Durante dos meses Menudas piezas fue una de las películas más vistas en los cines de España. La historia de este filme, dirigido y co escrito por Nacho G. Velilla, basado en hechos reales y protagonizado por Alexandra Jiménez, gira en torno a unos chavales conflictivos de un instituto zaragozano que junto a su profesora (Jiménez) encuentran en el ajedrez el norte en sus vidas.
Detrás de la puesta en escena de las jugadas de ajedrez de Menudas piezas está María Rodrigo Yanguas. Conocida como Merybliya en redes sociales, para más señas la madrileña es doctora en Psicología Clínica y Deportiva, es maestra acreditada de la Federación Internacional de Ajedrez (es decir, maestra FIDE española), además de haberse consagrado como multimedallista en torneos de ajedrez.
El diseño y ejecución de las jugadas, el factor emocional, así como la evolución de los movimientos de las piezas en mano de los actores y actrices, fueron claves en esta primera experiencia cinematográfica de María, a quien posteriormente también Netflix la ha fichado como coach para otro asesoramiento en materia de ajedrez para la ficción.
"Fue una currada tremenda", muestra satisfacción con los buenos resultados de Menudas piezas, sobre todo por el hecho de "que enganché al ajedrez a bastante gente del equipo, tanto a intérpretes como a técnicos", afirma la experta en tono de victoria.
Precisamente el "insertar el bichito del ajedrez", tal como lo plantea en su libro No te enroques: Psicoajedrez para mejorar tu vida (HarperCollins Ibérica, 2022), ha sido uno de sus propósitos de vida.
En su caso el bichito en cuestión lo lleva dentro desde los 5 años cuando sus padres, en vista de su inquietud, decidieron inscribirla en clases de ajedrez. Desde ese entonces el bichito ha crecido tanto que ya no hay manera ni intenciones de deshacerse de él. Al contrario, y menos ahora que el ajedrez, en particular entre las mujeres, está teniendo un dulce y significativo momento.
Vestida de Beth Harmon
En España el número de mujeres ajedrecistas representa un 10,8%, a nivel mundial es del 16,1%, según la FIDE. María Rodrigo Yanguas, una de las máximas exponentes del juego milenario en cuanto a su promoción y divulgación, pone luz en esos porcentajes que a simple vista no resultan tan alentadores.
"La verdad es que se ha producido una evolución, muchísimas mujeres de diferentes edades se están animando a jugar el ajedrez", es rotunda en su afirmación y además fundamentada tras ejercer durante tres años la presidencia de la Comisión de Mujer y Ajedrez, un apéndice de la Federación Española de Ajedrez (FEDA).
Apunta que los tiempos de pandemia constituyeron el escenario propicio para que el juego del tablero remontara entre las preferencias de la gente recluida, aburrida y ahogada en la completa incertidumbre.
Pero para María Rodrigo Yanguas también ha sido clave el proceso de "empoderamiento que estamos cogiendo las mujeres, de darnos cuenta que nosotras tenemos los mismos derechos que los hombres, que exigimos igualdad". Demostrar eso frente al tablero blanco-negro es una de sus misiones.
"Luego la serie Gambito de dama nos ha venido muy bien a las mujeres porque fíjate lo que son los referentes de nuestro día a día, que de repente al ver a una mujer joven que juega al ajedrez, pues muchas dijeron ‘Yo también quiero jugarlo’", razona.
Los referentes audiovisuales son realmente pocos. Además de Gambito de dama, se puede contar con los dedos – y sobran...- tanto series como películas cuyo personaje principal es una mujer o una chica ajedrecista.
Una de ellas es La reina de Katwe (de Mira Nair, 2016), basada en la increíble historia real de la ugandesa Phiona Mutesi, quien viviendo en la pobreza más extrema encontró en el ajedrez una oportunidad de vida, al punto de competir en torneos internacionales y a enfrentarse a experimentados jugadores – Garri Kaspárov entre ellos-, cuando tan sólo era una adolescente.
Historias inspiradoras como la de Mutesi abundan allá afuera, y con tantas mujeres interesadas en el ajedrez actualmente, puede que las mismas sean llevadas a la gran pantalla o se conviertan en series de televisión, aprovechando además la estela de éxito de Gambito de dama.
La miniserie emitida a través de Netflix a finales de 2020, protagonizada por Anya Taylor-Joy y basada en la novela homónima de Walter Tevis, constituyó todo un fenómeno de audiencia ya que fue vista en más de 60 millones de hogares en 92 países alrededor del mundo.
María, que muchas veces se ha vestido como la Beth Harmon de Gambito de dama para participar en diferentes eventos de promoción del ajedrez, aunque reconoce la capacidad de alcance de una serie como esa, recuerda la importancia de que existan referentes "de carne y hueso".
"Como Judith Polgar (número uno en el ajedrez femenino durante 26 años), que pertenece a la élite y es una referente para todas las jugadoras", apunta, "pero es importante que una niña de 5 o 13 años sepa que yo puedo jugar con ella. Para mí es fundamental que nos vean, y por supuesto los medios de comunicación tienen un poderío porque pueden llegar a muchísima más gente".
María pone de ejemplo otra disciplina deportiva para ilustrar y fundamentar su percepción. "A raíz de que una cámara enfocara al fútbol femenino, fue espectacular la cantidad de mujeres y nenas pequeñas que lo empezaron a jugar o comenzaron a seguirlo", explica.
"Hay una labor nuestra en cada uno de nuestros deportes, yo tengo la responsabilidad de hacer que haya más mujeres en el ajedrez, y cada mujer en cada uno de los deportes que destaca tiene esa responsabilidad", zanja alias Merybliya.
Derribando mitos
Partiendo de la idea de que el ajedrez es intergeneracional, que traspasa las barreras idiomáticas, y que en esencia no tiene género – o que este no es limitativo -, la pregunta obvia es ¿a qué se debe que pocas mujeres lo practiquen? o ¿por qué se tiene la idea de que los hombres son mejores que las féminas en ese deporte?
Valga abrir un paréntesis para recordar que la húngara Judith Polgar ha sido hasta ahora la única fémina en figurar en el top ten de los hombres a nivel mundial, además de haber sido una de las primeras en hablar sobre el machismo y patriarcado predominante en la arena de este deporte en sus años como ajedrecista de élite. De esas vivencias y sinsabores que no la amedrentaron Polgar daba fe en una entrevista concedida al diario argentino Clarín el año pasado.
María Rodrigo Yanguas se pone su traje de psicóloga para exponer las hipótesis que intentan responder a los interrogantes sobre las -pocas- mujeres en el ajedrez.
"A nivel estadístico si de 10 hombres una mujer juega al ajedrez, es más probable que un hombre llegue a la élite", explica.
"La otra hipótesis es a nivel hormonal: se afirma que las mujeres maduramos antes y nos empezamos a interesar por actividades más sociales, mientras que los hombres están más enfocados en un tipo de entrenamiento", expone.
"Luego a nivel cerebral, está demostrado que el cerebro de los hombres y de las mujeres procesan la información de manera diferente, ni mejor ni peor", aclara, "aunque no se sabe si las estrategias de ajedrez están más enfocadas al cerebro de hombres que de las mujeres".
En este crisol de hipótesis, María se ciñe por la última que se ubica en el ámbito cultural, donde una clase de ajedrez está repleta de chicos, quizás con una o dos niñas, mientras que la de baile suele estar dominada por las chicas.
"Entiendo que una niña diga que mejor se va a la clase de baile, de hecho yo también lo hice un año porque iban todas mis amigas, pero al final ganó el ajedrez", ilustra con su anécdota personal.
Sin embargo afirma que el panorama está cambiando. "Ahora hay más mujeres en los clubes, de hecho en la escuela 'Ajedrez con cabeza' (ubicada en Madrid y de la que es parte), el 48% de los alumnos son mujeres de todas las edades. Eso quiere decir algo, además ahora hay monitoras, en las escuelas hay chicas que dan clases y son referentes para las nenas que se están apuntando, así como también hay árbitras, cosa que antes no era usual".
María vuelve a los referentes y a la visibilidad. "Se está viendo que hay muchas más mujeres en el ajedrez porque cada vez hay más en estos ámbitos y porque estamos saliendo a la calle".
A nivel profesional que en España no existan campeonatos femeninos, a diferencia de otros países, más que un impedimento, lo ve como una oportunidad.
"Si lo que queremos es que haya referentes, que las chicas lleguen a los podium más altos, hay que juntarlos", afirma, "pero hay que verlo a largo plazo, y de hecho ya hay mujeres que están subiendo a los podios como María Eizaguerri (campeona de España en la categoría sub 18 absoluta, campeona nacional Absoluta de Ajedrez Rápido en 2022 y Maestra FIDE ) y este año en el Absoluto tres mujeres se han metido en el Top 20", resume María.
"Esto era impensable hace cinco años, por eso lo veo como un proyecto a largo plazo, dentro de 10 años veremos a muchas subidas en los podios y nos parecerá la cosa más normal", profetiza.
En tan solo un lustro la ajedrecista también da cuenta del creciente interés en el ajedrez por parte de muchas féminas. "¡¿Quién se lo iba a imaginar!?", exclama maravillada.
"¡Lo hemos conseguido!, y ahora al haber una base de más mujeres que juegan al ajedrez, habrá más que compitan y más mujeres que lleguen a esos podios, pero claro, pasito a pasito, ya que de la noche a la mañana nunca se ha conseguido nada. Hay que tener constancia, pelear, luchar, crear referentes e ir creciendo", concluye como un grito de guerra.
Ajedrez para la vida
Aparte del impulso generado por las aplicaciones y nuevas tecnologías, como exponía hace unos meses The New York Times acerca del fenómeno global Chess.com y el efecto de TikTok, la integración del ajedrez en el sistema educativo español desde el 2015 ha constituido un acierto, que además incentiva a más chicas a entrar en el juego.
"Diez comunidades lo están implementando y algunas lo están haciendo mucho mejor que otras", evalúa María Rodrigo Yanguas, por ejemplo Canarias con el proyecto 'Educando personitas, no campeones ni campeonas', coordinado por la ajedrecista, psicóloga, docente e investigadora Lorena García.
"Es espectacular", califica María, como también le da el mismo adjetivo a los proyectos desarrollados en Navarra, Aragón y Cataluña, donde se "ha implementado el ajedrez educativo como una herramienta y no como ajedrez competitivo".
La idea es que los chicos y chicas se acerquen y prueben el ajedrez, como se ve en la ficción de Menudas piezas, quien luego quiera competir, pues adelante y quienes no, pues está bien también.
"Divulgar el ajedrez no tanto a nivel competitivo ha propiciado todo este el clima que se está viviendo, ahora está de moda y me encanta", se entusiasma.
"El ajedrez no es de listillos ni de inteligentes, no es exclusivo de hombres ni de gente rara, tampoco se practica solo para competir, y no es difícil, ¡en cinco minutos te enseño!", sigue derribando clichés y además promete la también creadora de Ajedrez con Merybliya (de Zacatrus), una de sus últimas apuestas y que con tan solo dos semanas en el mercado se ha convertido en uno de los juegos de mesa más vendidos de España.
"La competición no es para todos, tienes que aguantar el perder, el saber reponerte, el ser masoquista", apunta soltando una risa. María subraya ese movimiento "muy bonito del ajedrez, que ya no es tanto ajedrez deportivo, en el que yo he competido durante toda mi vida, sino todo lo que le envuelve, que es el ajedrez educativo, o como le digo: el ajedrez para la vida, porque una cosa es lo competitivo que es ganar perder, y otra es entrenar nuestras emociones y nuestra cabeza con el ajedrez".
María Rodrigo Yanguas habla con propiedad, de hecho su tesis doctoral se centró en el ajedrez en niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), además de practicar el ajedrez terapéutico en diferentes centros de salud.
"Obviamente con el ajedrez se entrena la mente, el razonamiento, la planificación, la atención, pero también la parte emocional, que tanto exigimos en nuestro día a día, la estás entrenando desde el minuto cero", recuerda que se trata de enfrentar la rabia, la frustración, como de empatizar con el rival y asumir la responsabilidad del perder sin echarle la culpa a otros.
"Ese aprendizaje con cinco años de edad es demoledor", reconoce María ‘Merybliya’ Rodrigo Yanguas remontándose a su infancia, "pero saber gestionar esas emociones tan ocultas, te hacen más fuerte".