Una mujer llamada Aly viaja en un coche junto a Dary, el hombre que la acaba de violar. Ella hace una llamada de móvil a su hermana, pero en realidad está marcando el 112 y disimula mientras pide ayuda al servicio de urgencias.
Así comienza la película Víctima imperfecta que se estrena el 17 de mayo en los cines. Esta es la ópera prima de la directora Delphine Girard, que recibió los elogios de la crítica y el público en su paso por los Festivales de Venecia y San Sebastián.
Girard creció en Bruselas, de padre canadiense y madre belga. Comenzó su trayectoria como actriz, pero pronto se formó como directora en el INSAS. Su película de final de carrera, Monstre, fue premiada en varios festivales en 2015.
El guión de Víctima imperfecta se basa en un corto de la realizadora titulado Une soeur que fue nominado al Oscar como mejor cortometraje en 2020.
Desde Magas hablamos con la directora durante su paso por España para el estreno del largometraje, en el Instituto Francés en Madrid.
"Cuando presenté el corto me di cuenta de que son tan solo 20 minutos que terminan con la detención del agresor. Pero tenía la sensación de que esto no podía acabar ahí. Me parecía que había margen para seguir explorando en el sistema judicial, adónde lleva y qué puede pasar. Y de ahí nació un poco la idea de convertirlo en largometraje", asegura.
Personajes complejos
Se trata de una película compleja, llena de matices y de grises. Aly (Selma Alaoui) que también protagonizó el corto, conoce una noche a Dary (Guillaume Duhesme). Tras la violación, ella no actúa como se supone que debería hacerlo. No completa las pruebas médicas, ni las declaraciones para que la denuncia sea tramitada. Los personajes están repletos de sutilezas, ni el agresor es un monstruo, ni la víctima busca solo una compensación judicial. Le preguntamos a la realizadora.
¿A qué crees que se debe el éxito de la cinta, tras su paso por los festivales de Venecia y San Sebastián?
Creo que podría ser porque hay gente que tiene ganas de ver relatos e historias con mayor complejidad, con distintas capas, con personajes que tienen sus contradicciones y sus más y sus menos. Es decir, no es simplemente la víctima pobrecita y el agresor un monstruo. Más allá de eso, hay un mundo complejo de personajes con más sutilezas en la historia. Supongo que responde a un deseo también por parte del público de ver este tipo de historias.
El público se identifica con Aly, la protagonista…
He observado que la gente entra en la película a través de percepciones y vehículos distintos. Las personas escuchan, apoyan y entran por distintas vías e incluso por Aly, porque sufre un momento duro y pueden entender su reticencia a acercarse a la justicia... La gente entiende que no es tan sencillo como puede aparecer a priori.
En la película, la protagonista cuenta con la complicidad de la persona que atiende la llamada, que es mujer, y su hermana. ¿Estamos ante una nueva sororidad?, ¿atrás quedó la rivalidad femenina?
Bueno, yo siempre he sido más de sororidad que de rivalidad entre mujeres. En general, nos hemos dado cuenta como sociedad de que esta rivalidad no nos sirve para nada.
A pesar de las leyes, de la evolución, del paso que hemos dado en los últimos tiempos, todavía la víctima de agresión sexual tiene que demostrar que es víctima.
Efectivamente, las pruebas que reclama la justicia es que no existen; y no podrían existir. Yo lo que quería plantear era un poco la idea de la inadaptación, de la incapacidad innata de la justicia de responder ante lo que realmente necesitan las víctimas. Es decir, dónde está la reparación de las víctimas.
Su objetivo no debería ser castigar y ya está, porque para qué sirve. La justicia no debería ir por ahí. ¿Qué sentido tiene un castigo penal tan solo? Mi idea con esta película era explorar la incapacidad de adaptación todavía de la justicia a lo que realmente necesitan las víctimas.
Movimiento MeToo
Y en todos estos casos, primero se produce un autojuicio de la propia víctima. El abanico de responsabilidades inoculado por el patriarcado, que se instala en el subconsciente de quien sufre una agresión. Pero también hay un juicio social en la calle sobre cómo iba vestida, si se subió al coche, por qué lo hizo...
Sí, pero afortunadamente en la película Aly está rodeada de personas que no son forzosamente así. Ella al inicio muestra sentido de la vergüenza por lo que le ha pasado. En estos casos, hay una especie todavía de zona gris y ambigua que está ahí. Por ejemplo, si entran y te roban en casa, las pruebas están ahí y si se encuentran, pues ya está zanjado. Pero en estos casos, es más complicado para encontrar ese tipo de pruebas que la justicia no encuentra.
A tu parecer el movimiento MeToo cambió algo la perspectiva y la manera de ver el acoso y el abuso.
Esta no es una película que hubiera nacido en los primeros meses post MeToo, sino más tarde. Siento que estamos en otro momento, en otra etapa de reflexión, con emociones por todas partes, que tenemos que aprender a canalizar a través de conversaciones, debates y propuestas.
Creo que el movimiento ha hecho evolucionar la percepción entre cierta parte de la población. Pero, de momento, si miramos los hechos, las cifras no bajan. Por ejemplo, en Francia ahora hay muchísimas acusaciones en el mundo del cine. Y no he visto a ninguno de esos hombres decir que "a lo mejor, quizás lo que he hecho, no estaba bien". Todos dicen que no es cierta la acusación, que es falsa. Y cada vez hay más hombres acusados.
Creo que en Estados Unidos hemos visto que ha habido algún cambio institucional, a través de cuotas que se tienen que cumplir, pero creo que podríamos todavía hacerlo mucho mejor. Queda mucho por hacer, por mejorar.
Lo hemos puesto sobre la mesa. Simplemente...
Cuando todos veamos que este es un tema que hay que tratar y arreglar, iremos por buen camino. Es como el racismo. Si solo están movilizadas las personas implicadas, entonces no sirve. Tenemos que estar todos ahí, cuando la sociedad esté implicada podremos decir que algo está pasando, que algo está cambiando.
La influencia que ha tenido el feminismo en la colocación del consentimiento dentro del discurso es inmenso. Que se haya podido colocar en el centro es algo que me provoca una gran esperanza.
En España hemos tenido casos mediáticos como el de La Manada de Pamplona, las manifestaciones posteriores y la ley del 'sí es sí'. ¿Qué opinión te merece?
Está claro que la justicia tiene que ser el reflejo de cómo va evolucionando la sociedad. El sistema siempre va a encontrar dificultad para legislar ciertas cosas íntimas. A mí me gustaría que las mentalidades vayan cambiando y espero que lleguemos a este momento.
Es muy difícil legislar sobre algo así. Creo que la mejor manera que tenemos de hacer frente a este tema es mediante la educación y también mediante las cuotas de representación. Estoy esperando un mundo en el que los hombres realmente no se solidaricen con los agresores. Me gustaría verlo.
Hay una nueva generación de realizadoras que cuentan historias de una manera diferente. ¿Es necesaria esta visión femenina en la gran pantalla?
Creo que necesitamos historias de muchos lugares distintos, con puntos de vista diversos. Contábamos la existencia desde un punto de vista de blancos y heteros, pero las mujeres no estaban ahí hasta ahora. Yo como espectadora buscaba sus historias y tengo ganas de participar en lo que me cuentan.
Ahora la víctima es más compleja, el agresor es más complejo y el posible testigo de los hechos también lo es. Las narrativas cinematográficas están dejando atrás la simpleza con la que nos educamos, y eso es algo bastante positivo.