“Viajamos para dejar que el imprevisto ocupe su lugar”. Una entrevista con la escritora y viajera Patricia Almarcegui.
La escritora Patricia Almarcegui no solo vive para viajar sino que viaja para vivir y hoy la conoceremos a través de sus libros, publicados durante su peregrinaje por Irán, Japón o Asia Central.
26 mayo, 2024 02:40Patricia Almarcegui es una reconocida cronista y ensayista literaria que ha viajado por Japón, India, Yemen, Siria, Uzbekistán, Sri Lanka o Irán. Sus libros son la prueba de la inmersión cultural que supone para la escritora descubrir los lugares que visita y, el análisis realizado en ellos, reafirma la legítima teoría del significado propiamente dicho y conocido como movimiento. “Es imposible pensar una cultura sin el encuentro con “el otro” y el relato de viaje se convierte en la prueba estética, documental y testimonial de ese encuentro”.
Desde la antigüedad, salir a explorar nuevos lugares ha servido para establecer contacto con personas diferentes y poder describir distintas sociedades. El viaje constituye una de las formas preferidas para la representación de los seres humanos. En libro Los mitos del viaje: estética y culturas viajeras, Patricia Almarcegui recopila sus mejores escritos y añade el estudio de la estética y la cultura viajeras en un intento de organizar los elementos que lo componen y la literatura que ha generado durante siglos.
Una viajera por Asia Central
En palabras del escritor argentino Roberto Herrscher, “Patricia es una viajera indómita que se pregunta contantemente por lo que hace y se maravilla con los grandes y pequeños encuentros”. Encuentros que tienden a ser fortuitos, ficticios o literarios, como los escritos de Marco Polo, los viajes de Lady Montagu o la literatura de Anne Marie Schwarzenbach y Ryzard Kapuscinski. “Quedan muchos sitios por descubrir, aunque los exploradores no sean tan románticos como los del siglo XIX”. Y con esa filosofía positiva que la escritora trasmite a través de una mirada cargada de sonrisas, Patricia analiza el gran melón que se abrirá el día que todas las esquinas de los océanos, los fondos abisales, los planetas o el mundo escondido bajo tierra se empiecen a descubrir.
En su libro Una viajera por Asia Central, recorre Uzbekistán y Kirguistán como un alma libre únicamente sometida al clima y el itinerario. Tras un encuentro con un viajero alemán con “ojos de un azul inteligente”, Patricia se cuestiona sus decisiones cuando aboga por un viaje poco normativo. “Todavía hoy, con la melancolía que acompaña el recuerdo de las cosas que quedarán siempre por hacer, pienso en como habrían sido esas semanas si las hubiéramos pasado juntos”. Y añade con una nota previa que esta situación le produce tristeza: “Fijarnos en lo que tenemos delante y no seguir con lo previsto, viajar para dejar que lo imprevisto ocupe el lugar que le corresponde. No vemos, a pesar del movimiento, la distancia, la dificultad. No vemos.”
El camino hacia el Orientalismo
Durante años, Patricia ha elegido países de mayoría musulmana para viajar. Después de leer el libro Orientalismo de Edward Said, quiso especializarse en este campo y una parte de su doctorado fue la visión que tiene Occidente de Oriente. “Si yo hablaba de cómo se habían construido las imágenes negativas y las denunciaba lo que tenía que hacer era desplazarme a esos lugares para conocer in situ si lo que había leído coincidía con la realidad”. Y añade: “Es fundamental no mezclar conceptos. El islam no deja de ser una religión y la religión pertenece al ámbito privado. No hay por qué confundir ni relacionar la política con la religión. Y esto es lo que Occidente hace constantemente”.
El islam representa siempre al “otro”, y lo “otro” suele ser, generalmente, lo peor del mundo. Luchar contra ese concepto supuso para a escritora nuevos retos como descubrir otra lengua y vestirse con otra mirada alejada del imperialismo y el colonialismo que sitúa a occidente por encima de las demás culturas. “No podemos interpretar el mundo a partir de la hegemonía y el poder”.
Una mujer sola en Irán
“Irán no tiene nada que ver con las imágenes estereotipadas de un país ni con sus atributos negativos, fundamentalistas, despóticos, intransigentes. Irán es otra cosa”. Uno de los motivos por los que Patricia Almarcegui quiso escribir un libro sobre Irán fue para explicar sus experiencias personales desde el punto de vista de una mujer viajera y, sobre todo, desde el punto de vista que reúne tres conceptos mujer-viajera-sola. “Las dificultades que yo he podido tener como mujer en Irán no son tantas como se puede llegar a pensar y han sido las mismas que las que he tenido en otros sitios”.
Por desgracia, una mujer que transita sola por un espacio público es motivo de miradas y seguimientos. A ella le ha pasado en Shiraz de la misma manera que en el parque de la Ciudadela de Barcelona; tanto en Estambul y como en Bruselas. Y aclara que, más que en situaciones de peligro, se ha visto sumida en la propia precariedad del país. El libro Conocer Irán compila los artículos y relatos de los viajes que realizó a la antigua Persia entre su primer viaje en solitario realizado en 2005, su segundo viaje de 2014 y su tercera incursión en 2017. En cada visita, los iraníes le han mostrado un país diferente. Los cambios a nivel político, social y cultural en estos años han sido enormes. Como señala la contraportada del ejemplar: “Irán es una de las grandes potencias mundiales y, sin embargo, apenas sabemos nada de ella. Oriente no interesa; Irán, tampoco. Pero la distancia no existe, solo es emoción”.
Cuadernos perdidos de Japón, Candaya 2021
Existen muchos factores aleatorios para elegir el siguiente destino, pero, una vez señalado en el mapa y con la maleta en la cabina del avión, ¿Dónde coloca su punto de vista la escritora Patricia Almarcegui? Con Oriente quería descubrir la sociedad para destruir los prejuicios ¿con Japón? ¿Fue un flechazo? “El lugar te indica el camino. Es como la experiencia. Si uno no viaja hasta allí no sabe cómo mirarlo, como describirlo, desconoce las sensaciones que le provoca, incluso tampoco sabe lo que busca. Querer aprender es un don de la vida”.
Cuadernos perdidos de Japón, publicado por la editorial Candaya en 2021 es la representación de muchos caminos dentro de un mismo recorrido. Esta desorganización organizada, premeditada y minuciosa le ha permitido poder reflexionar sobre la desigualdad de género, el problema de la vivienda, las migraciones, la cultura y el arte japonés, y el derecho a poder olvidar ciertos episodios de nuestra propia vida. “Como organizo la narración siempre tiene que ver con el viaje que he hecho. Luego en casa lo repienso, pero, por encima de todo, quien habla es el lugar y las personas que viven en él”.
El arraigo de la persona viajera
¿Es incompatible viajar con el hecho de pertenecer a un lugar? ¿Desaparece el arraigo cuando una persona pasa más tiempo fuera que dentro del hogar? “No sé cuáles son mis raíces, pero las cosas materiales no me crean ningún problema, no les tengo ningún vínculo”. Hace diez años Patricia decidió instalarse en Menorca y hacer de su sede, un hogar. “Viajar no es incompatible con sentir que tienes un hogar. Yo he elegido Menorca después de haber viajado mucho y, para mí, vivir diez años en un mismo lugar es un viaje absoluto”
Fue a raíz de vivir en Menorca y después de documentarse durante cinco años que Almarcegui ha publicado su última novela, Las vidas que no viví, donde, para recrear la trama, estuvo preguntando a diferentes mujeres en que situaciones se sintieron en inferioridad de condiciones respecto a los hombres.
Las vidas que no viví es una novela sobre destinos y espacios en reconstrucción, sobre cuerpos que habitan y cuerpos que ya no pueden habitarse. Y es, también, el relato de una isla y un país encontrados en los éxodos y la migración: a lo largo de la conversación que mantienen las dos protagonistas, emergen relatos históricos sobre Menorca e Irán: naufragios, invasiones, incendios, viajes, objetos perdidos y reencontrados. La memoria de dos familias, y su futuro, son los puntos de partida de esta novela de Patricia Almarcegui.
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Referentes y documentación
“No me gusta diferenciar entre la literatura de viajes y la literatura”. Por eso, antes de viajar, durante y después, intenta buscar escritores autóctonos que le proporcionen otra visión del país. “En Japón pude hablar con dos nipones para que me recomendaran escritores locales y, de esta manera, encontré a la escritora Sei Shōnagon, una mujer del siglo X muy poco conocida, pero es verdad que a veces no puedes acceder a la literatura traducida, como me pasó en Kirguistán o Uzbekistán”
Los referentes de Patricia Almarcegui son oro puro. Jamaica Kincaid, Anne Marie Schwarzenback, Vita Sackville-West, Jan Morris, Lady Montagu o la Premio Nobel de Literatura, Olga Tokarczurk, y su entrevista a este medio concluye de forma contundente: “Las experiencias no finalizan cuando se escriben sino cuando se leen. Cuando se escuchan”.