Alba Brunet (Palma de Mallorca, 1993) es una actriz vocacional y apasionada, sensible, seria e intuitiva. A pesar de su juventud, acumula más de una década de trabajo, años de esfuerzo, dedicación, renuncias, alegrías, y varios cambios de ciudades y casas.
Desde su isla querida se traslada a Barcelona para formarse como actriz en el Institut del Teatre, y cuando cumple 21 años, la vida toma por ella la decisión de trasladarla a Madrid, a raíz de su incorporación a la serie diaria Acacias 38, que se alarga durante cuatro años.
Actualmente salta cada tarde al interior de nuestras casas a través de la pantalla, en la piel de Fina Valero, en la exitosa serie de Diagonal TV y Atresmedia, Sueños de libertad; interpreta a una mujer de origen humilde, enamorada profundamente de otra mujer, Marta de la Reina, empresaria y rica, a la que da vida Marta Belmonte.
En redes sociales, los numerosos seguidores de la serie que emite diariamente Antena 3, se refieren a ellas como #Mafin, y el hashtag arrasa, la pareja alcanza una fama vertiginosa en poco tiempo gracias a la legión de fans enganchados y pendientes de esta historia de amor, casi imposible, que se desarrolla en la España rural del año 1958, y que actualmente se ha convertido en ejemplo de lucha y libertades, y en uno de los shippeos preferidos del colectivo LGTB.
Además, Alba ha estrenado recientemente El Rei Peret de la mano del director Esteve Rovira, poniéndose en la piel de Rosita; el largometraje es un biopic que gira alrededor del cantante gitano más internacional de España, el rey de la rumba catalana.
Desde que das tus primeros pasos en el mundo de la interpretación, hasta hoy, no has parado de trabajar. ¿Confías en el esfuerzo y el trabajo o te sientes tocada también por la suerte?
Me siento muy privilegiada. Es un tanto por cierto muy pequeño, el de los actores que consiguen vivir exclusivamente de la profesión, sobre todo las mujeres, porque hay más actrices que actores y, sin embargo, hay más personajes masculinos que femeninos. Las mujeres lo tenemos más difícil.
Desde los 19 años, cuando empecé a trabajar profesionalmente, hasta ahora, formo parte de ese tanto por ciento chiquitín que consigue vivir sólo de esto, aunque en los primeros años tuve ayuda económica de mis padres. Me considero muy afortunada.
Aún así, a lo largo de doce años de carrera, habrá habido de todo…
Sí, de todo, años en los que he tenido trabajo estable, como los cuatro años de la serie Acacias 38, cosa que acabas normalizando, cuando no es lo normal tener un trabajo tan seguido.
Y luego ha habido momentos de verlas venir y de frustración porque sentía que las cosas no terminaban de pasar o porque recibía muchos noes, y pensaba que igual no volvía a trabajar en mi vida; se te pasa todo por la cabeza. Pero siempre han aparecido cosas, y ahora tengo un trabajo estable.
Por naturaleza eres prudente, clara, decidida, ¿sabes bien quién eres y lo que quieres? ¿Es algo que has ido adquiriendo con el tiempo, la preparación y la experiencia?
Hay algo intuitivo en mí que me acompaña muy bien y yo hago caso a mi intuición.
Tiendo a tener las cosas muy claras, hasta que no las tengo, si dudo de algo dudo muchísimo. Y hay momentos en los que no sé hacia donde encaminar mi vida.
Hay muchos años de mi vida en los que he sentido que la vida me ha ido llevando, y me ha llevado muy bien, pero cuando siento que la vida no me lleva y soy yo la que tengo que tomar decisiones, ahí, a veces, he entrado en colapso, aunque está bien verse en esa tesitura para poder decidir realmente lo que quieres hacer tú.
No todo lo tengo claro todo el rato, me he llegado a sentir muy perdida y he tenido que recolocarme.
En la serie Sueños de libertad interpretas a una mujer que supera obstáculos personales y sociales, visibilizando la dura realidad de las mujeres españolas en los años 50. Actualmente, ¿crees que son barreras superadas o sigue habiendo demasiados prejuicios y desconocimiento, respecto al amor y las relaciones sexuales entre mujeres?
Creo que ha habido un avance importantísimo, al que no quiero quitar valor en absoluto, porque hubo y hay muchísima lucha en todo este tema, y concretamente hablando del LGBTIQ+.
Soy positiva, pero es verdad que queda muchísimo trabajo por hacer, sigue habiendo injusticias, prejuicios, agresiones a personas homosexuales. Yo abogo por una libertad en la que cada uno ame a quien quiera amar. Hay mucho todavía por avanzar
¿Crees que historias lésbicas ficcionadas, como la de Fina y Marta, narradas en producciones diarias de gran alcance, pueden ayudar a visibilizar y normalizar estas relaciones?
En el caso de nuestra serie y nuestra trama, es inmensa la cantidad de mensajes positivos y de apoyo que me llegan, y para mí es importante esta sensación de estar ayudando a que muchísimas personas se sientan identificadas.
Es abrumadora la cantidad de gente que siento que necesita referentes así, y es un orgullo y un placer poder ayudar a canalizar.
En redes sociales se ha desatado un verdadero fenómeno en torno a la historia de amor que protagonizáis Marta y tú en la serie, una avalancha de opiniones y comentarios que llevan el hashtag #Mafin. ¿Estás recibiendo un feedback bonito?
Sí, tengo mucha suerte, porque es verdad que también existe el mundo haters, gente que acosa, pero yo siento que no tengo ni una sola persona agresiva en mis redes. Toda la gente que se asoma por la ventana de mi Instagram lo hace en modo positivo y eso es algo que me hace ilusión.
¿Qué importancia das a las redes sociales y a la exigencia contemporánea de tener muchos seguidores, especialmente en tu profesión? ¿Crees que las redes crean dependencia? ¿Es una tiranía o una alegría que aceptas y llevas bien?
Es un gran tema, la relación que tenemos con las redes. Yo abrí una cuenta de Instagram en la que no tenía más de 200 seguidores y publicaba un tipo de contenido que no es el que me apetece publicar ahora, cuando estoy cerca de los 60.000.
¿Qué ha cambiado?
Me he vuelto muy celosa de mi intimidad, de mi tiempo libre, de las cosas que me dan confort y que, seguramente, no tienen nada que ver con lo que la gente quiere o le gustaría ver.
Yo no soy súper activa en redes, prefiero vivir tiempo de calidad fuera de las pantallas, aunque sí intento darles soplo profesional a mis redes.
Parece que lo que no se enseña no pasa, en mi caso no es así, en mi caso pasa mucho más de lo que enseño. Es una decisión que tomo muy conscientemente y que, a veces, me pone en conflicto, sobre todo cuando no tengo trabajo y te planteas que deberías estar más activa para que la gente no se olvide de ti.
He tenido, muchas veces, muchas ganas de eliminarme de todas las redes, no tener absolutamente nada, porque quiero confiar en que mi trabajo no depende del número de seguidores que tenga, pero es una realidad que sí influye.
Para mí, más allá del trabajo y de la exposición pública, está la vida, así que intento llegar a un equilibrio entre una cosa y la otra.
¿Cómo es tu día a día grabando una serie de emisión diaria? ¿Puedes robar tiempo para ti?
Depende de la semana y de la trama que estemos grabando, cuando tienes mucha presencia en la trama sí hay momentos agotadores, donde he sentido que no llegaba a nada más que no fuera el trabajo, y he tenido que aparcar la otra parte de la vida, mi tiempo personal, con mi gente, con mi pareja y mi familia, para dedicarme sólo a esto.
He hecho otras diarias antes de Sueños de Libertad y sé que son momentos o semanas muy agobiadas, en las que tienes el tiempo justo para asearte, estudiar y grabar, pero luego la trama baja y te da un respiro.
A medida que conoces más el personaje y sus relaciones con los demás, vas más rápido, el cerebro se entrena.
Desde su inicio hasta ahora, supongo que tu personaje ha cambiado y evolucionado, ¿quién es Fina ahora?
Fina empezó siendo muy insegura, pequeñita, vulnerable y más inocente, a medida que han ido pasando capítulos ha ido cogiendo fuerza, se ha ido reforzando en lo que es y en lo que siente, tiene cada vez menos apuro en dar y mostrar sus sentimientos con la persona a la que ama.
Aunque, por la época y por la sociedad en la que vive, no puede mostrarlo públicamente, porque sería super peligroso.
¿Qué has aprendido de ella que no supieras de ti?
Lo que más me gusta de mi personaje es que ella no duda de quien es, no ha tenido jamás conflicto consigo misma. Tiene un gran conflicto con la sociedad, eso sí, por cómo es ella, pero Fina desde pequeña lo ha tenido claro, y nunca se ha planteado si está bien o está mal, o está enferma o debería cambiar. No va a cambiar, se adapta.
Eso es lo que me gusta de mi personaje y lo que más he aprendido de ella.
¿Qué experiencias y aprendizajes nuevos te llevas a casa, gracias al trabajo diario con todo el equipo artístico y técnico?
Con la productora Diagonal TV se trabaja desde un lugar muy humano, no solo existe la parte profesional, sino que también se tiene en cuenta la otra parte vital y personal de cada uno, para que puedas hacer compatibles circunstancias que te puedan ir surgiendo.
Es un equipazo que trabaja desde el amor a lo que está haciendo, no solo el equipo directivo o de producción y guion, también los eléctricos, cámaras, peluquería, vestuario, atrezo… es una barbaridad de gente la que está detrás, la que no se ve, y cualquier parte, por chiquitina que sea, tiene mucho valor.
Además, es un equipo muy entrenado porque la mayoría venían de Amar; yo creo que el hecho de saltar a Sueños, donde todo es nuevo, ha sido una gran motivación. Mantenemos todos la ilusión muy alta.
¿Echas de menos tu isla, tu mar, tu paisaje físico y emocional?
Sí, mi mar y a mi madre. Echo de menos las raíces, no sólo la isla. Entiendo que mi vida profesional exige que me vaya moviendo allá donde me lleve la profesión.
Tengo el corazón repartido entre Madrid, Barcelona y Mallorca, las tres ciudades a las que más habitualmente me voy desplazando, según mi momento vital o por los trabajos, mayoritariamente.
¿Cómo te imaginas de aquí a diez años? ¿Decidiendo, llevando tú a la vida de la mano o dejando que la vida te lleve? ¿Hay cosas, trabajos o experiencias nuevas que te gustaría hacer o vivir?
El teatro es una asignatura que tengo pendiente, que no ha terminado de ser, y que espero que pase, porque no quiero morirme sin salir a un escenario. Me apetece muchísimo y también me da mucho temor, quizá porque conozco muy bien el audiovisual, pero el mundo del teatro me impone respeto. También me haría mucha ilusión hacer cine independiente.
Y me gustaría poder compaginar mi vida con el hecho de ser madre. Poder conciliar la maternidad con esta profesión es algo complicado, pero sé que, en un momento dado, voy a lucharlo hasta conseguirlo.