nos acerca al deseo del creador de “la luz de un futuro mejor”, y al recuerdo de que un artista, un ser humano individual que sólo se compromete con su ego, volará bajo y cerca.