No cantes canciones tristes por mí (Molino,2023), nació de la necesidad de escribir una historia que se convirtiese en un refugio para mi mente. La literatura siempre ha poseído un toque sanador en mi vida.
Hacía años que quería contar esta historia y me aterraba salir de esa zona de confort que de alguna forma había creado con mis libros de fantasía. Pero conforme he evolucionado como persona y escritora, me he dado cuenta de que podía abrazar esa oscuridad, esos miedos y convertirlos en personajes.
Es una novela gótica narrada a tres voces con personajes grises. Al inicio seguimos a Emma, la más joven de los personajes cuya curiosidad la empuja a tomar decisiones equivocadas precisamente por la soledad que rodea su vida. Emma además tiene un don un tanto peculiar y es que posee un ojo blanco con el que puede ver a los muertos.
Por otra parte, tenemos a Eliot y Lira. Voces más maduras y centradas. Cada uno protege sus secretos con celo, pero de formas diferentes. Ella con la disposición de hacer lo que sea necesario, mientras que él se apega a las normas con firmeza.
Son estos dos últimos los que ofrecen una historia de amor y muy atípica por las circunstancias que los rodean. Precisamente son rivales académicos que por fines egoístas deberán trabajar juntos y desenterrar el secreto que yace en ese cementerio en el que transcurre una importante excavación.
Lira es una fuerza oprimida por la sociedad de la época mientras que Eliot no es consciente de sus propios privilegios.
La novela transcurre en un pueblo al norte de Gran Bretaña en 1913. Una historia con fantasmas, bailes de sociedad, pero sobre todo misterio. La intriga de qué está pasando en este pueblo, qué acecha entre las sombras y se esfuerza por evitar que nadie descubra la tumba que los arqueólogos llevan décadas buscando.
La ambientación tiene su toque oscuro y nos lleva a través de un cementerio inexplorado lleno de misterio. También a la famosísima Silverwood House, una elegante mansión que esconde los fantasmas de otros siglos.
Este libro ha sido un reto en toda la regla. Me alejó de esas novelas de fantasía un poco más juveniles para dar voz a una atmosfera tensa y oscura en la que nada es lo que parece.
Y aunque al principio ese reto me da un poco de vértigo, debo confesar que ha sido un proceso de autodescubrimiento en el que me he permitido abordar temas sociales sin perder ese toque de realismo mágico que me conectaba con mi parte más soñadora.
Es una historia con una trama principal que gira alrededor del misterio de la excavación por encontrar la tumba de una antigua duquesa. Una figura llena de misticismo que durante siglos ha alimentado cientos de leyendas.
Pero además de esa trama principal con tensión, tenemos subtramas que convergen y se encuentran a lo largo de las páginas. Lira en busca de su libertad. Eliot luchando con sus secretos y esas mentiras que su familia ha edificado alrededor de él. Y por supuesto, Emma, que busca encontrar el equilibrio entre el mundo de los vivos y los muertos.
Durante el proceso de documentación me permití indagar sobre el proceso de excavación de principios del siglo XX. También estuve investigando sobre los métodos, convenciones sociales, con tal de apegarme con absoluta fidelidad a la época.
Si tuviese que hablar como lectora sobre el atractivo de No cantes canciones tristes por mí, creo que destacaría la ambientación. Esa sociedad de principios de siglo XX, bailes de salón, la belleza de esas primeras miradas.
Cuando hablaba con mi editora sobre el libro, no temía en decirle que creía que era el libro perfecto para todos aquellos que han disfrutado de Películas como la momia, precisamente por el componente de intriga, tensión y las maldiciones, pero también para aquellos que han visto Downton Abbey con esa ambientación tan meticulosa. El paso del tiempo, la llegada de una nueva época.
Con este libro me he permitido jugar con las leyendas del pueblo, además de la presencia de los fantasmas y de los secretos, lo mejor es que nada es lo que parece.
En definitiva, estoy muy contenta con el resultado de esta novela y con todo el proceso. Me ha permitido descubrir otras facetas del proceso creativo y ver cuánto he madurado como escritora.
Escribir No cantes canciones tristes por mí me ha recordado lo mucho que disfruto de la literatura. Lo necesarias que son las historias con personajes diferentes, pero sobre todo, lo mucho que me gustan los libros con una atmósfera oscura y distintas representaciones de lo que es el amor.