Taekwondo podría traducirse como “el arte de la lucha con manos y pies”. Adriana Cerezo (Alcalá de Henares, 2003) tiene el arte de aunar serenidad con brío. Por su madurez la llaman “viejoven”. Premio princesa Leonor 2021 a la mejor deportista menor de 18 años, tiene medallas en todas las modalidades de competición, muchas de oro y alguna de plata como la de los JJ. OO. de Tokio que ganó con apenas 19 años.
El taekwondo es su pasión. Entrena todos los días salvo el domingo. En el combate, tanto el peto como el casco y los patucos llevan sensores electrónicos para medir la potencia de golpeo y el contacto. Así se puntúa. Si pegas a los brazos no sube al marcador. Pegar por debajo de la cadera es falta. “Llevamos protectores, pero aun así los golpes duelen. Te acostumbras. El pie, la rodilla y la tibia están duros.”, explica Adriana.
La entrevisto en la antesala del gimnasio. Tiene sesión de fisio. En el gimnasio, un grupo de unos 25 niños pequeños van de un lado a otro levantando de manera alterna las piernas. Los hay que lo hacen con ganas y los que se escaquean. En otro lado, unos 10 cadetes golpean incansablemente con el pie una almohadilla que sostiene un compañero por encima de la cabeza. Cuando terminen, entrará Adriana con unos pocos compañeros de alto nivel. La elasticidad “viene de serie”, dice Adriana, pero la fuerza hay que trabajarla a fondo.
Empezaste a ganar muy joven. ¿Cuándo tomas la decisión de pasar al alto nivel?
Las cosas se van encadenando: se te da bien, vas a campeonatos, tienes buenos resultados, te gusta entrenar y ganar, ser la mejor. Esa es la motivación. Pero hubo un punto de inflexión tras el US Open. Tenía 13 años. Me di cuenta de que quería que el taekwondo fuera más que una afición.
La primera vez que fuiste a un campeonato fuera de España, había puestas tantas expectativas en ti que te bloqueaste y no competiste. ¿Cómo lo superaste?
Estuve meses sin entrenar. Mis padres veían que me faltaba algo en la vida. Dejé de ser feliz. Volví a retomarlo por el gusto de entrenar, sin ánimo de competir para quitarme presión. Me hacía feliz sufrir entrenando y estar con los compañeros. Al final te pica el gusanillo de la competición y vas perdiendo el miedo.
¿De dónde sacas la madurez, esa capacidad de constancia, sacrificio y superación?
Siempre me han llamado la “viejoven” por la madurez. Creo que la clave es que verdaderamente me gusta. Es mi pasión. No es un sacrificio pasar aquí el 60% del día y si hace falta, más tiempo. Quieres ser la mejor.
¿Cuál es la importancia de marcarse un objetivo?
Mucha. Tienes que levantarte por la mañana y saber que el trabajo y tu motivación son por algo. El objetivo no debe marcarse a nivel de resultado, sino de rendimiento. Marcarse un objetivo a largo plazo es difícil de gestionar. Te puedes decepcionar mucho por el camino. Hay que marcarse metas sencillas y fáciles y que sean a corto plazo.
Los Juegos Olímpicos están cerca, pero todavía queda. El objetivo ahora es estar a tope porque nos vamos a una concentración la semana que viene.
¿Soñabas con ir a las Olimpiadas?
Sí. Desde que con 9 años vi los combates de taekwondo de Londres 2012. Cuanto más te metes en el mundo del deporte, más te das cuenta de lo especial que es. Primero, quieres una medalla. Luego, ganar. ¡Cuánta gente hace deporte y nunca consigue ir a unos JJ. OO.!
En las Olimpiadas de Tokio 2020, además de ganar la medalla de plata, inauguraste el medallero español.
Era el primer día. No me di cuenta de su importancia hasta que volví. Fue un momento duro porque perdí la de oro por un punto. Hay muchos sentimientos encontrados. Pero sí, es otro sueño cumplido.
Perdiste el oro a siete segundos del final.
Lo hemos pensado mil veces. A toro pasado es fácil pensar que tenía que haber hecho esto y no aquello (acaba de llegar la fisio). Sinceramente, de estar otra vez en la misma situación, intentaría no hacer lo mismo. Más que en un momento, quizá el error estuvo en el enfoque completo del combate. Si hubiese ido ganando por 7 puntos no habría perdido por uno.
¿Te acostumbras tanto a perder como a ganar?
No. No creo que acostumbrarse a perder sea bueno. Te tiene que doler. Ese “sufrimiento” no te tiene que hundir, sino servirte para espabilar. Cada vez lo gestiono mejor. Pero el objetivo es ganar muchas más veces que perder.
Estás en la categoría de 49 kilos y mides 1,68. ¿Te cuesta mantenerte en ese peso?
No, es más o menos mi peso natural, entre 49 y 50. El tema de las bajadas de peso está muy normalizado en los deportes de combate y queremos luchar contra eso. Hay que hacerlo de la forma más saludable posible. Pero 1 kilo o 2 no son relevantes. Solamente con los nervios del día antes los bajas.
Cuando compites entre las mejores, las diferencias son mínimas.
Son pequeños detalles, principalmente mentales, los que marcan la diferencia. Decisiones que tomas en momentos de combate en los que aflora el cansancio o ha habido un parón para ver la repetición de un golpe en vídeo. Entrenar, entrenamos todos mucho.
¿Qué es más difícil llegar a ese nivel o mantenerse?
No lo sé. Llegar ha sido parte del proceso. Mantenerme te lo diré dentro de unos años. Todo el mundo dice que lo complicado es mantenerse.
Acabas de ganar la medalla de oro en el Open de Bulgaria y la de plata en el de Serbia. ¿Cómo afrontas París? ¿Cambias la rutina?
No. Nuestro concepto es que se trata de un trabajo acumulativo. Llevo preparándome para París desde que tengo 11 años. Lo haremos igual que hicimos para Tokio o para cualquier otro campeonato. El 8 de mayo tenemos el Europeo en Belgrado.
¿Haces algún tipo de entrenamiento mental?
En 2018, empecé a hacer mindfulness con Jesús, mi entrenador. Suelo hacer entre 15 y 20 minutos al día. Me ha venido muy bien tanto en el aspecto deportivo como en el día a día.
¿Cómo mantienes la concentración a pesar de los nervios y la presión?
Los nervios siempre vienen bien. Pocas veces he peleado mal por estar muy nerviosa. He podido pelear mal por otros motivos, por dudas…
Ahora que está mi fisio aquí te lo confirmará. Cuando estamos en la zona de calentamiento o en la zona de antes de salir, bromeamos, hablamos… Hay que estar concentrado en el campeonato, pero también tener otras distracciones. Si solo te centras en que vas a salir, llegará un momento en medio del combate en que acusarás el cansancio.
¿Es verdad que duermes siesta antes de una competición?
Entre combates. Un campeonato, si todo va bien, empieza a las 9 am y termina a las 10 de la noche. Me echo un ratito, me pongo mi música, mis series o lo que sea. Y me levanto de la siesta perfecta, recuperada. Todo lo que sea dormir es magia.
¿Deportistas de referencia?
Muchísimos. Rafa Nadal, Michael Jordan, Carolina Marín…
Volviendo a los JJ. OO. ¿Cuánto anima la afición porque en Tokio competiste sin público debido al COVID?
Me gusta mucho que haya ambiente. Mis padres suelen ir a todos los campeonatos y parte de mi equipo. Ese aporte de energía es fundamental.
¿Qué te ha dado el deporte?
Un motivo de vida.
¿En el futuro dónde te ves?
No lo sé. De momento solo me planteo la etapa de competición. Sigo formándome, estoy estudiando Criminalística. No sé si acabaré en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de policía, guardia civil o en equipos especiales. Elija lo que elija, creo que mi vida siempre va a estar muy ligada al deporte.