Conversar con mujeres valientes y referentes, cada semana, es el cometido de Arréglate que nos vamos. El pódcast que conducen Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo recibe, en esta ocasión, la visita de una pionera en la Guardia Civil y en el deporte, cuya historia entraña modernidad e ideas muy claras. Todo vino de su infancia y de factores genéticos que ni ella misma conocía.
La infancia
Dice Lucía Llano en la conversación: "Mi madre fue una mujer muy adelantada a su tiempo, y cuando salió del colegio de monjas sintió una liberación. Ella no quiso seguir lo que en aquel momento era. Casarse y tener hijos. Quiso conocer el mundo y experimentar". En dicho afán, cuenta que su madre conoció a una mujer que regentaba clubs de alterne y que se convirtió en una chica de alterne "como en la película de Lina Morgan".
"Chica de alterne, que no prostituta. Con todo el respeto a aquellas mujeres que ejercen la prostitución, pero mi madre trabajaba en cabarets y allí conoció a mi padre, en Ferrol", afina la entrevistada.
Cruz Sánchez de Lara hace un inciso, tomando la voz de la audiencia, y pregunta la diferencia entre prostituta y chica de alterne para que se entienda el matiz.
"En aquella época, las chicas de alterne trabajaban en los clubs de los puertos. Por eso yo nací en el puerto de Ferrol y me he criado en el puerto de Valencia. Estas chicas atendían a los marineros de la época", aclara Lucía. "Yo salía del colegio e iba a ver a mi madre al cabaret, me sentaba a tomarme una fanta de naranja con ella y con los marineros con 6 o 7 años".
Estas chicas de alterne estaban tras la barra, atendiendo y dando copas a los marineros, tenían un sueldo fijo, pero cuanto más vendían, más ganaban también.
"A partir de los seis años tuve una infancia feliz, aún con faltas. Recuerdo con 10 años que mi madre no tenía para darnos leche para desayunar y mi abuela nos ponía un vaso de manzanilla antes de ir al colegio", se confiesa Lucía Llano, quien creció en una familia de mujeres adelantadas a su tiempo y muy luchadoras.
La Guardia Civil
"Desde pequeñita quería ser Guardia Civil". Con esta sentencia, Lucía Llano daba respuesta al interrogante de Charo Izquierdo sobre la vocación de su profesión, pero la historia tiene trasfondo.
"Con 15 años [mi madre] me dijo quién era mi padre y también que no estaba reconocida por él. Me comentó que había estado en la Guardia Civil", relata.
"Era tu explicación desde que eras pequeña sin tener ni idea", se asombra Cruz Sánchez de Lara.
"Sin tener ni idea. Y no solo mi padre, mi abuelo, mis tíos y mis primos. Todos", dice Lucía.
"Entré en el año 91 en la Academia. Fui estudiando la Constitución en el tren Valencia-Madrid, que por aquel momento duraba horas. Aprobé a la primera, ingresé en la Academia y a mí me gustaba mucho el tiro, se me daba muy bien. El sargento que me ayudaba en tiro un día me preguntó si era hija del cuerpo, me salió del alma y le dije 'sí, soy hija del cuerpo, pero no soy reconocida'". Este sería el primer paso para que Lucía conociese sus raíces genéticas que movían dicha pasión por el servicio en la Guardia Civil.
Gracias a la colaboración del sargento y a la base de datos del cuerpo de la Guardia Civil consiguió llegar hasta sus tíos y, de ellos, a su padre. "A mi jura de bandera vinieron mi tía Ana y una prima".
"¿Y tu padre?", pregunta con intriga Cruz Sánchez de Lara.
"Mi padre no. En mis vacaciones de Navidad subí a Santander con mi amigo Guillermo, allí dormí en casa de mi tía Ana y conocí a todos. Mis abuelos, mis tíos, mis primos… Ellos me conocieron de niña, le llegaron a decir a mi madre que ellos podían cuidar de mí", relata Lucía. "Solo he visto a mi padre una vez. Me sentí muy bien, porque siempre te preguntas cómo será".
El 24 de diciembre de 1991, Lucía Llano recibió un cupón de la ONCE y es el único regalo que tiene de su progenitor. "Y la genética", le dice Cruz Sánchez de Lara.
La libertad
"Soy una mujer feliz, siempre lo he sido. He hecho y conseguido lo que he querido. Tengo muchas luchas y frentes abiertos como el tema de la discapacidad, mis enfermedades, la Asociación RAGCE". Y deja una lección: aquí estamos de paso.
"El tiempo es uno de los valores más importantes que hay en la vida, y te lo tienes que dar tú", incide. "Lo sacas de quitarte cosas que, al final, no merecen la pena".
Una jubilación temprana
"La gente tiene que entender que yo estoy jubilada por ciertas enfermedades que me limitan. A veces tengo dos días buenos, pero luego tengo tres que no me quiero levantar del sofá o que no quiero hacer nada porque me duelen hasta las pestañas", se sincera la entrevistada ante los oyentes.
"Tengo fibromialgia, tengo artritis reumatoide, tengo mialgias, tengo rigidez… Varias cosas que la gente no entiende. He sido una persona muy deportista. Y podría hacer todos los deportes que me gustan, pero me veo muy limitada. Ha pasado un año en el que no he podido hacer nada", comenta sobre su realidad.
La fibromialgia, una de las enfermedades grandes desconocidas pese al trabajo de visibilización: "Más allá de los 40 puntos de dolor, tiene implícita una alteración del ánimo en la que a veces estás agotada y sin fuerza, y que se hace inexplicable para quienes te ven un día muy bien y al siguiente fatal", incide Cruz Sánchez.
"Aprendes a vivir con el dolor, forma parte de tu vida. Hay días que te sientes mejor y aprovechas para, por ejemplo, hacer una ruta de senderismo por la montaña, pero luego tienes que estar dos días sin poder hacer nada", dice Lucía Llano.
El amor
"Estuve casada y me divorcié", sentencia Lucía.
"¿Y ahora?", pregunta Cruz curiosa.
"Estoy a punto de casarme. Pero por ahora soy una divorciada con una novia maravillosa", declara la entrevistada.
"Una novia maravillosa", confirma Cruz. "Una Guardia Civil y una Policía Nacional, yo me quito el sombrero".
"Una compañera Guardia Civil se ha casado hace muy poco también con su chica Policía Nacional. Es común. A mí me gustan los uniformes". Lucía tiene claro, también, que las mujeres son lo suyo.
"Lo he tenido siempre clarísimo, siempre. Cuando eres adolescente en aquella época, hace 30 años, la homosexualidad no era lo que es hoy en día. Estaba mal vista. La familia se llevaba las manos a la cabeza y lo teníamos escondido. A los 15 ó 16 sí que tuve algún affaire con un hombre, pero nada, yo veía una mujer que me gustaba y se me iba la vida".
"Tu madre se lo tomaría muy bien, siendo tan moderna", ríe Cruz Sánchez de Lara
"Pues no. Con la vida que ha tenido mi madre, que ha trabajado en cabaret, que ha conocido la transexualidad de aquella época, que ha ido a contracorriente... No lo llevó bien para nada", reconoce Lucía.
"Al final, te quieren por encima de todo, pero al principio sufren. No tanto por ellas si no por el qué dirán, porque la sociedad no está adaptada para esto…".
Corazón altruista
"Cuando llega el momento de jubilarte por tu situación de salud, decides que ahí no ha acabado tu lucha, que quieres seguir activa. Y hay una asociación que tiene mucho que ver contigo", así da pie Cruz Sánchez de Lara a que la invitada al pódcast de a conocer su gran proyecto de apoyo a retirados de la Guardia Civil.
"Las personas que se dedican a trabajar de manera altruista por otras personas son personas buenas que quieren mejorar un poquito el mundo. Hay una frase que no me canso de decir, la pronunció un coronel en una entrevista, y el titular era que 'para ser un buen guardia civil, hay que ser una buena persona'". Así Lucía explica su implicación en la fundación de RAGCE.
Esta institución da espacio a los veteranos retirados dentro de la Guardia Civil desde hace seis años para seguir haciéndoles parte de la familia que supone este cuerpo militar que, muchos de ellos, llevan en su ADN.
Nieta e hija de mujeres luchadoras y pioneras, Lucía Llano es ejemplo de un linaje de poder femenino que va más allá de las imposiciones sociales y del tiempo.